Después de escribir sobre los comics de Dylan Dog, y sabiendo que existía una película, decidí verla. Las críticas no eran muy buenas porque, más que negativas o positivas, eran crípticas: todo el mundo que conocía al personaje recomendaba no verla, y se proponían olvidarla cuanto antes. Como he visto cosas bastante malas (y lo que tiene más delito, fue voluntariamente, y hasta me gustaron), no me parecía que fuera tan tremenda esta versión, y más teniendo en cuenta lo sencillo que resultaría adaptar el cómic a la pantalla: un detective inglés y su ayudante imitador de Groucho Marx, viven en Londres e investigan misterios. Vamos, que ni haría falta un gran presupuesto ni tampoco que había que plantearse como hacer para que el traje de lycra amarillo del protagonista no pareciera ridículo. Y a pesar de todo, consiguieron cagarla. Pero bien cagada.
De entrada, Dylan Dog: los muertos de la noche, es una producción estadounidense basada en los comics italianos. Que tampoco es para rasgarse las vestiduras porque Tintin es belga, y bien cuca que quedó la versión de Spielberg. Si Dylan Dog les gusta también y quieren pasarlo a cine, de acuerdo. El problema viene cuando aparecen ciertas adapciones al público para presuntamente, calar mejor entre el público estadounidense. Es así como Dylan Dog pasa a de ser el detective londinense a un detective que vive en Nueva Orleáns. Esto no es que ayude mucho a la fidelidad con el personaje original, pero no habría sido tan grave si solo se hubieran quedado en un cambio de domicilio. Porque el estadounidense, lo único que tiene en común con el comic es el nombre. Y es que, por no respetar, no han respetado ni a su ayudante, Groucho, que desaparece por completo para ser sustituído por un tipo que poco tiene que ver y entra en la categoría de Ayudante Graciosillo Genérico.
Del argumento, mejor no hablar: el Dylan Dog del comic es un investigador de lo paranormal más o menos conocido y como suele ser, hay gente que cree en él y quien lo considera un fraude. Y aunque pruebe ser bastante efectivo a la hora de resolver los casos, estos no pasan de ser situaciones aisladas como encantamientos, científicos locos o algún portal dimensional. Ninguna conspiración se cuece bajo las tranquilas vidas de los londinenses ni hay sociedades secretas de vampiros. La gracia de Dylan Dog es la simpleza con la que plantea los argumentos, que no afectarán más que a los protagonistas o como mucho, a los habitantes de algún pueblo. Y sobre todo, el particular mundo en el que se mueve. Porque la creación de Tiziano Sclavi es sobre todo, un batiburrillo de influencias en las que los investigadores de lo paranormal son consultados por la policía, hasta el secundario más inesperado puede parecerse a algún actor, estrofas de rock en inglés aparecen en las viñetas, y sobre todo, no se cortan en reconocer todas esas influencias y copias llegando a incluir al mismísimo (imitador de) Groucho Marx como personaje fijo.
En Los muertos de la noche no hay nada de eso. Hay una ciudad de Nueva Orleáns en la que hay sociedades de hombres lobo, de zombies y de vampiros que hacen negocio vendiendo una droga a base de su sangre (algún guionista se ha perdido el estreno de True Blood y pensó que sería original). Y hay un tipo que, tras haber trabajado como detective para esta gente, se retira y se dedica actualmente a ser un investigador normal, que, por alguna coincidencia, se llama igual que el personaje de un comic italiano.
En conjunto, no la consideraría una mala película: solo mediocre, porque es un argumento de fantasía urbana que podría haberse exportado a cualquier personaje, desde Harry Dresden hasta Anita Blake. Del protagonista y personajes ya no digo nada, porque también son de lo más soso que he visto en mucho tiempo . Lo malo es la completa ausencia de quien supuestamente están adaptando, y de todo lo que lo caracteriza. Las únicas referencias y, presuntamente, homenajes que aparecen, son la foto del protagonista con un tipo que lleva unas gafas postizas de Groucho, y que uno de los vampiros que aparece se llama Sclavi. Y menos mal que incluyeron estas chorradas, porque a la media hora de metraje, yo pensaba que estaba viendo la típica película cutre que pongo los sábados por la tarde.
6 comentarios:
Partiendo del protagonista nada bueno podía salir de este proyecto.
Es que hasta mi gata es más expresiva que él. Y le gusta más a la gente.
Lo primero de todo: AMO locamente a ese gato.
Lo segundo, y quizá menos importante, has matado a la gana y media que tenía de darle una oportunidad a la peli. ¡Todos a ponerse a ver Dellamorte Dellamore!
Es que a veces hay quienes deciden hacer una película basada en un libro, comic o cualquier otra manifestación artística, y te pasas toda la peli preguntándote por qué no se parece en nada a la obra en la que se basan. Incluso cuando ocurre como dices que el argumento no es demasiado complicado como para que hiciera algo medio digno. En fin, paciencia, y mientras a disfrutar de la obra original.
Ay, yo comprendo al gatito de esta entrada, es muy difícil renunciar a las deliciosas palomitas con un buen refresco mientras ves o lees una buena historia un domingo por la tarde.
Besos!
Ana.
Nof Low: no, si aquí de gatos vamos sobrados...
Y si tienes más películas que ver, olvídate de este "Dylan Dog". Yo me estoy planteando ver Dellamorte Dellamore también, que dicen que es un poco su adapción no oficial. Y al menos sí tiene a Rupert Everett.
La Minomalice: la sensación que me dejó la película es que se trataba de un guión que andaba por algún cajón, y con los cambios mínimos, la presentaron como la adapción oficial de Dylan Dog. En realidad es muy sosilla y exportable a casi cualquier tipo de personaje reciente...
El gato te diría que está gordecho porque es una característica de su raza. Viendo el bol de palomitas, no pienso lo mismo.
Tanto monta, monta tanto, Rupert como Anna. Cemetery Man es genial. A mí en particular me encantó y te la recomiendo muy mucho. No he leído nada de Sclavi, así que desconozco su valor real como adaptación, pero la peli es una pasada. Eso sí, no se trata de cine de zombies al uso precisamente. Es una especie de surrealismo cuasi Lynchiano a la boloñesa, así que conviene atarse los machos.
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