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domingo, 28 de noviembre de 2010

Blood Creek (2009). Zombies, nazis y algo de magia negra




El cine de terror es un género bastante despistado: durante varios años he visto cómo películas realmente malas se estrenaban en cine, y como otras, mucho más interesantes, se comían los mocos en la estantería de algún videoclub. Hoy al videoclub lo ha sustituído el Señor Bittorrent, para suerte de muchas producciones que pueden darse a conocer y sobre todo, animar una tarde de sábado.



Este también ha sido el caso de Blood Creek, que, además de pasarratos, me ha sorprendido por entretenida y, hay que reonocerlo, original. La historia comienza con un prólogo en el que cuentan cómo los nazis enviaron a varios ocultistas a Estados Unidos, en busca de determinadas ruinas vikingas (porque encima, aprovechan para seguir picando con el tema de "América la descubrieron los vikingos") que, para ganar la guerra no sé si servirían, pero por lo visto, sí valían para hacer magia, conseguir la inmortalidad y otras menudencias. Tras el prólogo, rodado en un sepia-photoshopero bastante mono, se presenta al protagonista: un enfermero cuyo hermano, héroe de Irak, desapareció en un páramo hace más de dos años. Esa misma noche, reaparece, hecho un ecce homo, y sin más información para su sufrido hermano que decirle que recoja unas cuantas armas, que se van a clamar venganza.

Como era de esperar, el páramo donde este había desaparecido era la granja donde hacía 60 años, había llegado el ocultista. Durante ese tiempo, se las ha ingeniado para congelar la granja en el tiempo y alimentarse de viandantes que los granjeros secuestran de cuando en cuando. Por lo visto, entre la ruina vikinga que encontró, y la dieta, ha conseguido, además de convertirse en zombie, tener el poder de resucitar a los muertos, y de paso, intentar completar un ritual que lo haría
indestructible.



¡¡Es un Licheee!!

Semejante argumento hace pensar, en el mejor de los casos, en una película con más ganas que medios, y en el peor de ellos, en una soberana chorrada mal rodada, como ha pasado muchas veces, pero...¡No! Por increible que parezca, el argumento consigue tener algo de sentido, y en absoluto da la sensación de cutrez ni de serie Z. Sé que alguien que se ha visto (y le han gustado) todas las películas de zombies de Lucio Fulci no puede ser muy fiable, pero ¡Esta es buena, palabra de blogger!

O, quizá no "buena" en el sentido de buena película, pero sí cumple su intención de entretener. A la hora de rodarla, supieron aprovechar lo que tenían a mano: no había excesivo presupuesto, ni grandes actores, ni siquiera un guión de quitarse el sombrero, por lo que decidieron centrarse en lo importante: contar una historia de forma concisa. El prólogo no dura más de diez minutos, lo mismo que las escenas destinadas a desarrollar a los personajes principales: en una película como esta, no importa gran cosa los traumas y problemas que puedan tener, y los guionistas lo saben, por lo que se quedan con lo mínimo: protagonista atormentado por la desaparición de su hermano, hermano héroe de Irak con problemas de venganza, y familia alemana con un hechicero zombie viviendo en el garaje. Breve, efectivo, y doy gracias por haber dejado atrás las escenas de relleno que había en las películas de terror de los noventa.



Este libro de hechizos supone perder tres puntos de Cordura y ganar dos de Mitos de Cthulhu

El argumento, como puede verse, es bastante geek: los nazis y la magia negra es algo que no veía yo desde los comics de Hellboy, elementos que en su momento, llegaron a acabar quemados. Además, no dudan en incluir al otro monstruo de moda en estos años: los zombies. Porque una de las gracias de la película es que el malo puede resucitar a los muertos y hacer que cumplan sus órdenes. El principal problema, en este caso, es que tampoco hay mucha gente como para que resulte amenazador, y el tema se salda con tres zombies, un caballo y un perro resucitados.

Precisamente de ahí viene el principal defecto de la película: todo eso de la magia funciona muy bien en otros campos, o en producciones con más presupuesto, pero más allá de la sensación de peligro, que transmitían la familia acosada por el monstruo, en ningún momento el malo en cuestión resulta un peligro, ni termina de ser creíble el que pueda acabar siendo una "amenaza para la humanidad" como pretenden hacer creer en la película: como mucho, es un zombie que está encerrado en un garaje, y al que de vez en cuando le ofrecen una víctima para que deje de molestar. La película funciona, en ese sentido, como podía haber funcionado La matanza de Texas o Las colinas tienen ojos, pero no como si fuera Hellboy.

Cuando el villano principal falla de esa forma, no hay mucho que hacer, aunque al menos Blood Creek lo va solucionando gracias a centrarse en lo que tiene (un grupo de gente encerrada y una amenaza exterior) además de permitirse un final abierto que, aunque me ha gustado, espero que no suponga secuela, porque se trata de estas películas en las que la idea funciona una vez, pero no da para más. Pensándolo bien, eso es algo que los de Saw deberían haberse dado cuenta hace mucho.

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