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jueves, 5 de diciembre de 2024

Fantasía poco heroica I. El multiverso y nadie es lo que parece

 


Dentro del fantástico, uno de los géneros más derivativos es la fantasía épica. El típico de  los magos, guerreros, dragones, un par de razas de aspecto humano y tamaño variable y la repetición con las mismas herramientas de los viajes heroicos hace  que sea uno de los primeros subgéneros  más dados a la repetición, pero también una zona de confort para cuando queremos  volver a leer  lo que recordábamos de épocas más  despreocupadas, y también, la posibilidad  de  trastear con  todos  esos elementos trillados para rescribirlos desde la comedia, lo paródico…y también lo subversivo y como vía para contar algo con mayor profundidad y más cercano a nuestras preocupaciones que un simple duelo de magos.




En algún lugar del Londres contemporáneo,  John Daker  escucha una llamada. Ereköse, como se le conocerá   a partir de entonces, emprenderá aun viaje a oro plano del tejido de la realidad,  que conoce como el Multiverso, invocado por un reino que precisa su ayuda  contra los eldren, una raza de seres cuyo aspecto exterior es lo único que los hace similares a los humanos, y que deben ser destruidos.  Ese será, en su primera encarnación como Campeón Eterno,  la que cree  que es su misión, pero esta cambiará  cuando descubre que  el concepto de enemigo y supervivencia, y que lo monstruoso, es algo  distinto a lo que  creía y hará que dude de sus lealtades como campeón de la humanidad. Esta será solo  la primera de sus  encarnaciones  lo largo de varios planos.  Intentando regresar con Ermizhad, la dama eldren por quien ha sacrificado a quien debía proteger,   llegará a un mundo  helado y moribundo, a naciones formadas por navíos en perpetuo movimiento, a regresar, pro un momento, a una de las mayores  guerras que sufrió su propio plano de existencia e incluso a  enfrentarse a los dioses del Caos.

El libro, en la edición de Gran Fantasy de Martínez Roca,  se  compone de las tres novelas del ciclo  , lo bastante breves como para  recopilarlas en tun tomo de tamaño medio, sin que, salvo el hilo principal de la búsqueda de John Daker, exista continuidad entre ellas. Un recurso que, junto a la teoría, o más bien, falta de esta,  en todo lo correspondiente al Multiverso, permite un cambio de tono y escenario completo de una novela a otra. Además de justificar las incoherencias que pueden darse dentro de la saga. Que, tratándose del creador del campeón eterno, son habituales.

Esta saga se centra en uno de sus personajes principales: el Campeón Eterno,  bien este mismo o uno de sus avatares (no queda claro), esa manifestación de la idea del héroe, capaz de  moverse entre distintos planos y que según s u destino, se podrá de parte de los dioses del orden, del caos, o  contra ambos, representando  el equilibrio. Un arquetipo que de nuevo, más que un fin  o una intención reconocible, sirve para  enlazar distintas series que se caracterizan por una imaginación desbordante y un tanto lisérgica. Los héroes de  Moorcock, y e Ereköse en  no es un excepción, están más cerca del Metal Hurlant que   de la fantasía de espada y brujería clásica.

En esta se encuentran  referencias  a otros de sus personajes, además de recuperar como secundario a alguno de ellos (en el caso de Von Bek) y sobre todo, la subversión de tópicos que ya había  utilizado en  la primera aparición de Corum:  una raza de series, sospechosamente parecidos a los elfos y despreciados por la humanidad que resultan ser  más humanos y merecedores  de simpatía  que los que parecían  ser los héroes de la narración (aunque  también tienen su versión más oscura en los Melniboneses). Y que aquí sirve para desarrollar   tanto la naturaleza de su protagonista  como  para presentar a al que será su interés romántico en los siguientes libros. Si bien esta parte de la trama está más cuidada que en otras ocasiones que lo ha planteado (y no llega al nivel de simpleza, casi absurdo, de los malvados residentes de Granbretan  combatidos por Dorian Hawkmoon), acaba  teniendo un peso menor en comparación a las novelas  posteriores, sirviendo más bien  como muestra de rebeldía  hacia los cánones  tradicionales   que da paso a la narración propia de Moorcock. 

Narrativa muy rápida, poblada de una imaginación desbordante y  muchas veces un tanto surrealista, donde  él mismo aprovecha la ausencia de reglas que se ha inventado para que  encada página tenga cabida  cualquier giro…aunque precisamente esa falta de lógica en muchos casos es simplemente, la marca de Moorcock, un tipo de fantasía con un carácter tan  suyo que se ama o se odia…aunque paradójicamente, sea  a este Campeón eterno al que decide, en la última aventura,  dotarlo de un desenlace más tradicional  pero con cierta melancolía ¿quien puede tener ganas de volver a s ser quien era cuando te has enfrentado a los dioses?

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