H. P. Lovecraft es ese escritor del que, además de sus libros, sus lectores hemos llegado a conocer su vida y empatizado con él más que con muchos familiares cercanos. Su concepción del terror como un universo indiferente a algo tan pequeño como el ser humano, y sobre todo su capacidad para transmitir la sensación de reclusión, de estar fuera de lugar en un mundo difícil de comprender, es algo con lo que muchos en su adolescencia encontrarían en un punto de conexión y que seguramente haría que la enésima lectura de La sombra sobre Innsmouth diera paso a a las biografías de su autor. Unos textos que también van del invento escrito por Sprague de Camp o la mitificación de Derleth, a estudios más serios como los llevados acabo por S. T Joshi o el llevado a cabo por Roberto Garcia Alvarez en El caminante de Providence. Bien por haber sido responsable de una rama del terror moderno, bien por la influencia que tuvo en muchos lectores y escritores a muy temprana edad, varios de estos han quedado fascinados por su figura, llegando a establecer algo similar a un vínculo con los Mitos de Cthulhu, pero también, posteriormente, teniendo que afrontar una de las facetas más controvertidas del autor.
En Exegesis: Lovecraft, Qais Pasha analiza, a través de un documental, su relación con este a lo largo de los años, recorriendo sus primeras lecturas, pero también la vida de Lovecraft y como este ha influido en muchos escritores que comenzarían su carrera en el siglo XXI. Pasha, de origen paquistaní pero afincado en Quebec, desarrolla junto a Joshi y con la participación de Paul Tremblay y Silvia Garcia Moreno, entre otros, un análisis de la influencia de H. P. L. en su formación como lectores y escritores, y sobre todo, cómo cambiaría esta por uno de los aspectos más difíciles: su posicionamiento en cuanto al racismo y lo que supondría para una generación de creadores que, pese a sentirse identificados con el desarraigo y la atmósfera de otredad reflejada en los Mitos de Cthulhu, están más cerca de los recién llegados que aterrorizaban a H. P. L. que del ideal de erudito de Nueva Inglaterra.
El documental de Pasha es muy personal. No solo por enfocarlo en como ha influido a lo largo de su vida sino por el nivel de realización. Este no se limita a ser una recopilación de entrevistas y tomas de localizaciones, sino que mezcla distintas piezas de aanimación recreando momentos biográficos de la vida de Pasha o de H. P. L, representado este último mediante una máscara que evoca los in evitables tentáculos asociados con su creación más famosa.
El aspecto personal es uno de los más importantes. Pasha , así como Joshi, mencionan su desarraigo cultural (hindú y paquistaní que se sienten mucho más cómodos en un país de adopción en el que también son foráneos), como nexo de unión con los protagonistas lofecraftianas, por también analizan, hacia la mitad del metraje, las consecuencias de sus opiniones xenófobas: estas, previamente expurgadas de las ediciones que Derleth llevó a cabo de sus cartas (una cosa es unánime, a nadie le cae bien August Derleth), han sido actualmente expuestas y condenadas, y, en el caso del director, matizadas. Primero, mediante una confrontación que podría resumirse en “se le ha caído un mito”, que avanza a un análisis mucho más imparcial y alejado de la cancelación, en la que se contextualiza su forma de pensar según su época y circunstancias, así como la evolución que en sus últimos años, antes de su fallecimiento, empezaba a entreverse.
Igual un poco intensito sí que es
La influencia de H. P. L. también es uno de los temas planteados: tanto en los autores que participan (en el caso de Silvia Garcia, describe la redacción final de su tesis como una ruptura), como en la cultura popular. Vencidos los derechos de la obra desde 2007, esta circunstancia, así como la generalización de internet, ha facilitado su expansión, siendo una fuente de inspiración para múltiples juegos y referencias con un impacto mucho mayor que el que pudiera haberse alcanzado entre el primer fandom o las primeras ediciones del juego de La llamada de Cthulhu. Teniendo en cuenta que también se recogen testimonios de esos primeros aficionados que desarrollaban trabajos amateur sobre los Mitos, y como se popularizaban sus relatos a partir de círculos muy aislados entre sí, se hace mucho más patente esa diferencia generacional entre los lectores de los sesenta, quienes lo descubrieron hacia los 80 y 90, y la expansión que tendría posteriormente, con la generalización de la cultura friki.
En Exegesis: Lovecraft, no va a encontrarse una biografía pormenorizada de este, pero si una aproximación muy interesante a la influencia de un escritor en el mundo del ocio y de la ficción moderna, y sobre todo, en la formación de un relevo generacional de escritores que se han inspirado, analizado y asimilado su narrativa. Así como una prueba más que, independiente de su calidad estilística, popularidad o falta de esta durante de su vida, su legado abarcaría no solo el siglo XX sino el siguiente. No está mal para alguien que consideraba a la humanidad poco más que una mota de polvo en un universo inabarcable.
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