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jueves, 14 de julio de 2022

Arthur Machen. Los tres impostores (1898) ¿Has encontrado al hombre de los anteojos?

 


Aunque el nombre de Machen haya quedado vinculado a ser uno de los antecedentes reconocidos de H. P. Lovecraft, El gran Dios Pan se considere una lectura complementaria a Los mitos de Cthulhu y Vinum Sabbati un relato habitual de las antologías de terror clásico, la labor de este es mucho más amplia y su producción literaria  merece estar en cualquier biblioteca. Precursor del terror cósmico, cultivador de buena parte del folk horror, miembro de la Golden Dawn y creador indirecto del mito de los ángeles de Mons (¡como si una ficción pudiera salvar a nadie de semejante carnicería!), se le puede considerar un clásico del fantástico además de uno de sus innovadores.


Una prueba  de ello es la novela corta Los tres impostores. Novela, o colección de relatos con un hilo conductor común donde, previo a la reunión de tres personajes que se jactan de haber llevado a cabo  un ajuste de cuentas, dos intelectuales, Dyson y Phillips, tienen un encuentro en que narran como un hombre de bigotes y anteojos parece huir apresuradamente de algo, dejando caer un objeto en su carrera: este, un tiberio de oro, es la última moneda de su clase y servirá como hilo conductor a las historias que se narrarán a continuación, en distintos encuentros, por varios  personajes a los protagonistas involuntarios de la historia, asegurando todos ellos encontrarse en peligro. Estas van de lo improbable a lo inverosímil, pero todas coinciden en su desenlace.  Cada uno de los narradores busca, o asegura ser perseguido, por un hombre con bigote y anteojos. En cada caso, un antiguo ladrón, un hermano desaparecido, o un detective de incógnito. Una coincidencia que hace pensar que alguno de ellos, cualquiera de los narradores, pueda estar mintiendo.


El club de las portadas feas

Desarrollada mediante una estructura cíclica (el hilo conductor finaliza en el mismo punto de su comienzo), este se convierte en una peculiar novela antológica donde  cada encuentro fortuito sirve para desarrollar una serie de relatos que seguirán un arco similar: estas irán volviéndose cada vez más siniestras, culminando en una situación abiertamente terrorífica, para retomar una vuelta hacia lo real. El primero, una narración sobre confusión de identidades en el Nuevo Mundo, da paso a una historia sobre la influencia del mundo féerico y su explicación como algo más antiguo, a un encuentro  con los antiguos ritos de brujería (la Novela del polvo Blanco no es otra que Vinum Sabbati), para regresar al realismo, primero mediante el humor negro de lo narrado por un presunto tratante de objetos preciosos, del final de un coleccionista de objetos de tortura, la revelación de la identidad y tráfico final de ese joven de anteojos al que todos parecen achacar una identidad distinta y parece ser la principal víctima.


El estilo, además de la descripción de unos personajes conductores algo más movidos que los académicos de James, y que aparecerían posteriormente en otro texto de Machen, busca la recreación de una atmósfera, donde cualquier entorno parece ser eminentemente hostil: las calles abarrotadas de Londres, los asentamientos en unos Estados Unidos por descubrir en su totalidad, una mansión en el campo o una casa abandonada en la ciudad. Lo siniestro puede estar en cualquier lugar y venir provocado por la mano humana o prehumana. A aunque, si bien suponen una amenaza para aquellos  que se adentran en ese terreno de lo desconocido, lo es menos en comparación al tratamiento dado con posterioridad en el terror, donde el cambio de siglo, la evolución artística, y sobre todo, como afectó el primer conflicto bélico  moderno a la sociedad  se hace mucho más evidente.

Aunque el concepto de novela de relatos no es nuevo, la estructura de Los tres impostores, jugando con esa figura fija e inalcanzable y encuentran y persiguen protagonistas y antagonistas, sí resulta novedosa, además de la impresión de continuidad que supondrá el retorno de sus narradores principales. Y, pese a no ser el autor que más se ha prodigado como adaptación al cine, los tres misteriosos sujetos, el hombre de anteojos y esos relatos que podrían ser o no un embuste, habrían sido un material más que notable en una película antológica de la Amicus.

3 comentarios:

Anacrusa dijo...

Machen es, como dices, uno de esos autores que entre los fans del género es bastante conocido. Sin embargo, creo que es bastante poco leído, más allá de los típicos relatos suyos que siempre aparecen en antologías de terrores cósmicos y pastiches de Lovecraft. Yo leí El dios pan en una antología de Oxford y poco más. Relatos sueltos aquí y allá. Por ejemplo esta novela de la que hablas ni me sonaba. Pasa lo mismo con Algernon Blackwood y Lord Dunsany. De este último no hay tampoco ediciones chulas en inglés. Como casis siempre sucede con estas cosas viejunas, la mejor manera de leerlo es Valdemar xD. O en el caso del libro del que hablas en esta entrada, Alianza Editorial. Si consigo una copia vieja de Alianza se viene para casa xD.

La estructura cíclica y el narrador no fiable son recursos que de entrada me gustan bastante. Algo parecido a lo que hace Perutz en De noche, bajo el puente de piedra. O en otro rollo más de fantasía, El señor de la noche de Tanith Lee. En fin, que otro libro más que se suma a la lista de pendientes. Desde que se me atragantó La colina de los sueños no le hago mucho caso a Machen. Habrá que cambiar eso xD.

José Miguel García dijo...

Creo que este fue el primer libro de Machen que leí en mi vida, y seguramente me lo compré a raíz de leer alguno de los relatos incluidos en el mítico libro "Los mitos de Cthulhue" de Alianza. Ahora bien, pese a esta vinculación con Lovecraft (que lo admiraba bastante, como declara en "El horror sobrenatural en la literatura"), en realidad el modelo de Machen fueron las "Nuevas Noches Árabes" de Stevenson, solo que volcando la aventura distendida de este hacia el terror. Es curioso que no recuerdo haberlo releído apenas, pese a que este escritor está entre mis favoritos, al contrario que otras antologías de relatos o su novela corta "El terror". Y mi recuerdo es estupendo. Por cierto, que por una vez la portada de Alianza no es de las más afortunadas.

Renaissance dijo...

Anacrusa: Si hubiera una lista de clásicos trillados no nos quedaría más remedio que incluir El hombre de arena de Hoffman, Vinum Sabbati de Machen, y por supuesto, El vampiro de Polidori. En el caso de Machen o Blackwood, parece mentira que con lo de ser precursores del horror cósmico los hayan dejado reducidos al polvillo blanco (que mal sonaría esto si en vez de aquí, se dijera en Ibiza o Vilagarcía XD) y al Wendigo. Hodgson se ha ido librando gracias, una vez más, a Valdemar, con los que por suerte pude leer varias de sus novelas, más la edición de Carnacki de Ultima Thule.
La estructura de Los tres impostores me ha gustado mucho, por el giro, y el depender de unos narradores que no son en absoluto fiables, especialmente hacia los segmentos finales, donde estos, una vez narrada su historia, parecen cambiar de registro y los protagonistas empezar a ser conscientes de que algo está sucediendo.
Hace un tiempo también había leído El señor de la noche de Tanith Lee, y además de descubrir que forma parte de una serie de libros y relatos que comparten mundo creado por la autora, me gustó su forma de crear un conjunto de mitos sobre la creación de una tierra. Ahora no me escondo cuando digo que ojalá Anne Rice tuviera la mitad de talento que esta mujer XD.

José Miguel García de Fórmica-Corsi: aunque hace muchos años había leído El terror (me pasa algo parecido: nunca volví a releerlo hasta hace poco), esta fue la primera lectura de Los tres impostores y donde empecé a pensar que igual a Machen lo había dejado de lado demasiado pronto...al igual que a muchos otros (al mencionar a Stevenson, acabo de darme cuenta que he llegado a 2022 sin leer El club de los suicidas).
Como curiosidad, también he vuelto a releer El terror, aunque la idea de ambos libros salió de una conversación donde comentábamos cómo había afectado la Gran Guerra a la ficción fantástica, y que la diferencia entre Los tres impostores y El terror, escrito ya en 1917, era un buen ejemplo de ello.

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