En algún lugar de Estados Unidos, a finales de los años treinta, un hombre esconde un cadáver en el suelo de una casa. Mientras esta es consumida por el fuego, él se refugia en un autobús, sin más pertenencias que unos centavos y una radio. El final de la ruta le lleva a una feria ambulante, donde por un jergón y una comida caliente desempeña pequeños trabajos hasta encontrar un puesto estable. De Madame Zeena y Pete, una pareja de ilusionistas cuya carrera ha visto mejores tiempos, aprende los primeros trucos del oficio y asiste a una representación del que fue su número estrella. Stan Carlisle ve en este la oportunidad de conseguir fama y fortuna. Con solo su memoria, una serie de códigos y la ayuda de Molly, una de las feriantes, como ayudante, podría desarrollar un espectáculo con el que la gente se asombraría ante sus poderes adivinatorios. Salvo que debe tener en cuenta que en el mundo del mentalismo nunca se debe pretender el ser capaz de hablar con los muertos. Aunque fingir esa facultad suponga la aparición de una oferta que Stan, cegado por la codicia, no sea capaz de rechazar.
Siendo uno de los cineastas más comprometidos y con mayor pasión por el fantástico, sorprende este giro hacia el thriller sin elementos sobrenaturales (aunque no pueda evitar aportar algo de su sello en algún momento). Pero la novela de William Lindsay Gresham en la que se basa, se ambienta en un escenario lo bastante fascinante y en el que, de manera indirecta, habita lo que es distinto: una feria ambulante a finales de los treinta, en la que el concepto de espectáculo toma un matiz un tanto sórdido y donde los trucos básicos se combinaban con la muestra de anomalías convertidas en espectáculo. Algo que Todd Browning retrató con una cercanía y humanidad inesperada en La parada de los monstruos y que se convertiría en una parte más de la imaginación popular en el siglo XX. Y que en la primera parte de la película refleja con todo lujo de detalles. Sin mencionar más que una fecha de pasada, recrea de forma vívida los últimos años de la Gran Depresión donde todo parece tener un aspecto usado una y mil veces, el barro en el suelo es una parte más de los escenarios de la feria y un baño caliente es un lujo, donde algunos decorados de la feria brillan con unos colores y formas irreales y todo lo que parece imposible tiene detrás una explicación racional. Sean un truco de mentalismo o como conseguir que alguien acepte el puesto de engendro (geek en el original) en la feria.
Un día cualquiera de 2022, tras leer las noticias
Es en este escenario donde se desarrolla la primera caracterización de su protagonista. Entre los integrantes de esa feria que van desde viejas glorias del espectáculo, una joven artista e interés romántico de Carlisle, o la improbable familia que estos forman, con una historia detrás y donde no todo es blanco ni negro. Incluso el poco escrupuloso propietario, siendo hasta entonces el personaje con más matices inquietantes, parece más un superviviente que alguien abiertamente negativo. Además de hacerme pensar que perfectamente podría haber sido el abuelo del Bobby Peru de Corazón salvaje.
Puede que El callejón de las almas perdidas no esté a la altura de El espinazo del diablo o El laberinto del fauno, pero es una película que refleja una vez más todo lo que le gusta a del toro. Se ha atrevido con el cómic, con la novela gótica, con el Kaiju…¿por qué no con el noir? Aunque en este, también haya monstruos. Pueden ser la peor versión de uno mismo, o, como se intuye cuando Carlisle lleva a cabo su último número, también pueden llevar un traje elegante y una cartera llena.
7 comentarios:
Después de leer tu entrada me ha entrado curiosidad por ver la peli. A Guillermo del Toro, no sé por qué, nunca le he hecho mucho caso. Recuerdo haber visto Blade 2, El laberinto del fauno y una serie de hace unos años, The Strain, que empezaba muy guay y luego se quedaba en nada. Luego hay pelis que empecé y que nunca terminé de ver, como El espinazo del diablo, pero no por nada, sólo porque las dejas a medias por falta de tiempo. El rollito noir que comentas me tira bastante. A ver si entre tanta italianada y peli ochentera le hago un huevo al bueno de Guillermo, que sólo por dedicarse al fantástico, ya se me rece una oportunidad.
The Strain había empezado como trilogia de libros, escrita con Chuck Hogan, y pasó a serie que poco se parece (y donde se nota mucho que renovaron temporada en el último momento). Como director me gusta mucho más y solo por lo que le gusta el fantástico, tiene mi simpatía.
Me han comentado que como adaptación del libro no es tan buena como la del 47, por lo que igual me animo a ver la "original". Que con una película del siglo xxi al mes es bastante a ver si me voy a modernizar. XD
La tengo en pendientes. A ver si dirige de una vez Las montañas de la locura.
Un abrazo.
Estoy deseando ver esa película, se me escapó en el cine y no me lo perdono
Rocio G Tizon: me he resignado y creo que lo más cerca que vamos a estar de un horror gigante filmado por Guillermo del Toro es Pacific Rim.
Malindha Erba: me pasó lo mismo, no pude ir a verla en pantalla grande y tuve que recurrir a verla en la tele.
Guillermo del Toro me atrae bastante, aunque hasta ahora creo que no ha llegado a rodar esa obra maestra que uno intuye que encierra dentro de él (y eso que "Cronos" o "El laberinto del fauno" son espléndidas). Pero en este caso, y aunque acabaré picando, me cuesta trabajo asomarme a su versión de esta historia. Pesa demasiado el recuerdo de la novela y, en especial, el de la extraordinaria versión de los años 40, con un Tyrone Power en el papel de su vida. Pensar en Bradley Cooper haciendo el mismo personaje y en que el remake, como era de esperar, tiene 40 minutos más que la otra adaptación, se me hacen muy cuesta arriba...
Me han comentado a menudo que esta versión no le hace justicia al original, tanto la novela como la película de Power. Esta última me gustaría verla más adelante, porque el cine anterior a los 50 ni es mi fuerte, pero siempre me sorprende como se las arreglaban para moverse dentro de los límites del código Hays.
Y si, desde hace un tiempo me cuesta muchísimo aceptar y ponerme a ver estas producciones que superan las dos horas de duración. A veces creo que hay qie ser mejor cineasta para contar algo en 90 minutos que en dos horas y media (hace un mes fui al cine a ver la nueva de batman, y entre la duración, y un fallo en el proyector hacia el final, que lo retraso unos 20 minutos, pensé que me quedaba a dormir alli)
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