El desenlace de Harry Potter supuso el final de una saga, pero no de la franquicia. En 2016, con la excusa de los estudios de zoología fantástica de Newt Scamander, se estrenaba una película pensada para un público que si bien había crecido con los libros, ya no eran niños. Esta estaba centrada en el pasado del mundo mágico donde los personajes que se dieron a conocer en Hogwarts todavía eran muy jóvenes o no habían nacido, pero sus acciones tendrían repercusión en lo que sucedería años después con la entrada en Gryffindor de Harry. La precuela solo ponía en marcha los acontecimientos que como era de esperar, necesitarían una entrega más para poder desarrollarse.
Poco después de lo sucedido en Nueva York, Newt Scamander ha vuelto a casa. Gellert Grindelwald se encuentra en prisión y han comenzado los preparativos para su traslado. Pero la sociedad mágica todavía se encuentra dividida entre aquellos que pueden utilizar la magia y los que no, dificultando la posibilidad de convivencia. Esto es algo que Scamander comprueba tras la visita de Jacob y Queenie, a quienes conoció tras su aventura en Estados Unidos, y cuya situación se ha complicado desde entonces. Pero esto es solo una parte muy pequeña de todo lo que Newt tendrá que enfrentarse. Grindelwald ha escapado, ocultándose en las calles de Paris, donde planea llevar a cabo sus planes. Credence, el mago que desconoce sus orígenes y su verdadero poder, se oculta en un circo de donde planea huir con Nagini, el maledictus serpiente. Y muy pronto será la boda entre el hermano de Newt y Lita Lestrange, aunque parece que ella también esconde un secreto que puede cambiar el curso de la historia.
Al igual que su primera parte, la película es capaz de enganchar desde el primer momento por su puesta en escena. Ya en la anterior el hacer retroceder la acción a los años 20 sirve para recrearse mucho mas en el aspecto anticuado de la sociedad de los magos, que ahora parece no tener límites mostrando no solo Londres, sino también las calles ocultas de un París solo conocido por ellos, donde no dudan en rodar secuencias como un circo de seres míticos o una conspiración oculta en el cementerio de Père Lachaise (algo me dice que había por ahí algún guionista que se leyó muchos folletines. Aunque a mí me ganaron como público desde el momento en que el ministerio francés de la magia estaba vigilado por gaticos gigantes).
En este caso, es más interesante el desarrollo que realizan del mundo de los personajes que su propia historia: este va orientándose a un público más mayor, de modo que esta es más cercano a una fantasía urbana con toques anacrónicos que a las aventuras de internado británico que sirvieron de origen. Los vestuarios, entre lo antiguo y lo intemporal, así como los escenarios, tienen un tono muy oscuro, y parecen haber conseguido que los hechizos que se lanzan con una varita resulten algo amenazador.
La fascinación que puede despertar esta recreación juega en contra de un guion y personajes que se quedan en segundo plano. Aunque el Newt de Eddie Redmayne siga resultando entrañable, este poco hace que ir de un lado a otro junto a un Jacob que queda lejos de aquel no mago fascinado por un mundo desconocido. Johnny Depp resulta mejor parado como un Grindelwald más comedido y extrañamente ajeno a lo excesivo de los personajes que interpretó con anterioridad. Es el desarrollo de la historia lo que sale peor parado, salvo el hacer avanzar partes de esta de cara a la tercera película. Los animales fantásticos que aparecen solo sirven para ser útiles en un momento en que los protagonistas deben salir de un problema, y la mayor parte de giros consisten en personajes descubriendo hechos inesperados de sus pasado: "¡Soy tu hermano! ¡No! Mi hermano murió en un naufragio ¡Yo vengo a vengarme de tu hermano! ¿Pero no e acaban de decir que su hermano se ha muerto? ¡Bueno, pero sacamos otro hermano perdido por ahí!". Así, durante un buen rato hasta el punto en que parece un culebrón de los ochenta en lugar de la saga de fantasía con la que muchos crecieron. Junto al uso continuado de personajes que se mencionan en los siete libros, donde parece que todo el rato hay que encontrarse con Dumbledores, Lestranges, Naginis y todo lo que hubiera sido canon, de modo que el guion acaba con cierto punto de fanfic demasiado intenso.
Los crímenes de Grindelwald termina con un cliffhanger que evidencia que ha funcionado bien y que habrá una tercera parte, guste o no. Esta es probable que ofrezca la misma escasez de sorpresas y novedades en la trama que sus predecesores, aunque al menos está la certeza de que mantendrá una bonita puesta en escena.
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