Desde Battlestar Galactica, Syfy no ha
brillado especialmente con sus series: tiene una producción
abundante, algunas de las cuales por encima de la media, pero nada
que de demasiado que hablar. Bueno, en mi caso sí que incluiría
aquí Z Nation por sus propios y alocados motivos. Por eso cuando
anunció una serie antológica basada en en distintos creepypastas
(historias de terror breves que circulan por la red), la idea era muy
llamativa...aunque solo fuera por unas cabeceras publicitarias que
recordaban un montón a American Horror Story.
Candle Cove fue la historia que sirvió
para inspirar la temporada de estreno. En ella, un grupo de de
personas distintas descubren en una conversación cualquiera que un
programa infantil que apenas recordaban tenía un matiz mucho más
extraño y su existencia resultaba todo un enigma. El relato, muy
breve y ligado a un giro final donde radicaba su efecto, se ve
ampliado y levemente modificada en el guión: ahora es una parte más
de la infancia de Mike Painter, un psicólogo infantil que tras
sufrir una crisis nerviosa, regresa a su antiguo hogar, un pequeño
pueblo marcado por el asesinato de varios niños hace décadas y
donde desapareció el hermano del protagonista. Y también, el único
pueblo donde los habitantes más jóvenes veián entonces un programa
infantil llamado Candle Cove. Pograma que ahora, al poco de la
llegada de Mike, aparece de nuevo en las pantallas, provocando en los
niños un comportamiento muy extraño.
Uno de los principales atractivos de la idea era basarse en una historia con la que se podrían centrar mucho en lo macabro o lo irreal. Y en un género que al menos en televisión no se prodiga demasiado: Walking Dead es de supervivencia. American Horror Story solo tiene de horror el título y aunque Outcast estaba más centrada en lo terror, adolecía de una lentitud excesiva. Una miniserie más breve y con un objetivo más definido parecía una opción con muchas posibilidades. El resultado fue curioso, pero también muy irregular.
Por un lado, la atmósfera es un poco
extraña, y a menudo parece como si el propio Channel Zero hubiese
sido filmado hace varios años: las secuencias son muy estáticas, y
los escenarios y situaciones más sutiles compensan la falta de
espectacularidad. Algo tan sencillo como una fábrica abandonada o
una máscara de papier maché sustituye con creces los efectos
especiales y es muy adecuada para ilustrar un punto de partida como
el proporcionado por le misterioso programa de tv.
Por otro, los aciertos que pudiera
tener quedan muy lastrados por una trama y unos personajes muy
erráticos. Estos últimos se limitan a moverse por los escenarios
con una total indiferencia ante situaciones que desafían toda
lógica. Especialmente el protagonista, quien supera al resto en
cuanto a inexpresividad y en la capacidad de asistir a cualquier
choque emocional con cara de poker: ¿Que aparece el cadáver de su
hermano? Cara de poker ¿que su hija desaparece? Como si tuviera
horchata en las venas ¿Que ve cosas raras? Como quien oye
llover..así durante seis episodios en los que este mantiene una
impasibilidad digna de Chuck Norris. Y ojalá hubiera empleado los
métodos de este. Habría sido más divertido.
La trama es también el aspecto más
flojo: más que un punto de partida para el desarrollo de un guión,
Candle Cove se queda en un añadido, a veces muy forzado, para una
historia más tópica sobre niños siniestros con poderes. En la que
a menudo hay que meter con calzador referencias al programa,
aumentando la sensación de que el guión hubiera funcionado
perfectamente sin que este formara parte del título o de lo que
querían contar. Lo de perfectamente es un decir, porque el
desarrollo también es bastante flojo y donde todos los elementos
parecen un tanto artificiosos. No solo con las referencias al
programa, mediante situaciones como el protagonista sacando dicho
tema en una conversación, o que de repente todo el pueblo tenga
claro que un programa de televisión malvado esté controlando a sus
niños. Sino con la trama principal en sí, donde se limitan a que
los personajes acepten lo sobrenatural a pies juntillas o inventarse
algo para justificar la presencia de alguna criatura de aspecto raro.
Que por aportar no aporta, pero da mal rollo y luce mucho.
Como primera temporada, Candle Cove ha
resultado decepcionante: no llega a aprovechar la historia de base y
tampoco ofrece un buen guión, pero los resultados no debieron ser
tan malos si hay firmada una segunda entrega (o eso, o que la serie
tampoco era muy cara), con un nuevo creepypasta sirviendo como
inspiración. En todo caso, si algo bueno tiene estas antologías es
la independencia entre cada temporada, y tal vez el segundo intento
salga mejor. Por lo pronto, las secuencias donde recreaban el
siniestro programa sirvieron también para hacerme recordar a los
Aurones. Que también eran unas marionetas muy cutres, pero no daban
mal rollo. Y creo que estas sí que existían..
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