Con el tiempo y aprovechando otros medios, como los videojuegos, Riddick se ha convertido en un personaje con su propia franquicia. Bastante espaciada, si se tiene en cuenta que han pasado ocho años desde la primera secuela. También ha sido bastante errática la temática en la que se basa, porque lo que empezó como una serie b de ciencia ficción quiso convertirse en space opera, con opiniones bastante encontradas, y finalmente, ha optado por volver a sus orígenes de ciencia ficción tirando a sucia y poco fantasiosa.
Riddick resume brevemente lo sucedido entre el final de Las
crónicas de Riddick y su comienzo: su puesto como jefe de los Necróferos ha
durado muy poco, porque estos han aprovechado su intento de encontrar Furya, su
planeta natal, para abandonarlo en un lugar apartado de la mano de dios y
cambiarlo por un lider que vaya mejor con sus ideas. El nuevo planeta además de
desértico, cuenta con criaturas bastante hostiles, pero este aprovecha su
capacidad de supervivencia para adaptarse a su nuevo entorno. Sin embargo, algo
ha cambiado por el camino, y el que antes era un criminal despiadado ahora
llega a ganar un compañero al ocuparse de un cachorro perdido. El viaje de
ambos hacia el borde fértil del planeta se ve truncado cuando la proximidad de
una enorme tormenta le obliga a cambiar de planes: deben salir del planeta
cuanto antes, y la mejor forma de conseguirla es informar de su posición a una
banda de mercenarios. Teniendo en cuenta su fama y habilidades, el que estos
lleguen con intención de cobrar una recompensa por él es lo menos importante.
Si hay algo que se nota a primera vista en esta tercera
parte es la intención de olvidar por completo la segunda. Más por el tema de su
temática y ambientación que por el argumento. Que a fin de cuentas, este último
ha servido para darle unos orígenes al personaje y hacer que tenga una motivación,
en este caso, encontrar su planeta. Pero las ganas de librarse de la estética
anterior son tales que todo el tema de los Necróferos se queda en un flashback,
donde se ve cómo es dado por muerto y nunca más se sabe de las tropelías de
esta raza. A partir de entonces, el estilo vuelve a ser idéntico al de Pitch
Black: planetas hostiles, no habitados y un universo bastante anárquico, lleno
de tecnología pesada y poblado por mercenarios y delincuentes. Es una decisión
bastante acertada, teniendo en cuenta que este tipo de ciencia ficción va mucho
mejor con el tipo de personaje que el space opera oscuro de la anterior. En la
anterior hicieron muy buen trabajo a la hora de caracterizar una civilización
extraña, pero habría sido preferible desarrollarla en otra película en lugar de
una posible franquicia que tenía una dirección muy distinta.
Con lo grande que es el universo y no aterriza en un planeta tranquilo, con sombra bajo los árboles y animales sin garras ni veneno, no
También se nota la intención de explotar al personaje y sus
habilidades bastante asombrosas en todo lo posible: durante toda la primera
parte, en la que este se encuentra solo en un planeta, se le ve arreglarse una
fractura él mismo, sobrevivir medio muerto a animales venenosos, cazar, pescar,
hacerse un refugio y en general demostrar unas capacidades que ríete tú de Bear
Grylls. Es interesante explotar un poco la parte primordial de un personaje que
siempre presumió tener mayor instinto de supervivencia que el resto de humanos,
y sorprendentemente, es de lo menos aburrido de la película, aunque
practicamente consista en Diesel luciéndose con el papel que le dio la fama. El
principal defecto es en la segunda mitad, porque las ganas de volver al estilo
de Pitch Black hacen que esta se parezca demasiado a la primera parte. Cuentan
con un escenario similar, una amenaza parecida, y con un grupo de personajes
que va cayendo como moscas. La única diferencia es que su protagonista cuenta
con el favor de un público que lo conoce y se sabe todas las mañas posibles. No
hay mucha emoción, sabiendo que los mercenarios no tienen posibilidades contra él,
y que siendo el protagonista, va a salvarse sí o sí. Tampoco es que el resto de
personajes despierte muchos intereses. O al menos, hasta que empieza a
desarrollarse un enlace con la primera película. Donde Pitch Black contaba con
un poco de todo, estos son tipos que siguen órdenes, donde Katee Sackhoff
cumple con su papel habitual de soldado dura y brutota, y donde la aparición más
interesante es la de Jordi Mollá, como mercenario cabrón y bastante mala
persona. No es que sorprenda mucho después de haber hecho de malo en el 90% de
sus papeles más grandes, pero es divertido verlo.
El resultado de Riddick ha servido al menos para volver a
consolidar en el cine el universo del personaje y devolverlo a su concepción
inicial, pero también ha hecho que este sea muy poco innovador y parecido a lo
que contaron antes. Quizá en una cuarta parte puedan variar un poco y ofrecer
algo más original, porque lo cierto es que el personaje aún no se me ha hecho
cansino. Claro que con una secuela cada cuatro y ocho años, sería bastante difícil.
4 comentarios:
Para hacer otro Pitch Black se lo podía haber evitado, solo se salva el comienzo de la película y Katee Sackhoff.
Se nota que la intención de la película es volver sobre los pasos del anterior, y el exceso de mimetismo la hace un poco aburrida. Sobre todo al conocer las imposibles habilidades de su protagonista. Hubiera estado mejor que intentaran expandir un poco el universo de las películas y no repetir forma.
Renaissance - Es cierto que conociendo las habilidades de Riddick también le quitan todavía más interés, se nota que intentaron olvidarse de la segunda, porque todo la trama de los necróferos, como comentas, se la pulieron en unos minutos.
Sí, durante gran parte de la película una se queda con la impresión de que poco importa lo que hagan los mercenarios porque lo van a pasar mal. Al menos la parte final le dieron un giro un poco más interesante.
Eso sí, con el tema de hacer desaparecer a los necróferos del universo de Riddick, nunca había visto a un guión hacerse tanto el avión respecto a su predecesor.
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