Estoy convencida que así es como nos ven nuestras mascotas
En el último año, muchos directores se han fijado en el tema del fin del mundo. El más sonado ha sido Lars Von Trier, que no dudó en buscarse un planeta que acabara con la tierra, aunque Abel Ferrara también decidió probar suerte con un argumento igual de extremo y un estilo de guión bastante parecido a este: olvidarse del tema como un conflicto en general y centrarse en cómo esto afecta a los protagonistas. Algunos lo llamarán “visión intimista” y otros, con más mala idea, dirán que solo lo hacen porque no hay presupuesto para acabar con el mundo con más efectos especiales. En fin, cada uno se queda con el estilo que prefiere, y por mi parte, he acabado quedando más satisfecha con el planeta Melancolía que con la versión medio ecologísta de Abel Ferrara.
En una película sobre el fin del mundo no hace falta preocuparse por los spoilers, por lo que el argumento, a grandes rasgos, es el siguiente: a las 4.44 de la madrugada, la atmósfera de la tierra va a desaparecer y con ella, todos los seres vivos. Los protagonistas, un actor y una pintora, abordan el tema con todo el estoicismo que les es posible: se han despedido de sus amigos y familiares, hacen meditación, pintan, hablan por skype y esperan pacientemente que llegue la hora. Ah, y también piden comida para llevar. Porque será el fin del mundo, pero estos asiáticos no pierden un momento para dirigir bien el negocio.
Con personajes como estos, en más de una ocasión quise que se terminara el mundo. Y la película
A pesar de lo deprimente del tema, lo que predomina en toda la película es una sensación de fatalismo, y sobre todo, de paciencia. Porque para acabarse el mundo en unas poquitas horas, todo sigue funcionando perfectamente hasta el último minuto, desde Internet, hasta la tv, pasando por los negocios de comida para llevar, los karaokes o los gimnasios. Parece un poco extraño, pero lo explican perfectamente diciendo que es difícil plantearse un día sabiendo que no va a haber un mañana, por lo que todos optan por seguir con su vida como pueden, y unos pocos, recurren al suicidio. Si hay actos de violencia o saqueos, no aparecen…y es que seguramente, tiene muy poco sentido entrar a robar a ninguna parte cuando se sabe que lo que se está haciendo no sirve de mucho.
Los personajes no tienen gran cosa que ver con esto del fin del mundo, y de hecho, podrían haber sido cualquiera. Lo que se sabe de ellos, se va presentando según avanza la película vía conversaciones telefónicas o alguna referencia. Cisco, el protagonista, es el que seguramente lleva peor esto del fin del mundo, se desespera en algunas ocasiones, pero tras descubrir que tiene una hija de un matrimonio anterior, y ver cómo se echa a llorar hablando con ella por skype, es normal. También ha sido adicto y le resulta muy difícil no recaer en las últimas horas de la tierra, seguramente por aquello de “para lo que me queda en el convento..” Su actual pareja parece tenerlo más asumido, con todo eso del tema de la meditación, pero según se los va conociendo, se ve que tampoco son precisamente el colmo de la integridad: además de estos detalles, se sabe que él dejo a su mujer por su nueva novia, bastante más joven y que esta, de madurez, tampoco va muy sobrada. Seguramente la forma de caracterizar a los personajes sea lo más interesante, porque con unos cuantos diálogos se ve la lamentable forma que tiene el protagonista de echarle la culpa a su exmujer por haberlo echado de casa tras descubrir la infidelidad, y su novia no duda en llamar a su madre (otra personaja para darle de comer a parte. Sus treinta segundos de palabrería espiritual y política son para terminar de perder la fe en el género humano) quejándose de lo mala y fea que es la exmujer de su pareja. Todo esto, teniendo en cuenta que ninguno de los personajes se explaya mucho hablando, es un logro.
Por si no fuera poco acabarse el mundo, encima pierde el tiempo viendo la tele.
En cambio, no es una película redonda, y lo que es peor, sus 87 minutos se me hicieron muy largos…Y es que la realización es bastante pretenciosa: más que diálogos, lo que incluyen durante todo el metraje son extractos de entrevistas de determinados personajes, desde Al Gore, por lo de la ecología, hasta al Dalai Lama, además de muchas otras secuencias de las que no tengo ni idea si son tipos de verdad, o si es parte del metraje de la película: la filosofía no es mi fuerte y el cine de autor, tampoco. Se supone que sirve para enmarcar todo el contexto de la historia y de darle el toque global, cosa que también ayudan las escenas de gente en las calles, entre velas, concentraciones y demás reuniones que suponemos que son los últimos minutos que las cámaras de televisión han filmado. Pero por mucho que sea esa la intención, no funciona y todo ese montaje de vídeos variados, y sobre todo, los diálogos-batiburrillo sobre espiritualidad y creencias que se marcan algunos de los personajes, solo hizo que este final fuera desastroso y no cortante.
Lo mejor que se puede decir de este Last Day on Earth es que afortunadamente, no se prolonga más allá de los 90 minutos, pero, y aunque nunca creí que diría esto, su fin del mundo no puede compararse con el planeta gigante, y sobre todo, el fundido en negro que terminó Melancolía.
3 comentarios:
Uff la tengo apuntada pero no se si acabaré viéndola.
Me encanta el gatico!! Y sí, yo también estoy segura de que ellos nos ven así!
Ay, la película me parece que no la veré. Por lo que cuentas se puede vivir sin ella. Dafoe lo mismo me encanta que lo odio. Es un actor que según la película está que se sale y en otras malísimo.
Besos!
Ana.
satrian: si tienes tiempo, es mejor Melancolía. Esta es cortita pero se queda un poco en un quiero y no puedo.
La Minomalice: algunos de mis fotos felinas favoritas implican gatos mirando planetas con desprecio..Seguramente lo harían si pudieran.
No he visto muchas películas de Willem Dafoe al no trabajar en el tipo de cine que me gusta, pero eso sí, donde se sale de verdad es haciendo de Max Schreck en La sombra del vampiro. Aquí, cumple unicamente.
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