Ni vuela ni tiene un imperio financiero. Pero va más chulo que un ocho
A los superhéroes les está yendo bien en el cine, y a Marvel, a los que más. Hoy será fácil hacer cualquier tipo de efecto especial, pero tiene su mérito el hacer funcionar una serie de películas basadas, para los que no conocemos el tema, en unos tipos con mallas que golpean a otros tipos con mallas.
Aunque los dos grandes del mercado (Marvel y DC) tienen sus apuestas fuertes, entre Vengadores y Caballeros Oscuros, son las versiones de Marvel las que han optado por una visión más festiva y menos dramática que la de películas que habían empezado a hacer hace diez años, como La Patrulla X o Spiderman. Lejos de los problemas de los mutantes en la sociedad moderna, o del hombre araña y sus responsabilidades (hm..¿por qué demonios hacen un reboot si la película es del 2002? ¿Es que los chavales de hoy tienen memoria de pez?), las películas de los cuatro últimos años se centran en superhéroes menos conflictuados, buscando más la diversión y la tensión de las peleas que las historias más complicadas.
En el caso de Iron Man, esto se cumple al dedillo, porque en un principio, el protagonista no tiene muchas complicaciones: un genio supermillonario al que no le falta de nada, que se diseña una armadura con más gadgets que un smartphone, y hala, a combatir el crimen. No hay mucho donde rascar, y las ramificaciones y tramas de los comics son a día de hoy tan confusas que hacía falta una adapción algo más sencilla. En este caso, Tony Stark, el susodicho millonario, además de frivollillo y pagado de sí mismo, acaba secuestrado en Afganistán y con una batería nuclear incrustada en el pecho a fin de que unos trozos de metralla no lleguen a sus órganos vitales. A su vuelta, decide diseñarse el traje y de paso, ir descubriendo que su secuestro no fue fortuito. Como un superhéroe sin defectos no tendría mucha gracia, el traje del protagonista tiene un problema bastante grave: la batería que este se ha improvisado es tóxica, y no le queda mucho tiempo para encontrar otra alternativa. Y por si no fuera poco, tiene a una organización de defensa intentando convencerlo para que trabaje para ellos, una empresa de la competencia quiere levantarle los contratos, y un científico ruso quiere vengarse ¡El mundo de la empresa nunca había sido tan divertido!
A grandes rasgos, este sería el argumento de las dos primeras películas de Iron Man. Las dos están muy centradas en cómo el personaje se va haciendo a sí mismo, la evolución de sus relaciones con los demás personajes, y en los problemas a los que tiene que enfrentarse: tanto el diseño de su traje en la primera, como el darse cuenta de que su muerte está muy próxima si no encuentra una solución. Por suerte, Robert Downey Jr se defiende muy bien interpretando a Tony Stark, cosa que hace falta porque prácticamente lleva él solo el peso de la historia: de las dos horas que dura cada película, una parte muy importante son tanto las investigaciones e invenciones del protagonista, como sus respuestas para todo.
Mickey Rourke, sacándose unos cuartos
Los antagonistas son casi anecdóticos en ambos casos, y casi son más una trama secundaria para dar tensión a una película más centrada en los primeros pasos de un superhéroe un tanto particular. En algunos casos se respeta más o menos el origen de estos, como es Obadiah Stane, el ejecutivo que aparece en la primera película. Aunque en la segunda optan por remezclar a dos supervillanos para el papel de Mickey Rourke que, francamente, tampoco hace gran cosa. Habrá quien se queje de falta de fidelidad, pero, teniendo en cuenta que el único enemigo de Iron Man que recuerdo era una especie de chino verde parecido al Emperador Ming, que aparecía en los dibujos de los noventa, tampoco me voy a poner picajosa.
A diferencia de otras versiones de superhéroes, que ya les vienen los poderes dados, o no se enrollan tanto para conseguirlos, las películas de Iron Man han sido de las más introductorias de cara a Los Vengadores que se estrenaron este año: las apariciones de personajes de Shield, como Nick Fury o el agente Coulson, tienen tanta o más importancia que lo que le esté pasando a los protagonistas. Un poco menos de tensión, en comparación con otros casos, pero son igual de divertidas, y sobre todo, ponen mucho empeño en caracterizar a un personaje cuya característica principal es fulminar al que se le ponga por delante con frases inesperadas. Seguramente en Iron Man 3, con las bases del personaje perfectamente planteadas y conocidas, haya más sorpresas. O un mandarín de color verde. Yo me apunto a cualquiera de las dos
6 comentarios:
Ojalá veamos como villano a ese remedo de Ming en las próximas, nombre El Mandarín.
Soy fan de las películas de Iron Man y de la aproximación al personaje que ha hecho Robert Downey Jr.
Yo también me apunto al Mandarín. En la serie de dibujos aquella era muy simpático.
Y Robert Downey Jr. se ha lucido con su interpretación de Tony Stark (y de Sherlock Holmes. Debe ser que volverse friki te mantiene alejado de la droja)
Las dos pelis de Iron Man me dejaron un sabor agridulce. La primera parte de la inicial es resultona, pero el guión y el desenlace es pobretón. Y bueno, como película la segunda no me gustó. Pese a estar considerada peor película me agradó bastante más "Thor" que cualquiera de las de Iron Man.
Eso sí, Robert Downey Junior un grande en su salsa. El personaje le venía que ni anillo al dedo.
Por cierto, se rumorea el Mandarín en la tercera entrega de Iron Man.
Aunque no son el tipo de películas que prefiero, si Robert Downey Jr., me dice ven lo dejo todo. Me vuelve loca este actor. Es muy bueno y, además, ha tenido la enorme suerte de que sus muchos desmanes del pasado le han dejado un poso de dolor en la mirada muy muy atractivo que te deja enganchada a ellos. Y cómo no, tienes un modo tan personal de explicar tu experiencia que a veces creo que me vería hasta una de zombis que son las que más odio si tú me la aconsejaras.
El gato impagable!!
Besos!
Ana.
Ex Nihilo: más que guión pobre, es que las dos películas se basan mucho en todo el tema de la creación de la armadura y sus problemas, por lo que, hasta que no estuviera asentado, no merecería la pena complicar el guión demasiado. Y si sale el Mandarín, una de dos: o es el enemigo más famoso de un superhéroe que conozco poco, o tengo un poder.
La Minomalice: Robert Downey Jr ha sido de los que más suerte tuvo: lo que más recuerdo de él en los noventa eran las contínuas noticias sobre sus entradas y salidas a clínicas de desintoxicación. Menos mal que ahora se ha centrado porque hemos ganado un actorazo. Y si no fuera porque el Sherlock de Moffat le hizo mucha competencia, se llevaría la palma en sus dos interpretaciones de ese personaje.
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