Motivo por el que el programa soviético de conquista espacial con gaticos fue un fracaso: tienen un rango de atención muy bajo.
No hace mucho La Sexta estuvo anunciando la jubilación de Chuck Norris, a favor de emitir cine más reciente. A mí el tema me daba un poco igual, porque la mayoría de estrenos no me interesaban, y cuando una cadena emite cosas como Golpe en la Pequeña China, tiene toda mi simpatía.
Por suerte, de cuando en cuando, y sobre todo, si la cadena en cuestión anda a las ofertas en películas, se puede encontrar algo un poco interesante por lo diferente o poco conocido, y este fue el caso de Sunshine, una película de ciencia ficción apocalíptica dirigida por Danny Boyle.
Aunque este hombre siempre fue un poco peculiar con sus trabajos, ya había pasado por el género fantástico en el 2003, con 28 Días, que además de recuperar el género de zombies Después (Los zombies de 28 Días Después no son zombies, son infectados), dio a conocer al mundo a Cillian Murphy. Unos años después, repite, con una ambientación igual de pesimista, y el mismo irlandés, con lo que empiezo a sospechar que este hombre tiende a interpretar a los tipos más gafes de todo el planeta. Y es que este Sunshine cuenta la historia de un futuro lejano, en el que al sol se agota. Ni supernovas ni Enanas Rojas: a Lorenzo se le ha acabado la batería, y la Tierra se encuentra sumida en un invierno permanente. Los protagonistas forman parte de una misión enviada para llegar al sol y detonarle una cabeza nuclear, cosa que supuestamente serviría para reactivar la estrella y que brillara en condiciones. El viaje hasta el son dos años, y se sabe que previamente habían enviado otra nave, que había desaparecido sin dejar rastro.
No se si son cosas mías, pero es el traje de astronauta más steampunk que he visto en una peli de ciencia ficción
Con este punto de partida, cuentan en principio en las tensiones entre los tripulantes, especialmente, en las rarezas que van surgiendo en cada uno, y en los problemas técnicos (bastante graves) que van surgiendo. Más que hacer una historia de terror espacial, se centran en una idea más abstracta, la del fin absoluto del sistema solar por haberle llegado la hora, y en el drama que supone cualquier fallo técnico, tanto para los tripulantes, que arriesgan su vida, como para el resto del planeta.
Aunque esto sería suficiente para hacer una película bastante redonda y deprimente, al final acaba tirando un poco por el género fantástico, aunque no de forma directa: los protagonistas tienen que enfrentarse a una amenaza exterior, pero no en forma de alienígena, sino derivada de una locura, muy relacionada con la cercanía del sol y la visión de este, que empieza a manifestarse en algunos personajes. Esta idea es interesante, aunque no termina de funcionar muy bien al enfocarla más hacia el tema de “aliens” y persecuciones varias, cosa que al final, acaba por ser irrelevante en relación con cómo se van desarrollando los hechos y el destino de los personajes.
Uno de los personajes hace oposiciones a un tabardillo
Por suerte, este giro no estropea la película, que en conjunto, resulta bastante original por conseguir una historia interesante, apoyándose unicamente en la lucha contra lo inevitable, de las escasas posibilidades de éxito y de salvar a un colectivo por encima de un solo individuo. Si alguien ve la película esperando arsenales y un montón de bichos recorriendo una nave abandonada, se ha confundido: para eso está el Dead Space.
3 comentarios:
A mí el final tan diferente, extraño y atrevido me gustó, y la película en general también.
Tienes razón en que el traje es 100% steampunk. Y mola mucho.
Satrian: El final es bastante adecuado con lo que suele hacer Danny Boyle, y no podía ser de otra manera.
Ibán: el diseño es muy adecuado para los tonos de la película. Eso sí, fotofóbicos, abstenerse.
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