Si hay un tipo de ficción que sea hija de su propio tiempo, es el pulp. Una narrativa, bien en papel, seriales radiofónicos o episodios de cine, que sería imposible separar de la década de los veinte y los treinta, así como de la mentalidad que conlleva: el sentido de la maravilla, el uso de la ciencia como algo imparable y casi mágico, la creencia, hoy un tanto entrañable, en lo bueno y lo malo, sin matices, y la aparición de una serie de héroes tan memorable, como para qué negarlo, simples. Sacarlos de su contexto resulta muy complicado, y no solo por la dificultad de imaginarlos en un escenario que no sea esa década casi idealizada, sino porque los intentos de adaptaciones posteriores no han sido los más exitosos. Fue el mismo destino de aquellos que disfrutaron de un asegundo período de éxito e interés por parte de los lectores, como fue el caso de cierto millonario, aventurero y filántropo que cuya aparición en el cine sería primero un desastre, después una curiosidad audiovisual. Evidentemente, no estamos hablando de Tony Stark ni Bruce Wayne sino alguien un poco anterior…
Es 1936, años después de la primera gran debacle económica y un poco antes de la segunda gran guerra. Sin embargo, poco importa para la historia lo que ha sucedido o sucederá: gente como Clark “Doc” Savage Jr, millonario, inventor y filántropo, así como sus asociados, algunas de las mentes más brillantes en el campo de la ciencia y las leyes, procuran hacer del mundo un lugar mejor. Su trabajo recibe un duro golpe con la noticia del fallecimiento d su padre, víctima de una extrañan enfermedad, mientras se encontraba trabajando por el bien común (la filantropía viene de familia) en la república centroamericana de Hidalgo. Pero hay algo extraño tras la muerte de Clark Savage Senior: el intento de asesinato que Doc sufre, a manos de un indígena, lo conduce a él y sus compañeros al corazón de la selva, último lugar donde su padre había estado. Y donde se encuentran también las tierras que los indígenas le habían legado. Un lugar que esconde una riqueza inesperada, descubierta también por delincuentes dispuestos a todo para obtener sus ganancias.
La película adapta a grandes rasgos la primera aventura de Doc Savage, personaje serializado bajo el seudónimo de Kenneth Robeson (aunque el autor será en gran parte, Lester Dent), cuyas aventuras continuarían a lo largo de más de cien entregas. Estos se caracterizarían por su personaje principal, apodado el hombre de bronce y que representaría ese epítimo de valores intachables: el millonario filántropo, inteligente, atlético y que no solo trabaja por el bien de la humanidad sino que protagoniza todo tipo de aventuras en entornos exóticos. Un tipo de personaje, que si bien años después sería calificado en cualquier taller de escritura como una Mary Sue pero que viviría una segunda juventud durante los años sesenta, gracias a las reediciones d sus novelas (se ve que esto de la nostalgia de la generación anterior no es solo cosa de los ochenta), y que contaría con una adaptación al cómic y su versión c cinematográfica de la mano de George Pal.
Parecía que contar con el responsable de El tiempo en sus manos era la mejor decisión creativa para un personaje tan fuera de su tiempo como lo era Doc Savage, pero el proyecto empezó a sufrir diversos recortes presupuestarios que lo alejarían de la idea original. Desde los exteriores hasta la banda sonora, que se solucionaría con piezas libres de derecho, hicieron que la producción fuera más parecida a un telefilme, y no de los más caros, que a una película que debería relejar la atmósfera de los años treinta, así como los entornos selváticos en los que transcurre. Estos, en cambio, tienen un aspecto de decorado que se nota a kilómetros, donde más que ciudadanos de los años treinta, los figurantes parecen ir disfrazados, y donde un par de inventos dan paso a escenas en una selva de interiores con más indígenas de teatro.
No sería este el mayor revés que sufriría, sino el enfoque dado a un guion excesivamente camp, en el que los camaradas de Savage son poco menos que secundarios cómicos, el villano y sus femmes fatales son más graciosos que amenazadores y cuenta con una de las secuencias de lucha más ridícula que se vieron en mucho tiempo. Un tono en general, más cercano a la película de Batman de Adam West que al serial de aventura, por inocente que este pudiera ser, que el publico esperaba.
Entre decorados, atrezzo, el tono yeyé demasiado poco serio, ni el Doc Savage interpretado correctamente por Ron Ely, desgarrando su camisa a poco que empieza una pelea, salva una película que resultó un desastre, sin más curiosidad actualmente que el ver en la pantalla a un arquetipo que inspiraría con posterioridad, a personajes más referenciales como Buckaroo Banzai. No es una producción de aventuras en condiciones, tampoco una comedia, sino algo que se queda un poco en la tierra de nadie de los proyectos fracasados, pero que por esa cualidad desastrosa conserva cierta fascinación.
Una curiosidad, derivada del paso del tiempo y ese cambio de mentalidad por partida doble que supone el adaptar en una producción fallida de los setenta a un héroe de los años treinta, es la sensación de disonancia que para el espectador actual podría provocar la figura del millonario filántropo.. Estamos en 2023, y la percepción de los oligarcas es mucho más negativa, en el peor de los casos, y muy irónica, en el mejor.
2 comentarios:
A mí lo de "la república centroamericana de Hidalgo" me ha conquistado.
Hay una peli de los cincuenta, "El secreto de los incas", protagonizada por Charlton Heston, que recoge muy bien la nostalgia por los seriales de los años treinta. Que por mucho que digan ahora de la nostalgia de los ochenta, es algo generacional que siempre se ha dado.
Me he tropezado alguna vez con algún relato de Doc Savage, aunque apenas recuerdo nada, salvo que era la versión aburrida del professor Challenger xD.
Tendré que investigar si hay alguna versión italiana de Doc Savage, que el cine de explotación italiano de aventuras lo tengo poco explorado.
Si, la nostalgia generacional es algo que siempre ha estado, y recuerdo el boom, bastante breve por comparación a estos ochenta continuos con los que llevamos los últimos diez años, que tuvieron los durante la década de los noventa. Incluso la nostalgia anterior hacia los cincuenta, aunque en España venía muy falseaHda por la imagen anglosajona y aquí se tendía a recordar algo que no existía (estilo los rockabillys de Tennesse). Como había dicho una vez sobre el tema "es que en Estados Unidos tenían bares de greasers, y aquí, teniamos bares con grises" XD.
He leído varios de Doc Savage, por coincidencia, los 4 primeros y después un ómnibus con los cuatro últimos. Hay mucha diferencia, tanto en la fecha de publicación como en los autores que estaban detrás, y aunque pueden provocar ese punto nostálgico de algo que no se ha vivido, no termino de pillarlos del todo. Seguramente porque en cuanto a personajes de la época pulp, estoy más cerca de Fantomas y el Doctor Mabuse que de cualquier millonario filántropo.
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