Si hay un género del que me cuesta aburrirme, además de los
gatos y H. P. Lovecraft, es el de los zombies. Los ha habido deambulando en las
ciudades, en los centros comerciales, y han traspasado fronteras hasta hacer de
las suyas en España, Francia o Alemania (e incluso en África). Lo que no es
habitual es que estos se salgan de la época actual, y exceptuando los
esqueletos medievales de Army of Darkness, no recuerdo ningún otro intento. Los
guionistas de Exit Humanity decidieron aprovechar este nicho todavía no
saturado por los muertos vivientes, y decidieron plantear una epidemia de cadáveres
ambulantes como cualquier otra en una época tan puntual como es la post-guerra
de Secesión americana.
En este sentido, el argumento no es muy complicado: un prólogo
muy breve da a entender que los muertos están volviendo a la vida, pero que un
diario de más de cien años contiene las notas acerca de una situación muy
similar. Empieza así la historia del protagonista, un veterano de la guerra de
Secesión en cuyos últimos combates empiezan a verse cadáveres de ambos bandos
volver a la vida y devorar a los soldados. Su familia sufre la misma suerte, y
su único interés tras enterrar a su mujer y a su hijo es moverse por los
caminos liquidando a todos los cadáveres que encuentre. Solo en un pueblo vacío
encuentra a otro superviviente, quien le pide ayuda para rescatar a su hermana:
como no quedan pocos vivos, un médico, al mando de un general confederado, los
está utilizando como pruebas para conseguir una cura para el proceso. Y
teniendo en cuenta que se encuentran en la época en la que sangrar a la gente
con sanguijuelas les parecía una buena idea, su procedimiento científico
consiste en ver como a estos los muerden los zombies y esperar a que alguno no
se convierta.
Los cambios de siglo en las ficciones de zombies, al menos
en papel, no son una novedad: un relato de The Book of all flesh los presentaba
en plena guerra civil americana, y Max Brooks en la Guía de Supervivencia Zombie
incluía un apéndice con supuestos casos a lo largo de la historia. Pero en
pantalla sí es algo distinto, y bastante interesante en este caso al jugar con
dos elementos: el plantearlo como un hecho pasado, y el que las características
de un siglo distinto, desde la demografía, bienes disponibles y forma de
pensar, hagan que la manera de enfrentarse a los zombies sea muy distinta a una
ambientación contemporánea. La falta de personajes y figurantes en pantalla
hace que en ningún momento de la sensación de tratarse de una epidemia zombie
al uso, y que la explicación de esta se dirija más hacia lo sobrenatural que al
tema de los virus, más recientes, además de explicar el tema de la Peste Negra de una forma
parecida. Lo amplio de las distancias y
reducido de los pueblos hace que en muchos casos, esto se quede en unos cuantos
zombies dando vueltas por el bosque y que los protagonistas pueden irse
encontrando. Esto, más que deliberado, seguramente sea por cuestiones de
presupuesto, porque practicamente todos los escenarios consisten en bosque,
cabañas aisladas, y el interior de un pueblo abandonado al que sospechosamente,
no sacan mucho.
Otro truco recurrente con el que cuentan es el de narrar los
flashbacks, que hay bastantes, a base de ilustraciones y animaciones. Estas aparecen
en el prólogo y serán algo habitual a la hora de separar las distintas partes
de la trama o de que un personaje cuente lo que le ha pasado hasta entonces. Las
integran bastante bien y como no es la primera película que veo recurriendo a
este truco, no me resulta extraño, además de ser una forma bastante ingeniosa
de poder expandir un poco la narración sin incluir secuencias que resultarían
mucho más cutres al filmarlas. Aunque este truco tiene que utilizarse tirando a
poco, y en este caso, las utilizan más de lo que deberían, haciéndose un poco
aburrido hacia la segunda mitad de la película.
Tanto la ambientación como la forma de narrar tienen
bastante interés, pero es el propio guión el que más flojea: la estructura por
capítulos hace que la acción quede un poco estática, y muchas de las cosas
parecen suceder de forma arbitraria: cuando el espectador empieza a aburrirse
de ver al protagonista yendo de un lado a otro sin hablar con nadie, incluyen a
un secundario que le pide ayuda. Y de paso, esto sirve para presentar a los
malos de turno. Los personajes son bastante planos, y se quedan un poco en
arquetipos de secundario, chica de la película, consejero y matones, más que en
retratos que puedan tener interés. Una lástima, porque contaban como Bill
Moseley haciendo de villano principal. Y quizá sea por ser la cara más
conocida, o por haberse especializado en hacer papeles de loco peligroso, pero
es casi el que mejor parado sale con menos metraje.
Contando con unas ideas bastante novedosas para el género de
zombies, Exit Humanity resulta un poco decepcionante al no saber llevar mejor
la narración, o no explotarlo todo lo que podrían. Pero no llega a ser un
absoluto desastre y se queda en una forma de contar algo distinto en un género
que, por mucho que me guste, tiende a
ser un poco limitado.
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