Puede que me haya costado un mundo encontrar gato para esta entrada...pero acabo de dar con un buen fondo de pantalla
¡Volvemos a hablar de series! Lo que, a día de hoy, y tras cientos de entradas sobre cine, libros y gaticos, se ha convertido en la excepción del blog.
La vuelta al tema es gracias a la nueva temporada de Torchwood, lo que tiene su picaresca por nacer como un spin-off de Doctor Who…que además de mi favorita, es una de las últimas series que ví y sobre las que escribí. Y si las series británicas ya tienden a ser muy cortas y bastante aperiódicas, Torchwood se lleva la palma, ya que después de dos temporadas regulares, y un tanto perdidas en cuanto a calidad e historia, cerraron el arco principal con Children of Earth, que además de acabar con Torchwood como organización, le devolvió la honra a los personajes de Russell T. Davies. Y encima fue una miniseriaza de las que hacen época, todo sea dicho…aunque las malas lenguas podrían decir que con la pésima calidad de las dos temporadas, cualquier cosilla habría dado el pego.
La idea de Torchwood siguió dando vueltas cual Tardis orbitando a la tierra, y finalmente la cadena Starz firmó para hacer otra temporada, trasladando la acción y los personajes a Estados Unidos. Aunque los cambios se iban anunciando, tras los primeros episodios se notaban unas cuantas diferencias con la forma de rodar de Gran Bretaña: además de presupuesto, la narración es mucho más rápida, más a lo grande, y más “de película de acción”, incluyendo esto, un sorprendente número de persecuciones y explosiones. El mayor cambio, en todo caso, ha sido la actitud del capitán Jack: aunque le siga dando a pelo, a lana y a alienígena, si se tercia, y tenga sus escenitas en algún capítulo, está mucho más suavizado y menos presente, cosa que agradezco porque una de las peores cosas del Torchwood original era el exceso, que en la mayoría de los casos se notaba metido con calzador (otra cosa es que me siga preguntando por qué, en vez de omni, Jack Harkness se haya vuelto completamente gay).
En cuanto a la historia, retoma la desaparición e ilegalización de Torchwood tras el incidente de Los niños de la tierra, del que ya nadie habla: Gwen y Rhys viven con su hija, en una apartada casa en la costa, y del Capitán Jack poco se sabe. La acción comienza con la ejecución de un asesino pederasta, que sobrevive ya que, por algún motivo, la gente ha dejado de morir. Esto no quiere decir que se hayan vuelto todos inmortales, sino que la situación resulta bastante horrible: nadie muere…aunque los empalen, descuarticen, quemen o los tiren de un quinto. El sistema sanitario se colapsa y las alarmas de superpoblación empiezan a saltar. Mientras, una compañía farmacéutica prevé hacer negocio vendiendo analgésicos a toda esa gente que se ve condenada a vivir con dolor y los gobiernos desarrollan planes un tanto drásticos para equilibrar la población.
Con un tío así, los de Telecinco tenían la programación solucionada
Hasta la aparición de Gwen y Rhys no se sabe nada del Capitán, que también está investigando por su cuenta y ha descubierto que es la única persona sobre la tierra que sí puede morir (esto no le impide que siga siendo bastante cabras y se arriesgue lo que haga falta), y como era de esperar, los últimos miembros de Torchwood se trasladan a Estados Unidos donde, con la ayuda de dos agentes de la CIA comienzan a investigar lo que sucede.
Con siete episodios por el momento, y unos tres o cuatro que faltan por emitir, el desarrollo me ha parecido que se alarga un poco: en seis episodios finiquitaron algo tan complicado como Children of Earth, y aquí parecen un poco perdidos con tanto agente gubernamental, corporaciones peseteras, y hasta un grupo en la sombra del que de momento, no se sabe nada. Hasta han incluído un flashback del pasado de Jack, cosa que por lo general, me parece un recurso un poco cutre.
En el lado bueno, y es lo que más me ha gustado con diferencia, ha sido el tratamiento de la premisa principal: desde el “día del Milagro”, como lo llaman en la serie, van mostrando las distintas posiciones de los personajes respecto a la desaparición de la muerte: unos se lamentan de que sus seres queridos hubieran muerto un año o un mes antes. Otros, más realistas, se dan cuenta del riesgo que supone un planeta en el que nacen niños pero nadie muere. Y sobre todo, el que se planteen que los que no mueren, pero tienen heridas mortales, tendrán que sobrevivir el resto de sus vidas combatiendo el dolor, como ya le sucede a uno de los personajes, y que una empresa pretenda hacer negocio de esta nueva situación.
Para terminar, otro apunte literario: si Ensayo sobre la Ceguera de Saramago viene a ser la versión seria de El día de los trífidos, de John Wydham, es Miracle Day la versión geek de Las intermitencias de la Muerte?
2 comentarios:
Está claro que la idea es muy buena, que tiene muchas ramificaciones interesantes y desoladoras, pero hay episodios que no aportan prácticamente nada, a mí me está gustando pero no tanto como Children of Earth.
Lo del Flashback de Jack para introducir un personaje de buenas a primeras, mala elección.
A mí me resulta entretenida, teniendo en cuenta que Children of Earth redimió Torchwood como idea.
Lo del flashback, también, una cagada en toda regla: podrían haber introducido al personaje sin más en vez de tenernos media hora perdidos en los años veinte.
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