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lunes, 19 de enero de 2015

Phantasma (1979). El Hombre Alto, y el cementerio poco serio.


Es muy raro que acabe escribiendo sobre mis películas favoritas. Desde que las veo, tiene que pasar bastante tiempo para que las considere así, y casi todas las entradas que subo se refieren a lo que he ido visto o leyendo durante el mes. Pero desde que en los últimos años decido ver por segunda (o tercera) vez alguna de estas, es una buena ocasión para darles el reconocimiento que se merecen, como pasó con La sombra del Vampiro, Cabaret, Legend, y esta vez, a un clásico del terror no tan conocido como otros.

 


Phantasma es una película de finales de los setenta, que todavía conserva parte del estilo de aquella época,  muy pocos medios y lo que ello implica. Don Coscarelli, su director, decidió escribir una historia un poco extraña, donde mezclaba todos los elementos posibles: los arquetipos de la serie B, la ciencia ficción, el terror pulp clásico e incluso el surrealismo y lo inquietante propio de los sueños. Es así como tuvo lugar la historia de Mike, un chico huérfano, que desde el entierro de un amigo de la familia, empieza a investigar en la funeraria local tras presenciar algunas situaciones extrañas. Unas siluetas diminutas y unas esferas cromadas se deslizan a toda velocidad entre los pasillos del tanatorio. El guardián de este parece ser el responsable de lo que está pasando, y ha decidido acabar con Mike. Su hermano y su amigo Reggie creen que son todo imaginaciones suyas, pero tras verlo por si mismos, deciden ponerle fin a lo que pueda haber planeado el hombre del cementerio.

 

 

Si en su momento me gustó por su ambientación extraña y muy básica, donde todo parece suceder por estar decidido de antemano, ahora me dí cuenta que también es una película que ha envejecido bastante bien. Bueno, y que alguna que otra remasterización para la edición en dvd también ha ayudado. Sus personajes son todo lo lógicos que podría ser necesario para la historia, y al menos los principales, están muy bien caracterizados: los dos hermanos sin padres, al que al mayor le viene algo grande lo de cuidar del otro, y el benjamín tiene todas las características de alguien muy nervioso o con demasiada imaginación. Además, el personaje de Reggie, con detalles tan anodinos como el tener una heladería o ser aficionado a la música, se convierte en uno de los más queridos, tanto en la propia película como para los seguidores de las secuelas.

 


También se encuentran hoy muchas referencias en los elementos terroríficos: el más reconocible son los cementerios, los ladrones de tumbas o los resucitados, y muchos de estos parecen una versión, muy libre, de El signo amarillo de Robert W. Chambers. Pero también le debe mucho a la ciencia ficción, pero con más ficción que ciencia y sin complejos, incluyendo como parte esencial toda una trama de alienígenas o de dimensiones paralelas y una explicación imposible a lo que sucede en los escenarios. Y lo  más importante, el planteamiento final de toda la historia como una gran pesadilla, cosa que, aunque también se recurrió a ella en películas anteriores como Los invasores de Marte, aquí es la parte más conseguida: la falta de presupuesto hace que esos exteriores vacíos de figurantes resulten fantasmagóricos, y a lo pulp de la historia se le añade un elemento extraño, sin explicación aparente, que consigue uno de los mejores momentos de la película: las esferas cromadas, salidas de no se sabe donde, persiguiendo a los protagonistas. Estas parecen no tener ningún sentido, ni tampoco el que los protagonistas decidan comportarse de forma heroica e ir por ahí a un cementerio en plena noche. Ni siquiera el que el tanatorio donde transcurren parte de las secuencias parezca absurdamente interminable…pero es eso precisamente lo que le aporta el componente más original e inquietante.

 

¡Todos juntos! "Booooy..!"

Aunque, para inquietante, el que se encarga de darle vida al componente amenazador de la historia es el personaje conocido unicamente como El hombre Alto. Sin apenas diálogo, más que el famoso “Boooy..!” que pronuncia en más de una ocasión, sin más planes aparentes que perseguir a los protagonistas, la interpretación de Angus Scrimm, su 1.93 de estatura y con su traje de empleado de funeraria, se convirtió en uno de los iconos del terror de los ochenta, como pudieron serlo Freddy o Jason. O más bien, algo menos conocido y más sutil, como los cenobitas de Hellraiser.

 

 
Con todos ustedes...¡La moscarda del terror!

Según sus cualidades se notan por derecho propio, también resulta una película muy irregular. Precisamente estas ventajas hacen resaltar muchísimo más las limitaciones con las que cuentan. Porque, si los personajes principales funcionan perfectamente a nivel de caracterización e interpretación, muchos de los secundarios no hay por donde cogerlos: la mayoría parecen ser amigas o familiares del reparto, puestas ahí para cubrir un par de minutos y recitar maquinalmente unas líneas mirando a cámara. No es que Michael Baldwin tenga una interpretación de Oscar, pero los otros son tan amateur que resulta muy chocante. Los efectos, en la mayoría de los casos, son muy solventes, consiguiendo situaciones muy logradas como el de las esferas flotando o moviéndose a toda velocidad…pero también hay otros, como un insecto presuntamente horrible que aparece de la nada, que acaba produciendo risa. No por notarse que sea un muñeco, ni por mal hecho…es que la moscarda en cuestión parece un peluche. Y uno bastante feo. Y el que los personajes dediquen el resto de la secuencia a correr moviendo una chaqueta termina de estropear bastante la situación.

 


Como gran parte del cine de terror a partir de la siguiente década, Phantasma dio lugar a varias secuelas, un desastre en toda regla para todos los logros que muchas producciones habían conseguido. Por suerte, las cuatro entregas hasta el momento fueron cosa de su director, que pudo tener bastante cancha (excepto alguna tontería que le mandó la productora) para poder seguir la historia como quiso. Si esto hizo que el Hombre alto siguiera manteniendo un carácter tan amenazador como en la primera entrega, también supuso que la idea perdiera frescura, al empeñarse en proporcionar una lógica a la trama inicial que no termina de convencerme. Y de convertir a Reggie Bannister, uno de los secundarios, en una especie de héroe similar al Ash de Posesión infernal que se pasa toda la franquicia vestido de heladero. Lo cierto es que de todas las de entonces, esta es la que menos secuelas ha tenido, con una quinta a punto de estrenarse…aunque estos efectos de telefilme del canal Syfy que ofrecen en el trailer echan bastante para atrás.
 

 

Al margen de sus secuelas, y aceptando las limitaciones de la Phantasma original, es una película muy efectiva, especialmente si se disfruta de esos ambientes un poco pesadillescos conseguidos de forma involuntaria, de esas referencias tomadas de todo tipo de narraciones y escenarios anteriores, y especialmente, si los cementerios, por sí solos, se siguen teniendo en cuenta para poder plantear una historieta de terror de las auténticas.

 

2 comentarios:

satrian dijo...

A mí la primera me gustó, sigo acordándome de la esfera metálica que tanto molaba entonces.

Renaissance dijo...

Es uno de los elementos más interesantes de la película, y no me extraña que en las siguientes las favorecieran en lugar de los enanos. claro que en las siguientes, hasta zombies salen.

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