Series de tv, libros, cine...y una constante presencia gatuna

jueves, 29 de agosto de 2019

Philémon. Fred y el surrealismo para toda la familia

El cómic francófono siempre ha tenido presencia y buena salud en su país vecino. Muchas páginas de la revista Mortadelo compartieron episodios con páginas de Asterix, Iznogud, alguna reedición de los Pitufos y con Spirou, que en el fondo era una de las influencias más directas que tendría el personaje de Ibañez. En cambio, algunos se quedaron dentro de las páginas de la revista Pilote, con muy poca presencia en España durante varias décadas hasta poder ser objeto de publicación, pero ya como un clásico en tapa dura, y no como una sección más en una revista de historietas. 

Philémon, el personaje creado por Fred y protagonista de una serie de álbumes bastante amplia, ha tenido la suerte de ser publicado en este formato, y con bastantes años de retraso. Pese a ser tocayo del jefe de Mortadelo, sus aventuras poco tienen que ver con ese estilo de historieta, aunque la temática sea también fundamentalmente humorística: Fred es un chico de quince años que vive en el campo con sus padres y su asno Anatole. Dotado de una gran imaginación, es por ella por la que la mayoría de sus aventuras pasan desapercibidas en su entorno al considerarlas invenciones del chico. Y no es para menos, porque la aldea y los alrededores en los que él suele llevar a cabo pequeñas tareas o pasear con Anatole pueden esconder la guarida subterránea  de un hipnotizador que ha secuestrado a toda la aldea para convertirlos en artistas de circo, un pozo que desemboca a la primera A del océano Atlántico (si alguien se lo pregunta, la T es una isla muy popular entre los turistas y al punto de la I llega cada anochecer un búho que hace las veces de faro para los barcos) e incluso un par de viajeros del tiempo despistados.

A menudo las presentaciones resumen las aventuras de Philémon como surrealismo para todos los públicos. La definición, aunque suene cómica, es muy acertada, porque en las viñetas dibujadas por Fred no hay otra cosa que un humor muy blanco, que todavía recurre al estilo de los cuentos clásicos en los que la trama se limita a un personaje que va por el bosque y encuentra algo, pero también lleno de fantasía y donde no hay límite a lo que pueda suceder. Ni tampoco lógica, y muchos de sus personajes, anecdóticos o recurrentes, se comportan y expresan con la extraña coherencia de los sueños. Los guiones, en muchos casos, recuerdan a las aventuras de Little Nemo, a la atmósfera de Alicia en el País de las Maravillas, pero también a Los Monty Python, donde en más de una ocasión, no se corta a la hora de jugar con los collages y con la ruptura de la cuarta pared, y, quizá a posteriori, a las marionetas y las situaciones protagonizadas por estas en los sketchs de Telegato. Cada aventura, de carácter autoconclusivo, salvo alguna referencia a personajes o historias previas, sigue un poco esa estructura, donde un día corriente se transforma en una situación fantástica, y donde los secundarios, o bien descartan la aventura de Philémon como un exceso imaginativo, o se encuentran con lo inesperado de frente, recurriendo a menudo al cliché humorístico del desmayo en la viñeta final.

El dibujo queda lejos de los personajes y escenarios pulidos y detallados. Muy básico, con colores muy planos (algo habitual antes de la época de las opciones de relleno digital), a menudo consistían viñetas donde los personajes, de ojos enormes, aspecto muy caricaturesco y a menudo dotado de enormes barbas para facilitar el trabajo de finalizarlos, se movían por un entorno donde no había poco más que un par de árboles. Y que con otras donde se detallaban todo tipo de construcciones y animales estrafalarios.
Philémon es una aparición inesperada después de tantos años permaneciendo inédita. Quizá sea de agradecer que la espera suponga una edición cuidada, cronológica e integral de todos los comics publicados, pero una vez encontrado el particular mundo creado por Fred, es imposible no haber pensar que la isla de la letra A, el catalejo de cambiar tamaño y las lametanciones del pocero Barthelémy han sido un tesoro muy bien escondido. 


jueves, 22 de agosto de 2019

Historias de miedo para contar en la oscuridad (2019). Susto o desaparición del mapa


Sigue resultando un poco extraño que la fecha elegida para una película de terror sea durante el mes de agosto. O más bien lo es si el guion está destinado a un público más joven y cuando se estrenan todo tipo de películas para todos los públicos aprovechando la época estival. En todo caso, además de ser una forma de asegurarse más público que durante el año lectivo, también sirve para que a muchos adultos les tire un poco la nostalgia y se animen a ver una película que también puedan disfrutar como niños. Y más si el material que adaptan es una serie de libros de terror muy populares en los ochenta y noventa, y quien está detrás de la producción no es otro que Guillermo del Toro. 



Historias de miedo para contar en la oscuridad es el título de una serie de libros que recogían historias cortas, basadas en relatos populares algunas, en leyendas urbanas otras, y unas pocas inventadas para la ocasión y que, en este caso, son el entorno que rodea a una premisa escrita especialmente para la película: todas ellas fueron escritas Sarah Bellows, una especie de hombre del saco local en la pequeña ciudad de Mill Valley. Cuando, una noche de Halloween un grupo de chicos encuentran en cuaderno que usó para escribirlas, descubren que la leyenda acerca de los relatos contados por ella puede ser cierta: las páginas en blanco se llenan de nuevas historias, donde se relata cómo diversas criaturas vienen a llevarse a cada uno de ellos. La única forma de detener un libro indestructible animado por una imaginación sobrenatural y morbosa, es descubrir cuál es la historia que dio origen a todas ellas: lo que ocultaba en realidad la mansión Bellows y quien fue Sarah. 




Los libros de Alvin Schwarz fueron muy populares en las bibliotecas de los niños, y sus ilustraciones, responsables de que estos permanecieran en la memoria una vez adultos (además, seguramente, de unos cuantos terrores nocturnos). Hasta el punto en que los dibujos de Stephen Gammell son más recordados que unos relatos que en realidad, son bastante simples. A estos seguramente se les deba la existencia de la película porque varios de ellos han sido recreados uno por uno como parte de las criaturas que toman vida: el espantapájaros de aspecto siniestro, el cadáver al que le faltan alguno de sus miembros, la mujer pálida de cabellos negros y alguno que otro diseñado ex profeso para su versión en cine pero cuya estética es muy similar a las ilustraciones en gris, y muchas veces construidas a partir de manchas de tinta, de los libros.




Los libros de Alvin Schwarz fueron muy populares en las bibliotecas de los niños, y sus ilustraciones, responsables de que estos permanecieran en la memoria una vez adultos (además, seguramente, de unos cuantos terrores nocturnos). Hasta el punto en que los dibujos de Stephen Gammell son más recordados que unos relatos que en realidad, son bastante simples. A estos seguramente se les deba la existencia de la película porque varios de ellos han sido recreados uno por uno como parte de las criaturas que toman vida: el espantapájaros de aspecto siniestro, el cadáver al que le faltan alguno de sus miembros, la mujer pálida de cabellos negros y alguno que otro diseñado ex profeso para su versión en cine pero cuya estética es muy similar a las ilustraciones en gris, y muchas veces construidas a partir de manchas de tinta, de los libros.

El resultado, a veces, depende demasiado de la estética de las ilustraciones y de no saber cómo enfocar algunas escenas terroríficas, que se saldan de la forma más simple mediante apariciones súbitas acompañadas de un grito. No queda muy claro si es una solución de lo más cutre, o si en realidad es adecuada al tratarse de una producción de terror enfocada al público más joven, y en ese sentido, bastante fiel a los libros, cuyos relatos también dependían mucho de una revelación final.

Historias de miedo para contar en la oscuridad es una producción muy curiosa ¿Es una película juvenil o infantil? En ese caso, es una decisión inesperada, al centrarse más en contar una historia en un escenario que a muchos niños les parecerá muy lejano ¿Es una película para adultos nostálgicos? En ese caso, el conjunto se quedaría un poco escaso para lo que podría esperarse, pero resulta mucho más disfrutable que muchas producciones juveniles recientes.



jueves, 15 de agosto de 2019

El rey León (2019). El ciclo de los live action



De todas las películas que Disney estrenó durante los noventa, sin duda El rey León ha sido el éxito más recordado, hasta el punto de contar con algún reestreno en salas de la animación original y un musical que, además de un éxito, es una de las actividades principales para todos los que pasan un par de días en una ciudad grande. El paso más evidente es que esta también tuviera su versión en imagen real. Aunque esto último, al tratarse de animación por ordenador, no estaría muy claro.


Esta también sigue paso por paso el guión original: la historia de Simba, el león que huye siendo un cachorro tras la muerte de su padre y que debe enfrentarse a la responsabilidad de recuperar el trono de Scar, su tío, el responsable de la muerte de su hermano y de haber desterrado a su sobrino. Una historia que podría resumirse como Shakespeare en África protagonizados por leones, hienas…junto a un jabalí y un suricato que se toman la vida con mucha calma. 


La mayoría de estas adaptaciones pasan por ciertos cambios, muchas derivadas del cambio de mentalidad y actitud como pudo ser el caso de Dumbo, y especialmente, de las variaciones en los personajes femeninos que tienen lugar en cualquier película que incluya “princesas Disney”. Este, quizá por no tratarse de un guión adaptado de un cuento clásico, o por la intemporalidad de sus temas, ha resultado el más parecido, por no decir igual, a la película original. La principal diferencia sería la media hora extra de metraje añadido, repartido entre secuencias de acción y de atmósfera, además de añadir algunos escenarios o dar una mayor profundidad a determinadas situaciones. La segunda, sería un tono mucho más adulto en comparación con los dibujos estrenados en 1.994 (y eso que, la muerte de Mufasa, junto a la madre de Bambi, es uno de los mayores logros de Disney en cuanto a acercar el concepto a los niños). Algo muy estudiado en relación a su público: los niños que fueron a ver los dibujos las navidades de ese año, son los adultos que este verano acuden al cine a encontrarse con la misma historia. Y a esta es a la que hay que agradecer el que pueda adaptarse con la misma facilidad a un musical para niños, que el completar el Hakuna Matata de Timon y Pumba con una particular filosofía nihilista. O, especialmente, el dotar a las hienas, antes poco menos que secundarios grotescos, de una jerarquía convirtiéndose en unos rivales a la altura y no en los secuaces del antagonista.

En este caso, esta versión no se trataría tanto de imagen real, imposible habiendo conservado a los protagonistas y el entorno, sino de una de las infografías más perfeccionadas que han podido verse. Tanto, que han sido capaces de recrear la selva, el desierto, los barrancos y el agua con un nivel de detalle que hace que ya no parezca un alarde de medios técnicos para asombrar al público, sino un reflejo de la realidad. Sin duda, el mayor logro han sido los personajes: lejos de conservar el diseño un tanto irreal de los dibujos animados, optan por seguir la idea de realidad y reproducir, punto por punto, un animal vivo, que se mueve como tal…pero que vocaliza para pronunciar sus frases. Y que, pese a recurrir a un estilo hiperrealista, han conseguido evitar el efecto “uncanny valley” que se da incluso en producciones grandes como pudo ser el caso de los personajes humanos de Shrek o incluso algunas secuencias de Will Smith caracterizado como Genio de la lámpara.


Pese a llevar los últimos años estrenando dos y hasta tres remakes, porque lo de live action no deja de ser una forma de llamarle a lo mismo, esta vez Disney lo ha conseguido: El rey León se ha vuelto a convertir en uno de los mayores éxitos de la productora. Sigue permaneciendo la misma sensación, propia de todas estas versiones realizadas en los últimos años, de si realmente era necesario, y más en este caso, cuando un guión tan redondo y unos números musicales hacen que los dibujos originales sigan siendo igual de válidos. Aunque esta vez, el resultado ha sido suficiente como para, durante dos horas, olvidar esa parte del sentido común y disfrutar de la película. 

jueves, 8 de agosto de 2019

Lo que hacemos en las sombras (Primera temporada, 2019). Callejeros edición vampírica

Antes de atreverse con la tercera entrega de Thor, Taika Waititi sorprendió con una comedia documental sobre vampiros donde aplicaba a las criaturas de la noche un particular sentido del humor y de lo cotidiano, enfrentando a unos personajes centenarios a las cosas más irritantes de la vida diaria. La comedia, filmada como documental, contaba con una estructura episódica que hacía muy fácil el poder continuar la historia, incluso prescindiendo de sus protagonistas y moviéndose a otro escenario.

Esta es la opción que ha tomado la serie del mismo nombre, trasladándose a una mansión en Staten Island donde un nuevo grupo de vampiros convive desde hace un par de siglos. Nandor, soldado turco, Nadia y Lazlo, los vampiros arquetípicos de Europa del Este, y Colin…un vampiro psíquico que trabaja en una oficina, a quien no le falta el sustento robando la energía de sus compañeros de planta mientras siembra el aburrimiento allá por donde pasa. La vida de un vampiro no estaría completa sin la presencia de un familiar que lo custodie durante las horas diurnas, que es el trabajo de Guillermo, que espera algún día ser una versión de Antonio Banderas en Entrevista con el Vampiro pero a quien le esperan muchos años de hacer la compra y pasar la aspiradora. Y para los que intentar hacerse con el control de la sociedad asistiendo a las reuniones del ayuntamiento, organizar la orgía vampírica bianual, descubrir que conservan algún pariente vivo a través de los años, o ser juzgados por una corte vampírica formada por algunos personajes cinematográficos reconocibles son una parte más de su vida diaria. O nocturna, en este caso. 


La serie conserva el carácter de falso documental de la película que la inspira, y que en este caso, funciona mucho mejor dada la distribución episódica. Los capítulos de unos veinte minutos, sirven para centrarse en una sola trama en cada ocasión, o para ser retomadas posteriormente y son acompañados por unos efectos especiales hilarantemente pobres donde los vampiros lucen unos atuendos igual de desfasados que los de su contrapartida original, se convierten en murciélago en contadas ocasiones, y de una manera propia de una serie b de hace setenta años, y donde la capacidad cómica de la serie reside en su elenco de actores entre los que la cara más conocida es la de Matt Berry,  donde la figura de Harvey Guillén hace un guiño muy curioso a la de Guillermo del Toro.  Y donde, a modo de sorpresa, aparecen retomando sus papeles ocasionales de vampiro Tilda Swinton, Danny Trejo e incluso el propio Waititi en un cameo bastante inesperado.


Pese a su carácter de spin off televisivo, la serie no produce la impresión de repetir esquemas o de ir a rebufo de un éxito. La falta de medios en los efectos especiales resulta deliberada y es evidente que los esfuerzos se han depositado en los guiones y en el reparto, y la sustitución de los personajes y actores no supone una continuación de caracteres y gags sino de unos protagonistas nuevos, entre los que se establecen dinámicas y relaciones distintas entre sí, y donde se aprovecha al máximo las oportunidades que ya se perfilaban en la película: el explotar la existencia de vampiros, hombres lobo y criaturas sobrenaturales donde resulta muy sencillo referenciar y parodiar entornos como el desarrollado por Anne Rice, la saga de Blade, los clichés de fantasía urbana e incluso Crepúsculo (aunque para hacer mofa de este último no hace falta estar muy sembrado).



Lo que hacemos en las sombras se convierte en una comedia breve, pero prometedora. Diez episodios con una renovación para segunda temporada, y algunas nuevas tramas abiertas de cara a la siguiente entrega, la duración y el estilo de humor recuerda un poco a lo que suponía poder ver cada año cosas como Black Books o IT Crowd, aunque quizá el parecido más reconocible en este caso sea el de “Entrevista con el vampiro rodado como si fuera un capítulo de The Office”. 

jueves, 1 de agosto de 2019

Obituario: Rutger Hauer

 
 
El 24 de julio de 2019 se retiró (al procedimiento nunca se le llamó ejecución) el último de los replicantes de la serie Nexus. Rutger Hauer tuvo una vida más longeva que la que les fue otorgada a los androides de la corporación Tyrell, y también una carrera más allá de su papel como replicante prófugo en unas calles de Los Ángeles distintas, pero por muy poco, al de nuestro 2019.
 
 
 
Hauer fue uno de esos actores todoterreno, como puede serlo Udo Kier y donde era capaz de alternar clásicos de las últimas décadas con producciones realmente atroces. Pero vamos a quedarnos con lo bueno, lo memorable, y hacer como que filmes como la versión de Drácula de Darío Argento (¡otro que se debió llevar un golpe en la cabeza!) no tuvieron lugar. Para muchos espectadores que descubrieron el cine fue Navarre, el héroe condenado a convertirse en lobo durante la noche mientras que su amada permanecía siendo Lady Halcón durante el día, el prófugo de Peligrosamente juntos, el veterano de Vietnam, en una época en la que era habitual encontrarlos en las estanterías de los videoclubs, de Furia ciega, e incluso, aunque llegáramos a apreciarlo a posteriori como un guiño a la serie que vendría, el vampiro de amenazaba a la cazavampiros más sosa de la historia en la primera versión cinematográfica de Buffy. Hasta su presencia, ya hace un par de años, como antagonista principal en una de las temporadas de Channel Zero. Un papel breve, pero digno y efectivo, y cuya interpretación, sumada a la edad del actor nos sorprendió a muchos, que a veces olvidamos que el tiempo pasa igual para los que están al otro lado de la pantalla, y nos hizo pensar “¿¡Como!? ¿¡Tan mayor está!?”.
 
 
Quedarían, para un público más adulto, su aparición en El autoestopista, el mercenario de Los señores del acero, donde su paisano Verhoeven no se cortaba un pelo a la hora de mostrar una edad media brutal y despiadada, más de la que esperábamos ver en las tiras de un vhs…y Roy Batty. Y es que el rostro de Hauer parecía marcado por una intemporalidad que le permitía moverse con la misma facilidad por un sangriento campo de batalla en la europa medieval que por un futuro que en 1982 todavía parecía muy lejano. Ni el test Voight Kampf llevado a cabo por Rick Deckard, ni la inexpresividad de Rachael ni el desconcertante traje de Pris en un 2019 donde convivían el noir y la moda de los ochenta, el Blade Runner que recordamos es la silueta del último replicante rememorando las puertas de Tanhäuser.
 


Dicen que el monólogo final tuvo una cierta reescritura propuesta por el propio Hauer, pero hoy no podemos decir que este haya sido perfecto: se equivocaba. Todo esto, en realidad, es muy diferente a las lágrimas bajo la lluvia de Roy Batty.

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