Series de tv, libros, cine...y una constante presencia gatuna

domingo, 25 de septiembre de 2011

Lecturas de la semana II

Cuando en la biblioteca hablaron de "un nuevo sistema de búsquedas", pensé que habían instalado otro programa

Aunque haya empezado la temporada de series, no veo tantas como para no poder seguir leyendo, cosa que ha empezado a convertirse en algo habitual en las entradas del blog...igual un día de estos hasta vuelvo a ver una película de las buenas, y todo.



Paul Feval Jr. Cocardasse et Passepoil. Parece increíble, pero con el final del verano, logré terminarme el enorme recopilatorio en el que venían las aventuras de Henri de Lagardère, alias El Jorobado. En total, unas 1.100 páginas de intrigas y espadachines que sorprenden un poco cuando son obra del mismo tipo que escribió La ciudad Vampiro o Los dramas de la muerte. En el último libro, Feval Hijo optó por cambiar el último capítulo de El jorobado, hacer que el villano saliera por piernas a Inglaterra, y así poder escribir una segunda parte. Que con las dos precuelas que tiene, más la tercera (protagonizada por el hijo de Lagardère), me hace sospechar que este hombre tiraba más del legado de su padre que la familia de Tolkien. A su favor tiene el que sean novelas sin pretensiones, y quizá algún día lea algo de Dumas para comparar el género de capa y espada.



Yo tampoco sé por qué han puesto a Aleister Crowley en la portada

Thomas Ligotti. Grimscribe. Si he podido leer más libros de este señor, ha sido gracias a los p2p, y sobre todo, al ebook que Hewl me prestó una semana (creo que lo hizo para engancharme y que me compre uno, en plan camello). Y ha sido una suerte porque solo venían tres o cuatro relatos que no hubiera leído ya en otras recopilaciones, aunque los inéditos eran tan buenos como cabía esperar. Especialmente el caso de Las Larvas, donde junta los dos grandes temores de la socedad moderna: los médicos y los insectos horrendos con muchas patas. Que no sé al resto, pero a mí me asustan más que el director del Fondo Monetario Internacional diciendo que hay que apretarse el cinturón.



Robert Rankin. Retromancer. Otro que pude leer gracias al ebook prestado, y aunque es un desconocido en España, me ha recordado un poco a Terry Pratchett: ambos escriben fantasía cómica, y aunque la mayoría de sus novelas pertenecen a una misma serie (Mundodisco en un caso, y la serie de Brentford en otro), una es en un mundo inventado, y la otra, en un lugar verídico, como sería el suburbio de Brentford. Además, Rankin tiende a un humor mucho más exagerado en el que a menudo no se toma en serio ni el argumento que está contando, que ya es bastante absurdo en la mayoría de los casos: el mismo ha definido sus libros como "ficción poco creíble", y no le va mal el nombre, ya que son unas historias tan improbables que no queda otra que seguir leyendo y soltar una carcajada, cada vez que aparece una situación o un personaje inesperado. Estos acaban encajando en el relato, un poco como la historia que podría ir inventándose alguien un poco achispado (esto último, de nuevo según palabras del autor).
Retromancer cuenta la historia de los años mozos de Jim Pooley, uno de los protagonistas habituales en Brentford (pueblecito que por algún motivo, parece atraer de todo. Desde alienígenas hasta asesinos en serie) y cómo una mañana descubre que la historia ha sido alterada, los nazis controlan Inglaterra, y lo que es peor, esto le obligará a buscar trabajo o ser declarado como enemigo del régimen (los que sean habituales a la sección de lectura de Barrilete ya se habrán imaginado por qué decidí empezarla). Entre una cosa y otra, volverá a encontrar a Hugo Rune, que además de ser el mago más importante de Inglaterra, necesita su ayuda para corregir el desajuste histórico.
En menos de 400 páginas, ha habido nazis, viajes en el tiempo, duelos de magos, una parodia de El señor de los Anillos y hasta robots. Todo ello contado de una forma muy particular, sin llegar a tomarse en serio la historia, y sobre todo, con una frase final que define muy bien la idea de la novela: "Si estuviéramos en una película, ahora sonaría la música y empezarían a salir los títulos de crédito".

viernes, 16 de septiembre de 2011

Harry Potter y las Reliquias de la Muerte II (o como J. K. Rowling creó fama y se echó a dormir)



"Y Gato Potter venció a Voldemort destrozándole las cortinas"

Para no ser una serie que me interese, con Harry Potter he pasado por el aro a base de bien: he leído los libros, al menos los seis últimos, y visto todas las películas, y, también al menos, he pagado por las seis primeras. Ya puestos, al lío, y esta semana decidí ver la última entrega de la saga.



Espada y capote mágicos. Lo mismo sirven para acabar con el Señor Oscuro, que con el Quinto de la Tarde

Tras una primera parte que me convenció por completo, gracias a un enfoque más adulto, muy lejos de cómo empezó la serie, y sobre todo, por haber cambiado las secuencias de quidditch por Ralph Fiennes acompañado de una culebra enorme (y por una canción de Nick Cave, en un momento dado), en esta segunda parte, los protagonistas siguen su búsqueda, en una situación todavía más dramática: apenas queda quien se enfrente a los seguidores de Voldemort, el ministerio y el colegio están bajo su control...Puede que haya varitas y conjuros de por medio, pero lo que ha sucedido es un golpe de estado y una dictadura en toda regla. Para acortar la historia, no les queda otra que encontrar las restantes objetos donde el villano escondía su alma y destruirlos, cosa que, tratándose de la película que se trata, van a conseguir aunque pierdan a algunos personajes de por medio. Sabiendo lo que va a pasar, no queda más remedio que disfrutar con lo que va saliendo en pantalla, que en este caso, no son los protagonistas sino la ambientación y los secundarios. Y es que, frente a los libros y películas anteriores, donde Harry Potter era el héroe indiscutible (y en muchos casos, un Mary Sue de cuidado), el resto de estudiantes y magos intentan hacer frente a lo que sucede, haya noticias del protagonista o no las haya. De hecho, el enfrentamiento entre Voldemort y uno de los estudiantes, que hasta entonces había sido el torpón oficial de la serie, resulta mucho más dramático que el duelo final entre los personajes principales.



Por si no fuera poco el estar hecho un ecce homo, encima lleva una chaqueta horrible

El resto, tanto las interpretaciones, como la ambientación, mucho más gris que las anteriores, y sobre todo, la forma de condensar las tramas, quedándose con lo más importante, en lugar de alargar malamente todo lo que salía en los libros, me ha convencido. También es cierto que, a estas alturas, una historia siniestra sobre cómo derrotar a un mago malvado que aterroriza inglaterra, me parece mucho más divertida que un niño de once años dando vueltas con una capa que lo hace invisible.

sábado, 10 de septiembre de 2011

Priest (2011). Nadie espera a la Inquisición Cazavampiros!



"Quierro morderrr...tu sofá..."

Desde que Crepúsculo llegó a los cines, los vampiros han empezado a dividirse en dos clases: los del estilo Stephenie Meyer, y los otros, que lejos de volver a los clásicos anteriores, optan por convertirse en monstruos depredadores y bastante menos razonables que el señor Edward Cullen. Este es el caso de películas como Stake Land o Priest, en el que los vampiros que aparecen tienen un aspecto bastante más monstruoso, van en manadas, y se las arreglan para acabar ellos solos con la civilización tal y como se la conoce.

Aunque ponga a estas dos películas como ejemplo, Priest sería algo más anterior, porque se basa en un comic coreano, que, por si no fuera esto bastante raro, encima está ambientado en el Oeste. Pero como no lo he leído, hablaré de la película, que sí es la que acabo de ver.



La versión en cine de Priest cuenta como la Iglesia crea una división de sacerdotes guerreros para acabar con los vampiros, que, además de ser unos bichos ciegos, feos, y moverse en manadas, han sido una amenaza hasta el extremo de dejar el mundo con un ambiente bastante apocalíptico. Tras acabar con ellos, la Iglesia hace lo que mejor se le da: el avión, esconder a los sacerdotes, y aquí no ha pasado ná. Pero como una película sobre la reconversión industrial del sector eclesiástico sería un plomo, descubrimos que sí hay un nido de vampiros activo, y que por algún motivo, ha secuestrado a la sobrina de uno de los sacerdotes. Como la familia es la familia, el protagonista (Paul Bettany, que desde El Código Da Vinci no ha vuelto a colgar los hábitos) decide ir a buscarla, acompañado por Maggie Q, que también viste hábito y pelea tanto o más que en Nikita.

El argumento no se complica más la vida, trabajando con el resto de cosas típicas del cine de acción: revelaciones inesperadas, algo de drama, y final con el héroe marchándose al sol poniente cual Clint Eastwood. Está bien llevado y si a la película no se le pide más que entretenimiento, funciona bien, lo que a día de hoy, y viendo lo que se estrena en cines, es todo un cumplido. La ambientación, aunque está bastante cuidada, tiene referencias bastante típicas: ciudades muy parecidas a Blade Runner, y pueblos en el desierto cercanas a una película del oeste moderna. Lo más destacable es una introducción en la que cuentan, mediante animación, la historia de los vampiros y la aparición de los sacerdotes, que resume rapidamente lo que ha sucedido hasta el comienzo de la historia y engancha bastante.



Todo lo que ofrece Priest (que son muchos golpes, tiros, mucho drama de baratillo y un futuro gobernado por la Iglesia...¡¡aggh!!) hace que sea de esas películas con las que se es compasiva cuando no se ha tenido que pagar entrada por ella. Porque, al igual que la mayoría de producciones de acción, han simplificado al máximo: por lo visto, el comic original tiene bastante más trasfondo respecto a los vampiros, los personajes y el resto..pero tampoco lo aseguro al 100% porque, ni lo he leído, ni lo leeré hasta que consiga un ebook para ir metiendo lecturas potenciales.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Lecturas de la semana I



¡Hay tiempo para todo! Y aunque estas últimas semanas haya empezado con Torchwood y la vuelta del Doctor Who, también he podido terminar algunos libros.



Thomas Ligotti. Teatro Grottesco.. Conseguir libros de este hombre es lo más parecido a encontrar el Vellocino de Oro o el Santo Grial: si encuentras uno a precio ajustado, ya es todo un logro. Y es que, además de poco disponibles, sus antologías más antiguas cotizan a precios astronómicos...En fin, cada uno se valora como quiere o como puede. Y en el caso de Thomas Ligotti, sus escasas publicaciones y su personaje de recluso ayuda al tipo de relatos que escribe: más cercanos a pesadillas, a menudo inconexos, y en muchas ocasiones, mucho más parecidos a una descripción pausada que a una historia coherente. Sin embargo, en esta antología sus mejores bazas son In A foreign Town, in a Foreign Land, muy cercana al gótico, y sobre todo, lo que él ha dado en llamar "horror corporativo": básicamente, historias macabras relacionadas con fábricas que no se sabe qué producen, y supervisores misteriosos que obligan a los trabajadores a trabajar sin descanso. Lo más parecido a la empresa privada a día de hoy, vamos ¡Ahí le has dado, Tomás!



Haruki Murakami. El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas. Murakami es uno de esos autores que oscila entre las narrativa corriente y la fantasía o el absurdo...Es más, quizá él sí haya conseguido crear novelas verdaderamente de "fantasía urbana" y no el entretenimiento popular que suele llevar esa etiqueta. En este caso, con más razón que nunca, ya que el Tokio que aparece en la primera parte de la novela, está llena de corporaciones desconocidas que se enfrentan entre sí, e incluso una raza de criaturas que viven en el subsuelo. La segunda parte, es un lugar desconocido que acaba encontrando su lógica en el desenlace de la historia. Sin embargo, como suele pasar con él, lo importante no son los elementos que se salen de la realidad, sino el protagonista...que para no variar, también es un sinsangre como el de Crónica del pájaro que le da cuerda al mundo. De hecho, no ha llegado a gustarme tanto como Crónica, ya que el elemento fantástico se hace más desordenado, sin llegar a tener mucha relación con lo que realmente quiere contar.



Michael Moorcock. El bastón Rúnico I: La joya en la frente. . En los años 60, Moorock, experimentando con la narrativa fantástica, y a juzgar por lo que escribe, con el LSD, creó El Campeón Eterno, un héroe que tiene avatares en distintos mundos: ha sido Elric, Corum, y también Dorian Hawkmoon. Por desgracia, el exceso de psicodelia se nota, y mientras las aventuras de Elric han aguantado relativamente bien, este primer volumen de Hawkmoon roza el ridículo en más de una ocasión. Ambientado en una Europa post-catástrofe, el malvado imperio de Granbretan (sigh) planea hacerse con toda Europa, si el Conde Brass y Dorian Hawkmoon no lo impiden. Hasta ahí vale, pero entre lo surrealista de la ambientación y la parquedad de la narrativa, el conjunto pierde mucho. No es precisamente por la unidimiensionalidad de los villanos y los personajes en general (los granbretanos son malos, y los de la Camarga, pasan de todo), sino por encontrarse con escenas tan fueras de lugar como un protagonista que viaja a Persia montado en un flamenco....Recomendable unicamente para los muy aficionados a las extravagancias de Michael Moorcock.

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