Series de tv, libros, cine...y una constante presencia gatuna

jueves, 29 de noviembre de 2012

Junji Ito: espirales, horrores varios, y un par de gatos deambulando por un apartamento



Minino, vete vistiéndote que nos vamos al Lejano Oriente

Esta semana está siendo muy rara. Empecé escribiendo sobre un musical, y acabo con una de las cosas que menos me atraen, como es el cómic japonés. Como en cualquier tipo de estilo, hay de todos los géneros, pero visto desde fuera, es un tipo de comic y animación que parece consistir en robots gigantes pilotados por adolescentes, o por adolescentes con uniforme escolar viviendo tremendas cuitas amorosas…sí, también están Arale y sus cacas, pero eso es un clásico de los ochenta, y como tal, lo respeto profundamente. Es por esto por lo que me sorprendió un montón descubrir que también había mangas de terror que pudieran llegar a gustarme tanto como los trabajos de Junji Ito…sí, también conozco las viñetas de Hideshi Ino, pero lo de este último me da mal rollo hasta a mí, por lo que me quedo con los comics del primero, que son pura y simplemente, género de terror del bueno. Es más, terror del que podría gustarle a cualquiera que no le atraiga el manga.


En la imagen superior: mi primer día de colegio, imaginado la noche anterior

El cómic más popular de Ito es Uzumaki, que se publicó en España y no he leído porque, por aquello de estar disponible en papel, espero poder ver sin tener que recurrir a la pantalla del ordenador. A grandes rasgos, cuenta la historia de un pueblo donde empiezan a aparecer espirales y que comienzan a obsesionar a sus habitantes. El punto de partida es un poco extraño, pero cuando se le encuentran las similitudes con El color que cayó del cielo de H. P. Lovecraft, o incluso ilustraciones como estas, se empieza a pensar que esto de los muelles y las espirales no va a ser tan gracioso como parecía.



Gyo es otra de sus series más largas, con dos tomos para contar lo que podríamos considerar como una historia de zombies. De zombies, del fin del mundo, y hasta de situaciones que no tienen nada que envidiarle a Clive Barker: los protagonistas descubren una criatura muy extraña surgiendo del mar, nada menos que un pez, hinchado por la putrefacción, que se desplaza velozmente sobre patas mecánicas. Poco después, más seres marinos en las mismas condiciones empiezan a aparecer, y entre los descubrimientos que van haciéndose (entre otros, que se debe a la fuga de un arma biológica de hace cuarenta años), estas criaturas tienen la intención de contagiar sus condición a todos los seres vivos. En unos pocos días, la gente comienza a contraer una enfermedad en la que se hincha, y de la nada aparecen unas patitas mecánicas que por lo visto, utilizan como combustible los gases de dicha putrefacción.

La trama es sorprendente, y lo que más me asombró fue precisamente el encontrarme no solo este tipo de guión, tan trabajado, sino que los personajes tuvieran un transfondo, profundidad e incluso miedos muy similares a los que podrían tener personajes creados en Occidente. Además, el dibujo también fue una sorpresa agradable: frente a las típicas líneas claras, sin rasgos de los personajes, y la ausencia de fondos, me encuentro con unos monstruos dibujados con un detalle increíble, y en los que el autor no se corta a la hora de esmerarse pintando viñetas realmente grotescas.


Que alguien llame a Supernanny

El resto de su trabajo suelen ser historias cortas, que aparecen recopiladas en varios tomos, y que en algunos casos como la estudiante Tomie o Souichi son niños bastante peligrosos y un tanto siniestros, aunque en el caso de este último, tiene grandes dosis de humor negro y es uno de mis personajes favoritos. Las historias independientes son muy variadas, y en muchos casos recurre al absurdo de situaciones que, aparentemente no tienen explicación. Puede haber alguna historieta de fantasmas más clásica, pero en muchos casos, se trata de tramas muy kafkianas, desde epidemias extrañas en las que la gente acaba paralizada en el lugar donde cometió algún crimen o un error grave, o en la que aparecen criaturas muy raras que, más allá de lo inquietante del guión, no van a tener explicación posible. De todas formas, la falta de lógica en muchos casos es lo que hace que las historias den miedo.


Chaval de la izquierda, exactamente igual a los otros cincuenta protagonistas de sus comics

Por desgracia, Junji Ito tiene un gran problema a la hora de dibujar: los monstruos, los escenarios y los personajes deformes se le dan muy bien, pero tiene el mismo defecto que la mayoría de dibujantes del país, y es que todos sus personajes principales, que suelen ser gente joven, se parecen unos a otros. En más de una ocasión he tenido que repasar las páginas para enterarme si un personaje es el protagonista, su compañero de clase, o incluso la novia de algunos.

 


A su favor tiene no solo sus buenos guiones y su habilidad a la hora de dibujar monstruos, sino que le gustan los gatos, y ha dedicado una historieta a su vida cotidiana con su mujer y sus dos felinos, en la que estos aparecen dedicándose a cosas tan gatunas y amenazadoras como perseguir hilos, destrozar muebles, y mirar a sus propietarios como si estuvieran planeando algo realmente malvado.

lunes, 26 de noviembre de 2012

Cabaret (1972). Canciones, drama...y unos cuantos nazis al fondo


Películas que he visto cantidad de veces hay unas cuantas, y el que me sepa la mitad de los diálogos de Conan el Bárbaro lo demuestra. Pero que haya visto tantas, y que sean mi preferida, solo hay una, y esa es nada menos que…un musical. Sí, la película favorita de una aficionada a los gatos, los zombies y a las novelas de fantasía o de dudosa calidad literaria es Cabaret, un drama musical de romanticismo, ambigüedades y referencias históricas. No sabría decir por qué me fascina tanto esta película, si por las actuaciones, los personajes, lo que cuenta o la forma de contarlo. Seguramente sea una rareza como tantas hay en el mundo.



Más que narrar una historia en concreto, Cabaret es la historia de varios personajes y de un momento histórico muy concreto, el del Berlín de los años 30, apenas sin recuperarse de la última crisis mundial, en el que se mueven todo tipo de gente, desde los primeros miembros del partido nazi, hasta quienes intentan ganarse la vida como cazafortunas o aristócratas ociosos. En concreto, los protagonistas, Brian y Sally, se conocen tras la llegada de este a Berlín para ganarse la vida como profesor de inglés. Un poco sorprendido por el carácter fantasioso y extravagante de la cantante, irá conociendo al resto de personajes. Algunos de ellos realmente dignos de simpatía, como sus primeros alumnos, después amigos, que cuentan con su propia trama. Otros, no tanto, como Maximillian, un noble caprichoso y con tendencia a aburrirse de la gente. Y algunos, aunque no llegan a implicarse en el argumento, tienen peso propio, como el Maestro de Ceremonias del cabaret, un presentador sarcástico y un poco ambiguo que presenta unos números musicales muy relacionados con lo que va pasando en la película.



Sobre Cabaret hay mucho que decir: no es una película plana, a nivel de argumento, sino que intenta presentar en todo momento la relación entre lo que viven los personajes y el momento histórico en concreto, como el progresivo ascenso del nazismo al poder. Los números musicales son inmejorables…y además de estar dentro de la lógica de la película (que se canta y se baila en el cabaret, no en la calle, campos), están preparados de forma que tengan un aspecto un tanto sórdido y no muy profesional, como un espectáculo de segunda fila y no una coreografía perfectamente ensayada y correcta. Otro tanto para la estética y ambientación, muy teatral dentro del cabaret, en el que no se cortan en muchos casos de utilizar un plano fijo o a un figurante completamente estático en más de una escena, y con un aspecto realmente vintage que ya quisieran conseguir muchas películas de hoy. O más bien, no, por que los años treinta que intentan presentar con la escenografía son realmente sórdidos: los colores son muy apagados, tirando a pardos. El vestuario tiene pinta de haber sido usado miles de veces y el maquillaje de las bailarinas es completamente exagerado y un pelín siniestro.

 

Si alguien no reconoce esta canción, es muy probable que haya vivido los últimos cincuenta años escondido dentro de una caja de galletas.

En la mayoría de números musicales Liza Minelli se luce, especialmente con su personaje de Sally Bowles: una chica que se gana la vida como cantante, y que, hasta que no tiene más remedio que enfrentarse a la realidad, vive en su mundo de fantasía. Cree que triunfará en el cine (solo tiene que ser amable con unos cuantos productores, claro), que es una mujer fatal que maneja a los hombres a su antojo…viendo el desarrollo de la película, es normal que el personaje vuelva a comportarse de esa forma en cuanto le es posible. En el resto del reparto está Michael York, que también apareció en un montón de películas en los 70 y 80, Marisa Berenson y un par de actores alemanes como secundarios. Ninguno de ellos canta que yo sepa, pero tal y como está planteado el guión y las actuaciones, no es necesario, porque en realidad su trabajo es exclusivamente dramático y no musical.

 


Ese bigotillo y esa expresión ladina no preludia nada bueno

Aún sin explayarse más con ellos, es imposible hablar de Cabaret sin recordar el trabajo de Joel Grey como Maestro de Ceremonias. Un personajillo menudo y sin una gran voz, pero que se encarga de animar las presentaciones del cabaret y de paso, dejar claro que por frívolo que sea el Kit Kat Club y que prometan hacer olvidar los problemas, son bien conscientes de lo que sucede fuera. Un simpático número de baile, en el que los bastones y sombreros hongo de las chicas (y del propio Maestro de Ceremonias. Que por cierto, tiene unas piernazas envidiables) se convierten en cascos y armas de un desfile militar. Personajes guía y narradores en los musicales ha habido muchos, ahí tenemos a Ché en Evita, o al Grave Robber de Repo! The Genetic Opera, pero muy pocos como el especialista de variedades y desvergonzado interpretado por Joel Grey.



De Cabaret puede decirse que es un musical para quien no le gustan los musicales: las actuaciones están dentro de un contexto muy concreto y la historia está narrada y dialogada, no cantada. Bueno, y seguramente a los fans de este género también. Si me ha gustado a mí, ¿qué decir para recomendarla?

jueves, 22 de noviembre de 2012

Lecturas (francófonas) de la semana. Hoy, monográfico belga



Esta semana no va de libros franceses, sino del país de al lado. Que aunque compartan idioma en algunas zonas, no se toman muy bien esto de las confusiones. En concreto, este señor es también uno de mis escritores favoritos, como H. P. Lovecraft, e igual que este, solo lo he mencionado de pasada.




Es de estos señores que siempre se recuerdan viejitos

Como sobre la historia de Jean Ray se puede consultar cualquier página o wikipedia, y que por cierto, es bastante divertida (incluye desde penas de cárcel hasta trabajos de marino y contrabandista. Encima le daba tiempo de escribir y todo), diré que él mismo no se cortaba en añadir datos un tanto aventureros y que, junto a su forma de escribir, hicieron de él todo un personaje. Bueno, y que la época de sus libros va aproximadamente de los años veinte a los cuarenta, por aquello de dar una idea de la época y ambientación en caso de que no haya ganas de mirar más páginas.



Entre esto, y el Telegato, más que fantástica, debe ser un sitio muy raro

Es más, el género que acabó eligiendo para escribir fue el terror, o más bien el fantástico, o…bueno, esa cosa que los franceses llaman fantastique y que engloba cualquier relato que no sea abiertamente de fantasía épica y que incluya elementos sobrenaturales. También es cierto que, aunque muchos de los escenarios que utilicen sean un tanto góticos, los escritores del continente siempre tuvieron un poco más de humor negro y fueron un pelín más pícaros que sus contrapartidas británicas. Jean Ray no era una excepción, y en sus libros los hay en buenas cantidades.


Llamarlo escritor es más por su profesión que por arte, porque nunca fue una persona que cuidara mucho el estilo de su narración,historias: casi todo iba destinado a revistas o a ser novelitas de a duro, de ahí que la mayoría sean relatos cortos, que los haya a montones, y sobre todo, que lo que le interesase fuera contar una historia que fuera lo más imaginativa y atrayente posible. Eso se le daba francamente bien, y lo que más se recuerda de él es su inventiva y variedad, porque no se cortaba en aprovechar para sus relatos todo lo que había conocido: desde elementos de la mitología clásica hasta monstruos más populares como los vampiros, e incluso se atrevió con cosillas más propias de la ciencia ficción como los teoremas matemáticos y las dimensiones paralelas. Eso sí, tratándose de literatura fantástica, el tratamiento de estas últimas no era precisamente serio y riguroso. Pero era divertido como él solo.

Su forma de escribir lo hace muy distinto de otros escritores de la época como pudieron ser H. P. Lovecraft, no solo por temas y estilo (aunque a este último también le gustaba la mitología en sus primeros tiempos), sino por la forma de desarrollar los horrores que puedan encontrar sus personajes: si los personajes de Lovecraft son estudiosos tirando a apocados, los de Jean Ray son en su mayoría marineros curtidos, detectives o gente del hampa que no dudan en llenar de plomo la barriga de un vampiro o estamparle una barra de hierro en los morros de cualquier monstruo. Aunque no dude en aprovechar el tema de las atmósferas y los escenarios para sus relatos, no hay amenazas imposibles, sino que estas son bastante corpóreas, y como tales, siempre es posible enfrentarse a ellas. Igual es por eso por lo que en ninguno de sus libros falta una escena de cenas o comidas en las que los menús son contundentes y perfectamente descritos. Tampoco sé si esto se debe a que muchos cuentos son narrados por su protagonista en una reunión, o que al escritor le gusta comer.


Seguramente su libro más famoso sea Malpertuis, que hasta tuvo su propia película (que sigo teniendo pendiente), y en el que le da una vuelta de tuerca muy suya a la novela gótica, y sobre todo, al tema de las casas encantadas. En cuanto a relatos, hay de todos los gustos y en cada antología, que también tiene varias, no debe haber menos de quince, aunque seguramente el mejor, y el más variado, sea Los 25 Mejores Relatos Negros y fantásticos. Las novelitas de Harry Dickson son un caso aparte y, como todavía tengo unas cuantas por leer, seguramente les correspondan más párrafos en una entrada.

Fuera de las librerías de segunda mano, y allí no quedan muchos ejemplares, es imposible encontrar nada de Jean Ray en una librería: lleva muchos años sin ser reeditado y aunque en Bélgica sí están publicando algo, no es el caso en España. Por suerte, como en otros casos, mi gata también ha encontrado por ahí casi todos sus libros por lo que todavía podré disfrutar de sus cuentos una buena temporada.

lunes, 19 de noviembre de 2012

Red Dwarf X. Volviendo para bien



Después de una temporada muy larga sin ellas, las series vuelven a aparecer por el Barrilete. Y en concreto, una de las primeras series que pude ver gracias a Internet y que de no ser por el Doctor Who, sería mi producción de ciencia ficción favorita. No es muy difícil, cuando uno de los personajes es nada menos que la evolución del gato doméstico.



Red Dwarf se había quedado en suspenso en 1999 y sin pintas de volver, hasta el 2009, y seguramente por el éxito que estaba teniendo la vuelta del Doctor Who, Doug Naylor, el guionista que había quedado a cargo de ella, decidió volver con una miniserie bastante desastrosa. Tres años después, y seguramente también por el ya exitazo que ha tenido el Doctor Who en todo el mundo, la nave Enano Rojo volvió a aparecer en la tele, sin complicarse la vida como hicieron en la anterior miniserie, y ofreciendo lo que siempre le había dado resultado: ser una comedia de situación en la que aprovechan elementos de ciencia ficción como los universos paralelos, los viajes en el tiempo, los robots, e incluso algo tan poco cómico como que el protagonista sea el último ser humano vivo.

En esta décima temporada vuelven a la fórmula básica, con los protagonistas solos en una enorme nave minera con nombre de estrella (porque la nave no es un Enano Rojo, sino una Enana Roja) y en la que David Lister, el protagonista, intenta volver a la tierra y encontrar a Kristin Kochanski, su interés romántico a lo largo de las otras nueve temporadas, que por lo visto no ha muerto, sino que lo ha dejado por ser un absoluto desastre. Ya tiene gracia que a alguien lo dejen aunque sea el último varón del universo, pero el hacer desaparecer al personaje, y darle de nuevo a los protagonistas un motivo para llegar a un sitio o buscar algo, es un acierto: el universo es bastante grande y es muy probable que tarden mucho en dar con ellos, por lo que mientras, pueden encontrarse en un montón de situaciones absurdas por el camino. E incluso, algunas formas de vida, como las modificadas genéticamente, e incluso unos androides empeñados en acabar con lo que queda la humanidad y que aparecen en el último capítulo de la temporada.


Simulantes (guiño, guiño) persiguiendo a los protagonistas.

Los personajes son más o menos los que quedaron como fijos a partir de la tercera temporada: Lister, el humano, Gato, el …gato, Kryten el robot y Arnold Rimmer, el holograma amargado. Falta Holly, el ordenador de la nave que desapareció hace varios años y que no tiene pinta de ser recuperado. Seguramente, porque desde que los protagonistae se mueven más allá de los decorados, con el aumento de presupuesto, es un poco difícil trabajar con un personaje que está permanentemente flotando en una pantalla. Y aunque se trate de un gag aislado, recuperan alguna de las manías del Gato, como creerse lo más importante de la nave, y sobre todo, disfrutar de lo lindo jugando con un cordel que se mueve. Sospecho que el señor Naylor también ha debido tener algún minino ocupando su casa.

 

Con seis capítulos emitidos, no ha llegado al nivel que alcanzó en los ochenta y noventa, pero eso era ya muy difícil, porque la serie llegó al punto máximo en su quinta temporada, y sobre todo, con un último capítulo en el que conseguía adelantarse varios años a Matrix. De todas formas, y teniendo en cuenta la decepción que supuso el intento de recuperarla hace tres años, ha cumplido muy bien: se recuperan los sketches en los que aprovechan las situaciones de ciencia ficción, que pueden ir desde ordenadores rebotados hasta las paradojas burocráticas que suponen que el protagonista sea su propio padre. No sé si a partir de esta temporada se animarán a continuarla, por aquello de aprovechar el tirón de la ciencia ficción de la tele inglesa, pero si lo deciden, al menos esta temporada les ha dado una segunda oportunidad. Eso sí, que se den prisa, que los años no pasan en balde para los actores, y las dos décadas de diferencia, se les notan.

jueves, 15 de noviembre de 2012

Lecturas de la semana. Autopublicaciones y éxitos en Internet.


Minino, visiblemente mosqueado ante el aparato que le quita horas a su dueño

No todo el mundo tiene la suerte de ver su libro publicado y poder vivir de la venta de estos, pero gracias a internet, muchos han tenido la oportunidad de darse a conocer e incluso de tener el suficiente éxito como para poder vender unos cuantos ejemplares. En papel o en copia digital. Estos dos son algunos de los libros que se han dado a conocer de esta forma. Y sí, sospecho que tienen bastante más calidad que las Cincuenta Puñeteras Sombras


David Wong. This Book is Full of Spiders. Seriously, Dude, don´t touch It. El caso de este libro, o más bien, de su primera parte, ha sido de los de llegar y besar el santo. Hace tres o cuatro años, un comentarista de cracked decidió probar suerte escribiendo una novela de terror. Algo bastante extraño, porque este estaba especializado en artículos para una página satírica. Pero se ve que el horror es hermano del humor, porque su novela mezclaba a partes iguales un montón de elementos conocidos por los aficionados al género, como las dimensiones paralelas, los Primigenios (con otro nombre) y los monstruos con más brazos de los que deberían, y situaciones que en muchas ocasiones resultaban hilarantes por la inútil y despistado de sus protagonistas o directamente, porque muchas veces las secuencias más realistas son las que acaban provocando situaciones llenas de humor negro y sarcasmo.

John dies at the End tuvo la suerte de convertirse rapidamente en una película, dirigida por Don Coscarelli, un tipo que también es especialista en guiones raros, y que tengo bastantes ganas de ver. Su segunda parte no tardó, y tampoco me ha decepcionado. Aunque el primero se tratara de una narración cerrada, siempre hay opción a continuar con las aventuras de los protagonistas, algo fácil cuando viven en un pueblo con tendencia a que pasen cosas raras. A estos, en un principio, parece irles la vida algo mejor: carrera universitaria, un trabajo, y hasta una mascota. Al menos, hasta que unos insectos que solo los protagonistas pueden ver comienzan a anidar en el cuerpo de los habitantes del pueblo, convirtiéndolos en criaturas sin voluntad, con una gran agresividad y que se descomponen poco a poco. Con el gobierno planteándose acabar con la epidemia a base de pepinazos atómicos, los protagonistas tendrán que buscar una solución que no implique volar su ciudad por los aires.

El argumento puede no parecer muy original, pero tanto los personajes, como la forma de narrar, sí lo es, y desde luego, es la mayor ventaja que cuenta el libro. Tiene unas cuantas situaciones bastante horribles, y tanto los monstruos, como lo que les pasa a los protagonistas, es angustioso en muchos casos, pero todo ello se cuenta de una forma en la que se hace patente lo ridículo de la situación, y más de una vez, lo estúpido de los personajes. Porque el autor, además de ir narrando la historia, no deja títere con cabeza: los fanáticos de las armas y los paranoicos del fin del mundo, e incluso, los frikis aficionados a los zombies, no salen muy bien parados y en más de una ocasión, acaban provocando verdaderos desastres mucho peores que lo que podrían hacer los monstruitos que deambulan por el pueblo (entre otras cosas, es bastante cáustico con todos los flipados de la terminología militar y de los videojuegos de estrategia, que son los primeros en caer como moscas).

Sería difícil incluir este libro, y el anterior, en un género específico, más allá de los detalles humorísticos o la temática sobrenatural. No es una novela de crítica, porque en el fondo, lo que pretende es entretener, aunque mala leche le sobra (y se disfruta). Tampoco es completamente lovecraftiana, ya que por peligrosos que sean, es imposible tomarse en serio tanto a los monstruos como a muchos de sus antagonistas. Ni siquiera fantasía urbana, porque sus protagonistas, unos perdedores entrañables, no tienen ni la más remota idea de cómo acabar con los problemas si no es corriendo más que estos o con un poco de sentido común, y sobre todo, son todo lo contrario a los glamorosos cazadores de demonios que suelen aparecer en muchos de estos libros. Pero es original, divertido, y mucho mejor escrito que series de fantasía más conocidos. Si el autor vuelve a tomarse su tiempo y escribir un tercer libro con la misma calidad, no dudaría en leerlo en cuanto saliera.


Glynn James. Diary of the Displaced. El protagonista de la historia se despierta, sin saber cómo ha llegado hasta allí, en un lugar desconocido, muy parecido a un vertedero, o peor, a una ciudad arrasada en la que encuentran automóviles, objetos abandonados, e incluso restos de gente que vivió en las ruínas. A la dificultad de encontrar comida y agua se le suma un enorme animal con aspecto de lobo, que se convertirá en su compañero, y las criaturas que viven (es un decir) allí: desde zombies realmente grotescos hasta engendros con más tentáculos que un monstruo creado por Lovecraft, hasta un fantasma que irá sirviendo de guía al protagonista. El libro, en forma de diario escrito por él, sigue sus pasos intentando sobrevivir día a día, encontrar la razón por la que ha llegado a ese lugar, y sobre todo, la forma de salir de allí.

He de reconocer que con todo lo que aparecía junto y revuelto en el libro, empecé a plantearme si no estaría ante la Mejor Historia Jamás Inventada: zombies, engendros lovecraftianos, monstruos a puntapala, y un punto de partida sin mucho sentido. Porque aunque no me haya coincidido de hablar de ningún libro o película sobre el tema, también me gustan las historias en las que los protagonistas se encuentran en una situación desconocida sin memoria de lo que ha pasado, como pudo ser Cube o La Metamorfosis. Igual es que me recuerda al desconcierto de mi primer día de instituto: no tenía ni idea de cómo había llegado allí, no veía la hora de volverme a casa y hasta me perdí un par de veces en los pasillos. Vamos, que interés por el tema siempre queda, y si el autor sabe llevarlo bien, puede salir una novela francamente interesante.

En el caso de Glynn James, no se complica mucho la vida a la hora de escribir: el estilo es muy lineal y correcto, conservando la forma de diario, y se centra sobre todo en describir el mundo donde se encuentra el protagonista y sus monstruos. Hay una visión muy detallada del primer lugar donde despierta, y a la hora de hablar de los zombies, se nota esfuerzo a la hora de presentar un bicho lo bastante podrido como para que llame la atención, aún con un lenguaje bastante sencillo.

El Diario de los Desplazados no termina, sino que hay una segunda parte y hasta una tercera, pendiente de aparecer, aunque estas, previo pago. Si se mantiene el mismo nivel que en el primer libro, su autor hace bien en pedir dinero a cambio.

lunes, 12 de noviembre de 2012

Brave (2012). Menos drama que muchas historias de escoceses, pero más divertida



No solo es un scottish fold, sino que además lleva una boina escocesa. No podría ser más adecuado

Por norma general, cada película de Pixar se espera como agua de mayo, y no es sin razón: la compañía se ha procurado una imagen de calidad, tanto en cuestión de guiones como de animación (o infografía ¿Cuál es la palabra en estos casos). El público está atento a cada lanzamiento, fotos y noticias…y hay que estar muy despistado para no saber cual va a ser el próximo estreno. Debo estar en ese grupo, porque cuando decidí ver Brave, iba sin la más remota idea de su argumento, más allá de haberme hecho gracia el cartel con una niña pelirroja y un arco. Está visto que en el fondo, solo se entera de las cosas quien se interesa por ellas.



Por si hay alguien en la misma situación, Brave cuenta la historia de Merida, una princesa escocesa que para su desgracia, debe comportarse como tal y casarse cuanto antes por el bien del reino y de los cuatro clanes que lo forman. Lo que a la protagonista no le hace mucha ilusión, ya que ella, además de una buena arquera, prefiere rondar por el bosque y cosas poco principesas. Para ella su principal problema es su madre, que parece no entenderla, y tras una discusión con ella, escapa y encuentra en el bosque a una bruja, a la que le pide que haga cambiar a su madre. Dicho y hecho...pero la bruja en cuestión tiene una fijación con los osos similar a la mía con los gatos, porque por cambiar, cambia a su madre, pero no de opinión, sino que la transforma en oso. A partir de entonces, las dos tendrán que ingeniárselas para deshacer la maldición en dos días, o de lo contrario, el cambio será permanente.



En resumen, que el argumento es una nueva versión del tema de la comprensión entre padres e hijos, que se ha visto ya en muchas películas y con todo tipo de variantes, y si alguien esperaba que toda la escenografía de guerreros escoceses se utilizara para contar algo de aventuras o de buenos contra malos, se llevará un chasco. Pero en estos casos, lo interesante no es tanto lo que se cuenta sino cómo lo cuentan, y hay que reconocer que se han esforzado en que la película se disfrute por todos sus detalles: aunque la trama principal sea la historia de la protagonista y la maldición, hay también una secundaria que está relacionada tanto como con los personajes principales como con el de la bruja, y especialmente, su problema con los encantamientos de temática plantígrada, y la leyenda de Mor´du el Oso será parte del hilo conductor de la historia.


Tanto por el diseño de los personajes, como el comportamiento de estos, Brave busca ser una película divertida, y lo consigue. Si los hermanos de la protagonista, los tres mellizos pelirrojos, tienen un aspecto bastante mono, lo más cómico son los representantes de los clanes, en los que no se cortan en representar varios de los tópicos de Escocia. Especialmente, la parte de los highlanders (o de los que se le parecen), con las pinturas tribales azules y una secuencia en la que parodian abiertamente las portadas de algunas novelas románticas. La bruja sale muy poco, pero es un detalle curioso el que esta decida tener un negocio de talla y artesania (con esculturas de osos) visto que sus conjuros dan más problemas que soluciones.


Los padres de las criaturas. Vaya tres pies para un banco

Aún así, no es una película tan redonda como pudo ser la serie de Toy Story, o incluso Monstruos S. A., y en algunas situaciones el argumento se pasa de simplezas para solucionar algunas cosas que supuestamente, eran parte del problema principal del protagonista, o que en más de una ocasión, los chistes vengan servidos en la versión original por la forma de hablar de los escoceses. E incluso, que en alguna secuencia el pelo de la protagonista parezca más importante que la escena. Alguien en un departamento de informática se estaba tomando su trabajo como una obra de arte.

Como todas las de Pixar, y aún con sus fallos, Brave cumple y gracias a su animación, siempre resulta una película agradable de ver. Y viendo el carácter de algunos personajes, tengo la impresión de que tarde o temprano sacarán algún corto protagonizado por los tres hermanos de la protagonista.

jueves, 8 de noviembre de 2012

Lecturas de la semana. Releyendo que es gerundio



Tengo una lista de libros de la biblioteca que me interesan, unos 700 haciendo cola en el ebook, y a pesar de todo, me he puesto a releer unos cuantos, por ningún motivo especial ¿Será la nostalgia, me afectarán las borrascas o será cosa de meigas? Porque precisamente, estamos en tiempo de estas últimas…


Sven Hassel. La legión de los condenados. Un poco después de enterarme de su fallecimiento, decidí releer su primera novela, en la que cuenta su paso (es autobiográfica. Más o menos) por las prisiones militares nazis y su ingreso en un batallón disciplinario alemán, donde junto a sus compañeros, participará en algunas de las campañas más importantes y desastrosas de la II Guerra mundial. Posiblemente este sea el mejor libro de la serie en cuanto a crudeza y dramatismo, y lo que cuenta resulta bastante creíble aún teniendo en cuenta las dudas sobre la biografía de Sven Hassel, cosa que a partir de la tercera parte, no pasa (pero siguen siendo unos libros igual de divertidos). De hecho, es el que tiene menos situaciones humorísticas y el que mantiene en todo momento la primera persona como perspectiva.

Se nota su intención de ser un libro sin continuación, porque hace mención a la muerte de todos los personajes (esto no es un spoiler, se trata de una novela de guerra, no iba a pasar otra cosa), sin llegar a aparecer los que serían populares a partir del segundo libro, a fechas concretas. El tono, más serio, me recordó un poco a Tiempo para Amar, Tiempo para Morir, de Erich María Remarque, salvando las diferencias en cuanto a talento y forma de escribir. El resto de novelas entra cada vez más en el campo de la literatura de evasión, pero La legión de los condenados es una buena opción para leer una historia de la II Guerra Mundial ambientada en el bando alemán.


Fritz Leiber. Nuestra Señora de las Tinieblas. Este libro fue de los primeros de mi estantería, poco después de irse quedándome pequeña la literatura para chavales y un poco antes de empezar con H. P. Lovecraft. La historia era bastante atractiva y prometía atmósfera y terror sobrenatural del bueno: un escritor de San Francisco comienza a ver una figura extraña en una colina cercana a su edificio. Cada vez irá obsesionándose más con ella, ya que al parecer, está relacionada con un libro que él adquirió y en el que un ocultista desconocido le da un significado distinto al crecimiento de las grandes ciudades. Por supuesto, habrá investigaciones como mandan los cánones, alguna aparición espectral y demás elementos clásicos del género con el plus de abrirse un poco a las nuevas formas del género fantástico que empezaban a desarrollarse entonces.

Tras releerlo he comprobado dos cosas: Una, que los protagonistas son unos hipsters de tomo y lomo, y que su actitud intelectual resulta un tanto cómica en la época en la que las gafas de pasta y la preferencia por los vinilos, como pose de moda, se han convertido en un meme. Todos saben de todo, se sienten muy por encima de las formas de entretenimiento populares (en concreto, a la serie de terror para la que el protagonista escribe) y al estar en 1978 ¡usan máquinas de escribir antes de que fuera mainstream!

La segunda fue darme cuenta que la etiqueta “narrativa para adultos” no tiene por qué referirse exclusivamente la aparición de párrafos frívolos y teticas (que en Nuestra Señora de las Tinieblas no las hay, o al menos, de forma expresa), sino a argumentos, situaciones y referencias que es muy difíciles de entender para alguien que todavía acaba de superar las novelas de Los Tres Investigadores. Y es que todas aquellas teorías sobre el ocultismo, el crecimiento de las ciudades, y las menciones a un tal Clark Ashton Smith que entonces ni siquiera sabía quien era, se me quedaban muy grandes…y a pesar de todo, sus imaginación, y su forma de narrar, me marcaron lo suficiente como para que se me ocurriera leerlo otra vez.

lunes, 5 de noviembre de 2012

Abraham Lincoln, Vampire Hunter (2012). Igual que el algodón, esta película no engaña


Seth Grahame Smith empezó su carrera por todo lo alto: aprovechando la moda de los muertos vivientes para reescribir Orgullo, Prejuicio y Zombies, y de paso, ganándose la enemistad eterna de Hewl, que es fan de Jane Austen y todavía no le ha perdonado sus chistes sobre ninjas en plena campiña inglesa.

Después decidió seguir escribiendo pero sin destrozar clásicos y en su lugar, tomarla con la Historia, convirtiendo a Abraham Lincoln en un cazador de vampiros que compagina esta profesión con su carrera política. Vamos, como si en España a alguien le diera por escribir un libro titulado “Mateo Sagasta, Zombie Killer” o “Manuel Fraga, Cazador de Lobishomes”. La diferencia es que en Estados Unidos cualquier historia puede acabar convertida en guión de cine, y Abraham Lincoln, Cazador de Vampiros, se convirtió en poco tiempo en una película, y con unos realizadores que no podían ser más raros: el propio novelista se encargó del guión, y Timur Bekmambetov de la dirección. Para más señas, este es el director de las dos películas de Guardianes de la Noche, y solo por lo que me gustaron, esta idea de poner al presidente cazando vampiros, me acabó llamando la atención.



El argumento enseña lo que promete el título: el jovencito Abraham Lincoln, tras perder a su madre a manos de un chupasangre (que además era esclavista), encuentra a un tipo un tanto misterioso que lo entrena en la caza de vampiros. Por mucho que el protagonista esté interesado en vengarse del asesino, su maestro lo envía a Illinois junto con unas cuantas instrucciones para acabar con los vampiros locales, que son desde farmacéuticos hasta banqueros (bueno, esto último ya es bastante obvio a día de hoy). Su historia se irá entrelazando con la biografía verídica del presidente: conocerá a su mujer, empezará su carrera política, y acabará en plena guerra de Secesión y la Batalla de Gettysburg, en la que los vampiros, que son los principales partidarios de la esclavitud por aquello de tener comida gratis, también participarán.



Hacer una película con ideas tan contradictorias como un presidente y los vampiros me parecía un poco difícil: muchas veces han intentado hacer cosas del estilo, pero han optado por la vía de la comedia y estas cosas solo acaban haciendo gracia a los que las ruedan, y ahí están Jesucristo Cazavampiros o Karate a Muerte en Torremolinos para demostrarlo. En cambio, el cazador de vampiros Lincoln optó por contar una historia seria, o al menos, todo lo seria que puede ser ver al personaje tal y como se lo conoce en la historia, con su sombrero kilométrico y su barba, cogiendo un hacha y partiendo en un tren hacia Gettysburg mientras se enfrenta con una banda de vampiros. Su biografía la presentan de forma en que todo esté relacionado con su lucha contra los vampiros, desde lo de irse a Illinois hasta la muerte de su hijo. Más o menos, lo que Seth Grahame-Smith demostró que sabía hacer a la hora de meter párrafos en sus libros favoritos.




El principal problema, si se hace un copia y pega de estos, es que en muchos casos queda bastante acartonado: si Abraham Licoln conoce a su mujer y se casa con ella, entonces tiene que aparecer, pero poco hace hasta la segunda mitad de la película, y sinceramente, esa parte está muy mal traída, parece más un pegote añadido que parte del guión. Además, los actores son bastante simplotes, y más allá de parecerse al personaje histórico, y defenderse bien en las escenas de acción, poco hacen. Sale Rufus Sewell, que es la cara más conocida, haciendo de malo, que debe ser el que mejor se defiende a la hora de interpretar un poco.



A una película como esta se le pide muy poco, y seguramente, por eso funcione: la historia procura mantenerse lo más simple posible para poder ofrecer lo interesante, que son los vampiros y las peleas. Además, cuentan con un director que en Guardianes de la Noche demostró que cuando quiere, tiene una forma de rodar muy particular. Y esta vez, con un presupuesto más amplio que una película de ciencia ficción rusa, se le nota: hay peleas con forzudos imposibles, primeros planos de hachas volando, y sobre todo, secuencias bastante fantasiosas, como la típica escena del mapa para señalar el lugar de una batalla, que se va convirtiendo en un tablero tridimensional. Además, la limitación de presupuesto hace que el director aproveche todo lo que pueda, y en vez de aburrir con artes marciales y explosiones, prefiere ofrecer secuencias que parecen más ilustraciones fantásticas.

Viniendo de quien viene Abraham Lincoln, Cazador de vampiros (del guionista. Del señor Timur no tengo ninguna queja), me esperaba algo mucho más chorras…bueno, chorras es un rato largo, pero no me esperaba que fuera tan divertida. Y teniendo en cuenta el típo de película que es, no se puede pedir más.

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