Series de tv, libros, cine...y una constante presencia gatuna

jueves, 26 de julio de 2018

Ahora intenta dormir de Emilio Bueso. En todo caso, hoy toca mirar debajo de la cama antes..



A menudo algo tan breve como un relato, y en un mundo tan competitivo como es el editorial, puede servir para darse a conocer como escritor, dar al lector una idea del estilo de narración que llevará más adelante y por qué no, llegar a pagar alguna factura. Pero sobre todo, lo primero. En otras ocasiones, los relatos pueden llegar a posteriori, o al menos, las recopilaciones de cuentos dispersos una vez se haya podido ver publicada una novela.





Ahora intenta dormir, de Emilio Bueso, es un buen ejemplo. Tras dos o tres novelas en distintas editoriales, Valdemar presentó una recopilación de sus primeros trabajos, provenientes de fuentes muy dispares. Algunas pruebas, encargos, ensayos para posteriores novelas e incluso piezas de esas que parecen escritas por el puro placer de crearlas o de librarse de algún miedo. Porque en conjunto, el género que define los cuentos de esta recopilación es el terror en sus distintas variantes: el absurdo, el horror puro, la pesadilla, alguna que otra aproximación a los clásicos e incluso a la ciencia ficción postapocalíptica. Aproximaciones que, en realidad, cuentan con un elemento en común: cierto fatalismo, que se sirve de la brevedad del formato, donde la primera página anuncia que nada va a terminar bien (y en las piezas más extrañas, mal. O terminar de alguna forma) para los personajes.

No queda claro si por ser las primeras piezas, o por tratarse de una extensión más confortable para lo que quería narrar, pero el libro, en conjunto, es muy corto, y más teniendo en cuenta que llega a alcanzar la veintena de cuentos. Pero, salvo excepciones, ninguno supera las diez páginas, suficiente para que estos puedan provocar el shock que pretendía. Los títulos, curiosamente, no hacen suponer lo que vendrá a continuación: si La vecina describe una situación pesadillesca donde el terror, en vez de venir provocado por la ausencia de luz, lo provoca el exceso de esta, Bola de mierda es nada menos que una historia de fantasmas y venganza en la Guerra Civil. O, El revenido, el cuento que cierra la recopilación, es una traducción castiza del término revenant y una aproximación detalladamente grotesca, donde cada uno de los capítulos ofrece un paisaje donde no escatima una imaginería monstruosa y que seguramente los más aficionados al terror hayamos disfrutado mucho. Bueno, y en mi caso, porque salen gatos. Un montón. Y ninguno ha resultado dañado en el curso de ese relato.
 

Pese a lo dispar, o que directamente, cada cuento es de su padre y de su madre, y median unos cuantos años entre la escritura de estos, es posible ya encontrar recursos que interesan, o que parecen estar muy presentes en la imaginación del autor: la importancia de la luz, empleada como algo extraño, invasivo, o su presencia en forma de focos, incidiendo a menudo en lo inexplicable de su funcionamiento y potencia, y una atmósfera que, aunque centrada de lleno en lo fantástico, se aprecia un entorno sucio, demasiado cercano a la realidad menos agradable. Y sobre todo, un estilo donde prefiere ante todo lo extraño, y la capacidad de este para generar inquietud, en lugar de desarrollar un escenario coherente o reconocible, que lo acerca mucho al New Weird anglosajón y que, aunque de momento no haya encontrado traducción al término, hay que reconocer que la definición es bastante adecuada.


Tratándose de una colección, es inevitable que en algún momento no resulte irregular. Y en este caso, algunos son mejores que otros. Si los primeros relatos, así como los últimos, son prometedores y acaban confirmando el buen nivel en su mayoría, hay alguno que otro que resulta olvidable. Bien por exceso de absurdo, que no parece pasar de una colección de ideas que no terminan de cuajar en papel, o bien por recurrir en un par de ocasiones al truco de transcribir pesadillas, reales o para evitar trabajar la coherencia interna del cuento. Y ese es un recurso que solo se lo pasamos a Lovecraft o a Thomas Ligotti.


Si a Emilio Bueso lo empecé a leer por el gancho lovecraftiano del que partía Extraños eones, Ahora intenta dormir fue ya por su habilidad como autor, aunque se trataran de cuentos escritos hace algún tiempo. Suficiente, también, como para que su siguiente serie, ya metida dentro de la ciencia ficción (igual de extraña que su tratamiento del terror, por lo que parece), resulte igual de prometedora.

jueves, 19 de julio de 2018

La primera Purga (2018). El origen de una bonita (es un decir) tradición


Pocas franquicias han aprendido tan bien de sus errores como La purga. Tras una primera entrega demasiado centrada en el home invasion como para prestar atención al trasfondo que lo justificaba, siguieron una serie de secuelas donde acertaban de pleno con el tono de guión y estilo: en lugar de continuar asediando a los protagonistas en sus respectivos domicilios, se veían obligados en cada secuela a salir, durante la noche más peligrosa del año, e intentar sobrevivir en unas calles pobladas de gente dispuesta a liberar sus instintos más salvajes, frustraciones e incluso sus deseos de venganza. Con un planteamiento mucho más dinámico a partir de la segunda parte, la saga se fue componiendo de historias independientes que narraban lo sucedido en la purga de distintos años, llegando a plantear el que podría ser el final definitivo de esta. Pero lo variado de este escenario no impide el poder llenar esos huecos que faltan en una historia de unos Estados Unidos gobernados por un partido que se hace llamar los Nuevos Padres Fundadores y en una práctica que parece esconder algo más que el reducir los índices de criminalidad durante el año Y, antes de la serie de televisión que continuará la franquicia, se estrena una precuela que continúa desarrollando lo sucedido en cada celebración.



Con La primera Purga tampoco es que se compliquen demasiado en cuanto a títulos (y de paso, debo informar que el nombre de tan curiosa celebración siempre me resultó un poco contradictorio al recordarme a la palabra que usaba mi abuela al referirse a un laxante), indicando desde un principio, que esta se trata de la primera celebración, organizada por el nuevo gobierno de los Estados Unidos, que se llevó a cabo con el objetivo de reducir el crimen y la violencia durante el resto del año. En un país asolado por la crisis y la desigualdad, este experimento científico parece la solución más viable para paliarlas. Pero el proyecto, que se llevará a cabo en Staten Island, una zona particularmente afectada por la situación, es presionado continuamente por un gobierno demasiado interesado en conseguir que esa Purga sea un éxito. Sobornos a cambio de participación, espionaje e incluso la presencia de mercenarios en el área, hacen que sus habitantes, desde gente con escasos recursos que solo quiere seguir adelante con sus vidas hasta los representantes de la delincuencia local, deban defenderse, y atacar, si es necesario, para sobrevivir.



Uno de los aspectos más dinámicos de la serie es la independencia entre cada secuela: salvo tener lugar en el mismo universo, cada una ofrece personajes e incluso distintas situaciones en el tiempo, de modo que siempre es posible ofrecer un poco de variedad en una saga que ha llegado a las cuatro entregas. Y que desde las dos últimas ha optado por aportar una trama política, un tanto de serie B, para intentar dar coherencia a una premisa que, si ha funcionado hasta ahora, es por haber conseguido unos guiones centrados en la acción, y algo de distopía, muy entretenidos. En este caso, junto a la trama principal, sigue perfilándose un argumento secundario sobre la politica manejada en segundo plano y que aquí terminan de presentar como algo muy relacionado con lo que se ha visto en pantalla previamente. En este caso, se sigue de forma paralela a unos personajes principales, desde un narcotraficante con cierta épica, hasta una familia compuesta por dos hermanos, pasando por el correspondiente alivio cómico, y a los políticos responsables. Aunque, teniendo en cuenta el tono de la producción, la resolución de esta última trama no va a ser precisamente un drama de conspiraciones y alta política.


Los cosplayers de Borderlands también purgan

Con el tiempo, la estética que se fue desarrollando en cada secuela se ha convertido en algo propio de la serie, y pese a tratarse de una precuela, aquí tampoco podía faltar: las primeras escenas, más neutras, van dando paso a una serie de personajes de apariciones muy breves y caracterizados unicamente por unos vestuarios, con intención de disfraces, tirando a macabros y donde no falta un punto exagerado (de nuevo, es un poco improbable imaginarse a cualquier viandante diseñando su disfraz para la Purga de cada año como quien se va a los carnavales de Xinzo), que aquí han terminado de perfeccionar con un guiño muy ingenioso a objetivo de la historia:las lentes de contacto que llevan los personajes, con el objetivo de grabar lo que sucede, emiten un brillo que hace que estos sean rodeados continuamente por siluetas de las que solo se ven máscaras y una luminosidad irreal.



Siendo una cuarta entrega ya también era difícil que esta ofreciera algo nuevo: aunque la idea ofrezca la posibilidad de contar diversas historias, en el fondo el desarrollo de la trama puede resumirse en llevar a unos protagonistas del punto A al B o conseguir que no los maten, funcionando un poco por el interés que pueda tener cada protagonista o situación. En este caso, el escenario sobre vecindarios chungos, mafiosos malotes pero honrados y guerras de bandas, aunque divertido, no llega a convencerme, y queda un poco lejos de la frescura que supuso The Purge: Anarchy.
Salvo un punto de partida que no considero mi preferido de la franquicia, The First Purge sigue funcionando como una buena película de serie B, manteniendo un punto muy curioso entre la acción y la trama política, en el que el único limite, como en todo, acaba siendo el tiempo y el agotamiento de las ideas: de momento, funciona, aunque habría que ir pensando en cuantas purgas quedan antes de no quede más que contar.

jueves, 12 de julio de 2018

Rampage (2018). Animales gigantes, The Rock y destrucción masiva


Los videojuegos adaptados al cine siempre han sido el hermano pobre de las versiones. Con un historial donde priman los presupuestos ajustados, guiones entre lo descuidado y lo ridículo, o una tendencia a olvidarse por completo del material original, la mejor crítica que reciben a menudo es “no está mal. Para ser la versión de un videojuego”. Lo cierto es que con más de veinte años de intentos, ha habido de todo: desde una versión de Street Fighter que se puede considerar la mejor comedia jamás filmada, hasta una franquicia de Resident Evil que opta por pasarse por el forro la historia para mostrar las acrobacias de Milla Jovovich pasando por dos entregas de Dead Rising que, dentro de lo modesto de su producción, funciona perfectamente incluso asumiendo una posición muy menor y limitándose a su distribución en vídeo. Lo mas extraño ha sido ver como una película, basada en un juego no tan conocido como los anteriores intentos, contara con un buen nivel de producción e incluso aparecer estrenada en salas de cine.



Este ha sido el caso de Rampage, que adapta con mucho ingenio un videojuego donde los personajes son monstruos gigantes que deben evitar ser abatidos por el ejército. Aunque aquí el protagonismo ha sido desplazado en favor del personaje interpretado por The Rock, un primatólogo que presencia como los animales del parque natural son afectados por un agente mutante caído de un satélite (estoy releyendo esto mientras escribo y no, no me ha dado un golpe de calor. Es el argumento oficial). Convertidos en monstruos gigantes, este intentará por todos los medios detener el crecimiento ilimitado de las criaturas, y salvar a uno de ellos: George, un gorila albino al que ha cuidado desde que era una cría, y que todavía no ha terminado por convertirse en un monstruo. Entre persecución y explosiones, también lo acompañan una cientifica expulsada del proyecto donde se diseño el agente mutágeno, y un empleado del gobierno bastante socarrón. Bueno, y una pareja de antagonistas, que están detrás de toda la trama de la mutación genética, que se pasan media película pegando voces a un teléfono y sin salir de un rascacielos.



Siendo muy generosos, el argumento es muy simple. Salvo la trama de The Rock Johnson protagonizando escenas de acción y el tiempo en pantalla de monstruos creados infográficamente, el resto parecen añadidos para justificar la hora y cuarenta de metraje. Aunque, en su favor también se puede decir que no sobran: el argumento, en el fondo, es el de una serie B divertida, muy inflada con efectos especiales que no envidiaría cualquier estreno mayoritario, pero que no desentonaría en una sesión doble o en una estantería de videoclub. Un argumento muy modesto que en el fondo, solo pretende ofrecer diversión a raudales, pero que incluso se toma su tiempo en presentar una serie de personajes medianamente construidos y que cuenten con algo de simpatía: The Rock como primatólogo que se siente más cómodo entre animales que entre humanos, un posible interés romántico en el papel de científica, y una pareja de villanos que practicamente no comparten pantalla con el resto de personajes pero, que más que malvados, su actitud resulta tan ligera, ridícula y un tanto histérica, como el resto del tono de la historia. Y es que habría sido un poco difícil tomarse en serio a unos antagonistas que fueran más dramáticos que el remedo de Team Rocket que aparece a ratos en pantalla.



A The Rock, que además de irle bastante mejor que en la adaptación de Doom, parece estar bastante cómodo dentro del cine de acción familiar, se le pide lo justo como actor, y cumple: su papel de científico recuerda bastante al que tuvo previamente en la segunda parte de Jumanji y se ha convertido en un especialista en estos papeles bastante carismático. Resulta más chocante encontrarse con Jeffrey Dean Morgan como secundario, no queda claro si de apoyo o de alivio cómico, porque su registro aquí es muy parecido a que si a Negan le hubieran puesto un traje de corbata y le hubieran prohibido decir tacos y romper crismas.



En general lo que más ha sorprendido de la película ha sido esa impresión de estar muy por encima de la media, a nivel de crítica, del resto de adaptaciones de videojuegos. Lo cierto es que, salvo las menciones al origen de la producción, no conocía el videojuego, y en cambio, eso no ha impedido que pudiera disfrutar con la adaptación: el que funcione de forma independiente, sin tener la sensación de estarse perdiendo referencias o la idea de que hayan trasladado a la pantalla algo de forma incorrecta.

Rampage no es una gran película. Triunfa como adaptación, pero también por tener muy claro cuales son sus objetivos y su público. Donde sobra destrucción y monstruos dignos de serie B, faltaría profundidad...si le hiciera falta, vaya. Por lo pronto, ha conseguido convertirse en una película menor, con buenos resultados, pero de las que se puede afirmar sin miedo que no se deberían pagar ocho euros por ella.

jueves, 5 de julio de 2018

Hereditary (2018). El diablo está en los detalles


Todos los años acaba apareciendo algún estreno anunciado como la película de terror. Del año o de la historia, pero siempre la más aterradora, la que revoluciona a un público cada vez más curado de espantos o la que lanza o relanza la carrera de un actor. No me quejo de este sistema porque eso solo significa la competencia que hay en el género, y como mucho, seleccionar mejor lo que quiero ver (o acabar arriesgándome a ver un truño. O disfrutándolo, dependiendo del nivel de cutrez). Durante la primera mitad de este año se han dado los dos casos: mientras Un lugar tranquilo era el estreno silencioso de la temporada, mientras que Hereditary llega precedido por críticas muy positivas y algunas menciones a lo terrorífico de la película.



La historia comienza con una muerte...o más bien, con una esquela: el obituario de la matriarca de la familia Graham cuya hija, esposo y nietos asisten al funeral leyendo un discurso de despedida donde es descrita como alguien difícil, pero buena y querida. Decía mi abuela que no hay como morirse para ser bueno, algo que se perfila cierto en las palabras que su hija le dedica: en las primeras escenas algo parece no estar bien en una familia donde la enfermedad mental es algo hereditario y las consecuencias de esta se hacen sentir en los Graham. La sombra de la madre muerta, cuyo trastorno afectó a sus vidas, donde Annie canaliza sus emociones a través del arte, Peter pasa desapercibido en casa y el colegio y Charlie, la menor, parece haber sufrido en mayor medida la influencia de su abuela. Una niña enfermiza, extraña, y que poco después fallece en un trágico accidente. Es a partir de este cuando Annie, intentando lidiar con la pérdida y una relación con su familia cada vez más deteriorada, empieza a percibir algo en la casa. Siluetas que identifica con sus seres queridos perdidos, ruidos, y quizá, pero solo quizá, la sospecha de haber heredado la misma locura que se llevó a sus parientes.



La película está planteada intentando huir un poco de los clichés típicos del género y centrándose en aspectos que son más importantes. El terror como tal, el de los sustos a los que el público se acostumbró en Insidious, brillan por su ausencia. Puede haber sombras que se deslizan al final del plano, o siluetas que los personajes entreven, pero que aparecen con toda sencillez, sin subidas de música, ni planos violentos, estas aparecen unicamente acompañadas por una banda sonora muy poco melódica, hecha con sintetizadores y con más intención de ser atmosférica que de ofrecer un tema reconocible. Y que acompaña el escenario donde los personajes se mueven: una casa de madera, aislada en medio de un bosque, con habitaciones innumerables, y un aspecto, más que intemporal, un tanto anacrónico que provoca que los personajes parezcan atrapados en un entorno cerrado y aislado del resto del mundo.



Del mismo modo, el horror aquí se manifiesta desde una perspectiva adulta. La trama sobrenatural va introduciéndose de modo muy paulatino y podría decirse que muy lento: la película, con dos horas, parece contar mucho menos de lo que podría en ese tiempo, que invierte en realidad para presentar mediante imágenes a unos personajes muy complejos y a su entorno. Y aunque cuente con un peso importante en la historia, lo que la acompaña en todo momento es la presencia de la enfermedad mental como algo real y que afecta a las vidas de los protagonistas hasta un punto de no retorno. Un tema que los personajes evitan y que solo se pone de manifiesto en un momento concreto, presentando de forma directa la posibilidad de una explicación racional a lo que el guión narra. Y que podría comprenderse a través del personaje del padre, al que Gabriel Byrne presenta como alguien casi invisible: la historia, contada desde la perspectiva de los descendientes de la matriarca Graham, ofrece la posibilidad de una interpretación racional, pero igual de horrible, a través de ese marido que permanece ignorado por la trama y del que se puede adivinar que aguanta, por pura impotencia y amor a su familia en un entorno opresivo. Es en realidad Tony Colette, en el papel de Annie, quien lleva mayor peso en la película, y quien aprovecha su registro más excesivo. Aunque no le sirva demasiado a la hora de ser recordada, porque en este caso, la estrella ha sido Milly Shapiro. La actriz, cuyo aspecto está muy lejos de una Maisie Williams o una Billie Bobby Brown, ofrece, entre una caracterización y maquillaje con aspecto un tanto macilento, una interpretación inquietante que, pese a que los trailers la anuncien como principal reclamo, su presencia es muy escasa en comparación al resto de protagonistas.



Entre otras, a Hereditary lo anuncian como el estreno más terrorífico del año, El exorcista de nuestra época y unas cuantas frases más muy llamativas. Solo una parte es cierta: la película trata de horror, pero de una forma muy cercana y casi realista, enfrentando al público a miedos reales sin pretender arrancarles gritos. La otra, solo puede decirlo el tiempo, aunque con un poco de suerte podrá ser recordada como se recuerda a La semilla del diablo o El exorcista.

Este es un blog cat-friendly

Este es un blog cat-friendly
...Por si quedaba alguna duda