Series de tv, libros, cine...y una constante presencia gatuna

domingo, 29 de mayo de 2011

Lecturas cienciaficcioneras II





Lo sabíamos: H. P. Lovecraft no mentía.




Una semana más, entre la biblioteca y préstamos interfamiliares, he dado cuenta de más novelas de ciencia ficción, que, como esto siga siendo habitual, van a acabar por necesitar su propia etiqueta en el blog.

Fredric Brown. Marciano, vete a casa. Otro clásico cienciaficcionero, y de los que más me ha gustado. El argumento, resumiendo un poco, habla de la súbita aparición de los marcianos, en su apariencia más típica (pequeñitos, verdes y cabezones) que no parecen tener otra intención con los terrícolas que tocarles las narices, y mucho. Porque los marcianos que se aparecen primero al protagonista, y después al resto de los humanos, son tremendament groseros, cotillas y maleducados. Y lo peor de todo, no solo no se pueden deshacer de ellos, sino que es imposible ejercer violencia física contra ellos. Los marcianos no solo suponen una molestia diaria sino el caos absoluto, ya que desaparece toda la literatura fantástica, los espectáculos televisados y los programas de radio, que los alienígenas interrumpen constantemente, con lo que las bolsas no tardan en desplomarse y se produce una crisis económica en la que el protagonista, escritor de ciencia ficción, tiene que buscar trabajo de lo que sea. Su historia se irá entremezclando con los distintos intentos de acabar con los marcianos, que van desde la ciencia hasta la magia, e incluso la filosofía, ya que el protagonista se pregunta a menudo si los marcianos no han sido creados por su propio subconsciente. La idea puede parecer un poco densa, pero en realidad está llevada con mucha gracia y orientada al lado más hilarante de la situación, como pueden ser el que los marcianos se enteren de todo, y que no duden en airear los trapos sucios de las personas a las que atormentan.



Edmund Cooper. Le jour des fous. De la misma quinta que El día de los trífidos, y con un argumento parecido (pero sin plantas amenazadoras de aspecto ridículo), Edmund Cooper cuenta una historia 100% de los sesenta: sin explicar gran cosa de ciencia, unas radiaciones solares raras comienzan a afectar a la población conduciéndolas al suicidio. Los únicos que parecen estar igual que siempre son los locos, o como comienzan a llamarse en la novela, transnormales, que acaban siendo los únicos supervivientes por lo que, en muy poco tiempo, y a falta de gente que trabaje, la civilización se va al cuerno. El libro sigue la vida del protagonista desde su primer y fallido intento de suicidio, hasta los últimos avances de las gentes que sobreviven, y en medio, y muy a vuelapluma, va narrando los distintos tipos de sociedades que se crean: desde una comunidad de vecinos basados en el "vive y deja vivir", hasta una especie de Inquisición que intenta acabar con la poca cordura que queda, hasta un sistema feudal y finalmente, una sociedad que ha superado la locura de los últimos decenios. El autor no se para gran cosa en ninguna de estas, más allá de mencionarlas, describirlas y contar lo que le sucede al protagonista con ellas, por lo que, teniendo en cuenta que sus propios miembros no están muy bien de lo suyo (esa es la gracia del libro), no durarían mucho. Teniendo en cuenta que el protagonista también está loco (aunque la contraportada diga lo contrario), su actitud en relación con otros personajes es un tanto extraña y a menudo, un poco psicótica, pero según van apareciendo el resto de personajes, se hace verdad el refrán de "otro vendrá que bueno me hará". En cuanto a estructura, me recordó muchísimo a El día de los trífidos, por lo que más allá de la doble lectura que pueda suponer todo el tema de la locura (y tratándose de una novela de entretnimiento, no es mucha), no resulta muy llamativo, salvo por el ser bastante más bestia que otras novelas postapocalípticas, o al menos, todo lo bestia que le podía permitir la censura en la época.

Como curiosidad, el libro estaba disponible en francés, publicado por una editorial belga en los setenta, en la biblioteca municipal, y me da la sensación de haber sido la primera persona que sacó al pobre Cooper a pasear en muchos años.

Lecturas semanales



Debería hacerle una estantería virtual a mi gata, con todos los folios que se ha comido

Desde la semana pasada se terminó mi temporada de series habitual, que tampoco eran muchas, y además de un vacío tremendo en el disco duro, me ha dejado más tiempo (todavía más) para seguir con las lecturas. Que, exceptuando una, esta vez tampoco han sido muchas porque eran un poquito más extensas o densas de lo que solía tener a mano:



Como la colección era de ciencia ficción, los de Orbis le metieron brillitos a la portada

Ray Bradbury. Fahrenheit 451. De este señor solo sabía que había escrito un montón de novelas famosas, y que había dejado La feria de las tinieblas casi al empezarlo porque me había aburrido (tenía doce años...Era joven y no tenía ni idea de nada). Aunque Crónicas Marcianas es uno de sus libros más conocidos, a Fahrenheit 451 se le suele considerar la utopía negativa por excelencia, junto a 1984 y Un mundo feliz. De ella se puede decir que no son necesarias cientos de páginas para desarrollar un futuro pesimista, unos buenos personajes, y una situación extrema de esas que sirven para hacer pensar al lector, y sobre todo, que pese a haber sido escrita hace unos cincuenta años, muchas situaciones son perfectamente extrapolables a cualquier situación actual, ya que sin ser parte de la trama, el autor hace mención a la violencia juvenil, a las guerras en países lejanos que parecen no afectar, y un público completamente ajeno a lo que sucede en el exterior. Si es que no hemos cambiado nada...



Joseph Conrad. Nostromo. Conrad era un polaco muy peculiar: hijo de exiliados, marino de profesión, fabuloso escritor en lengua inglesa...y con una tremenda mala pata a la hora de hablar el idioma de la Pérfida Albión. Sus novelas de aventuras se caracterizan por el retrato que hace de los personajes, muy puntilloso y a menudo crítico, y que su forma de narrar ha hecho que muchas de las situaciones resulten intemporales: El corazón de las tinieblas tuvo su versión cinematográfica ambientada en Vietnam, y El agente secreto, sobre los atentados anarquistas a principios de siglo, no es muy diferente de cualquier plan terrorista reciente.
Nostromo es su aportación a las historias sobre las revoluciones en países sudamericanos, narrando sobre las vidas de los habitantes de Sulaco, y especialmente, Nostromo, capataz de una mina, de origen italiano, que decide conseguir su beneficio de las revoluciones que asolan el país. Su personaje principal responde más a las características de antihéroe que de protagonista al uso, pero como suele pasar en estos casos, su carácter decidido y ambicioso resulta fascinante.



Sue Towshend. El diario secreto de Adrian Mole. Primera parte de las aventuras, en forma de diario, de Adrian Mole, un adolescente intelectual e hipocondríaco, su disfuncional familia, y sus también disfuncionales allegados. En ella se narra cómo llega a ser un intelectual (decide serlo, así de claro), cómo comienzan los problemas maritales de sus padres, y cómo conoce al resto de personajes que aparecerán en The Growing Pains, la segunda novela: Bert Baxter, el veterano de Guerra, Pandora Braithwaite, el amor de su vida (eh, tiene trece años, a esa edad se es muy dramático) y especialmente, cómo empieza a desarrollarse su particular carácter y visión del mundo. Aunque también esá escrito con muy mala baba, no llega al extremo de esa segunda parte donde las malas situaciones alcanzan su máximo técnico (con nuevos divorcios, hijos ilegítimos, y su protagonista siendo beneficiario de la seguridad social), en parte debido a su carácter de presentación, y en parte por tratarse de un protagonista algo más joven que en el siguiente. En este tampoco pueden faltar las referencias reales, y si Growing Pains estuvo marcado por las Malvinas y el nacimiento del Príncipe de Inglaterra, en este el acontecimiento sonado fue la boda de Lady Diana, con fiesta en el barrio de los personajes, incluída.
Lo bueno de esta serie de libros es que pueden leerse un poco en desorden, dentro de lo que cabe: la autora da la suficiente información de cada vez como para que uno pueda ubicarse respecto quien es quien.



Honoré de Balzac. Les Chouans. Si buscara un punto de simpatía con el Señor Conrad y los idiomas, sería que comprendo el francés mejor de lo que lo hablo (o más bien, de lo que lo asesino), y de cara a repasar gramáticas y vocabularios, siempre me resulta más sencillo leer una novela que ponerme a estudiar de forma propiamente dicha. Generalmente me dio resultado aunque gracias a buscar narrativa relativamente reciente. Porque cuando intento ponerme con un tipo anterior a 1850, y con una novela que pretendía ser el Ivanhoe francés, puedo salir trasquilada. Aunque gracias a ella, o más bien, a las dos páginas que dedica a describir las pellizas de cabra que llevan los contrarevolucionarios, me he debido hacer una experta en el sector peletero. Ahí es nada.

sábado, 21 de mayo de 2011

Dark Floors (2008). Lordi, de Eurovisión al cine





Sin el blanco y negro, y con un gato rollizo, los hospitales dan muy poco mal rollo

Hacía tiempo que no dedicaba una entrada a La película del sábado, esa sección en la que principalmente, me dedico a lo que implica su título. También suele incluir la ingesta de algún aperitivo, o una gata echándose la siesta al lado, pero si le dedicara una entrada a una taza de té y galletas, sería demasiado aburrido. O muy británico (de los gatos ya no digo nada. El blog les pertenece).





Los diseñadores del Tren de la Bruja se han encargado de este poster

Esta vez le tocó a Dark Floors, una película que encontré en una página de cine hecho en Europa, y que pese a lo simplote de su argumento, me la apunté para ver a ratos muertos. Su premisa consiste en un grupo de personajes bastante típico (niña autista, papá preocupado, policía, enfermera, vagabundo y señor borde) que, tras un corte de luz que los sorprende en el ascensor de un hospital, salen a una planta completamente vacía, en la que empiezan a producirse alteraciones temporales y algo comienza a perseguirlos. La clave para salir de ese lugar parece ser la niña autista...y con esto viene a quedar claro que la historia no descubre la pólvora, pero funciona por el mismo principio por el que lo hacen cosas como Silent Hill y un montón de películas de serie B: los limbos inquietantes molan. Y los hospitales siniestros, también. Por tanto, si juntamos los dos, tenemos entretenimiento geek asegurado.

La sorpresa llegó cuando el nombre del archivo venía como "The Lordi Motion Picture" ¿La película de Lordi? ¿Pero esos no eran los monstruos finlandeses que ganaron Eurovisión hace cinco años? Ahí me empezó a echar para atrás, porque si bien tuvieron gracia en su momento, cualquier película patrocinada/protagonizada por músicos ya no me convence tanto, y menos si es una de terror...Es como si hicieran una del estilo, protagonizada por Héroes del Silencio.



Como era bastante corta, y la actuación en su momento me había gustado, decidí darle una oportunidad. Y como suele pasar cuando ya no se confía demasiado en una producción, el disgusto no suele ser tan grande: como me había esperado, la caracterización de los personajes es muy tópica, porque en estas películas donde hay un grupo encerrado, siempre va a haber un valiente, un insoportable, un abnegado, y si hay un autista de por medio, va a tener poderes, o ser un fenómeno matemático. Además, en estos casos en los que una historia se sustenta en una situación extraña, la explicación a lo que sucede suele ser bastante cutre, si es que la dan. Y en este caso, ni se molestan: Tenemos un hospital vacío, gente escapando como alma que lleva el diablo..¡al cuerno con la coherencia! Y lo de la coherencia, nunca mejor indicado, porque además de no saber a santo de qué los personajes se ven en esa situación, la aparición de los monstruos (en este caso, los miembros del grupo), ni tiene mucho sentido, ni es acorde con la ambientación. Cuando aparecen, los protagonistas tienen que escapar de una fantasma que grita, un bicho con los dientes grandes, una momia, otro que no sé lo que és, y hasta de otro que tampoco sé muy bien a qué especie monstruosa pertenece, pero es el cantante de la banda y hace de señor de las tinieblas o algo por el estilo.



¡¡Rápido!! ¿¡Alguien tiene una Espada de Luz +2 para acabar con él!?

En conjunto, no deja de ser el equivalente terrorífico a un telefilme de tarde, al que no se le puede pedir más que lo que hay y que, después de haber visto tantas películas europeas en las que intentan parecer más internacionales, cuando no estadounidenses de cara al mercado, el que utilizaran actores extranjeros y se rodara en inglés, me acaba resultando entrañable y todo.

martes, 17 de mayo de 2011

Desafío misterioso: diez libros de novela negra




En este blog cualquier propuesta de lectura es bien recibida, y en este caso, en El tercer Miope hay una entrada sobre el Desafío Misterioso, que consiste en leer diez libros de novela negra desde mayo a diciembre. Desafío, para mí si lo es, porque no es un género en el que me prodigue mucho, pero alguno sí he leído y puedo asegurar que peores lecturas obligatorias me mandaron en el colegio.



Gilbert K. Chesterton. El hombre que sabía demasiado. A Chesterton lo descubrí con El hombre que fue Jueves, una novela extrañísima que circula entre la comedia, la filosofía y la fantasía. Este Hombre que sabía demasiado está más en el género policiaco, aunque el título es un tanto engañoso, ya que la edición de Reno incluye también varios cuentos cortos que no tienen que ver.



Gilbert K. Chesterton. El escándalo del padre Brown.
Otra saga que había empezado en mis años mozos, y que con el tiempo, me quedó pendiente el tercero. El estilo es muy similar a las deducciones de Sherlock Holmes, y su protagonista cuenta también con una especie de Watson, en esete caso, Flambeau, un ladrón francés retirado, aunque combina también bastantes ideas del propio autor y un poco de crítica.



Graham Greene. El tercer hombre. Aunque este suela tirar más hacia la novela de espías, esta, ambientada en el Berlin de posguerra, tiene un argumento más centrado en lo policial, con asesinatos de por medio y mercado negro incluído, que en el espionaje.



George Simenon. El Comisario Maigret. Leí un par de novelas de unas cuatro o cinco que regalaban con la Voz de Galicia, y llegué a ver la serie de televisión, pero no me acuerdo del personaje más allá de identificarlo como un detective de la policía.



Pierre Véry. Goupi Manos Rojas. Tras leer Goupi Manos Rojas en París, decidí que tenía que conseguir el primero como fuera. Porque el personaje de Véry es uno de los más marcianos que he conocido en mi vida: un tranquilo (y un tanto inquietante) vecino de un pueblo de Angulema, que se divierte imaginándose un país poblado por otros Goupis y pone apodos a sus vecinos: Goupi-La Ley, Goupi-Iglesia...La ambientación es muy extraña y agobiante, desribiendo ciudades pequeñas o, en el caso del segundo libro, un París lleno de secretos, de pensionados-mafia y de personajes muy, muy raros.



Agatha Christie. Diez Negritos
. O son los Diez Negritos, o Asesinato en el Orient Express, pero algo de la Señora Christie tiene que caer. En su día, había leido Cartas sobre la mesa y El misterio de Sittaford, que estaban bastante entretenidos, pero a día de hoy, la totalidad de sus libros puede hacerse un poco repetitiva, más alla del interés que tengan por su ambientación en entreguerras.



Raymond Chandler. El sueño eterno.
Había visto la película, porque Bogart es mucho Bogart, y también tengo el libro por casa. Chandler escribía novelas policiacas de puertas para fuera, porque en la mayoría se centraba más en la crítica,los trapos sucios de la clase alta y la corrupción.



Gaston Leroux. El misterio del cuarto amarillo. Ya es la segunda vez que he leído El perfume de la dama de negro, su secuela. A ver si por fin me entero quien demonios es Fréderic Larsan y por qué es un genio del mal.



Sherlock Holmes. Estudio en escarlata. El primero de Holmes que me falta por leer, y que por algún motivo, incluye también una novela histórica...en el medio de los capítulos. No sé si fue algún error de impresión, o neura del autor.




Henning Mankell. Wallander.
El género policiaco escandinavo no podía faltar, y estos de Wallander están bastante bien avalados..Lo que no puedo decir de Millenium, cuya famosa Lisbeth Salander me pareció un personaje demasiado fantasioso para estar en una novela realista.

viernes, 13 de mayo de 2011

La entrada de búsquedas oficial de Barrilete Cósmico.


Una de las tradiciones en esto de los blogs es hacer una entrada recopilando búsquedas. Después de dos años, tendría que haber material suficiente como para hacer una bastante cómica, pero en la recopilación, Hewl y yo nos fijamos en una cosa muy extraña: aunque el blog se mueve por el lado geek y gatuno de la vida, casi todas las búsquedas incluyen términos relacionados. Esta gran mayoría suele ser “doctor who”, “being human usa”, “scott pilgrim” e incluso “sucker punch” o “fawlty towers”.

Por suerte, sí ha habido algunas que, o bien me han sorprendido por referirse a libros o películas poco conocidas, o bien entran en el terreno de lo surrealista:

grandes personajes de la literatura. La entrada existe, y es sobre los personajes favoritos de Hewl. Siempre fue un poco grandilocuente para titular lo que escribe.


“los dramas de la muerte”
. Pues también, también, y en este caso, esta serie de libros de Feval, autor folletinero y con una extraña fijación con las calvas, fue una de mis lecturas.

el ultimo libro que me hizo reír.
En este caso, una de las preguntas que aparecía en el meme literario.

Being erica series parecidas. Eso pregúntaselo a Hewl, que es el que la veía.

barrilete de doctor
¿Con licor, como los que llevan al cuello los San Bernardo?

campamento zombie barrilete cosmico.
No era una mala idea para una actividad infantil, no: “Traigan a sus hijos al campamento zombie de Barrilete Cósmico, donde disfrutarán de una sana dieta de cerebros, y contarán historias de vivos alrededor de la hoguera”.

vampiros modernos. Aquí, no creo: desde el Conde Orlock están todos echados a perder.

3 actores de la literatura ¿Esto entraba en el examen?

ataque de rinocerontes. Entre febrero y mayo, están rabiosos.

Sorprendentemente, ninguna de las claves de búsqueda incluían la palabra "gatico", y eso que aquí, de mininos, vamos sobrados.

sábado, 7 de mayo de 2011

Lecturas cienciaficcioneras de la semana



Hoy, respondemos una duda que asalta a todos los lectores: ¿es posible poner la foto de un gatico con cada entrada de libros y no repetirse?


En este blog somos como el cartero: aunque llueva, nieve o truene, la lectura es un vicio que no se abandona. Otra cosa es que se respete el orden que se tenía pensado en cuanto a libros pendientes, porque, aunque en el meme anterior tenía pensado ponerme con las aventuras de Le Bossu, opté por volverme a la ciencia ficción (y las traducciones al castellano) antes de seguir con la capa y espada, opción igual de imparcial y aleatoria que lanzar un dado de 20 caras para decidir que libro empezar primero.



"Deja de hacer el mono", me decían de niña.

Pierre Boulle. El planeta de los simios.
Más que el libro, a los monos se les conoce un montón gracias a la película de Charlton Heston y un poco menos gracias a la cosica aquella que filmó Tim Burton. El argumento se sabe de sobra: un astronauta llega a un planeta poblado por humanos asilvestrados y simios inteligentes, que lo toman por el pito del sereno…y este es el único punto de coincidencia entre ambas versiones, porque el libro de Boulle es menos cienciaficcionero, más cercano a las aventuras y…para qué negarlo, más francés. Y es que la forma de narrar, obviando referencias científicas (“en aquel tiempo, los viajes espaciales eran de lo más común”), o exagerando un par de referencias astronómicas (como una pequeña disertación informativa sobre Betelgeuse) es mucho más cercana a Verne que a la ciencia ficción de la época. La civilización monil se encuentra en el equivalente a los años sesenta de la tierra, por lo que ver a un montón de orangutanes, gorilas y chimpancé vestidos de traje y corbata resulta mucho más cómico que el traje marrón del Doctor Zaius que recordamos en la película, por no decir que las apreciaciones del protagonista respecto a las similitudes entre ambas especies son bastante divertidas, así como la mala baba a la hora de explicar el por qué de ese cambio evolutivo. No hay mucho más que decir sobre este libro, salvo que para muchos que vimos El Informal en su día, nos trae a la memoria esto:





Ese mismo me estoy leyendo yo

Isaac Asimov. El sol desnudo. De Asimov solo sabía que era un autor de ciencia ficción que vendía un montón hace años (más o menos, en la época en la que Stephen King partía la pana en Plaza y Janés), que tenía un montón de libros sobre la Fundación, había inventado las leyes de la robótica y para de contar. A mí no me atraía mucho porque los robots me dan un poco igual (donde estén un buen par de trífidos, que se quiten las latas), exceptuando el de Metrópolis, porque ese es sagrado. Empecé a leer este Sol Desnudo por estar entre varios que tomé prestados y por aquello de aumentar un poco la cultura popular. Empecé a leer sin saber el argumento, ni la fecha, ni si pertenecía a alguna serie, y cuando te pones a leer a ciegas, el libro en cuestión puede gustar o no gustar. Por suerte, a este le corresponde la primera opción: ambientada en un mundo en el que una parte de los humanos han conquistado el espacio y desarrollado la robótica, mientras que otra se ha quedado en la tierra, viviendo en ciudades de altura kilométrica y siendo despreciada por los primeros, un detective terrestre debe viajara a uno de esos planetas para resolver un asesinato, cosa que resultará complicada cuando las costumbres y cultura son completamente opuesta. En resumen, se trata de una novela policiaca situada en el espacio y con robots, pero se desarrolla del mismo modo en que podría contarse, por ejemplo, una novela sobre un detective africano que debiera ir a la Inglaterra imperial para resolver un crimen. Con esta comparación, no es que resulte altamente original, pero sí está escrita con bastante agilidad y resulta entretenida. Además, una de las cosas por las que se caracteriza el libro, es la ausencia de crítica hacia ambos planetas, y una visión muy poco pesimista de estos: si en uno el aislamiento es la forma de comportamiento habitual, en la Tierra son incapaces de permanecer en el exterior debido a su reclusión en las ciudades…detalles que se presentan de forma objetiva, aunque la historia sea en primera persona y el protagonista, además de sorprenderse de ello, deba enfrentarse al rechazo de los sospechosos como humano y portador de gérmenes.

Probablemente el próximo sea Farenheit 451, que es cortito y se termina en una tarde, y si no, como dicen mi pueblo: mañana Dios dirá.

domingo, 1 de mayo de 2011

Doctor Who Temporada 6. Day of the Moon





El Doctor Who ha empezado con un episodio doble que incluye un poco de todo: viajes temporales, alienígenas de aspecto inquietante, y bastantes pistas para los siguientes episodios. Este es un repaso a lo mejor y lo peor de The Impossible Astronaut y Day of the Moon:

Los arcos narrativos. Desde el 2005, el Doctor Who se ha caracterizado por una frase recurrente que avisa de un suceso importante, que servirá como final de temporada. Esta vez han ido un paso más allá, y la temporada anterior muchos de los personajes le anunciaron al doctor que “Silence will fall”, situación que abre esta temporada y que sirve, a la vez, para dar paso a un arco argumental mucho más amplio y ambicioso, que implica el propio futuro de una de sus acompañantes.




¡¡AAAgh!! Esa corbata es aterradora


Los Silence. Si los Weeping Angels le habían valido un premio a Steve Moffat, estos alienígenas encorbatados y cabezones también se las traen: sin que el Doctor lo supiera hasta ahora, esta raza ha estado detrás de los humanos desde los inicios, escondiéndose de ellos mediante órdenes posthipnóticas. En palabras del doctor, “no se trata de combatir una invasión, sino de llevar a cabo una revolución”. Y es precisamente el poder de dominar la mente lo que supondrá la perdición de esta especie.

Los cruces temporales. Junto con dar miedo, es otro de los temas favoritos de Steve Moffat. Y en estos dos episodios los ha habido a base de bien. Siendo una serie sobre , viajes en el tiempo, él ha sido el guionista que retuerce las posibilidades de este concepto al máximo, tendencia que empezó ya con la primera temporada de Matt Smith. En este caso, ha ido un paso más adelante, jugando con la propia muerte del Doctor, las huídas de River Song aprovechando las apariciones de la Tardis, y esa niña que parece estar relacionada con Amy Pond.

Las paradojas (otra vez). Russell T. Davies nos acostumbró a que el más mínimo detalle argumental tuviera su conclusión, cosa que Steve Moffat no sigue a rajatabla. Entre sus vicios, se cuentan la preferencia por un montaje mucho más rápido, los golpes de efecto (que esta vez implicaron varios muertos. O no) que dan paso a una situación explicable, y a saltarase explicaciones que, si a veces acelera la narración, otras dejan un montón de dudas que pueden no ser resueltas.



La caracterización. Aunque no me hacía mucha gracia esta ambientación en Estados Unidos (y el hecho que su emisión por BBC America incluyera la voz en off de Karen Gillian poniendo sobre antecedentes al público. Viva la ampliación de audiencia), el tema de la carrera espacial sirvió para incluir algún que otro elemento siniestro, como el traje espacial y la niña misteriosa, las apariciones de Richard Nixon no son muy allá. El tema de los personajes famosos funciona más o menos bien cuando tienen sus siglos encima, como fue el caso de Charles Dickens en 2005, pero tanto este Nixon como el Winston Churchill de la temporada anterior no han quedado gran cosa.



Tras el mareo inicial, el próximo episodio promete una historia bastante más llevadera y con más componentes de aventuras sin complicaciones: barcos, piratas, fantasmas y alguna sorpresa. Todo mejora con piratas.

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