Series de tv, libros, cine...y una constante presencia gatuna

viernes, 30 de diciembre de 2011

Rare Exports (2010). Un cuento navideño en el que más vale haber sido bueno



Papá Gatico, en un descanso de su reparto

Las películas navideñas, limitación estacional aparte, no suelen funcionar muy bien. Hay quien considera Qué Bello es Vivir uno de los mejores clásicos (y si se es un pelín más raro, seguramente Pesadilla antes de Navidad), pero el resto...fueron muchos años de sufrir producciones americanas acerca del valor de la familia, el espíritu de la navidad y cualquier otra idea que aparezca en un telefilme. A su versión contraria, el cine de terror, tampoco le ha ido muy bien, basado en fórmulas repetitivas de asesinos en serie disfrazados de Santa Claus o muñeco de nieve.

Fue en Finlandia cuando se les ocurrió hacer una película de terror ambientada en navidad,con el Santa Claus tradicional como punto de partida. Derecho tenían, porque según dicen, el personaje tiene la nacionalidad finlandesa. Su versión, alejada de los asesinatos y disfraces malos, se basa en la supuesta tradición original del personaje, que, como suele pasar con los cuentos tradicionales, es mucho menos amable y más siniestra que las adapciones actuales.



Rare Exports comienza con una expedición en una montaña de Finlandia, donde una empresa parece buscar el túmulo funerario más grande de la historia, según explican. Unos niños observan las excavaciones, uno de los cuales está convencido que quien está encerrado allí es Santa Claus. El niño protagonista parece bastante asustado, y tiene buenos motivos porque, según se explica al principio de la película, el personaje original no repartía regalos a los niños buenos, sino que se dedicaba exclusivamente a azotar a los malos. El padre del protagonista y sus compañeros, ganaderos de renos, están demasiado preocupados por la pérdida de las piezas de ese año como para creerle. Al menos, hasta que en una de las trampas encuentra a alguien que puede ser el verdadero Santa Claus, con los beneficios que la venta de este supondrían.



Niño, como no te portes bien, Papá Noel te va a poner fino

El argumento es bastante peculiar, presentando abiertamente una visión de Santa Claus mucho más amenazadora que cualquier tipo disfrazado con un cuchillo. Y hasta el final, tanto las apariciones de este como las estratagemas para hacerle frente, son muy cercanas al cine de suspense o de aventuras. Me sorprendió bastante la falta de sangre y violencia explícita en una película como esta, lo que hace que pueda considerarse para todos los públicos...aunque no sé si sería muy comprensible para los chavales, tanto por la historia como por presentar a Papá Noel como un tipo que no dudaría en azotarlos si no son buenos (aunque con esta versión, los padres se ahorrarían un montonazo en regalos).

Junto al argumento, bien traído y muy original, la película también tiene una gran ambientación: al igual que en El cazador de Trolls, los paisajes nórdicos ayudan a la historia y que los sucesos de esta permanezcan aislados. El vestuario y la caracterización, en general, resultan bastante intemporales, desapareciendo cualquier atisbo de vestuario o electrónica más moderan: la ropa de los personajes es más cercana a los años setenta de Let the Right One In, y el atuendo de los ganaderos parece práctico y un tanto gastado. No aparece ni un solo teléfono móvil, comunicándose todos por walkie-talkie, y tanto el mobiliario como los hornos que aparecen (son un detalle importante para la historia), tienen más pinta de haberse comprado hace treinta años, que de ser la última tecnología pirolítica. Es curioso ver hoy una película con un atrezzo que hace veinte años no hubiera llamado nada la atención.

Mención aparte para los actores, tanto los adultos como el pequeño protagonista: lejos de resultar repelente o resabiado como suele pasar muchas veces, su papel de Pietari es el de un niño con cosas propias de su edad, como el ir acompañado de un muñeco un tanto despeluchado al que llama Vuppe, o tener una gran imaginación, pero capaz de ayudar a su padre y proponer ideas cuando sucede lo peor. De hecho, la inteligencia con la que lo caracterizan recuerda bastante a los cuentos populares en el que el hermano más pequeño de la familia salva el día.



Aunque el tono de la historia tienda a ser bastante serio en la mayoría del tiempo, hay una buena cantidad de humor negro, con las apariciones de ciertos personajes que resultan ser los Ayudantes de Santa Claus, y especialmente, una broma bastante ácida sobre los beneficios que obtiene un país explotando la imagenería navideña. Y, al igual que la mayoría de películas de fantasía interesantes, no queda otra que verla por otros sistemas de visionado (ejem), ya que entre la fecha en que se estrenó, y la temática, no creo que ninguna distribuidora se anime a moverla por los cines.

lunes, 26 de diciembre de 2011

Tiana y el Sapo (2009). Disney volvió a casa por Navidad



Hechizo no es convertirlo en rana, ¡es ponerle el traje y que esté quieto!

Seguramente todos los que crecimos a principios de los noventa tenemos asociados la navidad con las películas de Disney: desde La Sirenita, no había un invierno sin dibujos de primera calidad, números musicales y animales parlantes, al menos en España, claro. Porque los cambios de estreno hacían que muchas películas de verano acabaran en los cines españoles por estas fechas. El tema empezó a decaer al cabo de unos años, cuando las versiones de Pocahontas y El jorobado de Notre-Dame no funcionaron como esperaba. A mí Mulan me sigue gustando un montonazo, pero no soy quien de llevarles la contraria a los directivos. Ahora, derecho a la pataleta, tengo todo el que quiera: yo os maldigo, High School Musical y Camp Rock. A vosotros y a vuestra descendencia.

Aunque hubiera otras cositas por en medio, como Atlantis (que con su argumento y estilo a lo Rider Hagard no parece Disney), o El Emperador y sus locuras, que fue la última que me hizo reir, su estreno quedó para el verano por lo que están fuera de las películas navideñas de dibujos que había visto hasta entonces. Y con esto acabaron pasando varios años en los que daba la impresión de faltar estrenos sonados como los anteriores.



Al menos, hasta el 2009, cuando la compañía decidió retomar lo que mejor había hecho hasta entonces: dibujos animados de los que todos conocíamos, y adaptar un cuento clásico a una película de hora y media. En este caso, le tocó el turno a La princesa y la rana, una historia más simple que el mecanismo de un chupete, al menos, en la versión que conozco: una princesa encuentra una rana, le da un besico, y se convierte en príncipe. Ahí es nada. Con un esquema tan básico, los guionistas podían hacer lo que quisieran, y se decidieron por una visión más marchosa, ambientada en el Nueva Orleans de los años 20, con sus números de jazz y desfiles de carnavales. Como tampoco son tiempos para princesas Disney, en lugar de una remilgada aristócrata, presentan a Tiana, una chica negra que se esfuerza en trabajar para conseguir algún día su propio restaurante. Y por el otro lado, el príncipe de algún recóndico país europeo que busca esposa para poder tener derecho a herencia y vidorrio (más o menos, como Urdangarín, pero sin fraudes fiscales que se sepan). El muchacho tiene la mala suerte de cruzarse con un brujo vudú, que lo convierte en rana y...bueno, el resto se imagina: los protagonistas, convertidos en batracios, deben atravesar el pantano para encontrar ayuda. En el viaje conocen a otros animales parlantes y llegan al final feliz consiguiendo lo que querían y de paso, descubriendo alguna moraleja.



Para ser un príncipe europeo, está más negro que Legrá

El argumento, a grandes rasgos, ha variado determinados personajes, sobre todo comparado con las películas clásicas: el criado del príncipe no es todo lo noble que uno podía esperar, y la amiga rica de la protagonista, al margen de ser un poco tontaina, tiene buen fondo y no duda en ayudarla. Claro que a mitad de la historia, una empieza a plantearse por qué no le financió un crédito en lugar de dejar que se dejara las pestañas trabajando de sol a sol, pero en ese caso, nos quedábamos sin película.

Lo mejor, al final, ha sido la fórmula típica que hasta hace poco, no falló nunca: porque si algo se le daba bien a Disney, al menos, a la que yo recordaba, era, además de la animación, el crear personajes marchosos y números musicales. Y en Tiana y el sapo hay números de jazz a puntapala, de los que recuerdan a las canciones de El libro de la selva: un cocodrilo que toca la trompeta, una luciérnaga cajun...y hasta la aparición de tres rednecks patosos que intentan cazar ranas. Destaca sobre todo el brujo vudú, que aunque como malo se quede un poco descafeinado, tiene las mejores canciones.



En otra época, podría haber sido doblado por Screamin´Jay Hawkins

Si esta película me ha gustado, ha sido sobre todo por el estilo un poco nostálgico que mantuvo: en lugar de animación en tres dimensiones, o estilos de dibujo un poco alternativos, recurrieron a fórmulas que no les fallaban, y que muchos seguimos recordando con cariño.

viernes, 23 de diciembre de 2011

Barrilete Cósmico se suma a las lecturas digitales



Prueba del cambio tecnológico: los gatos aprenden a tumbarse sobre los ebooks

¡Nos pasamos al Lado Oscuro! Después de algún tiempo mirando y remirando el tema de los libros electrónicos, y sobre todo, tras haber conseguido uno de regalo, he empezado a utilizar el aparato este que, según dicen, sustituirá al papel y nos ayudará a leer todo lo que queramos sin morir sepultados por varias toneladas de letra impresa. La cosa ya había empezado cuando Hewl me prestó uno para ver cómo funcionaban, y con el que había quedado bastante contenta. Bueno, contenta...más que nada, por la posibilidad de bajarme libros que no encontraba, no estaban disponibles en la biblioteca, o directamente, no pagaría por ellos ni hasta arriba de absenta.

Como hasta hace pocos días estuve terminando algunos que tenía en papel (más los que todavía me quedan), me dediqué principalmente a buscar novelas y series que podían interesarme, lo que acabó llevando a tener un poco de todo, y tirando a geek. Porque, si puedo sacar de la biblioteca una copia cualquiera de El Corazón de las Tinieblas, no voy a cargarla en una pantallita de seis pulgadas.



Thomas Ligotti. Noctuary. Aunque empiece a ser un clásico en las entradas sobre lecturas, si puedo leer algo de este señor es gracias al formato digital: difícil de encontrar, y carísimo (hasta 1700 $ llegan a pedir por un libro suyo), he disfrutado de sus relatos cortos gracias a los p2p.Es de esos libros con los que reconozco que, el día que se dignen a sacar una edición asequible, seré la primera en comprarla.



Con esta portada, ya nos podemos imaginar que la cosa va de coña

Robert Rankin. The Brentford Trilogy. Después de leer Retromancer, me interesé bastante por este señor, que tiene una serie de libros muy en la línea de Terry Pratchett. A tener en cuenta ahora que tenemos asumida la despedida del creador de Mundodisco.



Andrej Sapkowski. Geralt de Rivia. Serie de fantasía polaca que, sin llegar a tener el éxito de Juego de Tronos, también era un poco superior a la media, esforzándose en recrear un mundo similar a la Edad Media Europea sin escatimar en pestes ni situaciones desagradables. Había leido los dos primeros pero con lo poco que me duraban, no me compensaba dejarme 18 euros por tomo.



Jim Butcher. Harry Dresden. Otra serie de novelas que aunque entretenida, no se esfuerza mucho: mezclando algo de magia con los típicos detectives de Raymond Chandler, el tal Harry Dresden es un hechicero que resuelve casos relacionados con vampiros, hadas o cualquier bicho sobrenatural. Leí el quinto en la frikoteca municipal, y no están mal para hacer doblete con una sesión de capítulos de Lost Girl.



Alexander Lloyd. Crónicas de Prydain. Una serie de fantasía infantil, que conocí gracias a la edición de Martinez Roca y de la que todavía me faltaban los dos últimos libros. En ella se basó, sin mucho cuidado, la película de Disney Taran y el Caldero Mágico, una de esas producciones que la compañía preferiría esconder debajo de una alfombra y que en mi opinión, es mucho mejor que cualquiera de las series que producen ahora. En total son cinco libros, basados sobre todo en la mitología galesa, y si me dan a elegir, los recomiendo muchísimo más que las Crónicas de Narnia.

Las tarjetas de 4 gigas dan mucho más de si y esto es solo una pequeña parte de posibles lecturas. Hay bastantes más, algunos más confesables que otros (ehm...¡Yo no me he bajado las 432 novelas del Doctor Who! ¡Ni 25 ebooks de zombies!), pero irán saliendo en las próximas entradas según vaya leyendo. Mientras tanto: mañana es Nochebuena, y pasado, Navidad. Felices fiestas a todos y no olvidéis que a los gatos también les gusta el marisco.

sábado, 17 de diciembre de 2011

Darren Shan: vampiros, demonios, y más violencia que una película de Tarantino



El gatico tiene prohibido leer historias de terror, que después no duerme

El mundo de la literatura juvenil se ha vuelto cada vez más raro desde los últimos diez años. Si la quinta de los ochenta y noventa contamos, en la mayoría de casos, con Enid Blyton, hoy esta ha desaparecido de las librerías a favor de todo lo que tenga que ver con la fantasía, y, gracias a Stephenie Meyer, con vampiros. Si en España la fantasía ha pegado fuerte, los países de habla inglesa van un paso más por delante y también tienen su mercado de novelas de terror para jóvenes. Que, sin llegar a lo que llegaba Clive Barker, sí van bastante más lejos en intenciones y susto que las descafeinadas Pesadillas de R. L. Stine.

Uno de tantos, o al menos, de los que ha conseguido renombre, es Darren Shan, seudónimo del irlandés Darren O´Shaughnessy, autor de varios libros y dos series largas, The Saga of Darren Shan (Cirque du Freak en español) y Demonata. De vampiros uno, y de demonios otra, están más orientadas a la acción y el terror, con muy poco interés por el drama o el romance. Lo que tiene su gracia porque El ayudante del vampiro lo publicaron buscando más novelas para tirar del fenómeno Crepúsculo. Menudo chasco se llevarían las niñas.



Según la portada, es un vampiro. Yo hubiera jurado que solo estaba cianótico

La Saga de Darren Shan, además de tener un título muy poco original (si vas a hacer una serie de libros, al menos ponle un nombre al protagonista, no aproveches tu seudónimo) cuenta como el chaval protagonista se convierte en ayudante de un vampiro, trabaja en un circo de rarezas, y se enfrenta a una raza de vampiros malvados, sanguinarios, y que chupan la sangre hasta el tuétano cual compañía de servicios telefónicos. Los libros, repartidos en tres trilogías, llegan a abarcar varias décadas en la vida del protagonista, que no envejece.
Esta serie fue el primer éxito de Shan, llegando a tener una película, en el que según avanzan las novelas, van haciéndose notar sus temas favoritos: hay mucha acción, quizá demasiada para novelitas de menos de 200 páginas, y tanto la caracterización de algunos personajes como de las cosas que van sucediendo, llegan a ser bastante exageradas. Fin del mundo, o amenaza de fin del mundo, incluído. Que ya se sabe que para los escritores es una trama que da mucho dramatismo.



Ni en la colección Super Terror de Martinez Roca vi cosa como esta

Demonata es la segunda serie larga, con diez libros, y quizá la más bestia teniendo en cuenta el público objetivo: empieza, como suelen empezar la mayoría de novelas, con el protagonista perdiendo a su familia a manos de un demonio, el malvado de la serie, y descubriendo sus poderes. Después conocerá a su tío y otros personajes, que se dedican a combatir a los monstruos…no, original no es, más allá de narrar el punto de vista de los personajes en cada libro. Pero la gracia (es un decir) es la cantidad de violencia y sangre que es capaz de incluir en una novela juvenil sin que nadie proteste: sin llegar a un detalle excesivo, hay masacres en un hospital, mutilaciones, asesinatos varios…y hasta un personaje medio devorado por unos gusanos, ¡ahí es nada! Según no se corta en el gore que aparece en cada libro, no se pone especialmente trágico con la muerte de algunos personajes, o al menos, con lo que debería suponer para los protagonistas el presenciar semejante casquería.

Aunque las dos series se hayan terminado, solo la primera ha sido publicada en España, sin llegar a los doce que la componen. Y aunque tenga a mayores otra serie de vampiros y un par de libros independientes, ha anunciado que la próxima será sobre zombies. Con el éxito que están teniendo ahora, igual tiene suerte en España y todo…pero vistas las otras dos, no me atrevo a imaginarme lo que pueda salir de ellas.

sábado, 10 de diciembre de 2011

Lecturas de la seman...mes. Hoy, Especial Francia



Garantizado un 50% mínimo de chovinismo

Llevo una temporada sin subir ninguna entrada sobre libros, cosa que venía siendo habitual y empezaba a echar de menos. Y aunque los más habituales sean de fantasía, terror, o que incluyan algo del estilo, esta vez, además de haber enganchado una retahíla de novelas realistas, vienen todos del mismo sitio: Francia. El caso es que ha coincidido así, en ningún caso me he dicho “Eh, voy a empezar a leer autores franceses y después los comento”.



Irène Némirovsky. Suite Francesa. Aunque ucraniana de origen, el francés fue su idioma principal a la hora de escribir y de vivir también, ya que se trasladó a Francia muy pronto. Sus libros, a título póstumo, empezaron a darse a conocer a finales de los noventa gracias a sus hijas, que conservaron sus manuscritos. Suite française fue su última novela, no terminada puesto que la deportaron a Auswitchz en los años cuarenta. En ella se describe la progresiva ocupación de Francia por los alemanes, desde la estampida de los franceses ante la llegada de las tropas, hasta la convivencia de estos con el ejército invasor. El libro se ocupa de personajes de distintos niveles, desde simples oficinistas, hasta gente bien llegada a menos, pasando por grandes banqueros. Y aunque queda la duda de si se trata de un relato realista, o un tanto suavizado de la ocupación, me sorprendió especialmente el tratamiento que le da, describiendo una convivencia un tanto incómoda pero marcada por el vive y deja vivir.



Sébastien Japrisot. El verano asesino. Japrisot tiene bastante fama en su país, e incluso varias de sus novelas se han adaptado al cine. De hecho, también trabajó como guionista y realizador. Sin ser policiaco exactamente, la mayoría de sus novelas incluyen algún crimen de por medio, siempre realacionado con cuestiones pasionales, y en la mayoría de los casos, de carácter trágico. L´été meurtrier vendría a ser una historia de venganza, sin meterme en más detalles porque el argumento está muy relacionado con los giros finales, dividida en capítulos titulados “El verdugo”, “La víctima”, “el acto de acusación” y “La sentencia”, cada uno, desde el punto de vista de un personaje. La acción se desarrolla en un pueblo de montaña francés, durante el verano en el que uno de los protagonistas conoce a Elle, la hija de una austriaca, a la que llaman despectivamente “Eva Braun” (los franceses, otra cosa no, pero se gastan una mala baba..). Con el matrimonio de ambos de por medio, se irá descubriendo las historias de la señora Wieck, Elle, su hija, y la relación con el protagonista y su familia. El ambiente resulta claustrofóbico, refiriéndose continuamente al pesado calor del verano, y a la estrechez de miras de las gentes del pueblo, y a las propias rarezas de los personajes, que tienden a resultar un tanto extraños y enfermizos en la mayoría de los casos.



Philippe Delerm. El primer trago de cerveza y otros placeres minúsculos. Nunca entendí muy bien qué era eso de “poema en prosa”, ni el libro de literatura se encargó de explicarlo tampoco, pero por lo visto, son los textos de este libro: una recopilación de pasajes breves, que recogen temas cotidianos: el paquete de pasteles de los domingos, los viajes en automóvil de noche, o en trenes regionales…y por su puesto, lo bien que sienta el primer sorbo de cerveza…Yo pensaba que esta fijación con la mística de las comidas era algo que solo le había dado a Proust con su magdalena, pero Delerm también habla de las sensaciones asociadas a este tipo de pequeñas cosas, desde un punto de vista más nostálgico, ligado a la infancia, y escrito con una gran sencillez. Algunas situaciones que describe son mas propias de la cultura francesa, pero la mayoría, como echarse la siesta viendo la vuelta ciclista, son más comprensibles. Eso sí, no acabo de entender cómo puede considerar bonito y nostálgico la tarde de domingo: ¡si solo con pensar que al día siguiente tenía que ir al colegio, se me ponían de corbata!

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Attack The Block (2011) Cuando los alienígenas llegaron a mal sitio



Pandilleros gatunos, defendiendo su territorio. Y sus croquetas

Hacer una película de entretenimiento, sin complicarse mucho la vida ni el argumento, no es muy difícil: basta con plantear una invasión alienígena en cualquier sitio reconocible, unos protagonistas que caigan simpáticos, y una forma inesperada de acabar con los bichos. En los ochenta tuvimos a los Critters, y, con menos secuelas, a los ">Killer Clowns.



Proximamente, el remake español: Aída contra los marcianos

Igual es por la moda esta de los ochenta, pero este tipo de cine también a vuelto. O al menos, una película del estilo: un grupo de alienígenas empieza a atacar una barriada inglesa, hasta que los chavales protagonistas les hacen frente a base de bicis y bates ¡Esto es revival, y lo demás son cuentos!



Nick Frost. A poco que se descuide, se le pone pinta de desastrado

Con un argumento tan esquemático, no queda otra que intentar buscarle la originalidad por otro lado: en este caso, en cuanto a los motivos de la aparición de los bichos, y en el tipo de personajes, que no pretenden mostrarlos cercanos ni simpáticos al espectador, al menos al principio. La primera aparición de los protagonistas es intimidando y robando a uno de los personajes, para después, acabar a garrotazos con el primer monstruo que se les presenta. No hay mucha intención en dar una imagen amable de los chavales, y la primera aparición de Nick Frost, es como camello al que acuden a pillar marihuana. No tienen más interés que en cuidar de sí mismos y de su banda, aunque según avanza la película, su actitud se va volviendo un poco más ética, al no asaltar a gente de su propio barrio, y alguna crítica hacia el voluntariado en países exóticos, o la aparición de un pijillo que, tras acudir al camello de la zona, se ve atrapado en medio del ataque (de hecho, este se pasa toda la película colocado).



Los alienígenas también tienen su punto de serie B, no sé si por tratarse de otro guiño a los ochenta, o por cuestiones de presupuesto: basicamente son peludos, más negros que Legrá, y con la dentadura luminosa. Que no se yo para que les sirve si resulta que son ciegos, pero los guionistas sabrán. Durante toda la película se mueven y atacan muy rápido, lo que hace que los personajes se pasen toda la primera parte corriendo de un lado a otro...y de paso, provocan el principal defecto de Attack the Block: entre el montaje un poco caótico, y los bichos atacando, los primeros cuarenta minutos consisten en un montón de gente llamándose unos a otros, corriendo, dando palos de ciego, hasta que de repente se paran en un sitio, y empiezan a hablar, a explicarse tal o cual cosa (especialmente, el por qué del robo al principio), exponer una teoría sobre los alienígenas, y hasta para hacerse el héroe de golpe y porrazo, y así cerrar la historia. También está por ahí el personaje más negativo de toda la película, un narco y matón de poca monta, que exceptuando el amenazar al resto de personajes, y ser un aperitivo para los alienígenas, poco aporta. Incluso la aparición de Nick Frost no pasa de un cameo, lo que es una lástima. Y, pese a haber despertado cierta expectación, no se puede decir que haya sido de las películas más entretenidas que haya visto.

sábado, 3 de diciembre de 2011

Paul (2011). Dos frikis y un alienígena con bermudas




Tarde o temprano, vuelven a su planeta natal

Hace unos años, un actor británico llamado Simon Pegg consiguió cierta fama gracias a Shaun of the Dead, una comedia (romántica) de zombies. Conocido fuera de Inglaterra por sus papeles de friki y perdedor entrañable, tuvo unos cuantos papeles en el cine americano, sorprendentemente en comedias románticas, quizá en un intento de encontrar a otro Hugh Grant que, al contrario que este, resultara más simpático y menos estomagante. Aunque cosas como Run, Fatboy, Run, tuvieran su gracia, por suerte fue dejando este género para volver a los papeles que le dieron fama: el de friki y perdedor entrañable.



Paul cuenta con Pegg y Nick Frost, haciendo de dos geeks ingleses un poco pringados que al salir de una Comic Con se encuentran con un alienígena al que tienen que ayudar a volver a su planeta. El argumento es un poco básico, y a estas alturas, pensé que ya nadie se interesaba ni por el tema ovni, ni por el área 51, y mucho menos, los aficionados a la ciencia ficción, pero en realidad es una excusa para hacer una road movie de toda la vida: los protagonistas tienen una caravana, hay que hacer un viaje, y por el camino van recogiendo, o encontrándose, al resto de personajes.





La película funciona sobre todo por Pegg y Frost, que tanto por aspecto físico como por su carrera, son especialistas en este tipo de papeles, e incluso el paso del tiempo les sirve para tener esa pinta de friki talludito e infantil. Y el efecto especial cumple todo lo bien que se podía esperar, porque, como suele pasar en estos casos, el actor que interpreta al alienígena, Seth Rogen, cuenta unicamente con su voz para darle credibilidad. El resto, depende de lo lucidos que anden los del departamento de CGI a la hora de fabricar al marciano.





Lo que más falla en Paul es la duración de la película: hora y cuarenta se me hizo demasiado largo para lo que hay que contar, y algunos personajes sirven unicamente para incluir chistes a mayores, y no muy buenos, como los agentes del gobierno que, mientras buscan al alienígena, juegan al escondite o visitan tiendas de comics. No podía faltar tampoco la historia romántica, en este caso, una chica que, tras criarse en un entorno completamente religioso, se marcha con los protagonistas y da lugar a la segunda persecución, la de su padre, armado con una escopeta y una biblia, dispuesto a acabar con el demonio. Que, por suerte, aporta algo al guión y no incordia mucho, pero resulta mucho mejor la aparición de Tara, el primer humano que encuentra a Paul el alienígena, allá por 1947, y con la que Paul todavía se siente en deuda.

Sin llegar al nivel que tuvo Shaun of the Dead, o mismamente, la serie Spaced, Paul es una comedia divertida, y se agradece más ver a Simon Pegg en estos papeles que corriendo una maratón para conseguir a la chica de sus sueños. Ahora solo me queda ver Attack on the block para ver cómo se las arregla solo Nick Frost, el menos conocido del dúo.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Adventure Time (2009) Menos mal que son dibujos p´a los niños..





Yo también me quedé como el gato Dramático

La expresión inglesa “Nightmare Fuel” se refiere a todo aquello que, siendo para niños, acaba produciendo el efecto contrario, o al menos, siendo muy inquietante.
Si algún día aceptan esa expresión en un diccionario, deberían incluir una foto de Adventure time al lado.




En un principio, Adventure Time, la serie de Cartoon Network, cuenta las aventuras de Finn, un niño con un sombrero blanco, y Jake, un perro con poderes mágicos (principalmente, se estira como un chicle), en el país de Ooo, un lugar fantástico, donde los objetos inanimados hablan, los arbustos dan donuts y donde siempre hay personajes en apuros a los que el protagonista ayuda. También están los personajes secundarios: la princesa Chicle, la vampira Marceline, el Rey del Hielo, un malvado que secuestra princesas, y el Lich, que básicamente, es un lich de los de toda la vida. Finn y Jake reparten su tiempo intentando ayudar a los distintos personajes que se encuentran en apuros, o construyendo nuevos inventos.



Los capítulos están planteados de forma episódica, para que sea sencillo ir pillando la serie, y contados con un humor muy surrealista, alternando momentos un tanto escatológicos y algunos dibujos más feistas a los que ya nos acostumbramos tras Bob Esponja y las series de Cartoon Network en el 2000. Incluso el doblaje está muy bien adaptado, con un lenguaje más moderno y algo gamberro, sin llegar a aquellos doblajes currísimos de las series de los noventa: los protagonistas se tratan de “tío, colega”, las cosas son “una pasada”, e incluso dejan caer algunos errores gramaticales como “colgao”, lo que, aunque pueda parecer lo contrario, está dosificado y pega mucho mejor con el estilo de la serie que un doblaje más correcto.



Qué bonico es todo...

Y, en un principio todo ello es muy bonito y surrealista, pero...¿Y si dijera que el maravilloso país de Ooo es nada menos que el mundo, unos mil años después de una guerra nuclear? Porque los creadores de la serie no lo esconden, y de hecho, los créditos del principio presentan un panorama desértico, lleno de restos de civilización, hasta llegar al bonito país de Ooo. Los personajes se refieren a menudo a “la guerra de los hongos gigantes”, está el Río de la Basura, lleno de trastos. Cuando se sumergen en el océano, bucean entre restos de edificios, llegando a verse unos cadáveres sentados en un sofá. Y por si no quedara claro, en uno de los episodios más conocidos, la vampira Marceline recuerda su infancia, hace siglos, como una niña sola y harapienta que deambula entre edificios destruídos…Vamos, que ni en las leyendas urbanas que se dedican a inventarse episodios perdidos de series infantiles, donde siempre se mata o se suicida alguien, se habrían encontrado situaciones más siniestras. Y aunque la serie intente mantener un tono ligero y humorístico, el estilo de dibujo, muy simple e infantil, hace que el diseño de muchos monstruos que aparecen, resulten bastante inquietantes. De los argumentos, en ocasiones, ni hablamos: muchos de ellos son una parodia abierta a aquellos dibujos con mensaje positivo de los ochenta y noventa. Si en su día la moraleja hablaba de compartir o ayudar a los demás, en más de un episodio los personajes acaban concluyendo que no se puede confiar en el primero que pida ayuda.



El Lich. Y por lo que he visto, salen bichos peores..

La realización es todo lo buena que se puede esperar hoy, sin necesidad de grandes alardes porque, la simpleza del dibujo no lo pide. Una de las cosas más divertidas en cuanto a la música y sonidos de ambientación, son las canciones grabadas con vocoder, y muy cortitas, y algunos efectos de sonido que recuerdan un montón a los juegos de ocho y 16 bits, al igual que la cabecera de la serie, muy parecida a los rpgs para aquellas videoconsolas y que resulta un tanto chocante con el resto de los dibujos. Eso, claro, hasta que te pones a ver la serie.

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