Series de tv, libros, cine...y una constante presencia gatuna

jueves, 29 de junio de 2017

Animales fantásticos y dónde encontrarlos (2016). Años veinte, cazas de brujas y un zoólogo despistado


Harry Potter fue una de las sagas con más éxito de las que disfrutó el cine el la última década. Con siete libros, y ocho películas gracias a la costumbre pionera de dividir el último en dos partes, fue posible seguir una historia donde el mundo que describía fue aumentando y evolucionando, de forma que una imaginería tan tradicional como magos con varitas y sombreros se transformó en un entorno más oscuro y complejo, creciendo junto a sus protagonistas y sus lectores. Además, el estilo de los libros eran tan sencillo que no me fue difícil ir leyéndolos en muy poco tiempo, o ver las películas a falta de algo mejor en la cartelera. El mundo de Harry Potter, en cambio, no llegó a despertarme demasiado interés, más allá de la curiosidad y por no tener sagas sin terminar (salvo que sean muy aburridas): es una saga que me pilló mayor, y me pareció que el estilo de la narración se había quedado demasiado básico en comparación con el tono de los últimos libros. Por eso tampoco me fascinaba demasiado el mundo que describía la saga, una vez terminada. Y el hacer una película sobre un volumen que consistía en una enciclopedia sobre los animales que viven en él, me hacía sospechar que la idea se quedaría en muchos efectos especiales y poco más para justificar la nueva entrega de una saga más que terminada. El trailer, en cambio, ofrecía algo mucho más atractivo: una estética muy llamativa y un argumento más enrevesado de lo que esperaba.



Animales fantásticos y donde encontrarlos es unicamente el título del libro que Newt Scamander, un zoólogo de criaturas mágicas, escribirá en un futuro. Son los años veinte, y el mundo, de magos y muggles, está muy lejos del que conocería Harry Potter: con una Gran Guerra, en la que participaron ambos, todavía recientes, y una sociedad para la que el respeto a los seres fantásticos es un concepto comprensible todavía, Newt llega a Nueva York en el peor momento posible. Las normas de convivencia entre ambos mundos son muy distintas a las que existen en Inglaterra: separados, y ajenos a la existencia de la magia, salvo por un grupo que se hace llamar Nuevo Salem, y que al igual que sus antepasados, cree que la mejor forma de tratar con la brujería es con fuego. Y en grandes cantidades. Algo que solo puede empeorar cuando, varios de los animales que Newt cuida se escapan, provocando destrozos e incluso alguna muerte. Newt asegura que es algo imposible, dado que estos son inofensivos. Pero también sospecha que el causante se encontraba en la ciudad desde hace tiempo, y que él no es más que un chivo expiatorio para ocultar algo más peligroso.



sta es una película que entra por los ojos. Pero que está también muy lejos de la estética de las primeras de Harry Potter: mucho más sobria, su atractivo recae en plantear el guión en una época pasada, y de momento, no muy explotada en este género, como serían los años veinte, y con todas las posibilidades que ofrece. En su mayor parte, hay menos despliegue de efectos especiales y magia gratuita que en Hogwarts, y la magia se presenta como algo menos artificioso y más integrado en la vida diaria de quienes la emplean. Es curioso que el aspecto tirando a atemporal de las otras entregas, también se mantenga, haciendo que sea evidente que la acción se desarrolla en el siglo pasado, pero que los vestuarios resulten también menos estridentes y menos centrados en la moda que lo que podría haberse visto en una película de época. Pero tanto las secuencias en entornos exteriores como las relacionadas con el mundo de los magos son de lo más apreciable, sin que lleguen a recrearse tanto con ellas como se había hecho hasta entonces. Aparecen lo justo, y son una parte más de la ambientación, aunque eso no impida que situaciones, como un garito ilegal en el que se mueven gangster y duendes sea de los momentos más cuidados de todo el metraje.



Una de las cosas que podría echar para atrás sería el formar parte de una franquicia en concreta, y que en principio parecería difícil el entrar en una historia cuyo trasfondo se desconoce, o que incluso, no interesa. Lo cierto es que esto lo han solucionado muy bien, porque la historia puede seguirse perfectamente sin conocer nada de la serie, haciendo también guiños a cómo el protagonista se pierde al encontrarse con unas referencias y convenciones culturales distintas a la suya. O más bien, lo justito: hoy términos como muggle, o el uso de las varitas, forman parte de la cultura popular como los sables láser de La guerra de las galaxias, de modo que es bastante sencillo entrar en una historia que transcurre en el universo de Harry Potter, pero no es Harry Potter. Hay algunos momentos en los que se descansa en el conocimiento del espectador de determinadas referencias, pero curiosamente, esto sirve para evitar situaciones destinadas a explicar qué es tal o cual cosa que puede comprenderse, o intuirse, perfectamente, haciendo que el guión gane mucho más dinamismo, al no tener que destinarle tiempo a estas exposiciones. Toda una ventaja unida a un reparto ya formado unicamente por adultos, que además de servir de apoyo a la idea de hacer una producción independiente a la franquicia principal, es más que solvente, tanto por el talento de los actores como por cómo han sido escrito sus personajes: la elección de Eddie Redmayne es muy curiosa como protagonista, pero aporta un aspecto despistado y a la vez muy tierno, capaz de aguantar el tipo cuando interactua con efectos digitales e incluso de trasmitir la empatía que su personaje siente por los animales. Y especialmente, el de Jacob Kowalski en su papel de muggle que, si en principio parecía que le iba a tocar hacer de alivio cómico, acaba convirtiéndose en alguien que sirve para aportar cierta empatía con los espectadores que quizá no conozcan la serie y a quien en todo momento, se le caracteriza con bastante sentido común y no con chistes tontos.



Es el guión el que acaba teniendo los fallos propios de una producción que a fin de cuentas, se ha estrenado para extender una franquicia. Este trabaja con dos tramas, por un lado, la situación que viven los personajes en nueva york, un enfoque bastante adulto sobre la intolerancia y el miedo a lo desconocido,y la presentación del que será el antagonista de esta nueva saga. Por otro, la de los animales que se escapan por Nueva York, que sirve para justificar la inclusión de unas cuantas secuencias con efectos digitales y que se ejecuta de una manera bastante torpe: parece un poco difícil que un tipo acostumbrado a moverse entre animales los pierda como si fueran un paraguas, y la insistencia en destinar tiempo a mostrar las persecuciones con efectos especiales hace que detalles más importantes, como nuevo Salem, o la importancia de las habilidades de un personaje, acaben quedándose en una anécdota que unicamente aporta un desenlace.

Animales fantásticos y donde encontrarlos ha sido una buena sorpresa: aunque la idea sea comenzar una nueva saga, esta no cae en la costumbre de ofrecer un final abierto de cara a consolidar las continuaciones, sino que funciona perfectamente como una película independiente. Además, su planteamiento, pese a compartir universo, queda ya muy lejos de Harry Potter. Quizá esté pensada como una nueva saga para unos fans que ya han crecido, pero la idea al menos ha funcionado.

jueves, 22 de junio de 2017

Bedeviled (2017). Samsung patrocina esta película


A menudo un salto teconlógico trae consigo nuevos miedos. A lo desconocido, a los peligros que puede conllevar, o simplemente, una desconfianza irracional. Bueno, En realidad esto se aplica más a las innovaciones recientes, porque no es que haya por ahí ninguna ficción sobre lavadoras diabólicas ni microondas sentientes (aunque sí una película bastante divertida sobre cortinas de ducha). Las últimas han sido las redes sociales, que, con más de diez años de presencia, comienzan a acumular sus propias ficciones y leyendas. Los creepypastas, o incluso el hecho de que muchas cuentas de facebook inactivas pertenezcan a gente fallecida hacen que estas también tengan su hueco en lo sobrenatural. Solo hace falta echarle un poco de imaginación al asunto para que hasta una aplicación de móvil sirva también como punto de partida para un guión de terror. O que al menos, lo intente.



Bedeviled comienza con un grupo de amigos reunidos tras el funeral de uno de ellos. Una chica joven, sana, que inesperadamente ha fallecido de un infarto. Poco después comienzan a recibir notificaciones desde su movil para instalar una nueva aplicación, que movidos por la nostalgia, o quizá por una curiosidad malsana, descargan. Esta no parece ser otra cosa que un sistema similar a Siri, capaz de efectuar llamadas, encender electrodomésticos e incluso darles un rato de conversación...hasta que esta va tomando un cariz siniestro: Mr. Bedevil, poco más que una voz en sus teléfonos, parece conocer todo sobre ellos, especialmente, sus mayores fobias, ser capaz de convertirlos en algo real y quizá al igual que su amiga, matarlos de miedo.



Salvo por el recurso de emplear una tecnología tan cotidiana como un teléfono y una aplicación, el desarrollo no resulta demasiado original. Es más, la película es tremendamente predecible y el tema de la aplicación malvada es solo un macguffin. Uno que podría haber sido sustituído por cualquier otro acto anodino, como ver un determinado canal o asistir a un sitio concreto. Y que se desarrolla de forma igualmente tópica: un grupo con las características típicas de toda cinta de terror (el deportista, el empollón, la guapa y la protagonista), una progresión de sustos donde se alternan la aparición de monstruos de verdad y los sobresaltos falsos, y una revelación sobre la naturaleza de lo que los persigue. Que también es bastante general, mezclando un poco de galimatías científico sobre las comunicaciones digitales, un demonio sacado de la manga, o de otra dimensión, y unas apariciones que hacen sospechar que la idea es convertir al tal Mr Bedevil en el protagonista de alguna franquicia, como su carácter indestructible y un poco cojonero, y un rasgo distinttivo, que sería una pajarita roja. Que no le llega ni a la suela del zapato al jersey a rayas de Freddy Krueger, vamos. Espero que solo fuera una coincidencia, porque el bicho no termina de funcionar: si el tema de su aparición está llevado de una forma bastante torpe, el aspecto de este tampoco. Los otros monstruos que aparecen en pantalla acaban teniendo mejor potencial que él, pero no es dificil: un fantoche que parece un cruce entre el Joker clásico y el malo de Quien engañó a Roger Rabbit queda bastante lejos de las creaciones más interesantes de los últimos años.


 
¿Por qué tendría que dar miedo Linda Blair bailando breakdance?

Además del exceso de tópicos, el guión cae a menudo en situaciones ridículas. Que la supuesta aplicación empiece haciendo funcionar electrodomésticos y hablando con los protagonistas como si nada (y lo que es peor, que estos le den palique aún cuando todavía creen que es un programa informático), que los temores que toman forma física vayan de lo interesante a lo torpe, como la figura de un familiar muerto, o un oso de peluche feo, y sobre todo, que estos se limiten a tratarse de una manera muy básica, como una forma de sacar unos cuantos maquillajes y asegurar el mínimo de sustos en hora y media. O que la forma de mostrar que el monstruo es indestructible es haciendo que este repare magicamente una pantalla de móvil ¿Eso da miedo? ¡Pero si es fantástico! ¡Es el mejor invento desde los protectores de cristal templado!. No hay al final ningún matiz a nivel narrativo en el concepto de miedo, salvo esa aproximación infantil que hace que la película acabe siendo un recuento de escenas de terror típicas.


Listos, listos, no son. Pero sí una monada

Al menos, hay una cosa a favor: los protagonistas, pese a lo tópico, no molestan. Se intentó en la medida de lo posible que estos parecieran, dentro de los clichés, estudiantes normales, que no cayeran en el ridículo ni con rasgos irritantes que hicieran esperar el próximo asesinato. Poco más hay, porque los encargados de interpretarlos, además de pasarse al menos siete años de la edad de unos personajes que van al instituto, son de lo más soso y desganado que puede verse. Tampoco es que el nivel de la producción necesitara un registro amplio, pero estos resultan bastante desganados y poco más hacen que ponerle una cara bonita a los protagonistas.


Lo mejor que se puede decir de Bedeviled es que sirve para pasar el rato. Y que se salva mucho por no caer en el cliché de hacer protagonistas desagradables, aunque esto sería ya el último tópico que les faltaría por hacer aparecer. Lo peor, es que he tenido que darme un poco de prisa a la hora de escribir sobre ella, porque esta es poco más que un pasarratos, algo para ver una tarde donde el calor aprieta y da pereza hasta coger el mando a distancia.






jueves, 15 de junio de 2017

Regreso al laberinto. Segundas partes nunca fueron buenas. Y a veces son incluso peores.


Muchas veces nos encontramos con una buena historia, perfectamente cerrada y cuyo autor ha contado en ella todo lo que quería. Algo que, como lectores o espectadores, aceptamos aunque más de una vez tengamos la tentación de querer saber qué pasa después. Con los protagonistas, con lo que les ha pasado, o con el mundo en el que viven. A veces esa secuela llega, para bien o para mal, y no siempre es lo que se esperaba. El autor ha evolucionado y no ve las cosas de la misma forma que entonces. O peor: este ha fallecido y de la tarea se encarga un equipo distinto, cuyas ideas poco o nada tienen que ver con la original o que vienen pautadas por los actuales propietarios de los derechos. Algo que desgraciadamente sucedió con los dos largometrajes de Jim Henson, que vieron una continuación en cómic que por suerte no tuvo demasiada repercusión fuera del formato gráfico.



Regreso al laberinto continúa una década después de que Sarah salvase a su hermano pequeño del laberinto creado por Jareth, el rey de los goblins. Esta ha cambiado mucho desde entonces, siendo una adulta que ha olvidado sus fantasías infantiles mientras que Toby, ahora un adolescente, es vigilado de cerca por Jareth, quien tiene a Toby como su protegido vigilándolo muy de cerca en el mundo de los humanos. Pero ahora el rey de los goblins ha desaparecido, y Toby es reclamado para tomar el lugar del anterior soberano en un momento muy complicado: tras años de ser protegido por los goblins, este se ha vuelto un adolescente egoísta. Y en el mundo de los goblins hay otros personajes, como la reina Mizumi, que pretende hacerse con el trono vacante. Además de una joven goblin que oculta su rostro tras una máscara y que parece esconder un importante secreto sobre el laberinto.


El planteamiento de la película de Henson no daba mucha cancha a ninguna continuación. Al menos, en lo que era su principal trama, el paso de su protagonista hacia la madurez y la responsabilidad. Pero, al igual que en el final de esta, los goblins, el laberinto y los amigos de Sarah, permanecen. Podría haber ahí una posible continuación, al menos quedándose solo con la parte fantástica, las aventuras, y no la metafórica. Algo que decidieron explotar para un guión y un comic que en conjunto, da la impresión de ser un sacacuartos repartido en tres tomos.



La elección del dibujo resulta muy arbitraria: los diseños de Henson, y los dibujos de Brian Froud, nada tienen que ver con la estética manga que se ha elegido como soporte gráfico. El haber escogido un estilo tan concreto y a la vez, tan alejado del material original, huele un poco a chamusquina. Parece que la idea proviene del estudio de mercado previo, donde la estadística demostró que un porcentaje de los fans de la película que comprarían una continuación son también aficionados al anime (algo así como la versión manga de Pesadilla antes de Navidad). Pero también esa elección resulta un tanto engañosa: si bien el primer tomo se anuncia con una cuidada ilustración donde aparecen Toby y Jareth con un aspecto bastante lánguido y melancólico, el resto nada tiene que ver con la portada: las cubiertas y el comic se encargaron a personas distintas, y en el caso del último, a un tipo cuyas habilidades artísticas son bastante flojas. Si ya es un estilo donde a los personajes se les reconoce a veces por cuestión de fe y por mencionar mucho sus nombres, el dibujo de Chris Lie no alcanza los estándares profesionales minimos ofreciendo unas lineas muy simples, a veces patosas, unos rasgos que no pasan de ser lo que podría dibujar cualquier aficionado al manga en sus primeros pasos, y emborronando el resto con tramas grises para aparentar algo de profundidad. Hay dibujantes aficionados con bastante más talento y recursos que el que pueden verse en estas páginas.



La impresión de ser un trabajo de aficionados también se hace muy evidente en el guión: los personajes principales están ahí, o al menos, en su mayoría. Porque a las pocas páginas el guionista decide sacar de escena a los creados por Henson, apenas viendo nada de Ludo, Sir Didymus, Ludo o Hoggle, para darle protagonismo a los creados por el: un hada minúscula con un traje de dominatrix, y un bichejo peludo que en realidad es una copia de Ludo en miniatura. Aunque tal y como avanza la narración, casi se agradece que los originales se quedaran fuera de este. Porque el resto, al igual que el dibujo, no pasa de ser un poco un fanfic. Uno con muchos capítulos y una trama enrevesada, pero que se separa completamente de las normas y el universo que había sido el Laberinto que conocieron sus espectadores. Donde cada vez aparecen más elementos fuera de lugar, como esa antagonista llamada Mizumi o sus hijas, disfrazadas un poco de lolitas góticas. O, donde se intenta dar coherencia y expandir el mundo de Henson, algo que este no necesitaba...Aunque esto último no es culpa del guión, sino que es un mal típico de las secuelas prefabricadas. Por lo que no es muy adecuado ponerlo como una queja, porque el lector sabe que se arriesga a algo así.



Regreso al Laberinto parece el resultado de un estudio de mercado hecho a medias y donde el presupuesto disponible se fue en los responsables de llevarlo a cabo en lugar de a los artistas encargados de hacer el comic. Con un estilo de dibujo cuya única excusa parece ser que “a los jóvenes de hoy les gusta el manga” y una historia enrevesada para justificar cuatro tomos, no llega ni a ser algo anecdótico o una lectura entrañable, sino una sin la cual podría haberse pasado perfectamente. Y tras la que dan ganas de revisar el final de la película para quedarse con mejor sabor de boca.

miércoles, 7 de junio de 2017

Aitor Solar: La fuente de las tinieblas. Algo huele a podrido en Fontenebra


Además de haber una cantidad asombrosa de obras derivadas de Lovecraft, desde hace algún tiempo tambiéne s mucho más fácil acceder a ellas. No solo por las facilidades de compra o, ejem, "acceso completamente legal a través de vías de descarga autorizadas", ejem, sino porque los mitos ya no son patrimonio exclusivo del idioma inglés y muchos autores se han lanzado a hacer su propia versión, my lejos de las calles y puertos de Nueva Inglaterra. La idea es muy de agradecer en un género donde, igual que los zombies, tiende a estancarse  en tópicos y escenarios muy concretos. A Aitor Solar se le pasó lo mismo por la cabeza, y decidió que sus relatos también versarían sobre los Mitos de Cthulhu, pero en una ambientación tan cercana y conocida para el lector como lo pudo ser Providence para Lovecraft.

La fuente de las tinieblas es un conjunto de cuentos  cuyo subtítulo de "relatos suburbanos de los Mitos de Cthulhu" establece el punto de partida común de todos ellos: historias independientes entre sí, pero que comparten universo y probablemente, el momento en que suceden, caracterizadas por tener lugar en Fontenebra, una ciudad cualquiera donde suceden cosas muy extrañas. Pero que por su escasa repercusión en el exterior no pasan de ser noticias en el periódico local con una explicación racional. Dnde un artista local pretende emular a Pickman, el pintor de Boston, o un incendio en una discoteca causado por una invocación accidental de una criatura primordial. TAmbién es un lugar donde los profundos sobreviven a un entorno contaminado como pueden (pero no nos engañemos, siguen siendo igual de fastidiados que los de H. P. L. ), donde el fin del mundo es una custión de percepción y donde, tal vez algunas de las cosas que suceden sean solo contadas desde el punto de vista de alguien que ha leído demasiados cuentos de terror.



EN el prólogo el autor establece su idea de modernizar estas historias, hacerlas más cercanas a sus lectores y alejarlas de los escenarios que se han visto mil veces en Arkham Horror. Algo bastante ambicioso pero que consigue en su mayor parte gracias a la sencillez con la que lo afronta, el cariño y conocimiento que tiene de la obra de Lovecraft, y sobre todo, porque su escenario y el planteamiento de los relatos son todo un acierto.

En un momento dado describe Fontenebra como "un antiguo pueblo turístico reconvertido a aborto de ciudad dormitorio", un lugar que con esos datos, podría ser cualquiera: desde una ciudad dormitorio como tal, hasta una capital de provincia. Y esta amplitud hace que los escenarios sean muy próximos: han pasado casi diez años desde el comienzo de la crísis y en todos los núcleos urbanos son visibles sus consecuencias. Zonas que no han llegado a urbanizarse, áreas recreativas abandonadas, urbanizaciones sin servicios mínimos y polígonos industriales en desuso, que se convierten en un entorno adecuado para ocultar cualquier trama sobrenatural.

La aproximación que hace en cada relato también es muy curiosa: opta por no dar más nombre qu eel de la ciudad, y los protagonista en todos los casos permanecen anónimos. Ninguno de ellos tiene nombre y se limitan a vivir en primera persona cada uno de los episodios aislados que componen en libro, aunque en algún momento se hagan referencias a los eventos que se han narrado con anterioridad. Estos, en conjunto, más que originales, son una aproximación moderna a temas conocidos, pero realizados con bastante ingenio y en algunos casos, con muy mala idea, siendo más que terror, un humor negro muy sutil. El mejor ejemplo es el emplear el tema de las adopciones internacionales para hacer una referencia a los tcho-tcho, una de las razas malvadas por excelencia de los Mitos, sin concesiones a la corrección política y sin más intención que convertir lo familiar en terrorífico.

En algunos casos, los Mitos pesan demasiado. Es un poco raro considerarlos un defecto tratándose de una antoloía lovecraftiana, pero los cuentos funcionaban al hacer menciona a monstruos que el lector conoce, sin decir lo que estos son, en lugar de acercarse demasiado a las normas propias del pastiche. Los más sutiles son mucho más efectivos y creíbles que aquellos donde esta coherencia se rompe por situaciones un poco de manual, o que se hacen muy forzadas: como una pareja con el síndrome de Diógenes  que se declara adoradora de un dios con más consonantes que vocales (y al que mencionan sin pasar ningún apuro) o donde un personaje dice que encontró un ejemplar del Cultes des Goules en la biblioteca municipal. Seguramente estaría al lado de los temarios de oposiciones. Es un lugar tan bueno como cualquier otro.

La fuente de las tinieblas no va a revolucionar el género. Son relatos un tanto anecdótico que circulan por caminos conocidos, pero tampoco era su intención aportar algo novedoso, sino el modernizar un poco  un tipo de horror que hoy es un clásico y a veces, como le pasa a estos clásicos, un poco trillado y necesitado de nuevas aproximaciones. .Algo que en este caso consigue, con un estilo muy fluido, muy cercano y que no pretende emular a Lovecraft. Donde es curioso ver lo sobrenatural deambulando (o más bie, escondiéndose) en una ciudad de lo más normalito: Fontenebra puede ser cualquier sitio.

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