Series de tv, libros, cine...y una constante presencia gatuna

jueves, 25 de febrero de 2016

Lecturas de la semana. Lo que no leía y lo que llevaba tiempo sin leer


No suelo variar mucho de género entre mis libros. Lo más habitual es quedarme entre el fantástico, el terror, y a veces el policiaco, con alguna que otra cosa de las que encuentro en la biblioteca de por medio. En cambio, una de las temáticas que más me gustaba, y que en tiempos solía quejarme de la poca ficción disponible, como son los zombies, se han ido quedando un poco aparcadas entre pilas y pilas de novedades. Será que, entre Walking dead (los comics y la serie), Z Nation, y el boom de narrativa "Z" de los años anteriores, hizo que no me emocionara tanto ante cada novedad, y que más bien, me dedicara a tenerlos anotados por ahí. Otros géneros, como es el ensayo, y más si se trata de temas específicos o de actualidad, son el caso contrario: si cae uno al año, es mucho. Pero aún no han pasado dos meses desde que empezó el 2016,  y esto ha cambiado un poco con una novela de muertos vivientes y una obra de divulgación sobre economía. Que no podían ser temas más distintos...o no. Porque en cierto modo, dos de los intereses más populares de la última década fueron precisamente los zombies y la crisis.



Fernando Trias de Bes. El libro prohibido de la economía. Con poco más de doscientas páginas, la idea no es desvelar los secretos de la economía sino acercar al público algunas definiciones y el funcionamiento oficial, y no oficial, de temas financieros muy presentes en la vida diaria. Cosas como el funcionamiento del marketing a nivel de minoristas, el sistema fiscal, los bancos, la deuda pública o el concepto de emprendedor, nombre que nos hemos hartado de oír en los últimos años. Todo, desde una perspectiva cercana e irónica. Cosa que el autor consigue a ratos.

A nivel de divulgación, muchos capítulos del libro llegan a funcionar bien. Especialmente a la hora de explicar al dedillo trucos de la mercadotecnia como ofertas, sorteos o sistemas de fidelización mediante puntos o carnets de un establecimiento. Y también al funcionamiento del sistema bancario o la fiscalidad del estado, donde hace aportaciones muy críticas y donde realmente se nota ese punto irónico que buscaba en párrafos donde describe la burbuja inmobiliaria como una "bacanal económica", las batallitas intentando convencer a su hijo para no comprarle los cereales que vienen con un juguete, o directamente, definir a los inspectores de hacienda como unas personas estupendas (lo que me recordó un montón a Ernesto de El ministerio del tiempo y lo mal que lleva que se metan con los funcionarios).

Pero este, en muchos casos se acaba perdiendo entre algunas opiniones que, a veces pueden compartirse, a veces no, y que en más de una ocasión hacen que la intención informativa y la ironía que quería mantener se convierta en un estilo más mandón, donde el escritor se vuelve más dramático y parece empeñado en advertir al hombre de a pie de las trampas de la economía moderna. Salvando algunos capítulos donde estos defectos se hacen más patentes,  el conjunto está muy bien planteado: breve, asequible y alejado de fórmulas y gráficas más específicas. Y que, en mayor o menor medida, se saca algo de interés que es de lo que se trata un libro de divulgación. Otra cosa es compartirlo al cien por cien o no.



Bob Fingerman. Paria Z. Cuando en España se empezaron a traducir libros sobre zombies, lo habitual era incluir sí o sí esa palabra en el título, o al menos la inicial. Por eso el Monster Island de David Wellington se convirtió en Zombie Island, así, sin traducir. Y Pariah pasó a titularse Paria Z, no fuera a ser que el dibujo y el texto de la contraportada no pusieran el argumento claro.

La mayoría de novelas trata, o bien los primeros días de los supervivientes, o lo que ha pasado años después. Este sería el primer caso, donde un grupo de personas muy dispares viven encerradas en un edificio, sin posibilidad de salir a unas calles pobladas por muertos vivientes, mientras solo pueden presenciar cómo la desnutrición y el aislamiento acaba con ellos lentamente. Todo cambia cuando ven a una chica caminando tranquilamente entre los muertos, sin que estos intenten atacarla. Contar con alguien que puede desplazarse libremente por la ciudad supondría una esperanza para ellos, pero también hay algo extraño en una chica que apenas percibe lo que pasa a su alrededor y se limita a pensar que por algún motivo, no le gusta demasiado a los zombies.

En general la historia es el escenario que se ha visto un montón de veces, en este caso, un edificio, con la variación correspondiente y que supone el mayor punto de interés para que el lector decida quedarse con la historia. Toda la trama que se adelanta en la contraportada tarda bastante en comenzar, porque la primera parte se destina, y bastante bien, a desarrollar la atmósfera de la novela y a los personajes. Sobre todo  lo primero: no hay grandes detalles sobre lo que pasó en la ciudad, pero es fácil de imaginar, aunque el añadido de por qué han sido encerrados resulta un poco pillado por los pelos. Gana, en realidad, por tratarse de una situación muy claustrofóbica, donde se usa acertadamente un verano seco y muy cálido. Y que los personajes despierten muy poca simpatía. No son agradables, pero sí muy acertada su situación: están aislados, mal alimentados, y no hay héroes. Solo gente desesperada y sin las herramientas y el conocimiento necesario para poder encontrar una solución. Esta idea sobre el deterioro emocional es lo más interesante (aunque también hace que haya que tener ganas para ponerse con un libro así. Es más deprimente que drama o acción), aunque según avanza, se pierde bastante la idea. Los protagonistas empiezan a parecer, más que desquiciados, unos neuróticos, y la idea del escritor de crear un antagonista en fabricar un personaje que prácticamente tenga todas las características negativas posibles. Que si deportista fanfarrón, retrógrado, violento, sádico...y hasta en un momento, sin motivo argumental alguno, menciona que no le gustan los gatos. Solo le falta defraudar a Hacienda para ser el personaje más miserable de la literatura moderna, vamos.

La trama, al depender de un solo elemento, como el personaje misterioso y lo que esconde, acaba sufriendo la falta de contenido. No hay en medio buenos personajes, solo unos retratos que para un relato serían adecuados pero que para una narración más larga resultan muy pobres. Y el enigma en cuestión, acaba resuelto con una explicación bastante de serie Z, traída en el último momento al igual que una resolución con más acción y movimiento que el ritmo pausado de las primeras partes. Y que, también bastante de golpe, planta una especie de final feliz muy atropellado, que apenas tiene nada que ver en comparación con los protagonistas y la situación que se conoció antes.

No puedo quejarme demasiado del libro como tal. Sabía que  no era precisamente Guerra Mundial Z, al menos el misterio correspondiente me interesó lo bastante como para seguir con él y de todas formas, en ese momento quería leer algo de zombies. Aunque con la abundancia de títulos, la próxima vez escojo con más cuidado. Porque de momento, acabo de encontrarme uno con un título que promete:

2 comentarios:

Anacrusa dijo...

Las novelas de David Wellington slas he leído, pero 'Paria Z' y 'Renaissance. La caída de los hombres'. Las buscaré en la biblioteca. Con 'Guerra Muncial Z' está el listón alto, pero es verdad que si buscas siempre encuentras alguna pequeña joya no tan mediática pero sí igual de entretenida.

De libros divulgativos sobre economía me gustó 'El minotauro global', del ahora famoso exministro griego Varoufakis. Desde una perspectiva neokeynesiana, tiene cosas interesantes, aunque no comparta todo.

Renaissance dijo...

Las de Wellington son mis favoritas después del libro de Max Brooks. Fueron las más originales que pude leer, se sale directamente de todos los clichés de los zombies y ofrece algo un poquito nuevo: un escenario algo más alejado en el tiempo, más propio del fantástico...y liches, un montón de liches. Me divertí un montón con él. Guerra mundial Z son palabras mayores, los zombies son un poco una excusa para hacer una novela geopolítica donde pone del revés todo el sistema económico, y la película no le hace justicia.
El caso de Paria Z, es más anecdótico, leer un poco más de lo mismo para el momento en el que quieres volver con los Zombies. Y el de Renaissance, más que nada, me ha dado curiosidad ¿Le gustarán los gatos al protagonista? XD
El de economía, interesante a ratos. Porque cuando empezó a hablar de las ventajas de la escasa presión fiscal estadounidense me quedé con cara de "ah, no. Por ahí no pasamos".

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