No sé que es más asombroso: que el gato se esté quieto, o que hayan sido capaces de acercarle un cítrico
En estos tiempos difíciles para el cine, solo se van salvando las películas con más despliegue de medios, más renombre…o la que estén echando en el cineclub. Y en los casos anteriores, solo cuando es posible levantarle a Hewl uno de los bonos a precio reducido. La película de no complicarse la vida de esta semana fue Iron Man 3, a la que, entre que las dos anteriores eran entretenidas, pero que había visto en casa, era plan de darle una oportunidad y ver a Robert Downey Jr. dándolo todo en su papel de millonario.
Los guiones de este personaje siempre se basan en los problemas personales que derivan de la situación de Tony Stara como Iron Man, y en este caso, después de los eventos que vivió en Los Vengadores. Aún así, la historia se abre con un flashback de hace trece años en el que Tony Stark era un genio bastante insufrible y como esto dará lugar a lo que se pasará una década después. El protagonista ha cambiando mucho en estos años: de millonario ocioso ha pasado a estar al borde de la muerte un par de veces, a salvar al mundo…y ahora le pasa factura. Problemas para dormir, crisis de ansiedad inesperadas…y una tendencia bastante insufrible para su novia de dedicar todo el día a fabricarse una armadura tras otra. Uno de sus prototipos se está usando ya para cuestiones de seguridad nacional, de esas en las que no hay alienígenas pero sí terroristas que amenazan con vídeos y diversos atentados: un personaje conocido como el Mandarín organiza una serie de explosiones en la ciudad, lo que por el momento, parece un mal menor para Tony Stark, que está pendiente de un nuevo descubrimiento, explotado por otra compañía, que explota y modifica las posibilidades de regeneración humana.
Mucho más vulnerable que en otras aventuras, su carácter bocazas le traiciona cuando no se le ocurre otra cosa que dar la dirección exacta de su casa para provocar al Mandarín…a lo que este responde con unas cuantas explosiones y con Tony Stark dado por muerto, escondido en un pueblo de Tennesee e intentando reconstruir su armadura con lo que encuentra en el garaje de un chaval. Pero Iron Man no son solo los cacharritos, y Stark demuestra ser todo un McGiver capaz de seguir investigando las conexiones del Mandarín y las explosiones de la ciudad con todo tipo de armas de fabricación casera y su propia astucia.
Las películas de Iron Man, de un modo u otro, siempre acaban girando alrededor del personaje de Tony Stark más que de la historia: la trama principal siempre son los problemas personales del protagonista, sean sus defectos o sus miedos, que tiene que superar para poder solucionar el problema principal. Es una opción interesante para un personaje que es practicamente un genio y cuyas debilidades vienen de sí mismo y sus defectos, en este caso, sus miedos y el ser capaz de enfrentarse a sus enemigos sin llegar a usar la armadura en gran parte de la película, lo que ha sido lo más interesante y finaliza en una nueva evolución del personaje (algún día acabará siendo una buena persona…pero seguramente no tan divertido como ahora).
El guión, en muchos casos, me pareció algo flojo, o más bien, un poco deslabazado: la trama del Mandarín va apareciendo por ahí metida con calzador, y si va tirando, es porque el espectador sabe que está relacionado con el argumento principal de un modo u otro. El personaje, para lo que se esforzaron en caracterizarlo en las fotos promocionales, sale más bien poco, y lejos de ser el supervillano de los comics o la serie de dibujos (al que me pasé años refiriéndome como “el chino de color verde” cuando la emitían en Antena 3), está muy relacionado con los miedos actuales al terrorismo, los infiltrados en territorio nacional y la manipulación de la información…tampoco hay que ir muy lejos en la analogía porque a Ben Kingsley le han puesto una barbita binladenesca que es inconfundible. Aún así, y con un giro interesante, esta parte del guión queda un poco de relleno, y seguramente la película habría funcionado mejor con media horita menos y menos derivaciones, porque los cambios durante el metraje son muy bruscos y en muchos casos, es bastante desconcertante el pasar de un descubrimiento dramático a una situación cómica que parece quedar fuera de lugar.
De las interpretaciones, poco hay que decir: Robert Downey Jr. ha encontrado el nicho interpretativo de su vida como el millonario Tony Stark, y hoy es difícil imaginarse a otro actor que intente recuperar el papel para una hipotética cuarta parte. Gwyneth Paltrow está mona y hasta tiene un poco más de papel, aunque de nuevo, su trama se soluciona al final, de golpe, y por que la voz en off nos lo dice. Y Guy Pearce ofrece un papel con un carácter muy suyo, y al menos, más jugoso que su aparición mínima en Prometheus (espero que en esa película no cobrara por horas).
El desenlace, promete un protagonista bastante interesante, y todavía más renovado, para seguramente, Los Vengadores 2, y aunque Iron Man 3 es tan divertida como casi todas las de Marvel que ha estado haciendo esta productora, sí se hace un poco más larga y más floja que sus dos predecesoras.
Y de postre, un vídeo: ahora que se están poniendo de moda los noventa, los dibujos de Iron Man y los orígenes del Chino de Color Verde:
2 comentarios:
Creo que es como dices, el guión no es flojo si no que parece que funciona a saltos, y le hace perder mucho a la película.
Sigue siendo divertida, pero parece resultar un poquito peor en comparación con las otras dos.
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