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jueves, 16 de enero de 2025

Aracnofobia (1990). Especies invasoras

 


Aunque los invertebrados no sean los seres vivos que mejor me cae, las arañas nunca han supuesto a algo inquietante   más allá de tener que limpiar sus telas periódicamente. Quizá   por no haber visto ninguna más grande que las patilargas o las de jardín, o  porque solían  presentármelas como un animal  benigno, insistiendo en que se comían a los mosquitos que de otro modo, nos picarían (las de mi casa debían de estar de ayuno intermitente, porque no me libraron de ninguno),  estos mini centollos de tierra no comestibles  resultaban en el cine más entrañables que aterradoras, cuando aparecían mutadas por efecto de la ciencia como en Tarantula!, herramienta de asesinato como en El caso de la viuda negra, pero siempre recurriendo a las  variantes más exóticas y peligrosas. Son esta clase las que se colarían en el edificio asolado  por una especie invasora en Vermines, y   que  por motivos similares, acabarían reproduciéndose y suponiendo una plaga igual de peligrosa en esta película de los noventa.


Aracnofobia es, además del título , uno de los problemas que el  doctor  Jennings encuentra poco después de mudarse desde  san Francisco a un pequeño pueblo de California. Su llegada coincidirá con  los recelos de los vecinos hacia el nuevo  médico, y con la aparición accidental de una peligrosa especie de araña, proveniente de un lugar recóndito de  Venezuela, y que se  ha adaptado rápidamente al entorno.  Tras las primeras muertes, el doctor se da cuenta que algo está sucediendo, y que las picaduras encontradas en los cuerpos  de los fallecidos no se parecen a las de ningún insecto local.



La película, más que terror, es una comedia con algún momento de tensión muy  bien logrado mediante la aparición de  las arañas ante unos personajes que no son conscientes del peligro. El tono, en general, es el del homenaje a las películas de invasiones   monstruosas de los cincuenta: muy ligero, deliberadamente inocente, y  pensado para toda la familia.  Salvo el prólogo donde l se presenta a una parte de los personajes y  el punto de partida,  gran parte de la trama se dedicará a  estos y a a presentar el contraste entre la familia protagonista, urbanita, y los vecinos. Estos, en sus pariciones, resultan caricaturescos, dese  la falsa cortesía del médico local hasta los dueños de la funeraria, pasando por secundarios tan divertido como el  exterminador de plagas interpretado por John  Goodman.  Una primera parte que además de presentar a  estas potenciales víctimas de las arañas, sirve para ir creando tensión de forma gradual: cada  escena cotidiana se ve alterada por la presencia de estas, que  se mueven en los mismos lugares que los personajes han  recorrido mil veces, y cuyo desenlace,  bien salvarse o  bien ser  la siguiente víctima, se debe al puro azar.


Es este mismo factor el que acompaña  al guion en todo momento:  este  ha sido construido a partir de una serie de coincidencias. La primera víctima enterrada en el pueblo, la llegada con ella de los arácnidos,  de forma involuntaria. La aparición, al mismo tiempo de su protagonista, que despertará el recelo inicialmente…incluso  que este  tenga pánico a las arañas, un añadido a la trama de último minuto, que si bien  hace que  la situación tenga  un tono todavía más cómico,  parece olvidarse rápido cuando  este tiene que enfrentarse a ellas en el desenlace.

El guion recurre también a  una visión de la ciencia , un tanto imposible,  propia del cine al que homenajean:  esta especie invasora no solo se adapta a la perfección al medio, sino  que  además de tener  comportamientos organizados propios de insectos sociales, empieza a crecer que da gusto e incluso a hacer los  chillidos propios de los  insectos d en la serie B,  donde, a mayor tamaño del bicho, mayor será el pitido que estos emitan a la hora de  ser carbonizados…a y que aunque en muchas cinta   provoque un resultado absurdo, aquí resulta más fácil de aceptar  debido al enfoque que han tomado.


La trama, aunque simple, funciona tanto por el uso de una tensión bien construida como por el reparto. N Encabezada por  Jeff  Daniles como padre de familia,  Julian Sands como científico, en un pale más breve del que haría  esperar  el encontrarlo como primer nombre en los créditos, y sobre todo,  John Goodman en una parición  bastante  más breve pero mucho más útil que las anteriores, encarnando a ese arquetipo de  héroe de cuello  azul  capaz de resolver problemas.

Una película que, pese a ser  de principios de los noventa, todavía  conserva  ese cine artesanal gracias al trabajo llevado a cabo mediante el uso de insectos reales y marionetas para sus versiones más rollizas, así como  varios efectos   prácticos a la hora de representar escenarios más vistosos como los restos de las víctimas o el nido.

Aracnofobia lo tiene todo  para poder ser hoy una películas “de las de antes”: comedia,  homenaje al cine clásico,  buen ritmo y  mejores actores. E incluso su punto de nostalgia: hoy es imposible no verla como un predecesor, más amable y optimista, de La plaga de Sebastien Vanicek. Ahora, en vez de recurrir tanto a los bichos exóticos de ocho patas…¿para cuando una sobre velutinas carnívoras? A esos engendros no hace falta  hacerlos crecer para tener que eliminarlos a cañonazos.

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