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jueves, 23 de junio de 2022

Bajo aguas tranquilas (2006). Nacional pantanismo y satanismo subacuático



Entre 2001 y 2005, Fantastic Factory se lanzó a la producción de cine fantástico y de terror, muy pensado para su distribución internacional. Con una industria todavía lejos de la que se conseguiría más adelante, la idea prometía mucho, participando nombres como Stuart Gordon o Brian Yuzna, y anunciando, entre otros proyectos, nada menos que una adaptación  de La sombra sobre Innsmouth ambientada en Galicia. La idea quedó en algo cuando menos simpático, entre series B como la propia Dagon, alguna destacable como Darkness de Balagueró (si solo hubiera parado un poco con los meneos de cámara) y otros más flojos como Faust, la última entrega de Re-animator  y sobre todo, la película previa al cierre de la productora, que no fue precisamente una despedida memorable.
 


Las aguas tranquilas del título son  el pantano que hace décadas  cubrió Marinbad. Lo que parecía la maniobra habitual en una época en la que el desarrollo de esas infraestructuras iba de la mano de la corrupción y el soborno, esconde algo muy distinto: el pantano fue la única salida que el alcalde encontró con el mal que progresivamente se había adueñado del pueblo. Un grupo de satanistas habían traído la prosperidad, pero también la depravación. Ahora, a punto de celebrar el 40 aniversario de la construcción de la presa, y poco después de la muerte del antiguo alcalde, Clara, su nieta, se ve atormentada por pesadillas donde  este intenta prevenirla del mal que está a punto de desencadenarse, del que las muertes que han tenido lugar en las aguas del embalse, son solo el principio.


Basada en una novela de Matthew Castello 8que no he leído, por lo que no se como de fiel es la película, pero tiene bastante pinta de Paperback de los de Grady Hendrix), se ambienta en un lugar indeterminado del Norte donde los nombres son lo bastante ambiguos  para que no quede claro en qué lugar están, además de contar con un reparto internacional donde nombres como Michael McKall o Patricia Gordon comparten pantalla con Raquel Meroño o por un momento, con Manuel Manquiña, lo que sumado al material original, parece querer ser de las producciones más orientadas al exterior de la compañía. Una decisión  un poco arbitraria  al haber rodado en un país con un pasado bastante extenso en cuanto infraestructuras hidroeléctricas y pueblos sumergidos por estas. Pero n es este el mayor  problema de una cinta que fue de las más flojas de la Fanstastic Factory, y cas una sucesión de todos los defectos posibles en el bajo presupuestos de la época.


Los medios, en este caso, son muy limitados y esto se nota en muchas de las secuencias acuáticas que filman, con una animación infográfica muy pobre donde unos submarinistas superpuestos hacen que bucean. Unos efectos que chocan con las contadas ocasiones en los que recurren a los tradicionales, y muestran criaturas monstruosas hechas de latex que recuerdan , pero muy lejos por desgracia, al Brian Yuzna que no se cortan en Society o La novia de Reanimator. Estos se quedan en apariciones muy breves y hacen pensar en lo que podría haber sido la película de haberse filmado en el 89 y siendo conscientes de lo que tenían a mano.


Los actores están entre cumplir lo mínimo con el guion que se les ha dado, y lo que se podía esperar de caras de esos años como Raquel Meroño, a la que se le da muy bien taparse la mitad de la cara con el flequillo o poner la boca entreabierto, en lo que lo mismo es una expresión de sorpresa que de pena. La aparición de Manquiña es muy corta y enloquecida y el resto responde a lo que se podía esperar con un guion donde abundan las incoherencias: adolescentes (incluida una Pilar Soto puesta para enseñar cacha) que se ponen a hablar del más allá en el momento  más fuera de lugar, jóvenes atormentados por cosas que no parecen muy graves, satanistas de ultratumba que aparecen por ahí y una orgía de vecinos poseídos que oscila entre el vídeo amateur y la vergüenza ajena. Y un golpe de efecto final que salvo para poder cortar el metraje de forma abrupta, tiene tan poco sentido como gran parte de las situaciones de la trama.


Además de ser un cierre bastante olvidable para la productora, Bajo aguas tranquilas es un buen ejemplo de película amala con avaricia. Realización pobre, guion cogido con pinzas y actuaciones erráticas, se salvan por momentos alguna  de las apariciones de los monstruos y el tomársela  como una cinta de la de ver en el sofá mientras se suceden una tras otra situaciones tirando a desastrosas.  Aunque, teniendo en cuenta que el catálogo había incluido cosas como Faust  o La monja, tampoco es que esta despedida fuera una catástrofe insalvable.

2 comentarios:

Anacrusa dijo...

Que la Fantastic Factory fuera un chiringuito para que Brian Yuzna y sus colegas siguieran haciendo películas creo que nadie lo duda xD.

Darkness de Balagueró me parece buena peli, creo que la mejor de las que produjo Fantastic Factory. Los profundos gallegos de Stuart Gordon me parece curiosa, además del cariño que le tengo a la peli, y Arachnid de Jack Sholder me parece una película de bichos entretenida. Hay algunas que no he visto, como la de Paco Plaza, y otras que en su momento no me gustaron como esta Bajo aguas tranquilas. Que por lo que comentas, mejor evitar el revisionado xD. Lo que sí me ha llamado la atención es la novela de Matthew Costello, autor desconocido para mí y que tiene entre sus novelas una de la serie Seaquest. A mí el señor Costello ya me ha ganado con eso. Tendré que investigar un poco más, pero tiene toda la pinta de lo que apuntas, cancidato a los Paperbacks from hell.

Lo del nacional pantanismo me ha ganado xD.

Renaissance dijo...

Me quedo con el nacional pantanismo como la mejor manera de acabar con las sectas malvadas: a base de inundarlas XD.

A Dagon le tengo bastante cariño y me parece la produccion más simpática de toda la Fantastic Factory, Darkness es sin duda la mejor aunque tiene muchos tics de la década del 2000 que no han envejecido nada bien y el resto me parecen tirando a flojitas, además de haber alguna que ni ganas tengo de verla. De la época, fuera ya de la productora, El maquinista me pareció bastante buena (con cameo del Tibidabo incluida) y hace poco descubrí La hora fría, producida en el mismo año que Bajo aguas tranquilas y que aunque bastante floja y poco imaginativa, sí que es un poco mejor que esta. La verdad, salvo el haberla encontrado por el catálogo de Amazon, no es una película que rescataría, salvo para curarse de cualquier nostalgia que pudiera tenerse de la década del 2005.
Y la novela de Costello, con el aspecto que tiene, me parece raro que Hendrix no la hubiera incluido en el Paperbacks from Hell, pero con todo lo que tenía que reseñar el hombre, casi le daba para otro volumen.

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