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jueves, 2 de febrero de 2017

Curtain (2015). Bañera al pasado. O a otro sitio


Las cortinas de la ducha son uno de los peores inventos que puede haber en un cuarto de bajo. No como las mamparas, que al menos cumplen su objetivo honestamente, las otras hacen justamente lo contrario. Estarán pensadas para evitar que el agua salpique, pero parece que no tienen muy claro como llevarlo a cabo: si se quedan fuera de la bañera, esta se va fuera. Y si se quedan dentro, son capaces de crear la peor sensación que puede soportar un ser humano: acabar envuelto en una especie de alga nori semihelada y empeñada en pegarse a la anatomía del sufrido usuario. No se si algún guionista tenía esto en mente cuando se sentó a escribir, pero es una premisa tan peregrina como cualquier otra para la película que resultó.



The Gateway era el título anterior de Curtain, uno un poco más ambiguo y menos directo que el que se eligió finalmente. Aunque este último no engañaba: es gracia una sucesión de cortinas de ducha desaparecidas por las que la protagonista descubre que algo sucede en su cuarto de baño. Un portal, por llamarlo de algún modo, a través del que desaparecen determinados objetos y que es celosamente protegido por un grupo de personajes, que no dudan en recurrir a la violencia para silenciar a todos los que descubren su existencia. Pese a las amenazas, y al peligro que corre su vida y la de sus seres cercanos, ella decide, junto a su compañero de trabajo, descubrir que es lo que sucede al otro lado de la puerta.



La película cuenta con muy pocos medios, gran parte de los cuales se debieron dedicar a que esta tuviera una realización de aspecto más profesional de lo que podría esperarse al principio. Pero esta falta de recursos también ha sido muy bien aprovechada convirtiéndola en una ventaja: lo absurdo de la premisa, los escenarios reducidos y anodinos y la practica ausencia de efectos especiales se emplea en este caso para rodar de una manera muy similar a la que se hacía en muchas series B de los ochenta. Esto lo usan unicamente como recurso, y de manera más puntual, como referencia, en casos tan específicos como el componer una banda sonora a base de sintetizadores y unos efectos especiales hechos con animaciones o maquillajes de látex que no desentonarían en un vhs de hace treinta años. El resultado es muy curioso, y también satisfactorio: por un lado, aprovechan todo el factor nostalgia para poder ocultar las limitaciones de presupuesto, y por otro, estas referencias a un tipo de cine fantástico propio de hace varias décadas es muy sutil, solo un medio y no un fin como podía haber sido el caso de Stranger Things. Y esos tenían más dinero a mano..



A este tipo de producciones con unas limitaciones tan marcadas, solo les pido dos cosas: que al menos lo compensen con la capacidad de los actores y con la calidad de la filmación. Lo último es más bien por no estar acostumbrada al cine independiente, y me cuesta más entrar en una historia cuando parece haber sido filmada con una cámara doméstica. Los dos requisitos los cumplen perfectamente: No hay grandes efectos especiales, pero la realización resulta muy profesional. Y el reparto es más que correcto: no hay caras conocidas, pero todos resultan creíbles, desde el secundarios anecdótico hasta los protagonistas, e incluso cada uno de ellos cuenta con una particularidad que los hace llamativos: viandantes con cualquier opinión particular, unos antagonistas que aparecen poco, pero cuyo aspecto no desentonaría en Dunwich, y sobre todo, unos protagonistas que por su caracterización, se ganan las simpatías del público desde el primer momento. No se sabe mucho de los motivos por los que el personaje principal ha abandonado su anterior trabajo, pero ese enigma, sin ser parte de una trama, la hace mucho más cercana. Al igual que su compañero, que con una caracterización tan corriente como el de ser mal dibujante (aunque le apasione el hobby) o consciente de su cobardía, no se convierte en un alivio cómico, sino en uno más, y muy entrañable, de una historia un poco extraña.

 
No tengo claro si es un vórtice dimensional o el fondo de un cesto de mimbre


Este trabajo con los personajes ayuda a compensar en parte el principal problema del guión: la historia, superado un gancho tan estrambótico como el de una cortina de ducha, se queda en algo muy pequeño y lleno de cabos sueltos: sectarios que no se sabe muy bien qué es lo que veneran, galimatías sobre magia que se quedan en poco más que dar una explicación pobre y algún que otro intento de darle un poco de cohesión a la trama que no funciona. Esta, con las menciones a sectas y libros de magia, se apoya más en el conocimiento previo que tuviera el espectador de la versión en la cultura popular de lo sobrenatural que lo que aporta el guión, que en ese sentido es más bien poco.


Con un comienzo tan extraño como es el mezclar vórtices dimensionales con cuartos de baño, y unos personajes bastante particulares, Curtain acaba funcionando: es una película menor, pero con un planteamiento de serie B muy inesperado y divertido. Aunque, también ha sido una suerte que la idea del guionista se fuera hacia una bañera y no a otras piezas del lavabo. No termino de imaginarme algo titulado “La sombra sobre la cisterna”.



2 comentarios:

Anacrusa dijo...

Con lo del "alga nori semihelada" y "La sombra sobre la cisterna" me has matado xD. No tenía referencias de esta película, pero me la apunto. Aunque termine mirando con suspicacia a las cortinas de la ducha.

Renaissance dijo...

Eso con una mampara nunca hubiera pasado XD.
La verdad es que es una producción muy modesta, pero muy recomendable. Y el puntillo ochentero sin ser abiertamente nostálgico le queda muy bien.

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