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jueves, 15 de diciembre de 2016

Channel Zero: Candle Cove (2016). La tele (imaginaria) de nuestra infancia


Desde Battlestar Galactica, Syfy no ha brillado especialmente con sus series: tiene una producción abundante, algunas de las cuales por encima de la media, pero nada que de demasiado que hablar. Bueno, en mi caso sí que incluiría aquí Z Nation por sus propios y alocados motivos. Por eso cuando anunció una serie antológica basada en en distintos creepypastas (historias de terror breves que circulan por la red), la idea era muy llamativa...aunque solo fuera por unas cabeceras publicitarias que recordaban un montón a American Horror Story.



Candle Cove fue la historia que sirvió para inspirar la temporada de estreno. En ella, un grupo de de personas distintas descubren en una conversación cualquiera que un programa infantil que apenas recordaban tenía un matiz mucho más extraño y su existencia resultaba todo un enigma. El relato, muy breve y ligado a un giro final donde radicaba su efecto, se ve ampliado y levemente modificada en el guión: ahora es una parte más de la infancia de Mike Painter, un psicólogo infantil que tras sufrir una crisis nerviosa, regresa a su antiguo hogar, un pequeño pueblo marcado por el asesinato de varios niños hace décadas y donde desapareció el hermano del protagonista. Y también, el único pueblo donde los habitantes más jóvenes veián entonces un programa infantil llamado Candle Cove. Pograma que ahora, al poco de la llegada de Mike, aparece de nuevo en las pantallas, provocando en los niños un comportamiento muy extraño.




Uno de los principales atractivos de la idea era basarse en una historia con la que se podrían centrar mucho en lo macabro o lo irreal. Y en un género que al menos en televisión no se prodiga demasiado: Walking Dead es de supervivencia. American Horror Story solo tiene de horror el título y aunque Outcast estaba más centrada en lo terror, adolecía de una lentitud excesiva. Una miniserie más breve y con un objetivo más definido parecía una opción con muchas posibilidades. El resultado fue curioso, pero también muy irregular.

Por un lado, la atmósfera es un poco extraña, y a menudo parece como si el propio Channel Zero hubiese sido filmado hace varios años: las secuencias son muy estáticas, y los escenarios y situaciones más sutiles compensan la falta de espectacularidad. Algo tan sencillo como una fábrica abandonada o una máscara de papier maché sustituye con creces los efectos especiales y es muy adecuada para ilustrar un punto de partida como el proporcionado por le misterioso programa de tv.



Por otro, los aciertos que pudiera tener quedan muy lastrados por una trama y unos personajes muy erráticos. Estos últimos se limitan a moverse por los escenarios con una total indiferencia ante situaciones que desafían toda lógica. Especialmente el protagonista, quien supera al resto en cuanto a inexpresividad y en la capacidad de asistir a cualquier choque emocional con cara de poker: ¿Que aparece el cadáver de su hermano? Cara de poker ¿que su hija desaparece? Como si tuviera horchata en las venas ¿Que ve cosas raras? Como quien oye llover..así durante seis episodios en los que este mantiene una impasibilidad digna de Chuck Norris. Y ojalá hubiera empleado los métodos de este. Habría sido más divertido.

La trama es también el aspecto más flojo: más que un punto de partida para el desarrollo de un guión, Candle Cove se queda en un añadido, a veces muy forzado, para una historia más tópica sobre niños siniestros con poderes. En la que a menudo hay que meter con calzador referencias al programa, aumentando la sensación de que el guión hubiera funcionado perfectamente sin que este formara parte del título o de lo que querían contar. Lo de perfectamente es un decir, porque el desarrollo también es bastante flojo y donde todos los elementos parecen un tanto artificiosos. No solo con las referencias al programa, mediante situaciones como el protagonista sacando dicho tema en una conversación, o que de repente todo el pueblo tenga claro que un programa de televisión malvado esté controlando a sus niños. Sino con la trama principal en sí, donde se limitan a que los personajes acepten lo sobrenatural a pies juntillas o inventarse algo para justificar la presencia de alguna criatura de aspecto raro. Que por aportar no aporta, pero da mal rollo y luce mucho.




Como primera temporada, Candle Cove ha resultado decepcionante: no llega a aprovechar la historia de base y tampoco ofrece un buen guión, pero los resultados no debieron ser tan malos si hay firmada una segunda entrega (o eso, o que la serie tampoco era muy cara), con un nuevo creepypasta sirviendo como inspiración. En todo caso, si algo bueno tiene estas antologías es la independencia entre cada temporada, y tal vez el segundo intento salga mejor. Por lo pronto, las secuencias donde recreaban el siniestro programa sirvieron también para hacerme recordar a los Aurones. Que también eran unas marionetas muy cutres, pero no daban mal rollo. Y creo que estas sí que existían..
 

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