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jueves, 11 de agosto de 2016

Cazafantasmas (2016). Buen intento, pero falta algo


Durante años, se habló de una secuela de Cazafantasmas. En realidad esto fue habitual en todas las grandes franquicias de los ochenta, y muchos esperamos tiempo para poder ver una secuela de La guerra de las galaxias o Indiana Jones. Y cada cierto tiempo, se hablaba de una posible tercera entrega donde se reunirían Bill Murray y compañía. El fallecimiento de Harold Ramis parecía dar por cerrada la serie, al menos con el grupo original. No acabó en cambio, con la idea de continuarla, o más bien, de reiniciarla, incorporando algunas novedades y cambios. De estas, la más comentada para bien y para mal, fueron sus protagonistas, un grupo no de científicos, sino de científicas.

 


Salvo el cambio de personajes, los Cazafantasmas de 2016 tienen un planteamiento similar al de 1984: tres investigadoras con interés por lo paranormal acaban unidas, por distintas circunstancias y el objetivo común de demostrar la existencia de los fantasmas. Y de paso, abrirse un hueco en el mercado ofreciendo servicios de eliminación de espectros a sus clientes. Al equipo inicial se les unirá un recepcionista con pocas luces, pero bastante percha, y una empleada del metro cuyo conocimiento de la historia de Nueva York resultará muy útil a la vista de lo que ha empezado a suceder en la ciudad: el número de apariciones se ha disparado, lo que resulta toda una oportunidad para el negocio de las cazafantasmas. Pero también parece estar relacionado con los artefactos que un extraño personaje ha distribuido por varios lugares concretos.
 



Al haberse planteado finalmente como un reboot, no existen menciones a las dos primeras películas. En el guión  se ha optado por narrar la historia de 1984 desde cero, pero sin que, en principio, esta tuviera que ser la misma. Aunque los elementos principales de la trama transitan por lugares comunes: las científicas expulsadas de sus trabajos y universidades, la creación de las máquinas de su trabajo, de los Cazafantasmas como tales, su popularidad y la oposición de determinados empleados públicos, así como la amenaza de grandes proporciones a la que deben enfrentarse. Algunos funcionan bien y otros llegan a resultar una mejora respecto a los originales, pero una gran mayoría quieren mantenerse demasiado cerca de estos, dando una sensación, más que de reboot, de ir a la fuerza por un camino trillado, cuando se podría haber empleado una situación más adecuada al estilo de la historia.

 


De  hecho, el guión es el que más sufre el querer reiniciar una saga que el público conocía de antemano: además de situaciones vistas previamente, la trama no termina de cuajar, ni de tener interés más allá de conocer a las nuevas protagonistas. Estas y el antagonista van durante demasiado metraje por caminos separados, tienen que hacer referencia a lo que va a suceder a golpe de diálogos, porque entre las presentaciones, apenas queda tiempo para la historia, y el villano poca caracterización tiene más allá de unas cuantas frases y su correspondiente obligación de ponerlo todo patas arriba. Solo en el desenlace esta circunstancia cambia y le conceden unos cuantos gags más acordes con lo que debería ser una comedia fantástica. Que funcionan bien, pero llegan tarde, y falta desarrollo previo.

 


El tema de las referencias a la saga original también lastra un poco. No falta la aparición de Moquete, el fantasmas de las dos primeras, que intentan acoplar a la parte final de la historia, pero que se alarga. Ni la del muñeco de los Marshmallows, más breve..pero que no tiene mucho sentido porque el enemigo final es muy similar a este. Algo similar pasa con el cameo de Bill Murray, con una secuencia en el medio de la película que parece pensada ex profeso para que pueda tomarse su tiempo, pero no pasa de ser un sketch en el medio del guión que acaba cortando el ritmo de la narración. Bastante más breve y afortunado acabó siendo el de Sigourney Weaver, con una aparición durante los créditos mucho más divertida y que, junto al montaje de estos, dan un buen motivo para quedarse al menos a ver la escena al final de estos.

 


Entre tantos puntos negativos y situaciones fallidas, hay algo que sí se ha conseguido: el nuevo equipo de cazafantasmas funciona. No son una copia de los personajes originales, sino que partiendo de los rasgos básicos de estos, presentan sus propias particularidades: Erin, como la parte más sensata del equipo, Abby, la más entusiasta. Holtzmann es una ingeniera estrafalaria y probablemente, la más carismática y divertida de todas. Y Patty llega a resultar un avance en el reboot: en varias ocasiones es demasiado histriónica, pero sus características (como el ser la más pragmática y el conocimiento de la historia de la ciudad) hacen que aporte más que su contrapartida en los ochenta, mucho más neutra. Las situaciones que protagonizan son cómicas, un poco ridículas, como las del grupo original, pero en algunos casos igual de divertidas y hacen que poco importe que las cazafantasmas sean nuevas y no nuevos. El trailer ya iba demostrando que los que nos temíamos una sucesión de chistes sobre barras de labios, romperse uñas manejando el equipo de protones o que si las botas de goma no pegan con el traje, no teníamos nada de lo que preocuparnos. Y la dinámica del nuevo equipo termina de confirmarlo. Aunque se hubiera agradecido que eligiesen mejor el casting para el papel de recepcionista. Chris Hemsworth será muy buen Thor pero gracia solo la tiene a ratos.

Este año Cazafantasmas no ha conseguido que olvide la original, ni tampoco que la compare con esta. Probablemente, el alargar tanto las referencias a este material no ayuda. Pero sí ha acertado con el tono y la dinámica entre unos personajes del que al menos, me gustaría ver una segunda entrega, ya más alejada de su carácter de reboot.

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