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jueves, 13 de agosto de 2015

Zombies. Una BD sobre muertos vivientes


Los muertos vivientes de Robert Kirkman es el referente en cuanto a comics de zombies más longevo. Pero otros autores se han animado a avanzar los guiones más allá de los primeros escenarios, al ser este un medio sin las restricciones de estilo que puede tener el cine o la televisión, y porque, para qué negarlo, escenarios como las primeras apariciones de los zombies y los centros comerciales han quedado ya muy trillado. O al menos, lo han quedado aquellos que el público ha visto miles de veces en la ficción situada en Estados Unidos, porque en cambio, cualquier escenario en otro país resulta siempre más novedoso.



Este es el caso de Zombies, cuyo título confirma que su guionista, Olivier Peru, no se ha complicado la vida a la hora de bautizar su comic (en cambio, en el nombre de cada capítulo, se pone más solemne). Este comienza como tantas otras, con un virus que provoca la resurrección de los cadáveres . El protagonista ha visto esto muchas veces por motivos de trabajo, un actor de serie B venido a menos que, mientras intenta salir como puede de un San Petersburgo infestado de cadáveres, se da cuenta de lo distintas que son sus reacciones frente a las de los personajes que interpreta. Sin embargo, todos sus papeles como héroe han servido de algo, ya que él acaba siendo uno de los responsables de poner a salvo a un numeroso grupo de supervivientes.  Pero, a diferencia de sus películas, estos cuentan también con una inesperada ventaja: algunos de ellos son inmunes al virus y a las mordeduras de los zombies.

Al igual que el título, la forma de plantear la trama es muy directa: en el mundo de los personajes los zombies son una parte más del cine de entretenimiento, y lejos de buscar otros apelativos, es como se refieren a los infectados. Incluso algunos de los tópicos de este género son mencionados en las primeras páginas, donde el protagonista sabe que un espacio abarrotado de gente es un peligro e incluso bromea sobre no encontrarse encerrado en un centro comercial. Pero al tratarse de una historia de terror con un estilo serio, estos se utilizan unicamente como contraste, mencionando a menudo lo que podría pasar en una película frente a lo que hacen los personajes en realidad. Parece que la intención del guionista era un poco hacer una historia de zombies pero sin los clichés propios, porque parte de los dos primeros tomos se dedican a caracterizar a los protagonistas como gente que no duda en salir por piernas mientras al resto se los comen los zombies.

 


No sería mala idea en principio, sobre todo al incluir en el punto de partida el mundo de la serie B y sus tópicos, pero esto termina por no funcionar: los protagonistas pasan la primera mitad del tomo conflictuados por ser unos cobardes, para, de forma bastante imprevista, pasar a ser unos héroes y arriesgar sus vidas, de forma que el guión acaba yendo por el camino del que pretendía separarse.

En cambio, desde el momento en que se olvida un poco de las reflexiones filosóficas, es cuando empieza a funcionar mucho mejor: la trama es mucho más ligera de lo que podría ser, precisamente, Walking Dead: hay distintos grupos de supervivientes, algunos de los cuales se salvan de las formas más imprevistas, y sobre todo, elementos más propios de la ciencia ficción tales como la trama sobre la inmunidad al virus o una máquina de ultrasonidos que provoca un tsunami de zombies. Cosas que pudieron verse en tv en Z Nation pero que aquí se plantean desde una narración más dramática. Aunque es curioso que el guión dedicara tanto tiempo a mencionar la serie B y los heroísmos ridículos para que, su mayor baza sean precisamente estos elementos tan propios del género.

 


En cambio, el dibujo es uno de los puntos fuertes: con gran detalle, muy colorido, donde no falla nada a la hora de ilustrar paisajes y viñetas abarrotadas de zombies. Que, pese a ese detalle, no es nada cercano al gore: habiendo muertos vivientes de por medio, va a haber mordiscos, pero no se exceden con la casquería ni con la violencia, donde las situaciones que podrían resultar más gráficas se quedan fuera de la narración.

Zombies es uno de esos casos en los que parte de su atractivo viene dado por la calidad del ilustrador, y con un guión mucho más cercano al fantástico y al entretenimiento que a los aspectos más psicológicos que puede ofrecer su planteamiento. Aunque quizá su mayor defecto sea esa manía de aportar una profundidad que ni termina de funcionar, ni le hace falta. Porque, hasta que no empieza a arrancar, esta parece una historia de serie B empeñada en no serlo.

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