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jueves, 6 de agosto de 2015

Asmodexia (2014). Milenarismo, posesiones y diálogos forzados



Durante una temporada, los exorcismos y las posesiones fueron sustituyendo a los zombies en el cine de terror. Y aunque es un tema que, menos en El exorcista, por su carácter de clásico, no suele interesarme, acabé viendo alguna que otra, bien por buenas referencias, como Deliver us from Evil. O directamente a ciegas, como Asmodexia. De ella solo sabía que era una producción española, que su título era bastante desconcertante y que, como otras del género como Los sin nombre o Darkness me habían gustado, podría no ir desencaminada.

 


Pese a tener estas dos como referentes, Asmodexia no es una película que cuente con el mismo acabado y recursos que las anteriores. Pero sí tiene ciertos elementos similares, como la presencia en la trama de cultos, lo ambiguo de sus intenciones, y el aprovechar este desconocimiento del espectador para poder retorcer el guión. Este sigue los pasos, literalmente, de Eloy y Alba, un predicador o sacerdote y su nieta que deambulan por las carreteras de Barcelona realizando exorcismos. Estos parecen ser conocidos de antemano y respetados entre quienes piden su ayuda, gente que asegura haber sido atrapados en un lugar por algo desconocido y que aguardan que algo suceda. Y algo debe pasar, porque, en medio de una ola de calor que arrasa España en pleno invierno, los internos de un manicomio están cada vez más inquietos.  Una de las cuales parece haber estado relacionada en el pasado con Eloy y Alba.  



El mayor punto a favor de la película es recurrir a una ambientación de forma muy sencilla: las menciones al revuelo del 2012, el año donde transcurre la historia, juegan como un elemento fortuíto, algo que nadie se llegó a tomar en serio si no era por la situación económica y social, y como un guiño indirecto a lo que esperan, o quieren llevar a cabo los personajes. Esto se añade a las continuas referencias a una ola de calor, todos los exteriores aparecen filmados en colores tierra, y cualquier otro que pueda hacer pensar en un entorno extremadamente seco. Unido a unos escenarios muy puntuales, desde carreteras a centros de ocio y mansiones abandonadas, hace que en todo momento se mantenga una atmósfera de desolación y de encontrarse un poco al margen de lo que puede suceder en un entorno real. También se juega en alguna ocasión con decorados irreales: si bien se trata de una fecha reciente y muy concreta, algunos de estos parecen bastante intemporales, tanto en los edificios abandonados como en el manicomio donde transcurre parte de la trama. Este, en muchos casos, no responde tanto a lo que sería un centro moderno como a la idea que se tiene en la cultura popular: pasillos interminables, bañeras e incluso personal con uniforme anacrónico, consiguen una ambientación muy extraña y agobiante, pero sin resultar exagerada.

 


Aunque el guión depende bastante del giro final, consigue defenderse bastante bien e ir aportando los detalles necesarios hasta la llegada de este. Si la trama gira entorno a los cultos religiosos, las posesiones y los exorcismos, no dudan en jugar con ellos de forma que todo vaya quedando en el aire: los personajes hablan de dios y mencionan citas bíblicas, realizan exorcismos de una forma bastante sui géneris y todo lo que puede ser habitual en los predicadores  o los fanáticos, sin que mencionen durante esas secuencias el carácter del culto que estos siguen, hasta el desenlace.

 


Lo malo de los exorcismo es que lo ponen todo perdido

En general, la manera en que usan estos elementos es bastante modesta, de forma que podría haber resultado una buena película de terror…si no fuera por contar con un guión muy mal pulido. Los diálogos son en su mayor parte muy forzados, especialmente en lo que se refiere al personaje de Alba: mientras la niña se mantiene callada mirando de forma inexpresiva, tal y como han caracterizado a su personaje, todo va bien…hasta que abre la boca y empieza a hablar de forma en la que más que actuar, recita sus líneas de forma muy artificial. Si en la mayor parte de los casos esto chirría bastante, cualquier intento de conseguir seriedad salta por los aires tras la aparición de un secundario que, si cabe, dialoga con ella de forma todavía más ridícula. El reparto adulto es algo más solvente, especialmente el personaje de Eloy a quien un vocabulario teatral le resulta adecuado, pero en muchos casos estos parecen un poco desorientados por unas líneas de diálogos que no les resultan propias, resoluciones de trama a base de flashbacks puestos para la ocasión y en general, todo tipo de trucos para intentar cerrar los flecos que le fueron quedando al guión por el camino.

 


Estas ganas de hacer algo algo más tremendo de lo que se había planteado al principio acaban perjudicando bastante. No solo en lo relativo al guión y los diálogos, sino a detalles menores como la propia ambientación: si bien el tema de las posesiones es una parte minoritaria de la trama, acaban recurriendo a ella de una forma exagerada, al menos en su aspecto externo, que sería el de los maquillajes y caracterizaciones. De golpe y porrazo empiezan a aparecer por ahí unos semblantes blanquecinos, ojeras por todas partes a las que se les nota en exceso el no ser otra cosa que maquillaje, y uno más propio de un pasaje del terror que el de una película profesional.

 

Si bien esto es un detalle bastante más pequeño, es en realidad todo el tema de los diálogos, esos elementos pillados por los pelos y algunas interpretaciones muy flojas las que hacen que una película con elementos originales se quede en una producción más mediocre de lo que debería haber sido.

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