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lunes, 6 de octubre de 2014

Seconds. El restaurante de las segundas oportunidades




La especialidad de Bryan Lee O´Malley son los comics acerca del proceso de madurar y las relaciones, contadas desde un punto de vista lleno de realismo fantástico y algunas referencias a la cultura popular de los últimos veinte años. Este no es un estilo exclusivo de Scott Pilgrim, aunque este sí contaba con muchos más guiños a los videojuegos y al cine, sino que en Seconds continúa estando muy presente.



La historia de Katie, una cocinera que se esfuerza por poder abrir su propio restaurante, es la de los errores y la posibilidad de volver hacia atrás a solucionarlos. Todo empieza en una mala noche, tras comprobar que las obras de su local apenas avanzan y después de haber tenido pesadillas donde una extraña joven señala enigmáticamente el cajón de su cómoda, y una de las camareras sufre un accidente por culpa suya. Es en ese cajón donde encuentra una seta, una libreta y unas instrucciones donde indican que estas servirán para borrar de su vida todo lo que lamenta. La magia funciona, y tras encontrar más setas Katie decide que estas pueden servir para deshacer todos sus errores: ¿Y si no hubiera roto con su novio? ¿Y si hubiera elegido un local mejor? ¿y si evitara una borrachera? Su vida cambia, pero no sus recuerdos, y cada vez se encuentra más confusa ante unas situaciones que no había previsto.

El principal problema con el que contaba O´Malley era la sombra de su comic anterior. Scott Pilgrim había tenido muchísimo éxito, y corría el riesgo de quedarse como un autor de un solo logro. Pero no ha sido así. En parte porque Pilgrim no fue su primer trabajo, y porque ha demostrado que sabe contar una historia más allá de las situaciones abiertamente absurdas y las referencias al anime. Esa situación cotidiana con elementos abiertamente fantásticos sigue ahí, pero mucho más sutil: es algo que comparten solo determinados personajes, y gran parte de lo que vive la protagonista es algo que solo percibe ella, con bastante desconcierto por parte del resto. Aunque la trama comience y termine como una fábula acerca de los errores y el aprendizaje, esta se mezcla con elementos mitológicos o las historias infantiles, tras aparecer el tema de los espíritus del hogar y las referencias a su cuidado.


Salvando las distancias, esto me han recordado un poco a cómo podría plantearlo Miyazaki. El dibujo que utiliza en determinadas ocasiones también recuerda a este tipo de anime: la ciudad donde transcurre la historia, llena de edificios antiguos y puentes,  no es un lugar en concreto, y pese a ser un entorno moderno, los escenarios principales son colinas en las afueras y casitas con aspecto de granja, o escenarios fantasmales en algunos casos. En realidad ahí se quedan los detalles, porque el resto sí es más habitual en el autor: si hay algo que le guste de verdad, es el dibujar todo tipo de atuendos y complementos para sus personajes. Bueno, y en este caso, platos variados, al ir la cosa de restaurantes. El color es toda una ventaja, porque aunque ha evolucionado bastante en los últimos diez años, siguen siendo unos dibujos muy simples, donde resulta chocante encontrar unos ojos con estilo anime muy básico en unos diseños muy infantiles.

Hay algunos defectos, que en una historia más calmada como es esta, se notan bastante: los aspectos reales, como la vida laboral de la protagonista, o la inversión que le supone su negocio, son tan secundarios y se solucionan de una forma tan simple que casi parecen más rabietas de la protagonista. Se menciona al principio todos sus esfuerzos para conseguir el dinero necesario, pero cuando este no es suficiente, este obstáculo es obviado de golpe para aparecer solucionado en el desenlace. El aspecto romántico también queda un poco fuera de lugar: desde un principio, Katie y su exnovio no parecían la relación más idónea y el final feliz que obtienen ambos se queda un poco de añadido, como para que todo quede bien atado, pero en ningún momento parece que esta sea la situación adecuada. En realidad es este último el mayor defecto, porque teniendo en cuenta el planteamiento de fábula, puede verse como un añadido o un reflejo muy simple de un obstáculo real, y no algo que tenga peso en la trama.



Se nota que su punto fuerte siguen siendo los personajes, y que esta es la historia de un solo personaje y no una narrativa coral. Porque es Katie  la que tiene más profundidad, y con quien no se corta a la hora de caracterizarla, con todos los defectos, virtudes y cabezonería que la llevan a actuar en muchos casos. Podría parecer que es un truco para que el resto parezcan solo comparsas, pero resulta bastante lógico cuando el truco consiste en que el mundo de la protagonista cambie a su alrededor continuamente: la actitud y su relación con ellos puede cambiar de una página a otra en cualquier momento.


Seconds consigue quedarse a varios kilómetros de cualquier comparación con el otro éxito de O´Malley. Es una historia muy distinta, mucho más intimista y quizá más fantasmagórica. Pero cuyo acierto es precisamente este alejamiento y ese estilo más calmado. 

2 comentarios:

Liliana Fuchs dijo...

Me viene genial tu reseña, porque no me terminaba de animar a probar el siguiente trabajo de O´Malley y creo que es justo lo que me gustaría encontrar. A la lista :)

Renaissance dijo...

Exceptuando que la edición española no me convence (17 euros y dos dedos de margen superior e inferior), es muy buen comic. Te lo recomiendo.

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