Series de tv, libros, cine...y una constante presencia gatuna

jueves, 5 de abril de 2012

Biggles Adventures in Time (1986). Algo pasa con los británicos y los viajes en el tiempo...





Siempre digo que desde Internet, es difícil encontrarse con una película divertida por casualidad, sin tener varias toneladas de información previa…pero a veces pasa: hace unos días estaba buscando algún archivo con los libros de Biggles, una serie de aventuras sobre un aviador muy popular en Inglaterra hace la tira de años, cuando me encontré, además de las novelas, una película sobre el personaje. El título, Las aventuras de Biggles a Través del Tiempo, era un poco chocante porque hasta donde sé, el tema de los viajes temporales poco tiene que ver con él. Pero el ver que en el reparto se encontraba Peter Cushing y guardarme la película en el disco duro, fue todo lo mismo.



Sin meterse mucho en detalles, Biggles es uno de esos personajes que acaban pasando varias décadas y épocas envejeciendo muy poco, debido al carácter autoconclusivo de sus aventuras. Esto no quiere decir que sea malo: ahí tenemos a Tintin para demostrarlo. Por lo que, de sus primeras novelas de principios de siglo, como piloto en la primera guerra mundial, llegó a extenderse hasta los sesenta, y aunque seguramente hoy haya envejecido bastante mal, fue lo bastante famoso como para que tuviera su propia película en 1986, aunque enfocada de una forma muy particular: en vez de limitarse a hacer una de pilotos, hicieron una remezcla de ciencia ficción de esas que las ves y piensas que algo así solo pudo hacerse en los ochenta. Tanto por el argumento, como por el estilo de la película.



El protagonista es un yuppie americano, que, en plena campaña publicitaria de su empresa de comidas precocinadas (tal cual), empieza a viajar hacia atrás en el tiempo, viajes en los que, sin pretenderlo al principio, ayuda a un piloto inglés a escapar de sus enemigos y a conseguir unas fotos de un arma secreta alemana. Poco después, un anciano (Peter Cushing) le explica lo que está pasando…o más bien no. Porque en realidad ni los personajes, ni los espectadores, y creo que ni los propios guionistas, sabían muy bien qué demonios pasa en la película, y todo eso de los saltos temporales se queda en un mcguffin para actualizar un poco al personaje principal, y seguramente, por cuestiones de presupuesto: sale mucho más barato rodar en unos exteriores cualquiera, que ponerse a cavar trincheras y meter a unos figurantes dentro.

Aunque el punto de partida sea un sinsentido, lo más sorprendente es que la película funciona muy bien: es una historia de aventuras sin más, en la que no hacen falta personajes especialmente complejos, demasiada lógica y ni siquiera, grandes efectos especiales: con un descampado y unas lucecitas, se improvisan un escenario de la Primera Guerra Mundial que da gusto. Tampoco se complican mucho la vida a nivel de drama ni de argumento: hay héroes, hay un arma secreta, hay un villano, y todo termina en final feliz como era de esperar.



El malo de la película. Nueve de cada diez aficionados al pulp adoramos este fotograma

La sensación que dan estas Aventuras de Biggles es la de homenaje, tanto al personaje que da nombre a la película, como a las novelas de aventuras de la época: el malo es un calco del Barón Rojo y el arma secreta que aparece recuerda mucho a la tecnología un tanto absurda que se imaginaban a principios de siglo. También, vista hoy, se nota que es una película 100% de los ochenta: la banda sonora son canciones pop, y salen cosas tan propias de la época como los yuppies, las empresas de publicidad o las primeras apariciones de los platos precocinados.

En resumen, sin saber nada ni del personaje, ni de que esta película existía, me ha gustado un montón: puede que me haya dado en el punto débil de la nostalgia, pero hay que reconocerle el mérito de haber conseguido una historia muy entretenida sin necesidad de tener a treinta tíos en un ordenador generando un escenario infográfico. Y eso también tiene mérito.

3 comentarios:

satrian dijo...

Esta cayó en su tiempo cuando la emitieran por televisión claro, ya no me acordaba de ella.

Ana. dijo...

Ay, Peter Cushing me encanta!! Es uno de esos actores clásicos encasillados en un tipo de películas que allá donde sé que aparece voy también a verlo sin pensármelo dos veces. Y como Sherlock Holmes me gusta muchísimo. Voy a buscar la película ahora mismo!!!

Bueeeeeno, el gatico de hoy es maravilloso! Aunque debía tener un cabreo... La semana pasada me compré uno de los libros sobre gatos de Antonio Burgos y no sabes lo bien que lo estoy pasando con las desventuras y peculiaridades de su gato Remo. Un lindeza!!

Besos!
Ana.

Renaissance dijo...

satrian: es 100% una película de sesión de tarde...¡y divertida como pocas!

La Minomalice: Cushin es, a día de hoy, un personaje y actor entrañable: lo he visto aparecer en un montón de películas, aunque la gente hoy se quedara solo con la copla de que fue el Almirante Tarkin en La guerra de las Galaxias.
Y la película, definitivamente recomendable.

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