Un tranquilo día, en la casa del Barrilete
Estos días no me ha quedado otra que salir de mi guarida para hacer un viaje de carácter formal que no me hacía mucha gracia. Pero como dicen por ahí, si la vida te da limones, haz limonada. O más bien, aprovechar para aliñar pescado, servirlo con el té, e incluso cambiarlos por otra fruta. En resumen, que estando fuera, decidí aprovechar el tiempo que me quedaba para convertir esos días en unas vacaciones:
Pasear. No me gusta mucho pasear por una ciudad, especialmente cuando implica esquivar gente con bolsas, gente con niños y..bueno, más gente. Pero cuando hay a mano un paseo marítimo que bordea toda la ciudad, es cuestión de aprovecharlo. Además, el paseo de marras, si pasa por un puerto, solo puede suponer una cosa: gatos. De todos los colores y tamaños (en realidad los que más había eran atigrados), lustrosos, bien mantenidos, y con la expresión de indiferencia ante todo que solo un gato puede tener. Y es que estos felinos, no tienen queja: entre lo que le deja la gente, y las sesiones de bronceado, deben ser los bichos más sanos que puedan encontrarse en toda la ciudad.
Algunas creencias dicen que si te portas bien, te reencarnas en gato.
Las compras. Se acercan las fiestas, y seguramente esto sea más suplicio que otra cosa: ¿puede una mujer de 80 años gastar una colonia tan cara? ¿Por qué hay esa abismal diferencia de precio entre una chaqueta en Zara y en Carolina Herrera, si son la misma? ¿Alguien sabe cuanto son cuatrocientos dracmas? Peeero...cuando la compra en cuestión consiste en dar vueltas por una tienda de comics, o lo que es mejor, una enorme tienda de libros de saldo, de segunda mano, de comics, de merchandising de hace un par de años, de figuras para modelismo y casas de muñecas, lo difícil es poner un pie fuera de allí. Y si se encuentran cosas como un ejemplar nuevo de La llamada de Cthulhu (en sistema d20) por 9 euros, solo la entrada merece la pena.
¡¡Evicción!!
La comida. Eso, que no falte. Especialmente cuando tras un par de horas, te das cuenta de que el paseo marítimo era más largo de lo que pensabas y que, o encuentras un sitio para llevarse algo al estómago, o caerás redonda y serás pasto de los gatos. En este caso, cafeterías con varias opciones a la hora de acompañar el bebercio, no faltaban. Y a día de hoy, creo que el tipo que inventó las magdalenas de chocolate y las empanadillas de jamón y queso, es un genio. Eso sí, también he descubierto que la leche de soja la cobran entre 10 y 20 céntimos aparte. Debe ser porque ordeñar una habichuela es mucho más difícil que una vaca.
6 comentarios:
Vaya y solo atigrados, uuuum sospechoso :P
No está mal eso de plantearse viajes obligados como "vacaciones", si se tiene la oportunidad.
No sé si has estado en Suiza alguna vez; yo no he visto otro sitio con más gatos, sobre todo en los campos, barrios residenciales y pueblos. Gatos de todos los tipos por todas partes, que además se suelen tomar muchas confianzas contigo... yo encantada, claro :P
Un saludo
En Suiza no estuve, pero en Bélgica me sorprendió la cantidad de gatos que había en parques y calles residenciales. No eran especialmente cariñosos, pero tenían su carisma porque miraban a todos los viandantes con esa expresión de "Si no eres comida ni puedes comerme, te ignoro". Desde luego, me hubiera gustado más que se tomaran más confianzas, pero la otra actitud gatuna es algo también encuentro adorable.
Yo soy de las que van por la calle con veinte ojos en los lugares dónde puede gatos. Y en las calles que ya sé que hay...
Y me gusta tu manera de comprar.
Yo gato que veo por la calle, gato al que me acerco, aunque la mayoría salen pitando. Toda mi vida he estado rodeada de gatos y me encantan.
A mí me gusta ir de compras siempre y cuando no sea ropa, eso si que me agobia bastante, y más en rebajas o en Navidad con todo el mogollón de gente. Sin embargo si se trata de entrar en una tienda de cómics o en una librería, eso ya es otra cosa.
Saludos
Martinyfelix: antes en mi barrio solía haber más gatos. Alguno queda, generalmente en jardines un poco asilvestrados que todavía no edificaron.
Mary-Chan: yo hago lo mismo, aunque también salen pitando. La mayoría que están en plan "te permito acariciarme, esclavo", suelen ser caseros.
Entrar "de tiendas" en una librería suele ser un vicio. Ahora, tener que entrar en una tienda de ropa en plenas fiestas, es un suplicio.
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