1. Nací con un libro pegado. Desde que tengo uso de razón, no recuerdo haber estado temporadas sin leer nada: después de un libro, va otro y nunca pasa más de un mes sin que comience uno. En las temporadas que oficialmente no estoy con ninguno, que no suelen pasar de quince días, estoy releyendo cosas pasadas, comics o no ficción (guías sobre cine, tv..)
Que sí, que existe, que no me lo he inventado
2. Tengo una memoria preocupante. Debe ser consecuencia del exceso de lectura, pero tiendo a pensar “hacia dentro” y acordarme de un montón de cosas que solía hacer o ver cuando era muy pequeña. Esto contrasta bastante con mi capacidad de memoria presente y que me hace dar la impresión de estar permanentemente en la berza. Y encima, cada vez que he preguntado cosas como “¿te acuerdas de un programa infantil de nacionalidad belga que emitían en la televisión autonómica en el año 88…?” o “¿alguien se acuerda de aquella coproducción checoslovaca basada en los libros de La tía de Frankenstein…?” es reciba con bastante horror por parte de mis interlocutores.
3. Noir, c´est noir…Sin pretenderlo, gran parte de mi vestuario se compone de prendas, sino negras, bastante oscuras. No solía fijarme porque no era algo deliberado ni lo hacía por estética, sino que me siento más cómoda con algo que absorba la luz.
Como estas, las tengo a porrillo en casa
4. ¡El cutrerío de antaño me pierde! Tengo debilidad por las ediciones antiguas (o más bien de los 60-70) de las novelas populares, cuyas portadas estaban cargadas de descacharrantes fotomontajes a falta de medios informáticos. Si voy a una tienda de viejo y encuentro algún ejemplar de historias para no dormir, seguramente mis carcajadas se escuchen a varias calles.5. ¡Que no se haga la luz! Al menos, mientras estoy durmiendo. Hay dos cosas que llevo fatal, y es el ruido fuerte a la hora de dormir (especialmente si es la música de los vecios) y la luz (especialmente cuando en verano amanece antes), con lo que en la mayoría de los casos acabo despertándome con la cabeza debajo de la manta.
6. Ante la presión, autolesión. Bueno, sin llegar a los extremos de los emos y demás hierbas, pero conservo la costumbre de morderme no las uñas, sino la piel de alrededor, cuando estoy nerviosa.
Y así voy a clase, con vespertinidad y alevosía
7. Los llaveros. Tengo colección de llaveros, pero no de cualquiera, sino de los de muñecos. Comencé con uno de Bin Laden allá por los 19 y alcancé extremos tan descacharrantes como la caca de Arale, con sonrisa y todo.
5 comentarios:
Yo hace un tiempo también coleccionaba llaveros, pero lo he dejado... xD
Con respecto a la memoria, en mi caso es más bien selectiva, se vive mejor
Un saludo!!
Coincidimos en lo de vestir de negro aunque estoy cambiando algo últimamente, en la memoria antigua pero no presente, y en los ruidos y la luz al dormir, tapo toda rendija por donde pueda entrar algo de luz.
Coincido al 100% con lo de la memoria y la horrible costumbre de los "padrastros" en los dedos...una manía que debería quitarme pero después de años no lo he conseguido...
Mi ropa también es mayoritariamente oscura, sin pretenderlo tampoco, lo de la luz también lo comparto.
aysshhh. los dedos no! que me dan cosica.
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