Series de tv, libros, cine...y una constante presencia gatuna

jueves, 12 de diciembre de 2024

Fantasía poco heroica II. El héroe retirado

 


Otro de los clichés habituales en la fantasía es la figura del héroe. Este, caracterizado a menudo como un joven, carente de experiencia, tomado poco en serio por su temprana edad, y cómo a lo largo de su correspondiente trilogía acaba convirtiéndose en una figura legendaria. Frodo Bolsón tendría 50 años cuando se marchó de la Comarca, pero los años hobbit  no cuentan y el personaje más habitual es ese jovenzuelo (o peor, la jovenzuela que no es consciente de su poder y belleza) que emprenderá la aventura que lo transforma y lo hace madurar. Que este camino no es tan épico, ni simple como dicen las narraciones, es algo que los lectores saben y también ha sido explorado por autores que, como Barbara Hambly, sabe que la historia no tiene por qué terminar después de matar al dragón y quedarse con el príncipe. Y que también puede ser más complicada.



Hace mucho tiempo, un guerrero y una hechicera derrotaron al dragón que asolaba el reino. Años después, otro de su especie ha regresado, ocupando las cuevas de los gnomos y quedándose con su oro. Gareth, el hijo del rey, acude en busca de aquellos héroes. Pero en las tierras de Invierno, la realidad es muy distinta a las canciones de los bardos: Aversin, el señor del lugar, desea saber si repetir su hazaña será  compensada  con la ayuda que  sus tierras necesitan. Jenny, su compañera, se encuentra dividida entre su familia y perseguir los conocimientos mágicos que no es capaz de alcanzar.  La capital del reino también es muy distinta a lo que la corte cree:  el rey, convertido en un títere, sigue las órdenes de Zyerne, hechicera y amante de este quien, pese a sus poderes, ha decidido pedir ayuda a unos héroes  a los que desprecia.


Hambly es una escritora con una carrera muy extensa dentro de la fantasía, siendo varias de sus sagas publicadas en España por Timun Mas (que, pese a su fama de ser una editorial más de consumo que Minotauro, y su especialización en  Dragonlance los últimos años, tenía un catálogo mejor de lo que recordamos). Desde su incursión en el tema del vampirismo con Cazadores nocturnos, y su aportación  al tópico de  los viajes a mundos fantásticos con  la trilogía  de Darwath, en Vencer al dragón plantea  una historia de fantasía un tanto crepuscular, con héroes cuyo momento ha pasado hace años, y que ha sido menos legendario, y con más sombras, de lo que las leyendas cuentan. Y en el que los dragones, inspirados en las leyendas tradicionales como guardianes de tesoros y acaparadores de oro, cuentan con un trasfondo  para esta característica que sirve para que estos tengan un carácter un tanto amoral,  no siendo malvados  sino simplemente, no humanos. Y, por tanto, ni comprenden a estos o les importan muy poco.

El uso del estereotipo fantástico como es la lucha contra un dragón se utiliza aquí para  plantearse el verdadero sentido del s héroes, la diferencia entre la verdad y la leyenda, y sobre todo, la dicotomía entre las relaciones concebidas como la pertenencia al otro o  el  complementarse el uno al otro. Algo que se presenta a través de los protagonistas, especialmente mediante Jenny: una  hechicera, frustrada por un talento mediocre y la imposibilidad de mejorar sus capacidades, dividida entre un compañero e hijos a los que ama pero a  los que no puede vitar ver como aquellos por quienes ha sacrificado  la posibilidad de progresar en la magia. Su dilema, paralelo al enfrentamiento con el dragón, será resuelto por ella misma, suponiendo una contraposición a las escisiones de la antagonista, una hechicera más competente pero consumida por la ambición y el deseo de poseerlo todo.

Son precisamente los personajes, y el desarrollo de un mundo muy poco heroico, hostil pero sin llegar a los extremos del realismo sucio del grimdark, lo que hace que la novela de Hambly se convierta en una propuesta de fantasía distinta. No solo por contar con una protagonista femenina muy realista, consciente de sus limitaciones mágicas y físicas, sino por el desarrollo de esta, un epílogo al viaje del héroe que todavía no había terminado. En este caso, la aventura de los protagonistas a la que se hace referencia  es solo un trasfondo n comparación con  la que viven durante su madurez,  teniendo  esta última mayores consecuencias tan to para su hogar, como el reino, y para ellos mismos. Y que, en un género donde lo habitual es contar con héroes e n la veintena o menos. El que la edad de ambos quede lejos de esa horquilla de los 18-25 habituales, sigue resultando un enfoque más fresco, tanto hace tres décadas como hoy…o por lo menos, algo que los lectores que peinamos alguna cana, agradecemos.  

jueves, 5 de diciembre de 2024

Fantasía poco heroica I. El multiverso y nadie es lo que parece

 


Dentro del fantástico, uno de los géneros más derivativos es la fantasía épica. El típico de  los magos, guerreros, dragones, un par de razas de aspecto humano y tamaño variable y la repetición con las mismas herramientas de los viajes heroicos hace  que sea uno de los primeros subgéneros  más dados a la repetición, pero también una zona de confort para cuando queremos  volver a leer  lo que recordábamos de épocas más  despreocupadas, y también, la posibilidad  de  trastear con  todos  esos elementos trillados para rescribirlos desde la comedia, lo paródico…y también lo subversivo y como vía para contar algo con mayor profundidad y más cercano a nuestras preocupaciones que un simple duelo de magos.




En algún lugar del Londres contemporáneo,  John Daker  escucha una llamada. Ereköse, como se le conocerá   a partir de entonces, emprenderá aun viaje a oro plano del tejido de la realidad,  que conoce como el Multiverso, invocado por un reino que precisa su ayuda  contra los eldren, una raza de seres cuyo aspecto exterior es lo único que los hace similares a los humanos, y que deben ser destruidos.  Ese será, en su primera encarnación como Campeón Eterno,  la que cree  que es su misión, pero esta cambiará  cuando descubre que  el concepto de enemigo y supervivencia, y que lo monstruoso, es algo  distinto a lo que  creía y hará que dude de sus lealtades como campeón de la humanidad. Esta será solo  la primera de sus  encarnaciones  lo largo de varios planos.  Intentando regresar con Ermizhad, la dama eldren por quien ha sacrificado a quien debía proteger,   llegará a un mundo  helado y moribundo, a naciones formadas por navíos en perpetuo movimiento, a regresar, pro un momento, a una de las mayores  guerras que sufrió su propio plano de existencia e incluso a  enfrentarse a los dioses del Caos.

El libro, en la edición de Gran Fantasy de Martínez Roca,  se  compone de las tres novelas del ciclo  , lo bastante breves como para  recopilarlas en tun tomo de tamaño medio, sin que, salvo el hilo principal de la búsqueda de John Daker, exista continuidad entre ellas. Un recurso que, junto a la teoría, o más bien, falta de esta,  en todo lo correspondiente al Multiverso, permite un cambio de tono y escenario completo de una novela a otra. Además de justificar las incoherencias que pueden darse dentro de la saga. Que, tratándose del creador del campeón eterno, son habituales.

Esta saga se centra en uno de sus personajes principales: el Campeón Eterno,  bien este mismo o uno de sus avatares (no queda claro), esa manifestación de la idea del héroe, capaz de  moverse entre distintos planos y que según s u destino, se podrá de parte de los dioses del orden, del caos, o  contra ambos, representando  el equilibrio. Un arquetipo que de nuevo, más que un fin  o una intención reconocible, sirve para  enlazar distintas series que se caracterizan por una imaginación desbordante y un tanto lisérgica. Los héroes de  Moorcock, y e Ereköse en  no es un excepción, están más cerca del Metal Hurlant que   de la fantasía de espada y brujería clásica.

En esta se encuentran  referencias  a otros de sus personajes, además de recuperar como secundario a alguno de ellos (en el caso de Von Bek) y sobre todo, la subversión de tópicos que ya había  utilizado en  la primera aparición de Corum:  una raza de series, sospechosamente parecidos a los elfos y despreciados por la humanidad que resultan ser  más humanos y merecedores  de simpatía  que los que parecían  ser los héroes de la narración (aunque  también tienen su versión más oscura en los Melniboneses). Y que aquí sirve para desarrollar   tanto la naturaleza de su protagonista  como  para presentar a al que será su interés romántico en los siguientes libros. Si bien esta parte de la trama está más cuidada que en otras ocasiones que lo ha planteado (y no llega al nivel de simpleza, casi absurdo, de los malvados residentes de Granbretan  combatidos por Dorian Hawkmoon), acaba  teniendo un peso menor en comparación a las novelas  posteriores, sirviendo más bien  como muestra de rebeldía  hacia los cánones  tradicionales   que da paso a la narración propia de Moorcock. 

Narrativa muy rápida, poblada de una imaginación desbordante y  muchas veces un tanto surrealista, donde  él mismo aprovecha la ausencia de reglas que se ha inventado para que  encada página tenga cabida  cualquier giro…aunque precisamente esa falta de lógica en muchos casos es simplemente, la marca de Moorcock, un tipo de fantasía con un carácter tan  suyo que se ama o se odia…aunque paradójicamente, sea  a este Campeón eterno al que decide, en la última aventura,  dotarlo de un desenlace más tradicional  pero con cierta melancolía ¿quien puede tener ganas de volver a s ser quien era cuando te has enfrentado a los dioses?

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