Series de tv, libros, cine...y una constante presencia gatuna

jueves, 19 de diciembre de 2024

Ghost Dog (1999). El camino del samurai conduce a los bajos fondos

 


El héroe, o antihéroe como figura al margen de la sociedad es uno de los arquetipos que ha aportado  más posibilidades narrativa al cine. Bien como el personaje solitario y al margen de cualquier estructura social, como el hombre  sin nombre que encarnó  Clint Eastwood, o bien como alguien que vive según sus propias reglas, pero  no  que su elección de convertirse en un extraño al resto no es algo deliberado sino consecuencia de su percepción de la realidad. El mejor ejemplo sería sin duda  las múltiples reinterpretaciones del quijote como alguien  cuya locura le permite  moverse dentro de la sociedad siguiendo una serie de normas propias que, pese a guardar coherencia interna, lo convierten en un elemento discordante de un entorno regido p por la lógica. El anacronismo de un código antiguo, bien el de la caballería, o en este caso,  el de los samurái, sirve a Jim Jarmusch   para crear a un personaje que al igual que esto,  se moverá a de forma  paralela a un entorno real,  tan a punto de desaparecer como  su propio código de conducta, y en el que por un momento, se cruzan   el mundo del Japón antiguo, la mafia y el  rap.


Ghost Dog es el apodo del asesino a sueldo  de uno de los miembros de un clan mafioso local. Este, eficiente e implacable, parece regirse más  por una lealtad inquebrantable hacia Louie, quien considera su señor, que por el interés monetario. La suerte de ambos cambia  cuando uno de sus trabajos sale mal, eliminando a un miembro de la familia caído en desgracia ante la hija del  jefe. Ghost  Dog se convertirá en el objetivo de los miembros de un clan, que para qué negarlo, han visto mejores días y que   ahora exige tanto la cabeza de Louie  como la suya. Pero al igual que los antiguos gánsteres, este también se rige por su propio código: siguiendo las normas del Hagakure,  Ghost Dog se ve a si mismo como un samurái que ejecuta las órdenes de su señor sin cuestionárselo. Y, al igual que estos, estará dispuesto a eliminar a todos aquellos que  se opongan a su señor. E incluso a dar su propia vida.



Jarmusch  es  uno de esos cineastas caracterizados por una visión muy particular  que ha demostrado en distintos géneros: el western en Dead Man, los vampiros de Solo los amantes sobreviven e incluso la comedia de zombies, muy marciana y referencial de Los muertos no mueren, y que con  Ghost  Dog lleva a cabo una reinterpretación del cine de samuráis. Aunque ese eso lo una parte de un guion lleno de referencias.

Esta es a primera vista, la más destacada. Rodada con un tono muy lento e intercalando distintas citas del  Hagakure, uno de los textos principales sobre el concepto de samurái, que comienza enunciando el desenlace, ya previsto:  el camino del samurái es la muerte. Así como la lealtad, en términos absolutos, que ese guerrero, como se considera, debe a su señor, y que supondrá el detonante e hilo conductor de la trama: cada  una de las decisiones tomadas por su protagonista se deben a la relación   casi unilateral, que este mantiene con  Loiue y la deuda de honor que considera mantener.


Es la relación de ambos lo que desarrolla otro de los temas: su protagonista no solo como homenaje al cine japonés, sino como una especie de Quijote que se rige  por un código anacrónico en un entorno que no lo entiende, pero que a diferencia del caballero andante, es tolerado como uno más en un mundo donde todos  están un poco locos ya. Bien la locura metódica y funcional de Ghost Dog o la excentricidad de uno de sus vecinos empeñado en construir un barco en el patio de su casa.  Y, pese al anacronismo de su forma de vida, señalado por su propio jefe, desconcertado por   su actitud o su insistencia en comunicarse  con palomas mensajeras, él mismo reconoce ser también una reliquia. Uno de sus compañeros  reconoce  sentirse orgulloso por ser eliminado a la antigua usanza, como los gangsters que fueron. Un detalle que también se pone de manifiesto mediante los secundarios integrantes de la mafia:  casi ancianos, achacosos y sin una  sola muestra de relevo generacional, intentan defender  lo que  queda  de la familia como pueden. El único personaje nuevo  en el linaje es la  hija del jefe, casi una versión negativa del propio Ghost  Dog (la locura funcional frente a  la incapacitante: esta ha pasado por varios centros psiquiátricos y parece estar colocada todo el rato). La primera aparición de los cabecillas, entrados en años y con una actitud  igual de desconectada de la realidad, además de recordarme un poco  a  tres prejubilados de caja de ahorros echando la tarde en un bar, sirve también para aportar una parte del humor que a ratos, aparece. Diálogos anticlimáticos, situaciones que reflejan el absurdo del contexto o el despiste de sus personajes, así como la particular relación del protagonista con su entorno, un vendedor de helados que no habla  una palabra de inglés y una niña aficionada a la lectura, o el resto de vecinos de su barrio. Que reflejan esa realidad en la que  sus integrantes están  acostumbrados a convivir con la violencia como una parte más,  pero también con lo  absurdo.


Reunión de empleados de la Caixa de Aforros Provincial de Ourense. Promoción de 1965

La música se convierte también en un elemento más: existe una relación un tanto extraña, pero que parece casar bien, entre la estética y teoría de los samurái con el mundo del hip hop, que aquí  sonará como banda sonara (de la que se encarga  RZA quien tiene un cameo)  que hace también que el escenario, esa Neva Jersey desvencijada, llena de edificios que han conocido mejores tiempos, donde la delincuencia forma parte de lo cotidiano y  convertida en una mezcla de culturas, de  población afroamericana, hispanos, italianos e inmigrantes recientes en el que la filosofía de su protagonista  encaja  como una parte más a la hora de concebir el undo.
El ritmo pausado es representado por el personaje interpretado por  Forrest  Whitaker, quien mantiene un gesto inexpresivo  compensado por su expresión corporal,  la interpretación más destacada junto, por el guiño lingüístico de Isaach de Benkolé, cuyo personaje se comunica en francés en todo momento sin que ofrezcan doblaje ni subtítulos. Así como los encargados de poner  cara a unos mafiosos en vías de desahucio…literal y metafórico.


Bien como  homenaje al cine de samuráis, de gánster,  como reinterpretación del Quijote, o incluso,  la historia de una locura  inofensiva pero  funcional, Ghost  Dog funciona con esa extraña mezcla de  personajes un tanto al margen de la realidad,  que siguen tanto el ritmo de su propia música como el de sus propias reglas.

2 comentarios:

Anacrusa dijo...

Qué peli más raruna. A mí lo de las palomas mensajeras me volvió loco, y la amistad que hace con la niña.

Los mafiosos son mafiosos cutres como en Los Soprano, eso le da puntos xD. Y escoger a Forest Whitaker de prota me parece todo un acierto. Genera todavía más extrañeza que alguien así sea un samurái urbano como en la peli. Jarmusch, el director, es otro personajazo xD. De las pocas que he visto suyas, esta es la que más me gusta.

Renaissance dijo...

De Jarmusch había visto primero Los muertos no mueren, que me pareció una rareza, después Ghost Dog, y dije "ah, no, es que el tipo es así" XD.
Precisamente me gustó por eso, por esa sensación de extrañeza, de personajes que interpretan la realidad a su manera o que llevan una vida que no es la que se espera (desde esos mafiosos en vías de deshaucio hasta en un parque de una zona conflictiva una niña no tenga ningun problema en ponerse a hablar con un desconocido). Y la afición por la lectura, por su puesto. Es que tienen que caerte bien inevitablemente

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