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jueves, 2 de febrero de 2023

Relatos japoneses de lo macabro. Cuando la animación no hace justicia.

 


Aunque el anime no me haya atraído mucho, hay alguna excepción, como Doctor Slump (la caja rosa de goma en mi mesa lo certifica) los manga de Junji Ito. Historias cortas, donde lo grotesco y el body  horror se dan de la mano, o series como Uzumaki, donde desarrollaba  los temas anteriores para  derivar hacia el terror cósmico. Sus guiones, junto a un dibujo que reflejaba con todo detalle aquellas situaciones pesadillescas y que se alejaban de la habitual línea clara a la que tenía asociada este estilo, fueron haciéndose más conocidos entre el público con el tiempo, aunque este  hubiera quedado  fuera  de las adaptaciones a otros medios. Salvo por las versiones en imagen real de Tomie o Uzumaki, no fue hasta finales de la pasada década cuando se empezaron a trasladar varias de sus historias cortas al anime. Y este último año, Netflix s e ha encargado de traer una nueva serie.




Relatos japoneses de lo macabro es el título en español de Maniac, una antología que  a lo  largo de doce capítulos adapta veinte relatos del autor escritos a lo largo de varias décadas. Sin más  hilo conductor que la voz en off que, al final de cada capítulo, hacen referencia a las situaciones que aparecerán en el siguiente, estos recopilan durante veinte minutos una, o dos historias  breves en su caso que, ante todo, se caracterizan por la alteración de lo cotidiano, la transformación corporal, lo absurdo…pero también el terror cósmico, el humor negro e incluso un par de aproximaciones a lo psicológico, que, por la menor presencia  que tiene, y por s u contenido, son algunos de  los más memorables. Anécdotas de familias disfuncionales  como los hermanos Hikizuri y las maldiciones de Soichi, abren y cierran con bastante  humor una recopilación en la que también aparecerá Tomie, la femme fatale inmortal escrita por Ito, un túnel poblado por espectros, maldiciones ancestrales, pesadillas, apocalipsis tan extraños como los globos que aparecen  de ninguna parte para ahorcar a determinadas personas, una nueva y peligrosa especie fúngica o una enorme criatura de las profundidades marinas que oculta una secreto en su interior.


Todos su relatos, salvo los primeros o los de sus personajes recurrentes, que tienen un tono más ligero, están marcados por una visión del terror muy oscura: ningún personaje que tenga la mala fortuna de aparecer en un capítulo va a sobrevivir o salir cuerdo. Y tratándose de Ito, la primera opción es el final más compasivo al que pueden optar. Aunque su narrativa  está bastante occcidentalizada (hasta el punto en que los Hikizuri parecen una versión libre y menos  elegante de los Addams), muchos elementos de sus historias están marcados por una interpretación de lo sobrenatural muy  tradicional: la imposibilidad de salvarse de lo anómalo, lo ancestral como algo que no debe ser perturbado, bien sea una comunidad de monjes o un antiguo enterramiento, los espectros concebidos como seres implacables que  permanecen en la tierra sin posibilidad de encontrar la paz o esa sensación, que experimentan los personajes, de encontrarse desvalidos ante fuerzas dela naturaleza que pueden barrerlos de un plumazo.


Los monster marca blanca

La transformación corporal también es uno de sus temas recurrentes. Muchos de sus personajes se ven  deformados bien como  castigo por haber roto una regla, por la acción de la naturaleza como en Moho o la Cosa que naufragó, o el puro absurdo, como en el autobús de los helados. Pero esta tendencia a desarrollar la alteración física puede considerarse una de las características de la obra de Ito y algo  que está  muy ligado a su apartado gráfico: las viñetas  de cualquier de sus comics se recrean en lo monstruoso y la pérdida de la humanidad como rasgo físico. Un elemento, muy importante para el éxito de sus comics, que el anime no ha podido captar.




Esta, aunque en cuanto a las caras de los personajes (al menos, en los primeros momentos o en las situaciones normales), resulta correcta, no llega ni de lejos a lo que necesitaría para representar las viñetas más oscuras, donde las paredes cubiertas de moho, los tentáculos de una criatura marina o las distintas capas  de piel que recubren a un ser humano, eran representadas con sumo detalle mediante líneas retorcidas y un miedo a mostrar un espacio vacío que en su versión animada, no existe. Estas se han visto sustituidas por animaciones cgi no muy cuidadas que se utilizan hasta para situaciones tan simples como un vehículo en movimiento y que hacen sospechar que la animación no ha sido en lo que se han gastado el presupuesto. La pobreza de esta llega al punto   en que en uno de los capítulos utilizan un fotograma sacado directamente de una viñeta, y que por lo lejos que queda en cuanto a detalle, parece fuera de lugar. Estos recursos icnográficos, que son algo habitual, parecen aquí bastante limitados y afean el resultado de una serie en la que el aspecto visual es tan , o más importante que lo narrativo.

A los relatos japoneses de lo macabro no les ha salido precisamente bien lo que debería ser lo más destacable de la serie: una animación normal tirando a pobre, diseños estándar que de cuando en cuando intentan imitar al original y fotogramas que apenas reflejan  las situaciones gráficas  de su equivalente en papel. Y que hace que la serie desluzca  aun cuando muchas de las historias  sean realmente buenas, y una prueba de ello es que La abusona es tan inquietante como su original. Hoy es difícil saber  si esta serie sobrevivirá más de una temporada, pero  además de servir para dar a conocer algunas de las historias más populares de Ito, es también un aviso para la posible adaptación de Uzumaki de la que se venía hablando hace algún tiempo: las espirales, o se dibujan bien, o mejor no intentarlo.

2 comentarios:

Anacrusa dijo...

Creo que ya se puede decir eso de "Junji Ito es el Stephen King del manga de terror" xD. Está hasta en la sopa.

A mí con el manga me pasa que me da tremenda pereza meterme en sagas de cuarenta tomos. Caí con "Monster" y "20th Century Boys" de Urasawa, que podría ser, puestos a buscar comparaciones, el Hideo Kojima o el J. J. Abrams del seinen japonés xD. Por eso Ito, sobre todo en los tomos que recopilan historias cortas, me gusta bastante; las historias más largas se me han atragantado, eso sí.

Vi hace tiempo una adaptación de "Uzumaki" que me pareció bastante flojilla. Tengo ganas de ver qué han hecho con esta serie, porque me parece realmente difícil trasladar algunas de las viñetas de Ito a la pantalla. Hay una de un tipo que suda y está lleno de granos que se los explota y le suelta toda la grasa y el pus a una muchacha que me dio todo el asco del mundo que da todo el asco.

De acuerdo en lo de las espirales. Como decía un sabio, la espiral cuando se saca es pa' disparar, el que la saca pa' enseñarla es un parguela xD

Renaissance dijo...

Cuando eres un escritor famoso no anglosajón, solo tienes dos opciones: o ser el Stephen King de algún sitio, o ser Poe XD.

Con el manga me pasa algo parecido, las series interminables me dan pereza, y salvo las de hace muchos años, que seguía en televisión, como podía ser Doctor Slump, me cuesta ponerme con algo de una duración tan amplia..bueno, cuando el último cierre perimetral de 2021 llegué a leerme todos los tomos de Ranma, pero por esa época ya andábamos todos un poco desquiciados XD.

De Ito me gusta ese punto tan extraño que tiene, a ratos horror cósmico, a ratos, de comic de la EC carente de toda moralina y donde a los personajes les pasa algo horrible por estar en el lugar y momento equivocados. No me extraña su éxito tanto por sus historias como por tratarse de terror y no eroguro, que ya es un terreno bastante escabroso.

Si no van a hacer las espirales bien, que no las hagan XD. Su dibujo es muy cuidado y parece que el formato anime, con esa línea clara y la falta de definición de los personajes, no le favorece nada.

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