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jueves, 19 de enero de 2023

Willow (2022). No es serie para viejos


Cuando en 2020 Disney lanzó su plataforma de streaming, tenía a su favor el contar con los derechos de dos de las licencias de entretenimiento más populares (bueno, y el que todos estuvieran metidos en casa sin más que hacer que hornear bizcochos y ver la tele). Tres años más tarde, mientras continúan sacando rentabilidad a Marvel y Star Wars, amplían la oferta, quizá tirando de la nostalgia, y estrenan una serie que continuaba lo narrado en una película de Ron Howard, no tan exitosa e en su momento pero que con el tiempo se convertiría en parte de la memoria colectiva de los niños de los ochenta. La historia de cómo Willow, el aprendiz de hechicero que, junto a un ladrón ambicioso, pero de buen corazón, conseguían salvar el reino y al bebé que, según la profecía, provocaría la caída de la reina bruja Bavmorda, volvía, treinta y cuatro años después, para contar qué había sido de Willow Ufgood, de Madmartigan y Sorsha, quienes habían asumido el papel de reyes de Tir Asleen y padres adoptivos de Elora Danan. Y, sobre todo, cuál sería el futuro de una niña cuyo destino estaba marcado por la magia.

Han pasado más de 15 años   desde entonces. Tir Asleen vive en un periodo de paz, si bien aislado de otros reinos, pero el tiempo ha cambiado muchas cosas: Sorsha, la que fuera hija de la reina Bavmorda, gobierna sola en ausencia de su esposo, desaparecido hace años.  Sus hijos, los mellizos Kit y Airk, son unos jóvenes cuyo comportamiento le provoca más de un quebradero de cabeza. Y Elora Danan, la niña de la profecía, ha desaparecido sin que nadie sepa nada más allá de su posible regreso. Pero la paz se ve alterado cuando, la noche en la que debe acordarse el matrimonio entre Kit y el príncipe Graydon, unas criaturas monstruosas irrumpen en el castillo secuestrando al príncipe Airk. Sorsha decide enviar en su búsqueda a un grupo formado por su hija, Jade, una joven espadachina, Graydon, el cazador de tesoros Boorman, que asegura haber conocido a Madmartigan y, sin que estos lo sepan al comienzo de su viaje, junto a Broomhilda, una moza de cocinas que se ha propuesto rescatar al príncipe. Aunque, como les descubre Willow, poco después de pedir su ayuda, esta joven puede no ser quien ellos creen.



Teniendo el soporte de una plataforma como Disney, no es ninguna sorpresa que el apartado técnico cumpla de sobra. Tampoco es difícil reproducir o superar los efectos que Willow, mezclando los tradicionales  con los inicios de la infografía, había logrado en el ochenta y ocho. Además supone la vuelta de los protagonistas originales, por lo que el público  se encontrará de nuevo con el personaje de Warwick Davis, ahora convertido en Hechicero, y Joanne Whelley, quien había interpretado a Sorsha, descubriendo qué ha sido de ellos tras su primera aventura…aunque por motivos obvios, no ha  habido en esta temporada rastro de Madmartigan sino es como referencia a su desaparición hace años. El cambio  de década que trae consigo la historia supone también la a parición de personajes nuevos que  serán los protagonistas junto a un Elora Danan ya convertida en adolescente. Pero también su pone que la serie no haya resultado lo que se esperaba de ella.


En este caso, el mayor cambio, más que los personajes principales y el hacer pasar a Willow a un papel secundario, es el tono de la serie. Esta  es un producto abiertamente juvenil, que incorpora una gran cantidad  de clichés del género Young adult y que lo convierte en un producto muy de nicho, orientado  en su totalidad a un público menor de veinticinco y apelando a este  con un lenguaje audiovisual y recursos propios de su generación , pero que lo aísla de otros espectadores potenciales. Sobre todo, los que fueran  su público en el momento del estreno. No se trata en este caso de haberles arrebatado su película sino que  la serie parece excluirlos: el Willow original  era una producción  para todos los públicos, y como tal, su historia podía ser disfrutada tanto por niños como por jóvenes o adultos. La serie opta por utilizar un estilo tan específico que lo aleja de cualquier otro grupo, pero que poco o nada  tiene que ver con el material que continúa.


Este ha sido quizá el principal error: Willow era una cinta de fantasía, que se valía de las convenciones de este género para funcionar. La serie del mismo nombre parece querer reírse de estas normas, ser más autoconsciente y moderna, haciendo que todo el rato, incluso  en los momentos menos adecuados, los personajes se  comporten como si se dieran cuenta de estar en un escenario fantástico que no se toman en serio. La aparición de cualquier monstruo se trata como broma, las batallas se vuelven situaciones  secundarias durante las discusiones de unos personajes que en todo momento representan  el cliché de adolescentes egocéntricos, e incluso la banda sonora convive con piezas de pop que, además de no tener nada que ver con el estilo del escenario, recuerdan más a una de esas listas de reproducción tituladas “canciones para sentirse como un villano poderoso” que a una melodía que reflejara el dramatismo o lo épico de una situación.

General Kael, baja y llévatelo

El tono juvenil, un tanto forzado, y esa tendencia a desdramatizar cualquier situación, viene acompañado por unos diálogos que, en la versión original, no desentonarían en una cafetería pero sí lo hacen en un reino imaginario: el abuso de las coletilla “like”, “guys”, “whatever” en cada conversación (si me hubiera tomado un chupito por cada vez que alguien dice “uhm..like..”, habría escrito esto con una resaca monumental) solo parecen adecuados para  el tipo de protagonistas que han utilizado:  adolescentes que se consideran incomprendidos, más listos que nadie, y que  ven a los adultos como poco más que idiotas o vejestorios gruñones, como es el papel de los que secundarios que los acompañan. Boorman, el guerrero que por cuya caracterización  parece ser el sustituto de Madmartigan, es poco más que un chiste con patas, una especie de alivio cómico llevado al extremo incapaz de transmitir algo más que  vergüenza ajena  por cada bravata que el actor que lo interpreta se ve obligado a declamar. Willow, lejos de ser el hechicero  en que se había convertido hace años, se dedica a mangonear a una Elora Danan que poco tiene que ver  con la heroína en que debería haberse convertido (y cuyo  trasfondo, donde sus padres adoptivos la ocultan como cocinera del castillo para protegerla, resulta bastante incoherente respecto del desenlace de la película). Un supuesto viaje de la heroína que tiene tan poco desarrollo como sus acompañantes, que no hacen más que enfurruñarse y creerse más listos que el resto. Es una suerte que la trama opte por desarrollar una historia y un enemigo nuevo, porque si la reina Bavmorda viera a los nietos que le han salido, se estaría revolviendo en su tumba.




Aunque el episodio final se asegura una posible continuación, Willow ha resultado  una serie decepcionante y confusa. La historia, una trama de fantasía que en el mejor de los casos podría considerarse correcta, no tiene nada que ver en cuanto atmósfera y  diálogos con la original. La decisión de utilizar clichés actuales es cuando menos, extraña: a los que conocieron  la película siendo niños, los confundirá y les producirá rechazo. Los jóvenes que se acerquen a la serie, de  poco les sonarán esos personajes que usan tangencialmente. Lo que pretendían con estos ocho episodios queda tan poco claro  como las leñadoras que, sin saber como, aparecen en el capítulo tres, o como esas referencias los Mitos de Cthulhu que de cuando en cuando, van  remezclando la mitología que intentan desarrollar.

2 comentarios:

Anacrusa dijo...

Entiendo que se aproveche el nombre de una película y/o franquicia para intentar relanzarla, aunque sea creando algo totalmente distinto. No me parece ni sacrilegio ni algo malo. Pero en el caso de Willow, por lo que cuentas y he podido leer, se me escapa qué querían conseguir. ¿No sería mejor una serie ambiantada en otro universo y con otros personajes? Más que nada por no despistar al personal. Los viejunos esperamos que nos den los de siempre y la chavalada no sabe ni quién es Willow. Que también te digo: ya tiene mérito sacar una serie de una película como Willow, que estaba bien pero que tampoco en ningún momento había chicha para mucho más. Yo no terminé de ver la película pensando "a ver cuándo hacen otra" xD.

Yo esta, como te dije en otro comentario, la dejaré pasar. La que no dejé pasar fue "¿Quién mató a tía Roo?". Cómo la disfruté. Yo creo de de los setenta ya no me sacan este año xD.

Me tengo que buscar una lista de esas de “canciones para sentirse como un villano poderoso” para poner en el trabajo xD.

¿No te pasa que muchas de las series de ahora de Amazon, Disney y Netflix parecen todas iguales? Es que hasta estéticamente parece que han estandarizado el mismo tipo de fotografía.

Renaissance dijo...

Lo de Willow ha sido bastante incomprensible: el problema no es que se haya orientado a uno u otro tipo de público, sino que simplemente, no es Willow. No tiene nada que ver con el tono y la atmósfera de una película que, efectivamente, era bastante única y tampoco tenía mucho para franquiciarla. Y es que, además de la tendencia a que la fotografía de todas las series de streaming sea similar, dando esa sensación de que todas son un producto homogéneo, habría que hablar seriamente con los responsables de estas plataformas y decirles que no, no es necesario sacar un universo expandido de todo lo que les cae en las manos XD.

A mi me ha pasado lo mismo con Messiah of Evil, que esa historia que parece escrita por un Lovecraft al que han puesto hasta arriba de porros, ha servido para convencerme con el grano setentero para lo que queda de año XD.

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