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jueves, 14 de mayo de 2020

Jumanji, el siguiente nivel  (2.019) ¿Segunda parte o nivel desbloqueado?


La película de Robin Williams sobre un juego de mesa dotado de poderes, capaz de reproducir cada una de sus casillas en el mundo real, fue uno de los clásicos infantiles de los noventa. Casi 20 años después, se llevó a cabo una nueva versión. Versión, porque sería lo más adecuado en lugar de hablar de secuela o de remake, ya que con el original compartía solo el nombre. Pero esta consiguió no solo librarse de comparaciones con la primera  sino ser una cinta de aventuras muy bien adaptada a los cambios en el público, referencias y espectacularidad de los medios. Un éxito que supuso que la llegada de una secuela en un periodo de tiempo muy breve, queriendo aprovechar, seguramente, el tirón que esta había tenido.



El siguiente nivel de Jumanji comienza un tiempo después de la aventura de sus protagonistas dentro de un videojuego. Pese a tratarse de un grupo dispar, han superado sus diferencias y su amistad ha superado el cambio que supone la entrada a la universidad y el abandonar un entorno conocido. Al menos, para la mayoría: Spencer se encuentra perdido con sus estudios, su trabajo en Nueva York y con una relación a distancia en la que ha decidido “darse un tiempo”. Durante las vacaciones de Navidad decide, movido por lo que supuso el descubrimiento de aquel misterioso videojuego, regresar una vez más a Jumanji. Pero este fue destruido por el mismo para evitar que otros pudieran acabar perdidos en su interior, y sus conocimientos de electrónica no son suficientes para que este funcione correctamente.  Ha conseguido volver,  pero eso obliga a sus amigos a regresar en su búsqueda, y con ellos dos jugadores  inesperados: su abuelo y el antiguo socio de este, quienes todavía no tienen muy claro que está pasando y por qué se han convertido en alguien completamente distinto.




Este nuevo Jumanji ha conseguido, para bien o para mal, lo que la película de los noventa no hizo: contar con una secuela y quizá con una franquicia. Algo discutible en términos creativos dado que esta había conseguido mantener un carácter, en cierto modo, único, y ya en la entrega previa habían procurado cerrar la trama en ese sentido. Lo único que se podía pedir en este caso, es que de haber una secuela, es que se hiciera bien, y al menos lo han conseguido. En esta ocasión, aportando una nueva historia (es un videojuego mágico, ¿por qué no iba a tener segunda parte?) y con ella algunos personajes con potencial cómico, como podía ser la idea de esos dos abuelos metidos en un entorno ajeno a ellos y con el que sacan todo el partido posible a los tópicos de la tercera edad enfrentados a una tecnología lúdica, que gracias a contar con Danny deVito y Danny Glover, hacen que sea uno de los aportes más divertidos, aunque gran parte de su aparición sea a través de los avatares que se dieron a conocer dos años antes. Karen Gillan, Jack Black y sobre todo, Dwayne Johnson repiten papel y vis cómica, pero en una situación distinta dado que ahora sus aspecto físico corresponde a unos personajes distintos, siendo este cambio también una de las novedades de la trama, y bastante bien llevada en la mayor parte del tiempo. El desconcierto inicial del cambio de caras, y la ligereza con la que asumen este cambio es todo un guiño a la naturaleza ficticia de un videojuego, donde en el fondo, un personaje u otro no importan tanto (aunque eso no impida que se les pueda tomar cariño), aunque finalmente opten por lo seguro y devolverlos a sus jugadores originales a través del correspondiente deus ex machina y quedándose con lo seguro de cara al desenlace.



Tratándose de una cinta de aventuras, han optado en mayor medida que en su predecesora por la comedia. En este caso, derivada en una gran parte de los cambios de aspecto de sus protagonistas y el potencial que supone que dos de ellos estén mucho más fuera de lugar que el resto. Un enfoque que también evita en la medida de lo posible cualquier atisbo dramático. Este existía en la Jumanji original, donde por comparación, afrontaba una premisa similar de una forma mucho más dramática y teniendo en cuenta las consecuencias de esta. La versión nueva optaba por un tono más ligero y su secuela, pese a venir desencadenada por una motivación más seria, como los cambios en la vida de su protagonista, el sentirse fuera de lugar y el regreso a lo familiar, se olvida rápido a favor de un tono muy similar a su entrega previa.



La importancia de la comedia hace que también lo que pueda suceder dentro del escenario quede un poco en segundo plano. Algo normal, dado que un argumento abiertamente de videojuego retro no es más que un macguffin para la trama principal, pero aquí se hace muy evidente lo que se desaprovechó dado que el “jefe final” era nada menos que Rory McCann, estupendamente caracterizado y que tiene tan poco peso como el resto de figurantes de unos escenarios a los que hay que reconocer que han cuidado mucho. No hay mucho que decir de selvas o desiertos  que pueden generarse por cgi, pero la particular mezcla de vehículos, figurantes y vestuarios que pueden verse en los entornos urbanos es de lo más variado, detallado, y recuerda a lo abigarrado que podían resultar los diseños de muchos rpgs de los noventa.


El siguiente nivel de Jumanji es una secuela que llegó muy rápido, y esto podía suponer que el resultado fuera apresurado o descuidado en el peor de los casos. En cambio, sigue siendo una comedia de aventuras muy ligera, donde quizá eviten demasiado todo tipo de conflicto o situación dramática, pero a veces, lo más sencillo funciona.  


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