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jueves, 4 de octubre de 2018

Predator (2018). No sabemos quien caza a quien


Con la saga Depredaor, he acabado por hacerme un lío (bueno, con Alien, desde lo que hicieron con Prometheus, también): me quedé con la primera entrega, sé que existe una segunda, y toda una serie de historietas y crossovers con los xenomorfos en formato comic que han acabado por saltar a la pantalla. A ninguna de las cuales les hice caso más allá de encontrarlas en televisión algún domingo por la tarde, aunque la idea de una raza de alienígenas que se deciden a cazar por deportes tiene bastante gracia y da, como ha demostrado, para unas cuantas series B. O lo que es lo mismo, una buena idea para hacer tiempo una tarde mientras no se estrenaba la siguiente película de extraterrestres.
 

Esta entrega de Depredadores (vamos, que estos se complican menos la vida con los títulos que los de Resident Evil) comienza, una vez más, en una selva, donde un grupo de operaciones especiales presencia el aterrizaje de una nave alienígena y es víctima de la criatura que viaja en ella. El único superviviente de este encuentro, tras ocultar los objetos que portaba el ser al que se enfrentó, es enviado junto con otros soldados no aptos para el servicio, a un psiquiátrico militar del que acabarán huyendo cuando un nuevo visitante llega a la tierra con intenciones no muy claras, aunque algo parece seguro: su hijo, quien encontró por error las armas que su padre ocultó tras su enfrentamiento con el alienígena, corre peligro.
 
 








Para tratarse de una película sobre un grupo de humanos perseguidos por un alienígena mortífero, el tono resulta bastante ligero, e incluso familiar, si se la compara con las anteriores. Esta tiene mucho más humor, proporcionado por el grupo de secundarios que acompañan al protagonista, y que además de ser los soldados con las neurosis de guerra más inofensivas de la historia, parecen pensados para ser el soporte cómico del guión.

Además de este aspecto cómico, pilla un poco por sorpresa el tono familiar del que han dotado al guión, incluyendo el personaje de un niño que acompaña a los personajes principales el resto de la película. Y que, junto al humor, hace que el resultado sea mucho menos amenazador, menos de acción y más festivo de lo que pudo ser aquella vez en la que Schwarzenegger se enfrentó a la raza de cazadores en una selva asiática.


 

En principio, no era lo que se esperaba con indicios como el cartel promocional o, bueno, una entrega sobre esta saga, aunque la parte de acción está bastante correcta y es la que ayuda a que el resultado sea entretenido. Porque en realidad, el mayor fallo es la cantidad de tópicos y momentos absurdos que llega a acumular. Las intenciones de los depredadores varían mucho de una entrega a otra, y lo mismo se dedican unicamente a disparar a los personajes, que a cazar aliens, que en este caso, a buscar adn o algún macguffin. El niño protagonista, como era de esperar, es un asperger. Pero de los del cine de acción de siempre, que resuelve códigos, comprende comportamientos extraterrestres, y sobre el que recae un giro hacia el final que empezaba a verse venir con diez minutos de antelación. Además de recurrir a unas situaciones para hacer avanzar la trama que se saltan toda credibilidad. Y es que, hay que poner muchas ganas para pasar por alto que alguien pueda enviar por correo internacional un paquete con un arma alienígena, que llegue perfectamente a su destino, y que no salte ni un escáner, o que a los personajes los acabe acompañando un perro. Un perro gigante alienígena que se ha vuelto dócil de un disparo no letal. Y que aparece para pegar mordiscos cuando estos están en un apuro. Y cuando este acaba saliendo en el momento oportuno por enésima vez, se acaba pensando, “bueno, ¿por qué no?”.


 
A los xenomorfos, en cambio, les gustan más los gatetes


Aunque se pueda decir que a una saga como Depredador no se le pueda exigir demasiado, esta entrega ha acabado por ser más alocada de lo que debería. Con un tono ligero que no termina de pegarle y un final abierto donde literalmente caen del cielo unas armas que parecen prometer que la próxima película va a contar con unas armaduras que ni los Power Ranger. Salvo que el siguiente guionista cambie de opinión y decida otra cosa.



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