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jueves, 3 de noviembre de 2016

Patient Seven (2016). Los niños y los locos dicen la verdad. O no.


 

 

 

 

En los últimos años, las películas antológicas han ido haciéndose de nuevo un hueco como no se había visto desde hacía varias décadas. Sin llegar a tener una presencia masiva, sí se han convertido en algo bastante habitual y en algunos casos, incluso se saltan un poco las normas de las sucesiones de relatos para ofrecer fórmulas más creativas, como en Trick r´Treat. En otros casos, siempre es una forma de poder reunir varios cortometrajes y poder seguir varios guiones hilados en una misma cinta.
 

 

Como casi todos los filmes antológicos, Patient Seven comienza con una historia arco, la de la llegada de un psiquiatra a un manicomio, con la intención de entrevistar a seis pacientes como terapia, y también como material para su próximo libro. Los motivos por los que cada uno de ellos asegura estar encerrado son muy dispares e improbables: monstruos que acechan en la oscuridad, fantasmas, víctimas de asesinos a sueldo, vampiros, e incluso la superviviente de una epidemia zombie afirman que lo que han vivido es cierto, aunque el doctor les asegure que sus relatos no son más que fabulaciones con las que esconder sus verdaderos actos. Aunque, si entrevista a seis internos, ¿Quien es ese paciente número 7?




Si la idea de la antología era recorrer casi todos los subgéneros del terror, acertaron de lleno: cada guión toca casi todos los temas típicos, desde los fantasmas, las posesiones, los vampiros, e incluso el incluir algo tan difícil como los zombies y las epidemias en un film tan cerrado como este, aunque esto último tiene su truco, y no muy limpio. Por la brevedad y lo dispar de cada una, podrían perfectamente ser películas independientes a las que se les ha quitado todo lo superfluo y se han quedado en las situaciones que el público conoce y espera. Y, en cierto modo, lo que narra cada uno de sus protagonistas podría muy bien ser la respuesta que muchas de las series B no dan: ¿A donde van los personajes que sobreviven a una cinta de terror una vez aparecen los títulos de crédito? Teniendo en cuenta lo variopinto de cada segmento, y el estar tan centradas en la temática sobrenatural, el manicomio donde se ambienta la película podría ser una buena respuesta.



El nivel en conjunto no llega a ser redondo, porque siempre hay un guión que funciona mejor que otro. Una historia bastante floja sobre monstruos, que parece tan poco hilada como un creepypasta, da paso a una de humor negro que dispara el nivel. Y es que si no fuera poco contar con Michael Ironside como psiquiatra malencarado y peor bicho en el arco principal, la segunda entrega, además de mucho humor negro, tiene a Alfie Allen interpretando al asesino a sueldo más adorable que he visto en mi vida. El momento de mayor éxito se alcanza, precisamente, con un segmento dedicado a los zombies, donde brilla no solo el guión sino también una filmación muy concisa, sin apenas diálogos (y los que hay, curiosamente, son en islandés), pero brillante. A partir de este momento, la calidad es más o menos variable, en algún momento tirando a floja, pero por la brevedad de cada parte, en ningún momento llega a aburrir o a resultar un guión insalvable.



En cambio, es en la idea del arco común donde se encuentra el fallo: aunque la película se haga muy llevadera por lo variado y breve de cada parte, y que se escuden un poco en el tema del manicomio para poder hilar situaciones tan dispares, esta hace que pierda bastante credibilidad..bueno, no es que a una cinta de este estilo se le pida demasiada coherencia, pero en realidad, algunos de los guiones parecen puestos ahí al azar, sin preocuparse por la correspondencia entre el narrador y lo que este cuenta. Lo mismo pasa con la trama del personaje principal, ese psicólogo que va extrayendo cada una de las historias. Si bien compensa mucho el ver a Michael Ironside haciendo de tipo duro, y su giro final recuerda mucho a algunos filmes antológicos de los setenta, la historia que lo acompaña resulta un poco forzada, casi algo necesario para aportar un nexo común a todos los elementos anteriores y de la que de golpe, se olvidan para ofrecer un desenlace más de género.



En un principio, Patient Seven no parece un filme antológico de premio, pero es todo un acierto: es breve, maneja muy bien los momentos de humor negro, y sobre todo, la falta de pretensiones y lo variado de cada situación recuerda mucho a las películas del mismo estilo que producía la Amicus hace unas cuantas décadas.


2 comentarios:

Anacrusa dijo...

Me la apunto. Mi principal problema con las antologías es que no suelen mantener el nivel en cada uno de los relatos. Siempre hay un par o tres que meh.

Renaissance dijo...

Esta es tirando a simple, sin brillar ninguno pero la brevedad funciona. Por ejemplo, Tales of Halloween me pareció muy irregular.
Bueno, de momento Trick r Treat sigue siendo la mejor de su género.

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