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lunes, 24 de febrero de 2014

El secreto de los fantasmas (1987). Serie B por todas partes



A Roland Emmerich se le conoce por rodar una invasión alienígena combatida por Will Smith, por Stargate y por un remake de Godzilla bastante desastroso. Pero antes de afincarse definitivamente en Estados Unidos y en presupuestos holgados, una pequeña coproducción demostraba que en sus inicios, era capaz de algo más que destruir el mundo en cada película.



Lo que en España se conoció como El secreto de los fantasmas, cuenta en Estados Unidos con dos títulos: Ghost Chase y Hollywood Monsters. Estos dos, bastante adecuados teniendo en cuenta el punto de partida: Fred y Warren son dos amigos empeñados en rodar una película de serie Z como buenamente pueden. Mientras las facturas se acumulan, una carta donde este último recibe una herencia parece ser el final de sus problemas. Pero esta parece consistir en una maleta que únicamente contiene un reloj antiguo. Algo bastante anodino como para que un productor de Hollywood esté empeñado en hacerse con él. Pero el reloj no era el único contenido del maletín, sino que en su interior se encontraba un fantasma: el mayordomo del abuelo de Warren, quien solo puede abandonar el reloj durante una hora cada noche. Incapaces de creerse esa historia, los protagonistas deciden convertirla en un guión, llegando a fabricar un animatronic  inspirado en la figura del pequeño mayordomo. De forma inesperada, este servirá para que el fantasma pueda adoptar una forma física y comunicar a los protagonistas su secreto: realmente hay una herencia, que su jefe se encargó de ocultar, pero solo cuentan con una hora para poder encontrarla. 


La película está llena de homenajes al cine. En concreto, al de terror de serie B clásico,  con muchos de sus clichés y toda su intención de entretener. Hay herencias perdidas, fantasmas que deben cumplir una misión para poder descansar, e incluso los protagonistas son dos tipos tirando a pringados y sin blanca. Pero los homenajes no se quedan solo en el argumento, sino en todos los escenarios que aparecen: el caserón y los interiores, con su aspecto de ser un decorado en un estudio de cine (bueno, esto seguramente porque el dinero no les llegaba para más), los exteriores en pleno Hollywood, y sobre todo, en los gimnicks que se ven en la casa de los protagonistas. durante todo el metraje las piezas de atrezzo y cacharros absurdos diseñados con temática terrorífica tienen una buena aparición en pantalla. Pero la figura protagonista es la del propio animatronic que encarna al mayordomo fantasma: una pequeña figura verdosa, de la que se va describiendo todo su proceso de fabricación. Vista hoy parece una pieza de museo, tratándose de algo que ha quedado en desuso a favor de la infografía, pero el que acabe siendo la parte central del argumento de una película demuestra la importancia que tuvo en su momento. Eso sí, hay que reconocer que el diseño de la criatura recuerda un poco a un Maestro Yoda con corbata…


La verdad es que era demasiado adorable para hacer Nightmare Fuel... 

También es cierto que vista hoy, es una película muy de su época, y que es una coproducción con Alemania Occidental, muy empeñada en ofrecer un aspecto muy “americano”. Tanto, que a menudo se nota el esfuerzo en que todo resulte moderno, al menos para la época. Además, su guión es una mezcla de comedia y género fantástico tan propio de esa década, muy pensada para mantenerse dentro de la calificación de todos los públicos. Esto no es un defecto, porque muchas producciones de entonces se defendieron bien en este campo, aunque esta no es de las que salga ganando: resulta un poco simple. Todo va bastante atropellado, se incluye a un antagonista al que apenas se aprovecha sino es para que haga sus apariciones como yuppie agresivo (¡otro personaje típico de los ochenta!). Y el que debería ser el personaje central, como heredero de la fortuna, queda bastante desdibujado y no parece tener mucha empatía con la figura del fantasma. Da la impresión de que lo que estaba claro era la idea central y los gimnicks que tendrían que aparecer, pero no la forma de hilarlo todo.



Lo cierto es que estos fallos no se notan al menos hasta la mitad del metraje. Hasta entonces se disfruta precisamente por todos sus detalles, y sobre todo, por su intención principal: homenajear al cine de serie B y ofrecer todas las referencias posibles acerca de este. No es una película redonda, y dudo que sirva para un público más amplio a día de hoy, pero lo cierto es que, aún teniendo en cuenta los defectos, el factor nostálgico le pone más cosas a su favor. 

2 comentarios:

Ana. dijo...

Leyéndote me encanta el argumento de esta película. Una herencia tan curiosa atrae muchísimo, me hace volar la imaginación. No sé si me gustaría la película, pero ese fantasma tomando vida en la criatura que crean me hace pensar en los muñecos de los ventrílocuos con todo su misterio y posibles sorpresas.

Gracias por otra interesante entrada. Besos

Renaissance dijo...

La forma de narrar la película no es la más redonda, pero el resto de la historia es bonita. Me gustaron todos los detalles que incluyó, desde los cacharritos que tienen en su casa los protagonistas, hasta el animatronic que hace las veces de secundario. Precisamente me he visto también otra donde sí sale un muñeco de ventrílocuo, aunque en una versión bastante más macabra que esta.

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