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jueves, 30 de enero de 2014

La tumba de Drácula (1972). Marvel y los vampiros





Drácula es el vampiro literario por excelencia. Literario, cinematográfico, televisivo y gráfico, porque este personaje ha sido uno de los más socorridos a la hora de incluir un vampiro en un argumento. Ha tenido miles de versiones y variaciones en el cine, se ha enfretando a Buffy (no le duró ni un asalto. Menuda era ella) ha protagonizado pastiches literarios e incluso tuvo su propia cabecera dentro del sello Marvel. Sí, en Marvel. Dentro del mismo universo en el que los cuatro fantásticos y los X Men se peleaban con supervillanos. Y aunque el truco consistiera en que sus historietas se mantuvieran alejadas de los mutantes en la mayoría de los casos, también llegó a tener sus roces con Spiderman o con Tormenta.



Este Drácula, dibujado por Gene Colan durante toda la serie, no difiere mucho en su aspecto del personaje que se conoce del cine: traje de gala, capa roja, y además un bigotillo y orejazas que hacen pensar un poco en Clark Gable, aunque oficialmente en quien se basaron para diseñarlo fue en Jack Palance. Puede haber sido caracterizado como un malvado auténtico, pero está lejos de ser un personaje unidimensional y malo porque sí: a menudo aparece como alguien muy despiadado, pero capaz en ciertos casos de actos de bondad, un poco arbitrarios. Y sobre todo, con unos ramalazos autoritarios de noble medieval que me sorprendieron para bien, teniendo en cuenta que esperaba un comic bastante más camp.



Además de otra cabecera de la editorial que incluía historias de vampiros, este protagonizó La Tumba de Drácula. En ella se presentan sus orígenes como principe durante la edad media en Rumanía, su resurrección en la época actual (de entonces) y su enfrentamiento contra un grupo de cazavampiros formado por los descendientes de diversos personajes: desde Drake, el suyo propio, hasta los herederos de Jonathan Harker y Van Helsing. Aunque la trama principal sea los intentos de acabar con el vampiro por parte de Rachel Van Helsing y Frank Drake, los acontecimientos, situaciones y personajes, o bien gozarían de fama posterior como el caso de Blade, el cazavampiros, o bien formarían parte de los arcos argumentales que se desarollan durante la serie. Los setenta y dos números de la serie original dieron lugar no solo a Blade, sino a otros enemigos comunes para el vampiro y los protagonistas: Lilith, la hija repudiada por Drácula, y el Doctor Sol, un científico reducido a un cerebro que debe alimentarse de sangre. Personajes como estos hicieron que en muchos casos los protagonistas se vieran obligados a colaborar para acabar con amenazas mayores. Y a medida que el universo del cómic se desarrollaba, se alejaba de la trama principal de cazadores contra vampiros, llegando a incluir otras que iban desde la ciencia ficción hasta el toque pulpero e incluso místico. Estas últimas, mediante la aparición de sectas satánicas e incluso ángeles dispuestos a acabar con el conde Drácula. Algunas de ellas podían resultar entretenidas, otras más aburridas, y en algunos casos, bastante desconcertantes. Especialmente cuando no se estaba muy familiarizado con esa forma de narrativa y se esperaba un argumento más clásico.

Aún con las diferencias en cuanto a gustos sobre estas tramas, el desarrollo del comic fue muy interesante, e incluso más dramático que otras líneas de la editorial que conocía. En la mayoría de los casos, consiguió mantenerse al  margen de los cruces entre líneas de superhéroes, al menos en lo que se refiere a la serie principal. Porque en el resto, Drácula hizo unas cuantas apariciones, que pude leer gracias a la edición que hizo Planeta donde las incluía en un tomo final a modo de apéndice. Quizá sean las más flojas porque me resulta bastante difícil creerme a un vampiro con pajarita peleándose con Lobezno, y en ellas no se respeta la continuidad de algunos personajes, que se recuperarían en la continuación de los noventa. En conjunto son un tipo de historietas que para los que no estamos familiarizados con el universo marvel son un poco extrañas, y a veces ridículas. Pero hay que reconocer que el cierre que se da al mundo de los vampiros en Marvel (que también se saltan a la torera) en una historieta del Doctor Extraño es bastante interesante.



 Lo cierto es que no es de lo más extraño que pudo verse en relación a este Conde Drácula, porque en los ochenta se hizo una versión anime del comic, en el que condensaban como podían las tramas principales y suprimían algunas cuantas. No tanto por el dibujo, que era bastante típico de muchas producciones de la época, sino por los diálogos y el argumento, el resultado era bastante cómico.



Algunas de estas apariciones fueron posteriores al cierre oficial de la serie, pero en los noventa se recuperó al personaje en una serie limitada donde se le daría el cierre definitivo. Se nota que entonces todo tenía que ser más oscuro y violento, porque la carga psicológica negativa de los personajes es mucho mayor y la opción de Marv Wolfman, el guionista, consiste en hacer que la mitad de los protagonistas y secundarios hayan quedado seriamente traumatizados y dementes después de haberse pasado años persiguiendo al vampiro. Esta no terminó de convencerme: parece haber demasiadas ganas de hacer mucho más seria y psicológica una serie que en cierto modo, se trataba de un cómic de acción. 


3 comentarios:

satrian dijo...

Menudo problema han tenido últimamente los de Marvel para incluir vampiros en las series, por problemas de derechos, hasta hace poco no se han vuelto a incluir, aunque los que leí dentro del mundo de los mutantes para reincluirlos hace poco no es que merezcan mucho la pena.

José Miguel García de Fórmica-Corsi dijo...

Volvemos a cruzar temas en los blogs :). Esta colección es de las pocas que en su día no conocí (y leo comics de Marvel desde pequeño...)y la descubrí por la edición de Planeta, en b/n y tomitos pequeños. Y menuda revelación! Genial el trabajo de Colan y estupenda la decisión de Wolfman de no seguir una única línea de argumentos, sino probar distintos caminos, por mucho que unas veces le salga mejor que otras, sorprendiendo casi siempre y alejando a Drácula de la unidimensionalidad. Que al final incluso inspire simpatía (sin dejar de dejar bien claro que es un villano sin remisión...) es todo un prodigio.

Renaissance dijo...

satrian: lo poco que había leído era de hace bastantes años. Además de la aparición de Drácula en los X men recuerdo un comic de Thor (también de los ochenta) en el que el vampiro en cuestión mordía a Sif. Este último con cinco o seis años que debí leerlo me hizo mucha gracia porque, eh, tenía vampiros, y me gustaban un montón. El resto, vistos ya de más mayor, me resultaban bastante chocantes. La tumba de Drácula tiene momentos así pero en general se mantiene al margen.

José Miguel García de Fórmica-Corsi: de Marvel leí muy poquito, en concreto la colección de X Men que sacó planeta cuando se estrenó la película de Bryan Singer, y que recogía toda la serie clásica, y después, La Tumba de Drácula, también gracias a los tomitos de Planeta. Esta es una colección a la que le tengo mucho cariño porque era redonda en casi todos los sentidos: inclúia un montón de números por tomo, lo que daba para una lectura extensa, y el precio al que la vendían era muy asequible. Además incluía en los tres o cuatro últimos las historietas de Vampire Stories y las de superhéroes.
Cuando leí La tumba..según iba comprando los números me dio una impresión bastante desigual: a ratos me parecía camp y a otros, con unos argumentos que me parecían muy raros para un comic de vampiros. En una segunda lectura la aprecié mucho más, tanto los experimentos que hicieron con el argumento como la propia figura de Drácula. En conjunto es un personaje mucho más complejo e interesante de lo que me había parecido en un principio.

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