Series de tv, libros, cine...y una constante presencia gatuna

lunes, 14 de octubre de 2013

Lecturas de la semana. Empezando octubre


 


Como suele pasar cada vez que tardo un poco en escribir sobre libros, cada uno vienen de su padre y de su madre. O, en este caso, de la biblioteca y de mi propio estante, que todavía tengo alguno en la Pila que había pasado por alto.

 


Andrés Martinez de León. Oselito en Rusia. Aún sin saber nada de los personajes de ficción de los años treinta en España, era imposible no fijarse en esa portada con un andaluz de pajarita subido encima de un oso. Y es que el tal Oselito era un personaje andaluz de pura cepa, aficionado al Betis, los toros y a escapar del trabajo. Sus historietas eran muy populares, y que gracias a las ideas políticas de su autor, este formó parte de un viaje a la Unión Soviética que narraría después en un libro. O más bien, que Oselito contaría desde su punto de vista: con acento andaluz transcrito fonéticamente, y fijándose en todas las diferencias que encontraba a lo largo de Europa…desde París hasta el Berlín nacionalsocialista y finalmente  a la celebración del XVIII Aniversario de la Unión Soviética.

 

El estilo humorístico, exceptuando un par de detalles que sí conservan su gracia por lo absurdo, ha envejecido bastante mal: lo de transcribir el acento andaluz a un libro hace su lectura muy cansada y a veces, difícil de seguir en algunas frases. Y la comicidad se queda un poco anacrónica con todos los chascarrillos sobre el frío que hace en Rusia, una conversación bastante absurda con Stalin sobre la necesidad de importar las corridas de toros  y el protagonista echándole piropos a las mozas a lo largo de Europa. En cambio, es bastante curioso leer un texto en el que transcribe un acento mezclándolo con un vocabulario bastante elegante, y sobre todo, el encontrarse con detalles que vistos setenta y pico años más tarde se ven de una forma muy distinta: el partido nazi en Alemania, del que Oselito ve un desfile y hasta se marca un chiste de judíos y campos de concentración, y sobre todo, la visita guiada por la Unión Soviética que proporcionan a la comitiva española, que hoy se ve claramente como un gran montaje propagandístico. El libro se cierra con una serie de viñetas de Oselito extranjero en su tierra, ya de lleno en la guerra civil, mucho más politizado y haciendo mofa de todo el bando fascista en el que aparecen tanto curas como alemanes o italianos (los portugueses, por cierto, se llevan la peor parte dedicándose a barrer y limpiar). En conjunto, hoy no es tanto una obra humorística sino una forma de conocer la forma de pensar de entonces, aunque es precisamente esto lo que le aporta más interés.

 


Ramsey Campbell. Los sin nombre. A Ramsey Campbell le voy dando oportunidades de cuando en cuando, y aunque lo que llevo leído tampoco me parezca para echar cohetes, me sigue interesando por tener bastante talento a la hora de describir ambientes. Especialmente, si estos implican unas ciudades realmente cochambrosas, edificios en vías de derribo y algún que otro miedo infantil.

La historia la conocí principalmente por la película de Jaume Balagueró, donde adaptaba a grandes rasgos, cómo una madre recibe una llamada de quien asegura ser su hija, asesinada hace nueve años. Con su secuestro parece estar relacionada una secta, pero esta resulta mucho más peligrosa que cualquier otro culto: sus miembros renuncian a sus nombres y consideran los actos de tortura y asesinato como un medio para alcanzar algo más grande.

En realidad la película se queda con esta trama a grandes rasgos, porque el resto es una versión bastante libre y que además de tener una ambientación muy sórdida y macabra, me ha gustado más que la novela. Esta tiene sus momentos, sobre todo en lo que le corresponde a descripciones, y el prólogo, muy breve, es practicamente lo mejor de todo el texto. Pero, igual que El parásito, cuenta con detalles hoy un poco pasados, como el incluir algunas teorías parapsicológicas que parecen estar ahí por ser lo que se llevaba en la época. Y sobre todo, por incluir un final bastante de telefilme que resulta decepcionante, y hace que su versión en cine, por desoladora que fuera, acabe ganando en la comparación.

 


 

Astrid Lindgren. Pippi se embarca ¿Por qué, a estas alturas de la película, me pongo a leer un clásico destinado al público infantil? Por tres motivos: porque si lo encuentro en formato digital, es una tontería, no guardarlo. Porque no se tarda nada en terminarlo. Y porque muy de vez en cuando, no viene mal releer algo que me gustó hace muchos años, aunque solo sea por nostalgia: si entonces me hizo feliz, ahora tampoco tiene por qué venir mal.

En todos estos años no me había acordado mucho del personaje, al que había conocido por la serie y después, por los libros de la biblioteca. Lo más desconcertante a día de hoy es que estos se queden en tres volúmenes, que son mucho más breves que su versión para la tele. Este sería el penúltimo, en el que la protagonista tiene unas aventuras bastante cotidianas: va de compras, a la feria e incluso un día al colegio. Más o menos, como todo lo que recordamos de la serie, pero con lo que caracteriza a la protagonista: su forma de ser asilvestrada, su fuerza imposible y el ser un poco la fantasía de todo niño, viviendo por su cuenta en una casa llena de trastos y tesoros. Aún a día de hoy sigue siendo entrañable, y su forma de narrar, muy sencilla y directa, hay que tenerla en cuenta como un texto destinado a lectores muy jóvenes.

No sé si hoy todavía será una lectura habitual entre los niños, que tienen más material donde escoger del que  nunca vimos los de mi generación, pero muchos autores todavía la tienen en cuenta. Sin ir más lejos, Stieg Larsson hace un par de referencias a Astrid Lindgren, tanto en el apodo con el que Mikael “Kalle” Blomkvist tiene que convivir como el que reconozca que Lisbeth Salander sería una versión adulta y más bruta de Pippi Calzaslargas...Pensándolo bien, creo que me quedo con la original. El mundo del señor Larsson es demasiado sórdido.

2 comentarios:

Ana. dijo...

Hoooooolaaaa! Qué ganas tenía de visitaros a algunos de mis blogueros preferidos. Pero he estado liadísima. Aunque sí venía de vez en cuando para leerte y ver a mis misinos adorables.

Me encantan tus gustos tan diversos. Lo mismo hablas de zombies que de Pippi. Me encanta la gente, ya te lo he dicho mil veces, que sorprende, que tiene curiosidad por todo. A la primera obra ni me voy a acercar la verdad. Es muy rara, en un tipo de rarismo diferente al que me suele gustar, que soy más rara que un perro verde. Se suele decir y así creo que soy. La segunda me gusta el argumento. Una llamada de una hija fallecida después de tanto tiempo da curiosidad y lo de las sectas siempre me ha atraído desde fuera y por lo que logran de las personas que probablemente se encuentran muy perdidas. Más de lo habitual que nos encontramos todos. Pippi me encantó de niña!! Y precisamente hace poco me avisaron de un buscador de libro que suelo visitar que me habían encontrado una edición antigua. Quédate aterrada, de niña lo dejé a la sobrina de una vecina y nunca más vi ni al libro, ni a la niña. No sé qué pudo ocurrir. Una pelea entre familiares?, algo peor? Espero que no. El caso es que no volví a tener mi bonito libro que sería ahora tan retro y encantador.

Feliz de saludarte y encontrarte tal como siempre!! Besos!

Renaissance dijo...

Antes intentaba que las entradas tuvieran algo en común. De vez en cuando lo consigo, pero la mayoría de las veces acabo escribiendo como leo, sin seguir un orden. Creo que es más divertido de esta forma y siempre se encuentra algo interesante.
Pippi, o Pippa Mediaslargas según la traducción del libro, fue uno de mis personajes favoritos. Tanto la serie, que la debimos ver tres o cuatro generaciones de niños, como los libros. Tampoco los conservo, porque los leí gracias a una biblioteca local y al menos, no tuve la sensación de haberlos perdido...Si los recuperé hoy gracias a la versión digital, es algo de lo que también me alegro.

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