Si el bosque es el escenario que permanece en nuestro subconsciente como lo primigenio, el entorno a veces hostil, siempre enigmático y ligado a lo antiguo, su parte individual resulta igualmente extraña. Las plantas, seres vivos que forman la naturaleza, sin la cual no existiría la vida en la tierra pero a medio camino en tre lo vivo y lo inanimado, capaces de aportar sustento pero también de producir los venenos más peligrosos e incluso de asumir formas de vida tan extrañas como vegetales carnívoros. Las plantas, que en apariencia , que ni sienten ni padecen, que han sido también en cierto modo domesticadas por los humanos, convertidas en cultivo u ornamento. Pero incluso en su versión más doméstica puede ser algo amenazador: esa planta de origen exótico en un invernadero, ese roble centenario en el jardín, la hiedra que no para de crecer. Pueden representar lo monstruoso, pero también una fuerza protectora.
Gótico botánico, la antología dedicada por Patricia Esteban Erlés para Impedimenta, recoger varios relatos donde el mundo vegetal aparece en distintas facetas, relacionadas en su mayoría con el fantástico. A lo largo de dieciocho cuentos, estas serán el resultado de un experimento científico, una variación del cuento de fantasmas tradicional o un ser vivo que se limita a reclamar el terreno arrebatado por los hombres, o como una suerte de entidad protectora o vengativa similar a lasas ideas de las antiguas religiones. Los relatos seleccionados fueron ordenador por orden cronológico, comenzando con un texto de Nathaniel Hawthorne de 1837 y finalizando con uno de Zenna Henderson de 1959.
Este entraría un poco en el terreno de lo clásico, dentro de las dos mitades de los siglos xIX y XX, aunque su temática varía centrándose en distintos aspectos: El experimento del Doctor Heidegger de Hawthorne sería el uso de lo vegetal por parte de la ciencia, mientras que La glicinia gigante de Charlotte Perkins Gilman o La rosaleda de M. R. James utilizará la vegetación como una manifestación del mundo sobrenatural. Estos, como como seres que reclaman su terreno ante la acción humana aparecen en Woodstown de Alhponse Daudet o La guerra de la hiedra de David H. Keller. Aunque el estilo de ambos es muy distinto: mientras que Daudet representa a la naturaleza como una fuerza inexorable, consecuencia de las acciones de unos series humanos que han tomado más de los que les corresponde, el de Keller es mucho más pulp y resume un conflicto entre la humanidad y una hiedra invasora resuelto a cañonazos.
Es precisamente el pulp el género que tiene más presencia en esta colección. No solo una colaboración entre Lovecraft y Duane Rimel o un relato del ciclo de Zothique de Clark Ashton Smith, sino que incluye a varias autoras que hicieron su carrera en las páginas de Weird Tales o Astounding Stories, como es Eli Colter, Mariav Morevski, Margaret St Clair (en uno de los relatos más cercanos a la ciencia ficción del libro) o Marie Elizabeth Counselman, con lo que las señoras pulperas de los años treinta se unen a mi grupo de intereses literarios junto a las señoras victorianas y a los señores europeos de entreguerras.
No faltan tampoco la representación fantástica un poco más humorística, aunque en este caso, en su versión más negra, con Pensamientos verdes, de John Collier, una historia muy peculiar acerca de la alimentación de una planta exótica que recuerda mucho a al Audrey de la tienda de los horrores, y La máquina del sonido de Roald Dahl, donde se plantea qué descubriríamos si una máquina pudiera amplificar los sonidos que emiten las plantas…Me pregunto que diría mi bromelia, después de dos años conviviendo conmigo a base de agua del grifo y podcast de true crime.
El cuento realista tiene una presencia casi anecdótica por comparación: en una antología de este estilo, sus lectores esperan más lo extraño y los temas más mundanos aparecen únicamente en La amanita mortal de Eli Colter (pese a ser pulp) y Una cortina de follaje de Eudora Welty.
Con una selección centrada en un contenido más antiguo, un acierto de la editora ha sido su variedad: salvo los de Roald Dahl y M. R. James no he encontrado ninguno “repe” de otras colecciones ni que hubiera leído antes. Incluso comenzando por Hawthorne, opta por una narración cuya temática no es tan evidentemente vegetal y vista tantas veces como sería La hija de Rapaccini. Quizá podría señalarse que el contenido está muy centrado en narrativa anglosajona: salvo Daudet, no hay ni un solo relato que no estuviera escrito originariamente en inglés, y el fantástico continental tiene mucho que ofrecer a una antología de esta temática.
Salvo esta pser4esencia mayoritaria de lo anglosajón, Gótico botánico es una buena colección de una temática un tanto específica, muy lejos del tópico y de los más trillados, donde han recurrido a autoras menos conocidas. Ahora, si de después de conocer a unas cuantos nombres de los años veinte, no sería mala idea una selección o varias sobre señoras pulp.


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