Entre los temas recurrentes de los que acabo leyendo, Europa, los señores Europeos de entreguerras y las colecciones de relatos son los más habituales. Esta vez, adelantamos un poco el calendario, después de ambas y cuando los países se dedicaban a vigilar al vecino por si decidía apretar el botón de los misiles. Stanislas Lem fue uno de los escritores de ciencia ficción más destacados de esos años. Solaris, su novela sobre la comunicación con una especie alienígena e incomprensible, así como su adaptación de Tarkowski, Ciberiada o Congreso de futurología son solo unos pocos ejemplos de su carrera literaria, también marcada por una visión muy satírica y de la que estos dos libros serían un buen ejemplo.
Esta colección de historias auto conclusivas es el comienzo de la vertiente más satírica de la carrera de Lem. A través de una serie de viajes, de los que según explica el prólogo, son solo una parte de todos los llevados a cabo por el astronauta, visita distintos planetas, situaciones anómalas e incluso historias que transcurren en el planeta tierra, pero en ese futuro muy lejano en el que cualquiera puede disponer de un cohete espacial y visitar cualquier punto del universo con el correspondiente pasaporte.
Ijon Tichy es también uno de los personajes más carismáticos de Lem, entre el pragmatismo, la curiosidad científica y cierta fanfarronería que se deja entrever en alguno de sus viajes;. Situaciones, como el museo de sus expediciones en los que todo el material expuesto son objetos personales o relacionados de forma tangencial con ellas, poniendo en duda de forma sutil la narración además de convertirlo en una suerte de Gulliver en al que muchas veces, las civilizaciones descritas son una reflejo distorsionado de los aspectos más ridículos de la sociedad humana. Un explorador capaz de correr los mayores riesgos, transformarse para pasar desapercibido en cualquier planeta pero también capaz de cruzar media galaxia para recuperar su lupa favorita.
El libro fue dividido por la editorial Bruguera en dos parte: Viajes y memorias. El primero se centra en los aspectos más propios de la ciencia ficción espacial. Este comienza y se cierra con dos expediciones relacionadas con las paradojas temporales (un bucle que provoca la aparición de varias iteraciones de si mismo en el primero, la aparición de toda la dinastía de los Tichy en la imaginación del protagonista en el último). Una temática que hace pensar que esta pudo ser una inspiración para Enano Rojo, y en el que la filosofía y el solipsismo están tan presentes como la ironía. Situaciones como un planeta de humanoides que intentan ser peces, de robots que han sustituido a la humanidad o un viaje en el que intenta descubrir por todos los medios que es un Sepulco, así como una de las primeras apariciones del profesor Tarantoga, científico y amigo de Tichy, da paso al volumen de Memorias, donde esa sátira se vuelve más sutil, a veces desaparece y se pone de manifiesto un tono más filosófico, pero también más oscuro.
Este recoge en su mayor parte conversaciones con distintos científicos donde la teoría adquiere posibilidades inquietantes: un universo contenido únicamente en una caja, un aparato capaz de capturar el alma o la creación de un homúnculo choca con las crónicas de una guerra de fabricantes de lavadoras cuyas consecuencias llevan al auge de una civilización robótica, o la visita a un manicomio para autómatas cambian el tono final recuperando el sentido del humor y cierta lucidez para adivinar el futuro. Es el mismo Tichy, con su curiosidad, fanfarronería y mal humor a veces, quien advierte n una última carta laos estragos a los que puede conducir el turismo espacial descontrolado. Me pregunto qué opinaría Lem de haber sabido que, en ese futuro, los portales de las casas europeas estarían plagadas de candados de Airbnb.



1 comentario:
No sé hasta qué punto la censura agudizó el ingenio de Lem, pero si miras lo que se hacía en EEUU por aquella época y sus grandes nombres, no tiene igual. Está lo kafkiano como realidad que tiende al absurdo, pero también una ironía y un humor bastante socarrón. La Ciberíada es buena muestra de esto. Habiendo leído unas cuantas obras de Lem, me da la sensación de que el pesimismo se va apoderando de él y de su escritura. Lo de los candados de Airbnb lo hubiese llevado regular xD.
La de Memorias encontradas en una bañera no la he leído. A ver si tengo suerte y en la feria del libro antiguo veo algo de Lem a buen precio. De momento mañana viernes viene a Salamanca Anna Starobinets a Salamanca, a ver si me firma su último libro.
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