Series de tv, libros, cine...y una constante presencia gatuna

jueves, 25 de septiembre de 2025

Weapons (2025). Necesitamos un culpable



Se dice que en periodos de crisis, las películas que mejor funcionan son las comedias y las de terror. Quizá una forma de evadirse de manera directa, o en el segundo caso, de  canalizar aquello que nos preocupa  transformándolo en algo que se puede comprender o controlar. En todo caso,  esta última tendencia puede ser cierta teniendo en cuenta que han surgido  algunas producciones del género muy originales inquietantes y que de algún modo consiguen reflejar mediante varios recursos el malestar de un mundo que resulta  cada vez más hostil y en el que  no parece quedar  ningún lugar seguro. Fue  Zach Cregger  quien hace un par de años lanzaba una película, no de las más populares  incluso un tanto irregular, donde utilizaba  escenarios  y trasfondos como el deterioro de las ciudades, la violencia a puerta cerrada y la especulación inmobiliaria en Barbarian. y que este año, antes de dar  el salto a un proyecto algo más domesticado como  ese remake de Resident Evil, vuelve a esos mismos escenarios urbanos, quizá más favorecidos que aquella casa en  la desvencijada Barbary Street, Detroit, pero tan llena de secretos y a punto de estallar como esa. 



Una noche, a las  2.17 de la madrugada,  diecisiete niños desaparecen sin dejar rastro.  estos abandonan sus casas para adentrarse  corriendo hacia la oscuridad,  como guiados por una fuerza invisible tal y como atestiguan las grabaciones que las cámaras de seguridad instaladas en algunas casas, pudieron captar.  Desconociendo el cómo, el por qué o hacia donde,  el único punto en común de la desaparición es el aula de Justine  Gandy, a cuya clase acudían  todos los niños desaparecidos salvo Alex,  quien  parece haber no escapado.  los interrogatorios a la maestra y su alumno no  arrojan ninguna luz sobre el asunto y pronto  Justine se convierte en el chivo expiatorio para unos padres que quieren recuperar a sus hijos o al menos, encontrar  un culpable. esta, convertida en el centro de todas las miradas , sospecha que Alex puede saber algo de lo sucedido,  y que su comportamiento reciente puede tener algo que ver con ello.  Uno de los padres, quien ha decidido  comenzar una explicación por su cuenta, descubre de forma accidental que las sospechas de Justine pueden ser ciertas, y que lo que quiera que haya pasado, puede estar relacionado con la casa de Alex. 



Mediante un punto de partida mucho más llamativo que Barbarian, Cregger desarrolla una trama  basada en principio en el golpe de efecto, con esa primera desaparición,  dentro de un escenario cotidiano: los niños corriendo  como autómatas dirigidos hacia un lugar concreto sirve de referencia a un título que juega bastante con lo que irá sucediendo con los personajes. 

De nuevo, una parte de la trama  serán las referencias a situaciones reales, especialmente, a la idea de la caza de brujas  literal y los juicios públicos donde el objetivo es buscar un culpable ante todo (algo que  en España sucedió con un par de casos de crónica negra).  Pero también, de nuevo, a la idea de la violencia intrafamiliar y la imposibilidad de saber lo que sucede a puertas cerrada si alguien no es lo bastante observador o  muestra un mínimo de preocupación. La idea de ese juicio público, de la exposición del faso culpable, se lleva a cabo  a través de unos personajes imperfectos: la protagonista, Justine,  no es una persona intachable. Su problema con el alcohol se acentuará  una vez el pueblo la tome con ella,   no es la mejor de las compañías para su ex novio, quien parece tener  también un historial  del alcoholismo...pero  es una buena docente, observadora y  preocupada por ese alumno que últimamente se muestra taciturno. El resto de personajes  se  caracterizan de manera similar: un policía adúltero, poco ético y sobrepasado,  un director más preocupado por la gestión de un conflicto  que por  la profesora que  está sufriendo, un padre al que solo le importa  recuperar a su hijo...incluso este último chaval es mostrado, al menos en parte, como el matón del colegio o alguien poco agradable. Nadie es inocente, pero ninguno es un monstruo. 




Es precisamente  esta última la figura desconocida hasta la mitad de la trama.  Un elemento externo, cuya presencia no se desvela  hasta  la investigación improvisada. La tía Gladys, alguien que se mueve en el terreno de lo sobrenatural,  a ratos grotesca y a ratos amenazadora, cuya intrusión tiene  similitudes con el cuco (es curioso que  Cregger no hubiera a provechado esta referencia) y cuya naturaleza  y poderes la convierten en algo ajeno a su entorno, pero claramente la amenaza que nadie había esperado. Es este giro hacia lo sobrenatural más clásico  lo que supone una sorpresa en la trama: un monstruo  clásico que parecía  desplazado en el terror moderno   y que es recuperado en su  aspecto más tradicional, convirtiéndolo en algo imposible de creer, en una anomalía tanto para los personajes  como para un espectador que poco  necesita saber  para comprender los actos de un antagonista que hablan por si solos, y  de la que no es necesario conocer nada más. Algo que deberían tener en cuenta ahora que  se habla  de una precuela sobre esta.  No , no me interesa saber  quien es ni de donde  viene Tia Gladys. Es suficiente saber que un día, en un pueblo,  llegó una bruja. Y que quizá, igual que ella, pueda haber otras en otros lugares.




De nuevo la premisa, y este uso, muy directo, del giro de guion  que tiene lugar hacia la mitad de la trama,  tiene que compensar uno de los mayores  problemas de Weapons.  Todavía  es una pelicula irregular. Y si bien a nivel formal  el componer la historia mediante varios puntos de vista en el mismo periodo de tiempo es interesante,  y refuerza esa idea de que nadie es completamente inocente,  sobran nada menos que dos de esas perspectivas, que aportan muy poco a  lo que podemos ver a través de los tres protagonistas, y hacen  que esa narrativa desarrollada como un mosaico  resulte repetitiva cuando  nos cuentan lo mismo dos veces más de lo necesario. 

Lejos de ser  la mejor  película de terror del año (ninguna lo es en realidad, pero parece que cualquier cosa que destaque  se considera así en estos tiempos de hype), Weapons  es una propuesta interesante, un regreso a un monstruo tradicional , concebido  de nuevo como lo anómalo y lo incomprensible en un entorno moderno.  Uno en el que la apariencia de seguridad está tan cogida con pinzas  que solo hace falta  una chispa para que todos salgan a la calle a empezar una nueva caza de brujas. 

jueves, 18 de septiembre de 2025

Lecturas de la semana. Fantasmas vintage

 


Los fantasmas, si son un  elemento que ha aparecido en la narración fantástica desde el principio de esta,  el probar su existencia  también se convirtió  en un objetivo desde que  en la  era de la razón (sea  cual sea esa)  muchos de los fenómenos entonces atribuidos a las hadas, al manas en pena y otros seres sobrenaturales encontraran una explicación racional basada en la ciencia. Los fantasmas, como   el enigma de lo que pasa después de morir,  serian estudiados por quienes querían probar su existencia, bien como  un fenómeno físico todavía no explicado, o como la prueba de que quedaba de nosotros algo más que una esquela.  


En muchos ensayos se intentaba encontrar  esta  posible explicación, o la prueba  definitiva sobre lo incorpóreo. No so lo reflejaban la manera de pensar de su autor sino también  su enfoque de la ciencia según los conocimientos recientes. Estudios donde se e defiende el éter como un elemento, o la electricidad como  mayor descubrimiento científico y  la apertura de un mundo de posibilidades pueden leerse c hoy con la misma sensación de inocencia y optimismo que las novelas de John Carter de Marte.

Para otros, la figura del fantasma  se queda en una curiosidad un mero interés personal mediante el cual recopilar relatos ligados a las leyendas familiares y a los lugares,  más una forma de imaginar  que pudieran ser reales y de disfrutar de una velada junto al fuego.  Dos enfoques distintos, en dos libros que tiene en común la nacionalidad de sus autores: un reputado astrónomo  y un escritor de ciencia ficción, franceses ambos, que en un momento de su carrera, decidieron escribir sobre una faceta distinta de lo inexplicable.


Camille Flammarion. Les Maisons Hantées.  A través de los testimonios remitidos a Flammarion y mediante el análisis de estos, el astrónomo francés defiende la existencia del alma como entidad separada del cuerpo, así como la  permanencia de esta.  Distintos fenómenos como la aparición a kilómetros de distancia  ante sus seres queridos de aquellos que están a punto de morir, fenómenos extraños en castillos y hogares, poltergeist,  personas altamente sensitivas a los fenómenos ultraterrenos e incluso  posibles  posesiones espirituales  son recogidas en un ensayo a través del cual intenta  dar una explicación que justifique  la veracidad de  fenómenos tan improbables y subjetivos como  espectros de recién fallecidos que anuncian su muerte,  que se aparecen para denunciar agravios e incluso sucesos físicos como  ruidos inesperados  y objetos lanzados desde la nada.

La carrera de Flammarion   como astrónomo y divulgador científico brilla por su ausencia en este ensayo  centrado exclusivamente en sus creencias espiritistas, que  defiende a capa y espada con poco o  ningún argumento c científico más allá de exponer que hay fenómenos que todavía no comprendemos, que el  magnetismo es una fuerza física a tener en cuenta en esta clase de sucesos, así como la electricidad fenómeno al que  no duda en recurrir a la hora de argumentar en cuanto a hechos inexplicables y descubrimientos recientes (menos mal que no vivió para ver la fisión del átomo. Hubiera  alucinado mucho pero no en el buen sentido). Una serie de  explicaciones  que  poco sustento tendrían como argumentos científicos  más allá de justificar  los testimonios enviados por sus servidores y transcritos e a lo largo del texto. Porque si una señora asegura  que un antiguo no vio se presentó en forma astral  para despedirse antes de morir, un señor  explica que en su casa  llovían misteriosamente céntimos  belgas o en unas cas a de Coimbra, en un castillo de Calvados o  en una  habitación de la  Auvernia tenían lugar todo tipo de fenómenos extraños, tienen que ser total y absolutamente cierto. No hay  ni un  solo ápice de escepticismo, ni  contraste de los hechos, solo  esos testimonios y un profundo a fan de seguir creyendo en lo que expone.

No puedo ver a la tierra lusa como hogar de espectros sino como el de la música pimba


No es un libro  para ser tomado como ensayo científico, sino como una lectura bastante amena durante  la cual, lo más interesante son esos casos de poltergeist y fenómenos atribuidos a fantasmas. Estos abarcan varios lugares de Francia, siendo uno de los más antiguos hacia 1880 y el más reciente, durante el abandono de París en la Gran Guerra. Otros aportan  casos más recientes y en lugares incluso más lejanos, no solo en Portugal sino en ciudades coloniales de Asia. Estos nunca llegan a ser completamente teatrales: ruidos, golpes, objetos que se mueven cuando convenientemente no hay nadie, que sirven de fundamento a eses intento de Flammarion de justificar sus creencias. Una lecturas curiosa, con el mismo  valor probatorio que un programa sobre fenómenos extraños  emitido por la radio de madrugada  pero con la misma  validez  que este: no son  tanto  las pretensiones científicas, ni ese tono de divulgación un tanto obsoleto, que  lo convierte  ya en ficción, sino   ese momento de suspensión de la realidad que   la lectura de estos casos produce. Además de  ciertos momentos involuntariamente cómicos derivados de una mentalidad muy distinta a la actual:  para el sufrido testigo de un poltergeist en Indochina, lo peor no ha sido el susto, sino que su asistente  salió por patas ¡Con lo bien que cocinaba!


George Langelaan. Diez fantasmas. Langelaan, el escritor anglofrancés conocido por La mosca e Historias del Antimundo (menudo miedo me dio  en su día La dama de ninguna parte)  se consideraba también un cazador de fantasmas. Pero lejos de buscar estos mediante evidencias,  solo aspiraba da conseguir todo tipo de historias sobre  ellos,  tarea que este libro lleva a cabo recopilando distintas narraciones  de Escocia, Irlanda, Inglaterra y Bretaña. Comenzando por una primera anécdota de su infancia,  narrada con mucho sentido del humor, en la que su abuelo quitaba hierro a una  aparición en el baño de su casa, porque “solo era un fantasma”, los relatos escritos por  Langelaan  a partir de las historias narradas por conocidos y amigos recogen la figura del fantasma en  su acepción mas clásica. Un eco de un suceso traumático que  ha marcado un lugar para siempre. Estos, como  crímenes pasionales, suicidios, ejecuciones, venganza y duelos a muerte, son las historias recibida en el libro. Muchas,  caracterizadas por ese componente tráfico, como todas las leyenda locales. Algunas, no exentas de cierto humor e incluso  con la aparición de algún falso espectro.


La primera curiosidad de este libro es el cambio realizado por la edición española: Noguer  redujo  los Treize Fantômes originales a diez, sin  saber a donde han ido los otros tres (¿estarán en el éter?¿los habrá exorcizado un editor?). Una pérdida  un tanto fastidiosa  cuando no se puede encontrar la edición francesa. Al menos,  los diez relatos de los que disponemos compensan esta desaparición. Ya el prólogo, con ese humor,  sirve para  que  Langelaan exponga el comienzo de su interés por  lo sobrenatural. No como algo verídico sino   por la fascinación que despiertan  a todos los que nos gusta que nos cuenten historias.  Los relatos siguientes, desde la tragedia romántica en una aldea de pescadores bretona, los fantasmas que habitan todo castillo que se precie o uno sobre salteadores de caminos, cuyo desenlace es muy similar a la leyenda del cazador, la loba y la esposa del castellano. Y en los que es posible  ver aspectos comunes según el origen de estos: los fantasma irlandeses son los que sin duda tienen un componente más trágico y fatalista, más marcado por l o  pasional y lo inevitable.  Escocia será el ligar dela nobleza, las traiciones y los duelos. Pero todos siguen eses estilo informal, donde presentan el escenario, a su narrador, generalmente  un a anfitrión y esa historia ligada al lugar o a la familia.  


Algo así como una guía de viajes  de lugares reales y hechos imaginario, sonde la existencia o no de los fantasmas no es importante: estos serán reales en la medida en que su historia siga siendo narrada y escuchada.

jueves, 11 de septiembre de 2025

Lecturas de la semana. Colecciones recicladas

 


Como compradora habitual de libros de  menos de cuatro euros y más de cuarenta años,  he comprobado que no solo de Bruguera  vivía  la literatura de terror asequible. Otras editoriales, más  pequeñas, publicaban títulos bajo la etiqueta de terror,  con ediciones más o menos  de bolsillo y que hoy  son difíciles de encontrar. En este caso, la editorial  Geasa, bajo el sello “Relatos terror”, publicó a finales de los setenta  varias novelas cortas, seguramente  compradas en bloque a la editorial propietaria y  con un criterio  a la hora de promocionarlas  cuando menos curioso: “best sellers europeos” e insistiendo en cada numero que además de los criterios de calidad,  interés de la trama o fama del autor, también lo era el número de ventas…¡nada menos que  500.000 ejemplares! Ante todo, que quedara claro que aquí solo había superventas.  No parece fácil que hubiera tanto francés para cada novela. Porque   estos libros eran en realidad números de la colección Angoisse de Fleuve Noir, una editorial que solía publicar novelas de terror, suspense o ciencia ficción  de autores patrios en los que la calidad  era variable. Fue  El retorno, de Alphonse Brutsche, un seudónimo de Jean Pierre Andrevon,  el primer número que encontré de la colección. Una historia de aparecidos muy macabra del estilo de Aterrados de Rugna.  El asesino está en casa, de José  Michel, era más  bien un thriller claustrofóbico que terror.

Estos dos números son los últimos que he podido encontrar hasta la fecha, en la librería que suelo visitar cuando vuelvo por vacaciones y donde  hay que reconocerle que he encontrado auténticas rarezas y frikadas vintage.



Kurt Steiner. La llama y la sombra.  En un pequeño pueblo  cerca de Edimburgo, durante  una  atención rutinaria, el médico local comete un error que  cuesta l vida a una paciente. Tras ocultar el error que condujo a esta situación,  este sospecha  que algo extraño sucede: desde el  primer momento supo que su medicación  había sido la correcta.  Pero también, uno de sus vecinos ha desaparecido, no solo del pueblo, sino también  de la memoria de sus habitantes, para ser sustituido por una enigmática joven que vive  junto a su padre alcohólico.  Cambios en la realidad, percibíos únicamente por él, quien  presencia como cada uno de ellos parece destinado a  provocar su ruina o llevarlo a la muerte. 

La novela juega mucho con esa característica del fantastique  que es esa a falta de lógica,  convertida en una ventaja: poco importa el porqué, sino  lo extraño de la situación. En este caso, el motivo de estos cambios en la realidad, las criaturas que lo provocan, ni el motivo por el que él protagonista ha sido elegido como víctima, son desconocidos.

Steiner, un seudónimo de  André  Ruellan, recurre a un entorno tan  vinculado a las historias sobrenaturales como es Gran  Bretaña, además de  alejar la narración de un público al que seguramente,  le parecería   Edimburgo  un entorno más exótico.  O cando meno, tan detallado como le permitió la guía de viaje con la que seguramente escribió el primer capítulo: mientras el escenario principal se limita a ser un simple pueblo con casas y árboles, el autor  enumera  todas las calles principales de la ciudad: la Royal Mile,  Princess Street, Greyfriars…un intento   o bien de dar veracidad, o de ir rellenando el número mínimo de páginas, aunque para los lectores que ya disponemos de Google Maps,  tiene su gracia el descubrir al momento que es lo que hay  en el número 12 de Candlemaker Row, donde debería estar la tienda de fotos que menciona la historia.

El resultado es un poco irregular,  no llega a  provocar esa sensación de extrañeza que  le sentaría muy bien a una narración sobre   falsas realidades y fuerzas ocultas, pero tiene esa  velocidad de lectura y sencillez  en l ejecución que lo convierte en una curiosidad de otra época.


Jean Murelli. El órgano del horror. Tras el   fracaso de la última sesión de un reputado mentalista, el periodista encargado de hacer el reportaje desaparece misteriosamente. Lejos de tener algo que ver con ello como parte de una venganza,  el mago advierte a su compañero que algo ha sucedido. La  última pista de su paradero lo conduce a un pequeño pueblo de la campiña francesa. Los únicos visitantes han sido, precisamente, un periodista al que nadie ha visto, pero también un misterioso científico y su esposa.  Este es solo una de varias personas que han desaparecido en el pueblo durante las últimas noches, precedidas por los acordes de un órgano. 

Si la colección de Fleuve Noir tiene como los bolsilibros Bruguera, un poco de todo, después de tres números con historias bien planteadas dentro de su sencillez y limitaciones, esta es una de las más flojas. Su desarrollo es un batiburrillo de tópico del terror de los sesenta, donde hay médiums, pueblos siniestros, brujería, posesiones demoniacas, m ad doctors, secuaces siniestros y silenciosos y  hasta viajes astrales. Es que no queda ni un palo por tocar, y  ninguno  sale bien. 

La  trama comienza con los periodistas   genéricos, el veterano descreído y el más joven, quizá más respetuoso con las fuerzas que no comprende. Continúa con un viaje a un pueblo siniestro que no es tanto, presenta al interés romántico,  una femme fatale que  quiere dejar de serlo (en este caso, una bruja obligada a cumplir  los deseos de su amo demonio y científico loco) y un antagonista de orígenes exóticos, que no contengo con intentar   acercarse a la trama de la explicación racional también incluye  características sobrenaturales y n final abierto  intentando dar una sensación  ominosa que, bueno, más que  final  no feliz para su protagonista, tampoco hace gran cosa. 

Al igual que las anteriores, esta es breve, casi  con una longitud que parece establecida en las 200 páginas  de la colección lo que hace que  como lectura no de tiempo de abandonarla. Una curiosidad, d las flojas, dentro de una colección casi desconocida. Aunque me gustaría pode r encontrar alguno más de los ocho o diez libros que publicó  Geasa. 


 




 



jueves, 4 de septiembre de 2025

Lecturas de la semana. Antologías remix

 

Puede que no salgan en la lista  de  los más vendidos durante el verano  o  en los libros que uno se llevaría a la playa, pero p ara las vacaciones siempre acaba cayendo alguna antología de Bruguera o similares  gracias a las visitas por la tienda de segunda mano: ocupan poco,  muchos de los relatos  incluidos  son desconocidos y tienen un papel que las hace indestructibles (no se puede decir lo mismo del encolado. Lo mismo aguanta un segundo Chernobil, que se ha quedado seco y se desintegra).  En este caso, la Selección Horror de la editorial,  con unos volúmenes más pequeños  que  otros publicados con carácter temático, como  Historias sobrenaturales o Siniestras,  son una mezcla entre  cuentos leídos hasta la saciedad y  otros que ni se conocían,  y una  completa falta de fidelidad al material original.

Es precisamente en la primera entrega de esta selección donde  puede verse referenciados las fuentes originales de los cuentos publicados: varias antologías de distintos títulos, desde   relatos selectos de terror, algún ómnibus sin hilo conductor aparente, que solo tenían  en común haber sido compiladas por Kurt Steiner, a quien sí que se menciona en cada uno de los números de la  colección. Colección de la que    esta vez, a base de ir encontrando ejemplares de forma aleatoria, he  conseguido los dos primeros.


Horror 1. Tras un breve prólogo de  menos de una página, en la que se habla de forma genérica acerca del terror y la  fascinación que este ejerce,  ocho relatos sin ninguna conexión entre sí ni por temática, autor o época,  narran distintas situaciones: desde el Ultimo amanecer recorre de manera desoladora,  pero también muy naif a nivel científico, la os últimos días de la tierra por un cataclismo espacial,  pasando por clásicos inevitables como Los hechos de M Valdemar o El horla, así como narraciones de la época pulp como El lienzo de la locura de Seabury Quinn.

Quizá en este caso lo más  llamativo sea la antigüedad de algunas narraciones que seguramente no hayan vuelto a ser publicadas desde entonces. Si las más recientes  son la venganza muy propia de los comics EC narrada en El lienzo de la locura, o  ese hipotético episodio sobrenatural en la vida de Somerset  Maughan,  ya en los sesenta,  hay relatos de 1902,  o de 1916 que sorprenden tanto por lo poco conocidos y lo original de sus tratamientos.  Si El buque fantasma de  Middleton  puede ser relativamente recordado por su ironía a la hora de  narra la vida cotidiana de un pueblo que convive con sus espectros, la descripción del fin del mundo  de El ultimo amanecer combina la inocencia  propia de ese desconocimiento del espacio  con una situación tan devastadora  como la descrita en  La nube púrpura de Shiel. Casi inmortal, de Austin Hall, es un cuento  sobre vampirismo, magia negra y un villano que se adelanta al menos una década al pulp. Una selección sorprendente que termina con un reato  más clásico como el  de Dickens y  Juicio por asesinato, pero que   resume un poco el tono general de la colección: te puedes encontrar cualquier cosa.


 Horror 2. De nuevo, tras un prólogo,  ocho relatos   en los que los clásicos son algo menos vistos que en otros números: el fantasma inexperto de H. G. Wells, una historia con bastante ironía acerca de las normas que rigen  a los habitantes del mas allá y  por qué estas no deben ser imitadas por un mortal. Schalcken el pintor, de Le Fanu,  guarda en común con el anterior la descripción de lo que sucede cuando los vivos y los muertos ocupan lugares que no les corresponden.

En este  tomo hay bastanteas nombres  conocidos:   Bradbury destaca con un relato inquietante acerca de  enfermedades infantiles y  su contagio. Además de dos nombres que sonarán  por el círculo de Lovecraft: Frank  Belknap Long y Robert  Bloch, años después de sus aportaciones a los Mitos, y ya con narraciones muy distintas.  Una aventura pulp espacial en el caso de Long, y una  vuelta con mucho humor negro al tema de los objetos malditos, en los que no falta una referencia al  Vermiis Mysteriis inventado por Bloch.

Los  cuentos menos conocidos, una venganza de unltratumba de  Robert  Barbour  Johnson en la  Ultramuerte de Thaddeus  Warde,  Gardner  F.  Fox y su  revisión de las vidas  pasadas con giro final en Vete, lluvia, vete, y la versión  moderna de un cuento popular tan siniestro como El flautista de Hamelin,  de Eric  Frank Russell terminan un tomo igual de variado en el que incluso los cuentos más antiguos y con más posibilidades de haber  aparecido en otras antologías todavía no están lo bastante trillados. 


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