Lernet –Holenia, en Marte en Aries, afirmaba en boca de uno de sus personajes que los relatos más autétni9cos quizá sean aquellos que no son del todo fantásticos ni del todo lógicos, porque toda nuestra vida transcurre en ese interregno. Si bien la frase define muy bien al fantástico continental del siglo XX, esta tradición es mucho más antigua. El romanticismo abrazaba abiertamente la aceptación de lo fantástico, la reimaginación del pasado e incluso de escenarios, entonces lejanos, considerados exóticos. Influencias que Jan Potocki empleó para la escritura, en 1809, de su Manuscrito encontrado en Zaragoza. La novela, casi mil páginas en su edición más extensa, retomaba la tradición de narraciones encadenadas a la manera del Decamerón o Los cuentos de Canterbury. Una obra extensa, donde cada relato formaba parte de un todo, y cuya adaptación parecía una tarea ambiciosa. Hoy, quizá imposible. Pero no tan compleja en 1965, cuando Wojciech Has se atrevía a adaptarla en un largometraje en que, lejos de ser una versión lineal, era moldeada según la necesidad de la narrativa cinematográfica, consciente de la imposibilidad de trasladar su totalidad a la pantalla.
Durante la Guerra de Independencia, un oficial del ejército francés descubre, en una mansión de Zaragoza, un manuscrito adornado con extrañas ilustraciones. Este, fascinado con su lectura, olvida incluso a los guerrilleros que los rodean y que también se unen a la lectura del tomo. Uno de ellos lo reconoce como un texto escrito por su antepasado, Alfonso van Worden, oficial de la Guardia Valona que en su camino a Madrid atraviesa una Sierra Morena espectral, poblada por los fantasmas de bandoleros ejecutados y por dos hermanas moriscas que afirman que, como descendiente de los Gomelez y pariente de estas, está llamado a vivir aventuras muy distintas a las de un oficial de la corte. Embrujado por los espectros que pueblan Venta Quemada, perseguido por la Inquisición, este será solo una pequeña parte de las aventuras que aguardan a Alfonso, cuya historia se mezclará con las narraciones con los personajes que encuentra en su viaje: Pacheco, el endemoniado, el cabalista e incluso El Judío Errante, son una parte más de la historia que Alfonso plasmará, para sus descendientes, en un manuscrito cuyo origen es mucho más antiguo.
La película fue rodada en blanco y negro, muy contrastado, en el que se marca la luminosidad y los escenarios para poder mostrar el detalle de estos. Algo que ya se anuncia en los créditos iniciales, acompañados por ilustraciones surrealistas muy minuciosas, que preludian esa misma atención que se presenta al escenario. Este, con exteriores desérticos, nada menos que una parte de los Cárpatos haciendo e pasar por los Riscos de Sierra Morena, de cabañas de piedras ruinosas, cuevas donde se alojan moriscas y hechiceros, aparecen sembrados de calaveras y huesos, un peculiar osario al aire libre que ninguno de los personajes les provoca extrañeza y se completa con los cadáveres ajusticiados que durante la primera parte, serán el punto de referencia del comienzo y final de los sucesos y ensoñaciones que vive el protagonista el escenario toma así un carácter irreal, el desea España imaginaria de bandoleros , princesas árabes, de inquisidores enmascarados que poco se parecen a la auténtica (del mismo modo, el Retiro que aparece en la segunda parte poco tiene que ver con el verdadero). No pretenden recrear la realidad, sino la de los personajes y al que Potocki recreaba en su texto.
Esta mantiene la estructura de relatos de la original, aunque sintetizando u optando por un tono distinto al texto. Estos se narran de forma encadenado, comenzando el con el texto que aparece en el preludio para dar paso a la historia principal de Alfonso, en la que se mezcla su propia biografía, narrada por él, la de su familia, pero también la historia de otros personajes. Pese a lo aparentemente enrevesado, el guión marca el ritmo de forma que es difícil perder el hilo en cada historia que se sucede. Como en el caso de Pacheco, cuya historia resultará, en tema y escenario, paralela a la del propio Alfonso. Es también con este personaje con el que se hace patente, por momentos, el humor con el que también cuentan los segmentos que va mostrando la película. Este, capaz de abandonar en un abrir y cerrar de ojos su comportamiento de endemoniado para referir con calma los hechos que lo llevaron a su situación actual. Por no mencionar la comicidad involuntaria que supone el escuchar, en polaco original, a los actores que pronuncian su nombre y palabras sueltas en castellano con mucha vehemencia…ante todo, el humor de niño de cinco años, que no nos falte nunca.
El metraje se divide expresamente en dos partes (algo habitual en las producciones de la época en cuanto superaban las dos horas). Marcando también el cambio de escenario. Mientras la primera parte se mueve entorno a las localizaciones de esa venta espectral, lo sobrenatural y la recreación de una España del siglo de oro casi salvaje, llena de fantasmas, bandoleros e inquisidores , la segunda, acompañada de los dos nuevos personajes, se traslada a la villa de Madrid, adquiriendo un tono más cercano a la picaresca, donde la temática propia de la comedia de enredos está más presente y se recurre en la sucesión de relatos, a una explicación racional que desmonta de forma humorística c cualquier situación misteriosa.
Esta parte, casi una pausa en las aventuras de su protagonista, se convierte también en la más enrevesada de la trama, en la que de un relato surge otro de una forma muy similar a la de una muñeca rusa, para volver, de forma inesperada, a esa primera historia, que, sin serlo en el orden de aparición, si lo es en la vida de Alfonso van Worden: la de su origen. Un bloque, tan ajeno aparentemente al resto de la trama, que resulta igual de intrigante para el espectador, por su desarrollo de esos relatos conectados, y que preceden al desenlace en el que se retoma el componente sobrenatural inicial. Esta vez, mucho menos aterrador y más melancólico, convirtiéndose en el lugar al que el protagonista anhela volver. Y en el que lo sobrenatural se vuelve más sutil: de forma similar al segmento anterior, a las aventuras de Alfonso se les dará una explicación lógica: los espectros serán sustituidos por un plan elaborado previamente, por actores y acróbatas en una conclusión que , por lo improbable, sigue manteniéndose dentro de esa línea entre lo real y lo fantástico.
El manuscrito encontrado en Zaragoza es una película hecha para tomarse su tiempo. Para detenerse en cada uno de los escenarios, teatrales y fantásticos, así como en las historias que cada personaje encadena como parte de algo mucho mayor. Una película que, lejos de ser una versión fiel al manuscrito original, es una visión distinta, pero cuyo enfoque la complementa.
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